Imágenes de páginas
PDF
EPUB

SEÑORES ACADÉMICOS:

Al presentarme hoy á ocupar un asiento en esta noble Academia, reconocer me importa, lo primero de todo, que à vuestra indulgencia lo debo; no ciertamente á mis méritos, por demás escasos. Pero si el conocimiento del deber, una de las primeras cualidades morales del hombre, me mueve á confesar mi franca gratitud, también el sentimiento de la verdad, una de las primeras condiciones del historiador, me obliga á reconocer que la honra señalada que hoy por esta Corporación se me dispensa, á mi noble país se dirige más bien que á mi pobre personalidad, liviana y olvidable entre las de tan estrenuos y expertos varones como fueron y son timbre y honor de esta Academia ilustre. Al fijar la atención en el despertamiento literario de Cataluña, como nunca varonil y poderoso de algunos años á esta parte, se comprende bien que la Academia haya querido premiar en mi (uno de los pocos representantes de aquella noble tierra que en Madrid residen) los esfuerzos, el talento y la gloria de los literatos insignes, de los historiadores eminentes y de los laureados poetas que a orillas del Mediterráneo constituyen y forman una literatura, que sólo debe el no ser bien. estimada, á ser por lo general poco conocida.

Y con sólo consignar esto, acude ya, naturalmente, á la imaginación de todos el tema que he de escoger y á que ha de encaminarse mi discurso;

pero antes de llegar á ello, voluntad vuestra será, y es deber mio, que, cumpliendo con lo que honradas costumbres preceptúan y altos deberes exigen, consagre algunas palabras en honra y gloria del académico eminente que con su prematura muerte dejó vacante el puesto que me presento á

ocupar.

Dos obras principalmente nos quedan, entre otros sabios é importantes escritos, de D. José Godoy Alcántara, suficientes á demostrarnos su claro talento y su alto criterio, bastantes á decirnos la pulcra escrupulosidad y la atención cuidadosa que aquel sabio escritor acostumbraba á poner en sus estudios: la Historia critica de los falsos cronicones y el Ensayo histórico, etimológico y filológico sobre los apellidos castellanos. Premiadas fueron entrambas por las Academias, y viviente testimo, nio son de lo que à Godoy Alcántara deben las patrias letras y la patria historia. Representan estas dos obras la suma de muchos y vastos conocimientos, y la suma también de muchas horas consagradas al estudio y al trabajo, con esa insistencia laboriosa y esa tenacidad infatigable, más propias de las frías naturalezas del Norte que de los espíritus ardientes del Mediodía, y que sólo pueden apreciar en su verdadero valor aquellos que saben todo lo que para el sabio representan el hallazgo de una cita, la rectificación de una fecha ó el descubrimiento de un dato, tras largas y pacientes horas de concentración y de trabajo.

Vacíos como el que deja el Sr. Godoy Alcántara no son fáciles de llenar en una Academia; y si yo me atreví á tanto, es porque en mi buena voluntad y en vuestra indulgencia fío.

De antiguo, que no de ahora, viene la Academia de la Historia demostrando su amor á las letras catalanas y su deseo de que éstas sean conocidas y estimadas en lo que valen. Corría aún el primer

tercio de este siglo, cuando la Academia, sabedora de que D. Félix Torres Amat, obispo de Astorga, proyectaba publicar una Biblioteca de escritores catalanes, le impulsaba á seguir en este animoso pensamiento, y al aplaudir tan patriótica empresa, se manifestaba deseosa de que «la benemérita provincia de Cataluña, donde se habían refugiado y hallado generoso fomento algunos restos de la ilustración, que iba conocidamente á menos y amenazaba apagarse totalmente en otras de la Península, gozaṣe de la gloria literaria debida á los sabios é ilustres hijos que en todos tiempos la ennoblecieron. Explícita era la Academia en este acuerdo, y manifiesta su protección; pero aquel escritor eminente é ilustre prelado, en quien era la modestia timbre como es ornato en otros, hubo de arredrarse ante la magnitud de la empresa, que hubiera sin embargo realizado con la misma grandeza que supo concebirla, y se limitó á escribir unas Memorias para ayudar á formar un diccionario crítico de los escritores calalanes y dar alguna idea de la antigua y moderna literatura de Cataluña.

