Imágenes de páginas
PDF
EPUB

tole France- hace sugestivo el pensamiento humano». Y yo debo repetir con el profundo y elegantísimo ironista francés, que «el espíritu que no está ansioso, me irrita ó me enoja».

JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS.

S

DES REINES, Par

ÈSAME ET LES LYS, DES TRÉSORS DES ROIS, DES JARDINS DES REINES, par John Ruskin. Traduction, notes et préface par Marcel Proust.

Aunque con algún retraso, Ruskin va penetrando en Francia. El culto escritor Marcel Proust se ha impuesto la tarea de darlo á conocer en lengua francesa, con lo cual lo convierte en accesible para un gran número de lectores europeos. Después de la Bible d'Amiens presenta ahora en francés Sésame et les lys. Precede á esta traducción, como á la anterior, un prólogo; pero más personal éste que el de la Bible d'Amiens. De las notas que, á manera de comentario, acompañan á la traducción, ha dicho un crítico que Proust traducía á Ruskin haciendo su análisis, como Montaigne traducía á Plutarco.

En cuanto á la obra de Ruskin es como todas las del maestro de Brandwood, llena de un espíritu que para muchos será peregrino hallar en un alma sajona y, sin embargo, esta obra mezcla, de vigor y delicadeza, ha influído poderosamente en la moderna formación de aquel pueblo. Y no es verdad con suave palabra con la que Ruskin hablaba á su pueblo y á los de su raza; antes al contrario: vemos en este mismo libro páginas como ésta:

<<Vosotros tal vez os creéis una gran nación. Una gran nación no envía sus hijos á matarse los unos á los otros cada día, preocupándose solamente de saber cuál será el efecto sobre el precio del algodón. Una gran nación no envía á sus rapazuelos pobres á la cárcel por haber robado unas cuantas nueces, cuando concede tierras á los hombres que ganaron su dinero en los mares de la China, vendiendo el opio con la boca de los cañones y cambiando la frase usual de los salteadores de camino, «la bolsa ó la vida», por esta otra: «la bolsa y la vida»..... Vosotros os creéis artistas y despreciáis el arte y la naturaleza; no hay una ciudad bella en donde vuestra presencia no esté señalada sobre sus viejas calles por la lepra blanca de hoteles nuevos y tiendas de perfumería. Sois de tan mala fe que os hicísteis librecambistas para recurrir á todo género de cambios, y ahora cuando veis que los demás países triunfaron, también queréis volver á la protección.>>

Este tono de extrema dureza, que Ruskin empleaba para hablar de su nación, no fué obstáculo para su fama, y aun diremos para su popularidad. Y es que sólo los pueblos débiles rechazan al escritor sincero que habla lenguaje de severa verdad. Estos apóstrofes tan frecuentes en las páginas de Ruskin nos revelan grandes defectos, verdaderas lacras sociales, es cierto; pero nosotros debemos pensar que el escritor que las lanzaba á la faz de su pueblo fué querido y respetado del pueblo, debemos pensar que el nombre de Ruskin es de los que más resplandecen en la Inglaterra del pasado siglo. Y merced á sus durezas, se corrigieron ó se atenuaron muchos males. Así proceden los pueblos viriles: antes tienen por patriota al que dice la verdad, por dura que ella sea, que al que la oculta hipócritamente, y sólo canta una melodía enervante de bienandanzas y alabanzas.

JUAN REDÓN.

[ocr errors]

E

STIVET DE SANT MARTÍ, poema de Apeles Mestres. Bar

celona.

No ignora nadie que Apeles Mestres no sale de casa hace bastantes años por hallarse enfermo del corazón. Luego de un largo viajar ha tenido que recluirse entre cuatro paredes, y colgándolas de recuerdos de sus excursiones y rodeándolas de un huerto vive el maestro actualmente. Según me decía: «unos ratos pinta, otros escribe, algunos oficia de jardinero, después recibe á sus buenos amigos, ó lee.....»; y así el invierno, la primavera, el verano, el otoño, el invierno segunda vez........... Mientras el mundo va rodando y todos nosotros nos afanamos en ganarlo á correr, sólo el poeta de Margaridó y las Baladas permanece quieto (se entiende, de piernas y de embrollar).

