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Merecí á nuestra ilustre Academia la honra de que me nombrara para dar dictamen sobre el libro De Ripoll á Gerona, obra de nuestro correspondiente don Ramón Arabía y Solanas, y voy á cumplir mi cometido.

El libro es bueno, mejor de lo que acostumbran á serlo los de su clase, escritos por lo regular con el calor de la impresión y la prisa de las circunstancias.

Aunque nos haya venido por separado y en volumen suelto, forma parte esta obra del Anuario de la Asociación Catalana de Excursiones, publicación de verdadera importancia donde se encuentran datos y noticias de gran interés para todo lo que á las ciencias históricas y averiguaciones artisticas atañe, pero que es poco conocida y apenas estudiada, por la circunstancia de estar escrita en catalán.

Magistral idioma es ciertamente el catalán, varonil, maravilloso y excelente como pocos, y ya Cervantes, en su tiempo y en su Persiles y Segismunda, le llamaba «graciosa lengua, con quien sólo la portuguesa puede competir en ser dulce y agradable"; pero confesarse debe que hoy el catalán, no alcanzando lo que en otras épocas, es de muchos desconocido, y por ende mal juzgado en nuestros círculos literarios. Esto hace también que no se estime y gradúe toda la importancia, riqueza y valía de nuestra moderna literatura catalana, que asombra á quien la estudia y penetra en ella. De

aquí, por ejemplo, que los Anuarios y demás publicaciones de nuestras sociedades excursionistas de Cataluña no alcancen toda la fama, ni tengan toda la resonancia, ni consigan el fruto y la utilidad que debieran y merecen, siendo, como son, por lo general, obras escritas con crítica, que obedecen á levantados propósitos y que son archivo de noticias interesantísimas para el arte, para la ciencia, para la historia y para la literatura.

En buena hora que los poetas catalanes escriban en catalán, pues por regla general y ley raras veces interrumpida, el poeta necesita escribir en la lengua de su cuna y de su infancia, aquella en que aprendió á balbucear el nombre de su madre y á orar á Dios. En buen hora también que así sea, por la circunstancia de ser el verso catalán infinitamente superior al castellano, ya que por la concisión, sobriedad y riqueza de la lengua puede encerrar mejor el pensamiento, que hay precisión de desleir en castellano. Apenas si existe un poeta catalán que, escribiendo en lengua de Cervantes, haya logrado adquirir fama y llegar donde llegan los de primera fila, mientras que hay muchos en Cataluña, Valencia y las Baleares que rivalizan con los más eminentes de Castilla.

Pero si esto sucede con respecto á los poetas y al verso, sucede precisamente todo lo contrario con la prosa y con los que la escriben. La majestad, la pompa, el orientalismo, la magnificencia y belleza de la prosa castellana no tienen rival en ninguna lengua del mundo; y si los catalanes no llegaron á sobresalir, más que con contadas excepciones, en la poesía castellana, son muchos los que en la prosa se han abierto camino, llegando allí donde sólo los elegidos llegan.

Por esto es más de lamentar que no se escriban en lengua castellana las obras de historia y de ciencias, que por su indole hubieran de estar al

alcance de todos. Cuando menos, los catalanes debieran hacer lo que los provenzales, publicar la traducción frente al texto original. Así, y no de otra manera, es como los últimos consiguieron que los centros literarios de París conociesen sus obras y fijasen en ellas su atención, dándoles cédula de vecindad.

Perdóneme la Academia esta digresión, motivada por estar escrito en catalán el libro acerca del cual me ha pedido dictamen, y vuelvo á mi punto de partida.

De Ripoll á Gerona es una interesante crónica de viaje por comarcas poco visitadas y concurridas, dando esto mayor realce y novedad á los relatos del autor. El Sr. Arabía cuenta la expedición que hizo, acompañado de un sabio francés, M. Jung, con quien recorrió, á pie la mayor parte de las veces, á caballo otras, y muy pocas en carruaje, una extensa comarca catalana, à la que no falta realmente ningún atractivo, según de su propio relato se desprende. Risueñas perspectivas, panoramas admirables, grandiosos monumentos, bosques seculares, iglesias bizantinas y góticas, dólmenes ignorados, grandes mansiones feudales, recuerdos históricos, tradiciones encantadoras, terrenos cubiertos de fósiles ó agrietados por los volcanes y terremotos, todo lo tiene aquella comarca, y de todo se hace cargo el Sr. Arabía con espíritu observador y crítica atinada, embelleciendo de vez en cuando su narración con poéticas descripciones, que dan clara muestra de su ático y literario ingenio. Tales son, por ejemplo, la de la página 16, bellísimo cuadro de costumbres populares, y la de las páginas 26, 27 y siguientes, con las cuales, desde lo alto del Puigsecalm, y con el arte magistral del poeta, explica los encantos y maravillas que se ofrecen á su vista.

Comienza el cronista su viaje en Ripoll, donde

las admirables ruinas del antiguo y monumental monasterio de Santa María le ofrecen asunto para algunas páginas interesantes.

De Ripoll pasa á San Julián de Vallfogona y visita el castillo, de cuya antigua historia nada por malaventura nos dice.

Sigue à San Privat con objeto de emprender su ascensión al Puigsecalm, y encuentra en su itinerario motivos para rectificar el mapa de nuestro sabio compañero el señor Coello; pero no lo hace sin prestar un homenaje de consideración y gratitud á dicho señor, cuya obra califica de titánica, considerándola superior à todas las de su clase realizadas hasta el presente y en particular al mapa del estado mayor.

La ascensión al Puigsecalm y sus panorámicas vistas, dicho queda ya, son una de las bellezas del libro.

En el camino de San Privat á Olot halla ocasión el cronista de discurrir acerca de si hubo de ser en aquella comarca donde se levantó en tiempos la ciudad B de Ptolomeo, la Bassus de Plinio; y llega á Olot en los momentos en que la villa se entrega á la expansión y alegría de su fiesta mayor, que describe, no sin fijarse, siquier sea tal vez con demasiada superficialidad, en los edificios públicos y en los bufadors, ó sea respiraderos de los antiguos y extinguidos volcanes de la comarca.

El Museo le da ocasión de consagrar un recuerdo á los excelentes pintores catalanes Sres. Vaireda, de uno de los cuales hemos visto recientemente algunas obras en nuestra exposición de Madrid, y el monetario del Sr. Saderra se la ofrece para hablar de nuestro Académico correspondiente señor Pujol y Camps, cuyos conocimientos numismáticos encarece.

Después de pasar por Castellfolit, el excursionista llega á Besalú, villa de gran renombre en las anti

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