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Algunas veces dejó de darse la flor de oro á la mejor poesía presentada al certamen, para adjudicarla, previo acuerdo de la Academia, al poeta más célebre entre los contemporáneos. En 1554, por ejemplo, el Colegio de los Juegos Florales (que era como entonces se llamaba, antes de tomar el nombre de Academia, lo cual no fué hasta 1694) decidió mandar la flor al famoso poeta francés Ronsard; en 1586 se ejecutó el mismo acuerdo con respecto á Baif por su traducción en verso de los Salmos de David; y en 1638, por deliberación igual, se envió una flor de oro al poeta Maynard.

Entre los poetas coronados por la Academia en el espacio de cinco siglos, muchos son célebres, no sólo en Francia sino en Europa. Alcanzaron entre otros el título honroso de Maestro de Juegos Florales, que se adjudica al que gana tres veces la joya, Marmontel, La Harpe, Fabre, Millevoie, Alejandro Soumet y el vizconde de Chateaubriand.

Voltaire pidió á la Academia el titulo de maestro en Juegos Florales, que le fué concedido por aclamación.

Victor Hugo nació como poeta en los certámenes de Tolosa. En 1819, cuando sólo contaba diez y siete años, ganó el premio de un lirio de oro por su oda A la estatua de Enrique IV, un amaranto de oro por su poesía Las Virgenes de Verdun, y una mención honorífica por su poema Los últimos bardos. En 1820, por una nueva poesía, á los diez y ocho años, fué proclamado maestro en Juegos Florales ó en Gay Saber.

Hoy los Juegos Florales se celebran con gran pompa en Tolosa todos los años el día 3 de mayo, leyéndose las poesías premiadas y pronunciando el elogio de Clemencia Isaura uno de los cuarenta mantenedores de que se compone la Academia.

Aun cuando hoy en los certámenes de Tolosa no se admiten más que composiciones en francés, se

celebran otros concursos de esta clase en diversas comarcas de Provenza, donde sólo es admitido el provenzal. Desde el siglo XIII, con el cual murieron los últimos trovadores, hasta nuestros tiempos, ya en Tolosa, ya en las otras ciudades de la lengua de Oc, en Provenza, en Gascuña, en el Bearn, en el Limousin, la musa provenzal no ha dejado nunca de cantar, sirviéndose de los numerosos dialectos usados en aquellos países; y asi han venido sucediéndose las generaciones, cautivadas por los acentos de la lengua patria de Goudelin, Fabre, Saboly y Jasmin, hasta llegar á la resurrección completa de la poesía provenzal con esa cohorte de sobresalientes talentos agrupados en torno de la esplendorosa trinidad de poetas modernos que se llaman Federico Mistral, José Roumanille y Teodoro Aubanel, quienes, por el carácter especial de sus obras y de sus estudios, parecen haberse repartido las tres cuerdas de oro, patria, fe y amor, que brillaban en la lira de los antiguos trovadores.

No había terminado aún el siglo xiv, cuando la restauración de la poesía provenzal iniciada en Tolosa, hallaba eco simpático en Barcelona.

Se ha dicho, con referencia al Arte de trovar de Don Enrique, marqués de Villena, que Don Juan I de Aragón, el amador de la gentileza, envió una solemne embajada al rey de Francia solicitando su permiso para que dos de los mantenedores de la Academia de Tolosa viniesen á fundar en Barcelona un Consistorio de la gaya ciencia, à imitación del establecido en aquella ciudad desde 1324. Sin embargo, ningún documento se cita en apoyo de este hecho. Al contrario, en los tres que se citan relativos á la creación y mayor incremento del Consistorio poético de Barcelona, extendidos por

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orden de los reyes Don Juan el amador de la gentileza, Don Martin el Humano y Don Fernando el de Antequera, no se menciona lo de la embajada, que da por tan cierto el marqués de Villena. La sana crítica debe, pues, poner en duda la aserción de este personaje, interin no se descubra otro documento de más fe, ya que los hasta ahora conocidos, si no parecen contradecirla, guardan silencio. al menos.

El primer titulo referente á Juegos Florales en España que nos proporcionan nuestras memorias literarias, es un diploma dado por Don Juan I de Aragón á Don Luis de Aversó y á Don Jaime March, poetas entrambos, para fundar en Barcelona una academia ó escuela de poesía ó de ciencia gaya, «con autorización de hacer cuanto acostum"braban o podían hacer los maestros de dicha »ciencia en París, en Tolosa y en otras ciudades".

Protegido, pues, por Don Juan I, establecióse en Barcelona, el año 1393, el Consistorio de los Juegos Florales o de la gaya ciencia, al que dispensó también su protección Don Martin, quien en 1398 señaló una pensión anual de cuarenta florines de oro de Aragón para compra de las joyas que debían darse como premio á los poetas laureados, pensión y cantidad que reprodujo en 1413 Don Fernando el de Antequera, exaltado al trono de la corona de Aragón por sentencia del famoso Parlamento de Caspe.