Aun así, aun en esta forma y con tan modesto titulo, el Sr. Torres Amat, como reconoció la Academia al aceptar la dedicatoria de su obra, prestó á las letras patrias un servicio señalado y que debe tenerse en cuenta para gloria eterna de aquel patricio insigne. Mayor, empero, lo hubiera prestado todavía si, vencida la timidez del sabio por el valor del literato y dejando de limitarse al Principado de Cataluña, hubiese abrazado en sus Memorias á todos los autores que han escrito en lengua romana, en lengua catalano-provenzal, así los de Cataluña, como los de Valencia, Baleares, Rosellón, Conflent, Vallespir y Provenza, que esto es lo que, en verdadera crítica literaria, debe entenderse por patria catalana.

Acaso llegue, de esperar es que así suceda, el dia

en que se escriba la historia critica de la literatura catalana con la misma extensión, detenimiento y elevada mira con que ha escrito la de la literatura castellana un miembro ilustre de esta Academia 2, y entonces caerán por su base los errores en que algunos han incurrido, y que hombres, eminentes, por otra parte, han propagado, suponiendo á Cataluña un reflejo sólo de Provenza y haciéndola vivir únicamente de la luz prestada por la literatura franco-provenzal 3.

ό

Grave y profunda equivocación ha sido esta, por parte de algunos historiadores y literatos; grave y transcendental equivocación que han contribuido principalmente á extender los escritores franceses, induciendo á no pocos nuestros á caer en falta y á consentir, por hacerlos propios, en errores ajenos. Uno de los más vulgares es el que todos cometemos, ó muchos al menos hemos cometido, llamando á la literatura del Principado unas veces lemosina y otras provenzal, como si nos desdeñáramos de llamarla literatura catalana, que es el nombre propio, técnico, original, y sobre todo, el nombre de familia española, el de casa. Entre los autores extranjeros, sólo uno, que yo sepa, sólo Mr. Cambouliu, sabio profesor de la Universidad de Montpeller, ha tratado de reivindicar para Cataluña y para España toda, esta gloria. Cúmpleme desde este sitio y desde esta tribuna consignarlo asi, que aun cuando en esto nos haya hecho justicia aquel catedrático ilustre, no andamos de ella tan sobrados para olvidar con quien la rinde deberes de gratitud 4.

Nuestro Torres Amat, vuestro dignisimo y antiguo consocio, señores, fué uno de los primeros en pretender esta gloria para España y en querer librarla de este feudado honor que al extranjero se rendía; por esto dió á nuestra literatura el nombre de catalana ó catalano-provenzal, que era ya el

mismo que en tiempos le diera Nostradamus, autor á quien se ha maltratado mucho, pero á quien la moderna crítica literaria comienza a hacer justicia. No poco también se ha maltratado por aquella causa á Torres Amat, del cual se ha dicho que tenía un patriotismo de vista corta, y á quien se ha achacado que escribía con un espíritu exageradamente español, como si los que esto dicen y afirman no escribieran con un espíritu exageradamente francés.

Para claridad de este trabajo hay que exponer algunos preliminares y decir lo que, en mi concepto, debe entenderse por lengua catalana y cuáles son las escuelas literarias que ha tenido. Antes que de la materia, hay que hablar del molde.

Establezcamos, lo primero de todo, que la lengua catalana, tomadas en cuenta las importantes diferencias y modificaciones de acento, territorio y provincia, diferencias y modificaciones que, por no ser comprendidas, hicieron errar á muchos,es hoy, ha sido antes y fue siempre una sola 5.

Se ha sentado por base y fundamento que el latin dió origen á toda una familia de lenguas, entre las que la más principal fué la llamada romana y también romano-vulgar y romano-rústica. Es cierto, pero no es enteramente verdad. El latín que con las armas de Roma había conquistado el mundo, tardó poco en alterarse con el contacto de diferentes nacionalidades, sujetas, pero no asimiladas, á la nación conquistadora. Son indudables los testimonios que tenemos para probar que en la Peninsula ibérica, y especialmente en las comarcas de que nos ocupamos, jamás dejó de hablarse la lengua del país ❝.

Con ésta, con la latina y con otras que por causa de nuevas invasiones, como las de godos y árabes, vinieron á influir también, se formó la lengua que ha sido conocida con diversos nombres, dando lugar por esta diversidad á confusión y á errores de

TOMO XXXII

10

« AnteriorContinuar »