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que no entendiese que le quebraba la paz y amistad que con él habia hecho. Tornando á lo del bergantin, recibí mucho contento de verle, porque ya teníamos pena de que no viniese, ansi porque me parecia que tardaba, que este dia se habian cumplido cuatro semanas que hacia que partió, como porque se habian muerto de enfermedad en aquel puerto cuatro soldados, y habian caido otros muchos enfermos de calenturas, que nos fatigaban, y para poder salir de allí. Fue Nuestro Señor servido que el Maestre de campo, y piloto mayor y la demás gente llegaron buenos, de que me holgué muy mucho, ansí desto, como de la buena nueva que me dieron, de que habian descubierto más islas y mejores; el suceso que tuvieron en la navegacion y en ellas, es el que se sigue:

Relacion que me trujeron del primer viaje que hizo el bergantin al descubrimiento.

Á los 7 de Abril, miércoles, á la hora de vísperas, partió el bergantin al descubrimiento, y en él Pedro de Ortega Valencia, maestre de campo, á quien vuestra merced nombró por capitan dél, y Hernan Gallego, piloto mayor de la armada; y como vuestra merced vió, con harto sentimiento por apartarnos los unos de los otros, porque, bendito sea Dios Nuestro Señor, hasta agora entre todos hay gran hermandad y conformidad en servir á Dios y á nuestro Rey. Fuimos la costa adelante, y por viento contrario, á la media noche, nos fue forzado arribar al puerto; sosegó el viento, y con el terral (1) salimos jueves de mañana, que se contaron 8 de Abril; y

(1) Terral, viento que viene de tierra.

otro dia, viernes por la mañana, dimos fondo en la isleta donde durmimos la primera vez que fuimos á ver la tierra de Meta. Y allí nos salieron muchas canoas con muchos indios é indias, las cuales, despues que algunas dellas dieron vuelta á nuestro bergantin, sin quererse llegar, se fueron todos á la otra parte de la isleta. Cortamos algunos palmitos, y por ser el viento todavia contrario, llegamos á dormir esta noche frontero de la tierra y casa de Meta.

Otro dia, sábado, al cuarto del alba, con el terral, que era harto poco, salimos la vuelta de la mar, para despues con la virazon (1) hacer nuestro camino; y luego por la mañana, salieron á nosotros ocho canoas, y anduvieron junto con nosotros muy gran rato, y diéronnos dos pescados; y como el viento y la mar creció, se fueron, y á nosotros fue forzado arribar á la costa. Dado fondo, el Maestre de campo mandó á Francisco Garcia, tarifeño, que con ocho soldados y el servicio saltasen en tierra, en unos bohios que estaban juntos, por ver si habia alguna comida, por procurar de guardar la que pudiésemos de la nuestra, por ser poca. Y los indios que estaban en la playa, que seria obra de treinta y cinco ó cuarenta, por bien que los llamasen y rogasen, no quisieron aguardar, sino subirse hácia los bohios, y cuando fueron juntos, á la subida comenzaron á flechar y apedrear á los soldados; ganáronles los soldados el alto, disparando algunos arcabuzazos por alto, sin hacerles daño. Entrados en los bohios, hallaron mucha comida de panaes y cocos, trajeron el servicio cargado della, y em

(1) Virazon es la accion de virar, y tambien la accion del viento para virar ó dar la vuelta.

barcados, esa noche durmimos frontero de los bohios.

Otro dia, domingo de Ramos, con el terral nos salimos afuera y descubrimos á la parte del Norte una isla, á la cual llamamos isla de Ramos; y cerca de las ocho de la mañana, de la costa de donde la noche antes durmimos, nos salieron cuatro canoas, señalándonos que nos fuésemos á sus casas, que ellos eran nuestros amigos y que nos darian comida de panaes y cocos, y que les diésemos un cabo, que ellos remando nos llevarian. En poco espacio de tiempo se juntaron diez y seis canoas, en las cuales habria ciento treinta indios, muy bien aderezados de arcos y flechas y macanas, y en una de ellas un viejo en pié con sus armas, dando vueltas alrededor del bergantin, amenazando á las demás canoas, diciendo que él habia de ser el que nos habia de llevar, y á nosotros nos señalaba que fuésemos con él, si no que á todos nos mataria. Cercáronnos todas muy desvergonzadamente, y con buen denuedo comenzaron á tirarnos; ya despues de habernos tirado algunas flechas, mandó el Maestre de campo que les tirásemos, y de un arcabuzazo se mató al viejo caudillo, que cayendo del cañalucho á la mar no pareció más, y al momento se desviaron todavía flechándonos; y como les tirásemos algunos arcabuzazos, con que se les hizo algun daño, se retiraron y se fueron, que no los vimos más; y por viento contrario arribamos á la costa hácia donde las canoas se fueron. Ese dia estuvimos surtos con harto viento y mar; y todos los indios de las canoas estaban en un cerro alto á tiro de arcabuz; todo aquel dia nos dieron grita sin hacerles nosotros daño ninguno. Y estando aguardando que en la tarde calmaria el viento, refrescó más; y pareciéndole al piloto mayor que aquella era mala estancia,