Los grandes y trascendentales acontecimientos de que Cataluña hubo de ser teatro á la muerte de Don Martín el Humano, interrumpieron los certȧmenes poéticos de los Juegos Florales en Barcelona, y sólo se reanudó la tradición de ellos al subir al trono Don Fernando, que dictó la disposición citada, sin duda alguna por buen consejo de su pariente Don Enrique, el marqués de Villena, sabio profundo y poeta, gran amador de la poesía

provenzal, que acompañó al rey'á Barcelona cuando éste fué á prestar en ella homenaje y juramento á las leyes del país.

Que fue Don Enrique de Villena el mantenedor de los Juegos Florales de Barcelona en su primera restauración histórica, no cabe duda alguna. Presidía él mismo los certámenes, era juez en el concurso, entregaba por su mano la joya á los laureados, siendo también él quien se ha encargado de darnos á conocer aquella época de Juegos Florales, por medio de los siguientes curiosos pasajes de su tratado de la gaya ciencia o sea Arte de

trovar.

Dice así el libro del marqués de Villena:

"El rey don Juan de Aragon, primero de este nombre, fijo del rey don Pedro II, fizo solemne embajada al rey de Francia pidiendole mandase al colegio de trovadores que viniese á plantar en su reino el estudio de la gaya sciencia, e obtovolo, e fundaron estudio della en la cibdad de Barcelona dos mantenedores que vinieron de Tolosa para esto, ordenandolo desta manera: Que oviese en el estudio ó consistorio desta sciencia en Barcelona cuatro mantenedores: el uno cavallero, el otro maestro de teologia, el otro de leyes, el otro honrado cibdadano; e cuando alguno destos falleciese, fuese otro de su condicion elegido por el colegio de los trovadores, e confirmado por el rey.

»En tiempo del rey Don Martin, su hermano, fueron mas privilegiados e acrescentadas las rentas del consistorio para las despensas facederas, asi en la reparacion de los libros del arte e vergas de plata de los vergueros que van delante de los mantenedores e sellos del consistorio, como en las joyas que se dan cada mes, e para celebrar las fiestas generales, e ficieronse en este tiempo muy señaladas obras, que fueron dignas de

corona.

»Despues de muerto el rey Don Martin, por los debates que fueron en el reino de Aragon sobre la sucesion, ovieron de partir algunos de los mantenedores e los principales del consistorio para Tolosa, e cesó lo del colegio de Barcelona.

»Las materias que se proponian en Barcelona estando alli don Enrique (habla de sí mismo), eran algunas veces loores de Sancta Maria, otras de amores ó de buenas costumbres. E llegado el dia prefijado congregavanse los mantenedores e tro

vadores en el palacio donde yo estaba, e dalli partiamos ordenadamente con los vergueros delante, e los libros del arte que traian, e el registro de los mantenedores: e llegados al dicho Capitol, que ya estaba aparejado e emparamentado de paños de pared al derredor, e fecho un asiento de frente con gradas en donde estaba Don Enrique en medio, e los mantenedores de cada parte, e á nuestros pies los escribanos del consistorio, e los vergueros mas baxo, e el suelo cobierto de tapiceria, e fechos dos circuitos de asientos donde estaban los trovadores e en medio un bastimento cuadrado tan alto como un altar cobierto de paños de oro, e encima puestos los libros del arte e la joya; e á la man derecha estaba la silla alta para el rey, que las veces era presente, e otra mucha gente que se ende allegaba; e fecho silencio, levantabase el maestro en teologia, que era uno de los mantenedores, e facia una presuposicion con su tema e sus alegaciones e loores de la gaya sciencia e de aquella materia de que se habia de tratar en aquel consistorio, e tornabase á sentar. E luego uno de los vergueros decia que los trovadores allí congregados espandiesen e publicasen las obras que tenian fechas de la materia á ellos asinada; e luego levantabase cada un e leia la obra que tenia fecha, en voz inteligible, e traianlas escriptas en papeles damasquinos de diversos colores, con letras de oro e de plata, e iluminaduras fermosas, lo mejor que cada uno podia; e desque todas eran publicadas, cada uno la presentaba al escribano del consistorio.

>>Tenianse despues dos consistorios, uno secreto y otro público. En el secreto facian todos juramento de juzgar derechamente sin parcialidad alguna, segun las reglas del arte, cual era mejor de las obras allí esaminadas e leidas puntualmente por el escribano. Cada uno de ellos apuntaba los vicios en ellas contenidos, e señalabanse en las márgenes de fuera. E todas así requeridas, á la que era hallada sin vicio, ó á la que tenia menos, era juzgada la joya por votos del consistorio.

»En el publico congregabanse los mantenedores e trovadores en el palacio, e don Enrique partia dende con ellos como está dicho para el capitulo de los frailes predicadores; e colocados e fecho silencio, yo les facia una presuposicion loando las obras que ellos havian fecho, e declarando en especial cual de ellas merecia la joya, e aquella la traia ya el escribano del consistorio en pergamino bien iluminada e encima puesta la corona de oro, e firmabalo don Enrique al pie, e luego los mantenedores, e sellabala el escribano con el sello pendiente del consistorio, e traia la joya ante don Enrique, e llamado al que fizo aquella obra, entregabale la joya e la obra coronada por memoria, la cual era asentada en el registro del consisto

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