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enteramente moderno. Ni una sola estatua de la libertad habia en la ciudad eterna. Se dice generalmente que Julio César murió víctima del puñal asesino de Casio, de Bruto y de los demás senadores y conjurados, porque éstos querían salvar las libertades de Roma. Al asegurar lo último, no se está en lo cierto ni en lo exacto. César fué asesinado porque se quería que el mundo romano continuase gobernado, no por un hombre sólo, sino por una oligarquía de trescientos.

Y ahora sí que definitivamente doy ya por terminada mi tarea, señores Académicos. No consideré nunca que ésta fuese ocasión de un debate entre el Académico que se presenta y el encargado de contestarle, donde se hace gala de estudios y pugilato de inteligencia. No. La importancia de la tesis planteada por el Sr. Benot y la alteza con ⚫ que la ha desenvuelto me obligaron á algunas observaciones; que yo sé bien, por lo demás, que en estas solemnidades la gloria toda y el honor del acto son para el que llega. Al padrino pertenece sólo la modesta tarea del heraldo.

He dicho.

MANUEL DE CABANYES

ESTUDIO SOBRE ESTE POETA,

LEÍDO EN SESIÓN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA.

TOMO XXXII

22

Á D. DEMETRIO GALCERÁN,

gran entusiasta y admirador de Cabanyes, envía estos articulos como recuerdo de amistad,

VÍCTOR BALAGUER.

I

LA CASA DEL POETA.

A corta distancia de Villanueva y Geltrú, distancia que no excede en verdad de veinte á veinticinco minutos, aparece la quinta ó, para decirlo conforme al uso del país, la masía que fué propiedad y morada del joven poeta Manuel de Cabanyes, arrebatado al mundo y á la gloria cuando acababa apenas de cumplir sus cinco lustros.

Conduce á ella un menguado y tortuoso camino carretero á cuya vera se abren de vez en cuando profundas cavas; y unas hileras de añosos olivos, que terminan en un grupo de esbeltos álamos, indican la proximidad de la masía, á la cual se sube por una escalera de piedra, algo ruinosa ya, llegando á lo que los poetas de nuestro siglo xvii llamaban el terrero, es decir, el campo ó terraplén delante de la casa, sitio y teatro en nuestras comedias antiguas de amorosos discreteos y de galantes coloquios.

Cercado el terrero por un seto de robustos áloes, intermediados de verdes láureas y árabes palmas, domina todo cuanto ante él se ofrece en la vasta extensión del horizonte, sin que se halle á su vez dominado más que por el anfiteatro de montes que en graciosa curva se dibuja á espaldas de la masía, . sierra formidable que principia en el monte Atalaya corriéndose hasta el Mont-Gros, como si pretendiera cerrar con infrangible muralla el ameno y

delicioso valle en medio del cual se asientan las dos poblaciones de Villanueva y Geltrú, rivales un día, y hoy hermanas y una sola desde el venturoso momento en que, atrayéndose mutuamente, legaron á abrazarse y confundirse.

Admirable es el panorama que desde el terrero se disfruta.

En frente, el Mediterráneo, el mar de los latinos, con sus explendores, sus olas azules y sus cielos maravillosos, el mar que sólo alcanzaron à domar las flotas aragonesas y que abrió ancho y venturoso camino á las banderas y á los almirantes de la casa de Aragón, casa poderosa y egregia, que así dominó en la mar por la gloria suprema de sus armas, como imperó en la tierra por la alteza inmarcesible de sus instituciones libérrimas.

Al pie, la noble villa que, como práctica muestra de floreciente vida, ve alzar sobre sus barriadas las torres de sus iglesias, las chimeneas de sus fábricas y la cúpula de su Biblioteca-Museo, patente revelación de que en aquel pueblo anidan los tres grandes gérmenes de la actividad humana: la fe, el trabajo y el estudio.

En torno, á derecha é izquierda, el valle, el valle risueño y encantador con todos sus esplendores y magnificencias, con la vid que llega hasta la cima de los montes brotando sobre sus mismas peñas, con bosques amenísimos y verjeles seductores por entre los cuales asoman las torres, y las casas, y las granjas de labranza, y las quintas de recreo, y las grandes masías que, con su agradable aspecto, fijan la mirada y embelesan el ánimo; lugares todos que conozco, que he recorrido, que me son familiares, y que desde aqui, desde mi posada de Madrid, distingo tan clara y perceptiblemente con los ojos cerrados, como con los suyos abiertos puede ver el lector desde el terrero de la masiaCabanyes.

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