Si esa quietud fuese de fatiga, ó de escepticismo, el cual en consecuencia trajese la suprema serenidad, y á su turno la serenidad hubiese traído la paz y el perdón para los hombres, tú, contento lector del Estivet de sant Martí, y yo, también contento lector del Estivet, á buen seguro que no nos extrañamos de la mansedumbre de la regalada placidez venturosa que respira el poema. Pero Apeles Mestres no las mueve porque «estar no puede con Roldán á prueba». Si persiste en su quietud es que le amarraron al cepo los ataques cardíacos que á lo mejor le asaltan, le hieren, le martirizan.....; que (usando las expresivas palabras del propio poeta) << lo ponen á parir.....»

y

Nos parece, pues, al principio, cosa extraordinaria la dulzura del <<<Veranillo». Querríamos un Apeles Mestres insurreccionado, irónico, despechado y mordaz en su despecho. O si no, triste, lloroso. Acaso remontándonos en su obra juzguemos la amargura irritante del bufón Picarol y la que desalienta locura de la Rosons, más directos y legítimos frutos del claro ingenio mestresiano.

Y á fe que nos equivocaríamos. Apeles Mestres desde hace bastantes años no sale de casa, cierto. Mas con tanta afición, en la desdicha como en la felicidad, dibuja sus cartulinas, llena las cuartillas de surcos floridos apenas los trazan, se confiesa y confiesa á los íntimos, y cultiva su jardín, que no sufre en su cárcel de plata; por el contrario (habla el prisionero), «nota cuando llega la noche que hasta le faltan horas para encerrarse». Ha trasplantado al jardín la natural vegetación de los montes, sus pinos, sus encinas, incluso romeros y tomillos (que llaman á las abejas, á las avispas, á libélulas y á los abejorros), y en el hondo y continuado esfuerzo de la aclimatación amistó con las hierbas y los árboles, y los adora, y anda convertido en el dulce hermano Francisco de Asís del agua, las frondas y los insectos..... de un chalet del Pasaje Permanyer, en Barcelona. Amabilidad y amabilidad, ternura.....

La misma amabilidad y ternura del libro Estivet de sant Martí (Veranillo de San Martín), el ingenuo poema que refiere cómo un médico sesentón, rural, honorable y simpático, se enamoró de Angeleta, su gentil cliente, la galana doncellica. Un caso igual al de Pío Baroja en su cuento Mari-Belcha. Ahora que Baroja, esfumándolo en melancolías encantadoras é inolvidables, no resuelve el poético amartelamiento del medicurarra, y Apeles Mestres desposa á la zagala con un garzón, y el met je se resigna; desposa la zagala y resigna al abuelo en unos versos fáciles, fluidos como los arroyos, coloreados, ricamente olorosos, amplios, nobles, aunque rústicos, sencillos, fuertes, artísticamente campechanos y —¡benditos sean! — honrada, simple y abundantemente alegres.

F. GARCÍA-SANCHIZ.

DOS LIBROS SOBRE INGLATERRA

L

'ILE INCONNUE, par Pierre de Coulevain, París, CalmannLévy, 1906. Un vol.-LA REVOLUTION INDUSTRIELLE AU XVIIIE SIÈCLE, par Paul Mantoux, Paris, Cornély.

Un volumen.

