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ambas partes comisarios, que arreglen todas las cuestiones contenciosas que puedan suscitarse ó sobrevenir entre franceses, italianos ó españoles, ya por disensiones de intereses anteriores á la guerra, ya por las que haya habido despues de ella.

Art. 11. Los prisioneros hechos de una y otra parte serán devueltos, ya se hallen en los depósitos, ya en cualquier otro parage, ó ya hayan tomado partido; á menos que inmediatamente despues de la paz no declaren ante un comisario de su nacion que quieren continuar ai servicio de la potencia á quien sirven.

Art. 12. La guarnicion de Pamplona, los prisioneros de Cádiz, de la Coruña, de las islas del Mediterráneo, y los de cualquier otro depósito que hayan sido entregados á los ingleses, serán igualmente devueltos, ya estén en España, ó ya hayan sido enviados á América.

Art. 13. S. M. Fernando VII. se obliga igualmente á hacer pagar al rey Cárlos IV. Y á la reina su esposa, la cantidad de treinta millones de reales, que será satisfecha puntualmente por cuartas partes de tres en tres meses. A la muerte del rey, dos millones de francos formarán la viudedad de la reina. Todos los españoles que estén á su servicio tendrán la libertad de residir fuera del territorio español todo el tiempo que SS. MM. lo juzguen conveniente.

Art. 14. Se concluirá un tratado de comercio entre ambas potencias, y hasta tanto sus relaciones comerciales quedarán bajo el mismo pié que antes de la guerra de 1792.

Art. 15. La ratificacion de este tratado se verificará en París, en el término de un mes, ó ántes si fuere posible. -Fecho y firmado en Valencey á 11 de diciembre de 1813. -El duque de San Carlos.-El conde de Laforest.>

TOMO XXVI.

2

Como se vé, aquella firmeza de la primera respuesta de Fernando al emperador comenzó á flaquear en muy pocos dias, si por acaso habia sido cierta alguna vez, pues que en este tratado, como observará el lector, ni siquiera se nombra á las Córtes ni á la Regencia de España, sin cuyo concurso habia dicho Fernando que no podia negociar. Sin embargo, al encargar á San Carlos que trajese este tratado á España, y al entregarle la credencial que habia de acreditarle cerca de la Regencia, asegúrase que le dió de palabra

y

a

de secreto las instrucciones siguientes: 1. Que en caso de que la Regencia y las Córtes fuesen leales al rey, y no infieles é inclinadas al jacobinismo (como ya S. M. sospechaba, añade Escoiquiz), se les dijese era su real intencion que se ratificase el tratado, con tal que lo consintiesen las relaciones entre España y las potencias ligadas contra la Francia, y no de otra manera.-2.a que si la Regencia, libre de compromisos, le ratificase, podia verificarlo temporalmente entendiéndose con la Inglaterra, resuelto S. M. á declarar dicho tratado, cuando volviese á España, nulo y de ningun valor, como arrancado por la violencia.-3.a que si en la Regencia y en las Córtes dominaba el espíritu jacobino, nada dijese, y se contentase con insistir en la ratificacion, reservándose S. M., luego que se viese libre, continuar ó nó la guerra, segun lo requiriese el interés ó la buena fé de la nacion.

«Sin esta precaucion, dice el canónigo preceptor

de Fernando VII. en su escrito, hubiera podido llegar por la infidelidad de la Regencia la noticia de estas intenciones del rey al gobierno francés, y haberlo echado á perder todo ").-Dejémosle proseguir en su relacion..

«Partió, dice, el duque de San Carlos el 11 de > diciembre para esta comision desde Valencey bajo el nombre supuesto de Ducós, para que no se sospe>chase el secreto, llevando todos los pasaportes nece»sarios, y en su consecuencia quedó encargado de tra>tar con el conde de Laforest don Pedro Macanáz, que »de órden tambien del emperador habia llegado allí » algunos dias ántes. Con igual órden llegaron aque»llos dias el mariscal de campo don José Zayas y el > teniente general don José de Palafox, y por último »yo don Juan de Escoiquiz el dia 14 del mismo mes de »diciembre. Desde aquel dia seguí de órden del rey »á una con Macanáz el trato con el conde de Laforest, »que vivia oculto en un cuarto del mismo palacio en »que habitábamos con S. M.-Propusimos poco des»pués al conde de Laforest, y aprobó el rey rey el pen»samiento de enviar á don José de Palafox con la » misma comision duplicada del duque de San Carlos »á Madrid, por si acaso el espresado duque enferma»ba ó le sucedia alguna avería en el camino.-Dióle

(4) Escoiquiz. Idea sencilla, pág. 140.-Ya se vé la idea que tenia de la Regencia el privado

de Fernando VII., y el lugar en que procuraria ponerla para con su augusto amo.