si más refrescase, y que estábamos con peligro de dar al través en la costa brava, mandó echar remos, y con harto trabajo de los marineros y de los negros nos salimos hacia la mar y dimos vela. Doblamos una punta en donde despues se alargó el viento, y entramos en una bahia, con harto temor por ser de noche y escuro y ser toda la costa de muchos arrecifes y baxos, que de dia claro, es harto trabajo acertar ; dimos fondo, y lunes de mañana, llegamos á tierra para tomar agua, y vimos de la banda de la mar cuatro canoas y por la playa hasta ochenta indios. De la una de las canoas saltaron en tierra tres indios con sus arcos y juntáronse con los de la tierra; llamáronnos que saltásemos, señalándonos buena amistad. El Maestre de campo mandó á Álvaro Rodriguez que con ocho soldados saltase en tierra, y por ser baja mar,saltaron con el agua hasta la cintura, llamando á los indios amigablemente; y ellos retirándose atrás en son de darles batalla, visto que los tenian un poco desviados del bergantin, empezaron á flechar y los soldados á ellos sin matar ninguno y luego dieron á huir; tomamos agua y lo que hubimos menester, y estuvimos allí esa noche.

Otro dia, mártes, entramos de mañana por una bahia grande, que nos pareció que allí saldria algun gran rio, que no poco contento nos daba pensar que si rio muy grande parecia, quizá seria tierra firme. É yendo nuestro camino la bahia adelante, nos salieron al camino once canoas y en ellas ciento cincuenta indios bien aderezados de arcos y flechas; llegamos á la playa, á donde vimos unos bohios, en que nos pareció que habia unas redes colgadas y que ternian algun pescado que nos rescatasen por otra cosa. Dimos fondo y llamámosles, y nunca

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se osaron acercar, hasta que los de tierra nos empezaron á flechar y los de la mar por la misma órden. Empezamos á tirarles, despues de haberles requerido con el amistad ; dióse á uno un pelotazo de que cayó muerto, y hubo algunos heridos; en la misma hora dieron los unos y los otros á huir. Entramos más adelante y vimos al cabo de la bahia que habia gran piélago de islas, y no pareció rio ninguno; era todo á la redonda lleno de muchos bohios, y tierra más apacible y más bien labrada que la de Bile. Salidos de la bahia, fuimos á dormir en un puerto, la costa adelante, con propósito puesto de ir siempre la costa adelante hasta los 12 grados, sin detenernos si no fuese á tomar agua y leña.

Otro dia, que nos íbamos, salieron los indios de paz, y dijeron que querian ser nuestros amigos si no les hiciésemos daño; el Maestre de campo los señaló y dió á entender cómo teníamos amistad con el tabriquí Bile y con otros tabriquís de la isla, y que no hacíamos mal sino á los que nos le hiciesen; y ansí vinieron y se juntaron con nosotros. Vino el tabriqui, que se llamaba Bedea, trújenos muchos cocos y panaes y de las otras cosas que ellos tenian, y el Maestre de campo le dió chaquira y un cuchillo, y quedaron muy contentos.

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Jueves Santo, en amaneciendo, dimos con el terral la vela, yendo la costa adelante, y en espacio de una legua se entendió cierto ser isla por irse derribando á la banda del Oeste. Parescióle al piloto de atravesar á una isla que se parecia más á la banda del Sur que la isla de Ramos; atravesamos de la isla de Santa Isabel á la dicha isla, que habria ocho leguas de travesía; llegamos más de dos horas despues de anochecido; habia cerca della muchos arrecifes, dimos fondo en tres brazas, garra

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