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cursos de los diputados, que parecia no sospechar, ni de los hechos anteriores, ni de esta fatídica coincidencia, que asistian al mismo tiempo á los funerales de las ilustres víctimas del Dos de Mayo y á las vísperas de las exéquias del gobierno representativo. Inconcebible parece tanta confianza, tanta candidez, y tanta dósis de buena fé.

Encamínase el rey desde Valencia á Madrid, acompañado de los infantes y de la pequeña córte de Valencey. El presidente de la Regencia y el ministro de Estado han sido alejados de real órden. A la presencia de Fernando en los pueblos caen derribadas en las plazas públicas á manos de la frenética y deliranté muchedumbre las lápidas de la Constitucion. La diputacion de las Córtes es desdeñosamente rechazada y no logra ser recibida por Fernando el Aclamado. Esto era poco todavía. Era menester que el plan que tenebrosamente se habia preparado, tuviera su complemento y se consumára en medio de las tinieblas de la noche.

En las altas horas de la del 10 al 11 de mayo, cuando los diputados de la nacion se hallaban entregados al sueño de la confianza, el nuevo capitan general de Madrid, nombrado secretamente por el rey, entrega al presidente de la Asamblea nacional el pliego que contenia el célebre decreto y manifiesto fechados el 4 de mayo en Valencia, en que Fernando VII. de Borbon, el Deseado, declaraba ser su real ánimo no

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reconocer ni jurar la Constitucion, ni decreto ni acto alguno de las Córtes, considerándolos todos nulos y de ningun valor ni efecto, ahora ni en tiempo alguno, como si no hubieran pasado jamás tales actos, y se quitáran de en medio del tiempo; y en que mandaba que cesaran las Córtes, y se recogieran todas sus actas y espedientes, declarando reo de lesa magestad, y como tál incurso en pena de muerte al que intentara impedir esta su soberana resolucion.

Y entretanto, en el tenebroso silencio de aquella misma noche, otros ejecutores de aquella autoridad militar iban arrancando de sus lechos y encerrando entre bayonetas en oscuras prisiones y lóbregos calabozos los mas ilustres personages y mas comprometidos por el régimen constitucional, ex-regentes del reino, ministros, distinguidos diputados, oradores elocuentes, literatos y hasta artistas insignes. Y con aquel decreto, y con estas prisiones, y con las instigaciones de personages fatídicos y furibundos buscados al efecto, desbórdase y se desenfrena al siguiente dia el populacho de Madrid, y á los gritos de: ¡Viva el rey absoluto! se ensaña contra los hombres del partido liberal, hasta contra los ilustres presos, destroza con brutal fiereza los emblemas, símbolos é inscripciones que representan la Constitucion y la libertad, y hasta los ornamentos y el menage material del salon de las Córtes. En tales momentos aparece en los parages públicos el famoso Manifiesto de Valencia de 4 de

mayo, hasta entonces misteriosamente oculto. Y en tal estado, abolida la Constitucion, encarcelados los diputados constitucionales, orgullosos y desatentados los absolutistas, desencadenada la plebe contra toda persona y todo signo que tuviera tinte de liberal, hace Fernando el Deseado su entrada pública en Madrid, en medio de las aclamaciones frenéticas de las turbas, y se sienta en el trono que él habia perdido y le habian recobrado y conservado á costa de seis años de sacrificios aquellos mismos hombres que de órden suya y por premio de sus servicios gemian sepultados, como criminales y foragidos, en fétidas mazmorras.

XVIII.

Al considerar la manera cómo se desplomó y vino al suelo el edificio constitucional á tanta costa levantado, agólpanse á la mente del historiador multitud de reflexiones, halagüeñas y consoladoras unas, tristes y melancólicas otras, cuya esposicion podrá no şer inútil para los fines que en el pensamiento y en la ejecucion de esta obra nos hemos propuesto.

De las reflexiones que suministra el exámen de este período de nuestra historia, corto en estension, pero grande en importancia, descartemos yá, ó por obvias ó por repetidas, las que se desprenden del esque ofreció pectáculo grandioso y del ejemplo sublime á los ojos del mundo y á la contemplacion de la pospor vicios y erroteridad una nacion pobre y abatida res de sus envejecidos sistemas de gobierno, víctima de su candidez y de su lealtad en los tratos y compromisos esteriores, invadida por todas partes con engaño y con perfidia por un enemigo que pasaba por omnipotente, abandonada de sus reyes y de sus prín

cipes, humilde y cobardemente prosternados á las plantas del invasor, sola en medio de su enflaquecimiento, pero altiva, noble, independiente y digna, que al apercibirse de la iniquidad con que se intenta esclavizarla, recobra súbitamente su energía proverbial de antiguos siglos, y se levanta imponente y fiera, á vengar su altivez ofendida, su nobleza insultada, su dignidad escarnecida, su independencia amenazada, y proclamando su libertad, su religion, sus reyes y sus fueros, y como el que vuelve de un prolongado letargo en todo el lleno del vigor y de la robustez, se hace instantaneamente guerrera; y sin consultar ni medir la desigualdad de sus fuerzas, acomete á sus poderosos enemigos; vence á los invencibles; sufre descalabros y no se desalienta; se desangra, pero, no desfallece; ni la adormecen los triunfos, ni las derrotas la intimidan; enseña á las demas naciones á dónde puede llegar la resistencia de un pueblo; demuestra que el coloso que ha subyugado á Europa puede ser abatido; acredita que Sagunto y Numancia reviven en Zaragoza y Gerona; hace ver que la sangre de los Viriatos, de los Pelayos y de los Guzmanes corre aun por las venas de los españoles; en seis años de ruda lucha contra los franceses compendia el drama heróico de ocho siglos contra los sarracenos; arroja en fin á aquellos como á éstos de su suelo; arrolla al gigante, y se le entrega vencido á los soberanos de Europa para que puedan encadenarle; castiga y venga la

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