:

>en consecuencia S. M. una nueva carta para acredi>tarle con la Regencia.....")-Provisto de los pasa>portes necesarios, y bajo el nombre supuesto de »Mr. Taysier, partió Palafox el dia 24 del mismo mes para Madrid.-Durante la ausencia de ambos comi»sionados, se nos pasó el tiempo en ganar, en cuanto »pudimos, la voluntad al conde de Laforest, y en con>tar con impaciencia los minutos hasta su vuelta.»

Veíase, pues, otra vez rodeado Fernando VII. de los mismos hombres que con sus desatentados consejos le habian perdido en el Escorial, en Aranjuez, en Madrid y en Bayona; y que lejos de haber aprendido

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1. Que examinase el espíritu de la Regencia y de las Córtes, y que en caso que fuese el de lealtad y afecto a su real persona, y no el de la infidelidad y jacobinismo, como ya S. M. lo sospechaba, manifestase á la Regencia bajo el mayor sigilo, que su real intencion era la de que ratificase el tratado, si las relaciones que tenia la España con las potencias coligadas contra la Francia se lo permitian, sin perjuicio de la buena fé que se les debia, ni del interés público de la nación, pero que en caso que nó, estaba muy lejos de exigirlo.

2. Que si la Regencia juzgaba que, sin comprometer ninguna de las dos cosas, podia ratificar temporalmente, entendiéndose con la Inglaterra hasta que en consecuencia se verificase la vuelta del rey ȧ España, en el supuesto de

que S. M., sin cuya aprobacion libre no quedaba completo dicho tratado, no lo terminaría, antes sí, puesto ya en libertad, lo declararia forzado y nulo, como que su confirmacion podria producir los mas fatales resultados para su pueblo. Deseaba S. M. que diese dicha ratificacion, pues nunca los franceses podrian quejarse con razon de que S. M., adquiriendo acerca del estado de España datos que no tenia en su cautiverio, y reconociendo que el tratado era perjudicial á su nacion, se negase á darle la última mano con su real aprobacion.

3.° Que si dominaba en la Regencia y en las Córtes el espíritu jacobino, reservase con el mayor cuidado estas reales intenciones, y se contentase con insistir bue namente en que la Regencia diese la ratificacion, lo que no estorbaria que el rey á su vuelta á España continuase la guerra, si el interés ó la buena fé de la nacion lo requeria.

en el infortunio, y mas lejos todavía de enseñarle á ser agradecido á los que en Espaüa se habian sacrificado por conservarle la corona, sembraban en su corazon la semilla de la desconfianza, haciendo, al menos alguno de ellos, á la Regencia el inaudito agravio de sospechar que pudiera descubrir á Napoleon los secretos de su rey. Injuriosa é incomprensible cavilosidad, que demuestra lo que los españoles honrados podian prometerse de tales hombres, y que hace no estrañar las calamidades que semejante conducta trajo después sobre el pais.

Mientras tales manejos andaban por Valencey, dejáronse ver por España ciertos franceses, que decian traer plenos poderes y venir competentemente autorizados por una muy elevada persona, y cuya mision era al parecer trabajar por que se hiciese salir de la península á los ingleses. Uno de ellos, nombrado Duclerc, se presentó al general Mina; otro, llamado Magdeleine, vió al duque de Ciudad-Rodrigo y al general Alava. Y como la Regencia supiese que habian sacado de estos personages algun dinero, tomólos y los hizo prender como estafadores petardistas, y lo publicó por medio de la Gaceta y en artículo de oficio, advirtiendo que si bien traian pasaporte de Fernando VII. y cartas de letra muy parecida á la del rey, examinadas y comprobadas se habia reconocido ser apócrifas, y que se les seguia causa para averiguar si traian además alguna mision de otra naturaleza. Pero hubo que

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