Lo mismo Pierre de Coulevain que Paul Mantoux tratan en sus libros de Inglaterra y del carácter de sus habitantes; pero nunca se han reunido probablemente en una misma nota bibliográfica obras más distintas. La de Pierre de Coulevain es medio novela, medio libro de viajes, y abundan en ella esas apreciaciones genuinamente francesas, ligeras, sin fundamento real, que tanto gustan á algunos compatriotas nuestros por creer que son el colmo de la gracia y del ingenio. La de Paul Mantoux es, por el contrario, un libro de estudio, un libro serio, un estudio profundo de la revolución industrial que transformó el Reino Unido y fué la base del extraordinario desenvolvimiento que ha experimentado después. Mientras Pierre de Coulevain trata de las personas, de sus apariencias y de sus rarezas, Paul Mantoux estudia los hechos y sus resultados. Así se explica que la crítica inglesa haya acogido estos libros de muy distinto modo, y que, mientras al hablar de L'île inconnue, recuerdan que Turguenief acostumbraba á reducir sus novelas á la tercera parte, y que Anatole France tiene la manía de tachar y suprimir frases, dando á entender con estas citas que el autor de la obra hubiera podido muy bien ahorrarse una porción de páginas, cuando escribe acerca de la Révolution industrielle, no encuentran palabras bastantes para elogiar la exactitud, la claridad y el buen juicio del que la escribió. Lo primero que sorprende al examinar el libro de Pierre de Coulevain (quien, dicho sea entre paréntesis, es una señora) es que, apenas publicado, como quien dice, cuenta ya con 24 ediciones. Porque, á decir verdad, no es ninguna obra maestra, ni por el fondo, ni por la forma, aunque sí entretenida y con apreciaciones, si no exactas, ingeniosas. El autor cuenta sus impresiones en una isla desconocida de Ultramar, que no es otra que la Gran Bretaña en general, y en particular un arrabal de Londres. El tema principal del libro es la vida grave, solemne y cómoda de la burguesía inglesa, que tanto constrasta con la alegría, la despreocupación y la vagancia de las clases alta y baja. Según Pierre de Coulevain, la sociedad inglesa no se permite más que dos distracciones: la hospitalidad y el cambio. La misma hospitalidad no es en el fondo otra

cosa sino una forma de la necesidad de variar, puesto que la presencia de un huésped constituye un cambio, lo mismo para él que para el que le recibe. Los ingleses sienten como nadie la necesidad de cambiar, y cambian de vestido, de habitación, de casa, de aire y de país. Es una necesidad de su raza, debida á la vanidad, al snobismo, á un concepto especial de la higiene. A menos que no sea muy pobre, un inglés no se quedará todo el día con la misma ropa. «En Inglaterra -dice Coulevain- todos conjugan desde por la mañana hasta por la noche el verbo tener necesidad de cambiar: I need á change, you need a change.»

Las casas son muy aburridas, de aquí este afán de movimiento. «El snobismo del decoro mantiene en ellas una disciplina demasiado rígida, demasiado uniforme. Pone sordina á la alegría, hace que la conversación sea pesada y poco interesante, impide que los sentimientos se exterioricen y convierte á los criados en autómatas.» Las mujeres inglesas tienen, según Pierre de Coulevain, un carácter demasiado complejo. Su gracia resulta amanerada, pero, eso sí, son superiores á las yanquis por su encanto romántico, su feminismo, su innegable distinción. «Las inglesas -dice- son almas andróginas, complejas, apasionadas, espiritualistas, entusiastas, religiosas, muy capaces de comprender las bellezas de la Naturaleza y del Arte..... sólo que todavía no las comprenden, aunque ya las comprenderán. Su naturaleza no es alegre; pueden ser interesantes, pero no graciosas. Allá en el fondo de su ser, mejor dicho, en su imaginación, se halla alguna vez que otra una curiosidad malsana que aparece en su idealismo, en sus ensayos literarios ó artísticos..... una complejidad peligrosa.>>

Dejemos á Pierre de Coulevain, á su Isla desconocida, á sus ingleses y á sus inglesas, y hablemos del libro de Mantoux, que se funda en hechos más reales que las fugitivas impresiones de una literata francesa. Ocúpase el autor en narrar los principios de la industria moderna de Inglaterra, y aunque tal vez el tema les parecerá á algunos demasiado árido, no hay tal cosa, porque en su desarrollo no se trata de reducir á leyes las causas de aquella evolución industrial, sino de exponer el resultado de la energía y de la constancia de hombres como Hargreaves, Crompton, Arkwright ó Bolton.

¿Quiénes promovieron aquella revolución? ¿Fueron hombres de ciencia ó técnicos que solucionaron de golpe los arduos problemas de la transformación industrial? No; todos ellos eran gente sin grandes conocimientos, del tipo de los capitalistas yanquis; algunos habían sido obreros. «Impulsados por necesidades inmediatas, y sobre la base de datos absolutamente concretos, emprendieron la obra,

« AnteriorContinuar »