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en que antes venia; y echando juicios, dixeron marineros y pilotos que velaban esa noche pasada, que habian visto un farol de vuelta del Noroeste, y que por allí habian de seguirle, como le siguieron galeaza y fragata de Avendaño, sin hallarle hasta el puerto de San Vicente, donde llegaron por Abril la galeaza y fragata y la nao Maria, que ya la habian hallado, y no hallaron á Diego Flores en el dicho puerto de San Vicente; y decíase que seria perdido por falta de no haber sabido navegar, porque por tormenta no habia recelo, por no haberla habido.

Llegados á este puerto de San Vicente, hallamos en él las tres naos que se habian quedado en Santa Catalina para venir al Rio de Janeyro, y la Begona metida en fondo hasta medios mástiles; y supimos que cuando aquí llegaron estas tres naos nuestras, hallaron dentro del puerto dos naos de ingleses, de las tres que habian robado al fraile que arriba se díxo, porque la otra, que era un patax que habia, navegó la vuelta del Estrecho, y en la boca del rio de La Plata, segun el año adelante supo Pedro Sarmiento, se perdió entre isla de Lobos У Tierra firme, y escapándose en el batel, se fué la gente á Tierra firme, y los indios los truxeron consigo; y dende á tiempo al capitan que se llamaba Juan Drac, natural de Plemua (1), y el piloto, llamado Guillermo y otro se huyeron en una canoa y se metieron el rio arriba de La Plata ó Paraguay, que se llama esta la ciudad de Buenos-Aires, sesenta leguas de la mar el rio arriba, y de allí fueron llamados de los Oidores de la Audiencia del Perú.

(1) Este Juan Drac, debia ser hermano del famoso corsario Francisco, llamado el Draque. --Plemua, está sin duda por Plimouth.

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Tornando á lo que en el puerto de San Vicente subcedió á los nuestros con los ingleses, en entrando los nuestros por el puerto, los ingleses estaban en tierra haciendo agua y los nuestros surgieron lejos de los ingleses. Estos, que antes se tenian por perdidos, viendo que los nuestros habian hecho alto, se embarcaron y aprestaron sus cañones á la batalla, por no allegarse los nuestros de camino á ellas, que las hallaban casi sin gente dentro. Y despues queriéndolos abordar, llegó la Begona, cuyo capitan era Rodrigo de Rada, y estando bordo á bordo peleando con la capitana inglesa, cañoneándose sin menearse las otras dos nuestras, la inglesa jugando sus piezas mató alguna gente de la Begona, y con las piezas del plan (1) la metió y pasó en fondo, y la gente se salvó en bateles en tierra, y el contramaestre, que era aragonés, se fué á los ingleses y fué con ellos, y sospecho tornó al Estrecho con el corsario Telariscandi cuando, año de 86, fué allá, deque Pedro Sarmiento avisó á V. M. desde Inglaterra y desde Francia.

Otro dia, de mañana, tornaron á cañonearse las dos inglesas y las dos nuestras, y se entendió que la almiranta inglesa recibia daño; y en fin, los ingleses dejaron este puerto y se fueron á la mar á la vuelta de la isla quemada, que está ocho leguas de allí al Sur-Sudoeste, y otro dia vieron tornar la una sola.

Lo demás que pasó en esto se habrá sabido de los

que lo vieron, que yo no me hallé presente al combate, por estar en el viaje del Estrecho, aunque cuando vine hice averiguacion de ello, y lo envié á V. M. en una

(1) Plan, es el madero que asienta sobre la quilla y forma el plan ó suelo y el primer asiento de la nave.

particular relacion de toda la jornada, con el capitan don Juan de Pazos, hasta que Diego Flores se volvió á España.

gente, caño

No sé si habrá corazon, tan de tierra, que disimule la falta que aquí pasó en este puerto y lo que el que dá esta relacion vida y tocó; y es que habiende subcedido lo que es dicho del inglés enemigo, el cual muy de su espacio se puso en la misma isla de Santo Amaro deste puerto á reparar sus navíos, donde estuvo más de ocho dias, no sólo no salieron contra él con las dos naos tan superiores nuestras y con tanto esceso de nes, arcabucerías y municiones, antes entraron el rio adentro dos leguas, hasta la villa de Sanctos, donde comenzaron á mercadear y comprar azúcares y cueros de vaca, vendiendo, para lo comprar, el vino y otras cosas. de hierro y herramientas de las naos y todas las cosas que se habian salvado de la proveedora que se perdió en Santa Catalina, y así las de S. M. que iban para el Estrecho, como las particulares que Pedro Sarmiento llevaba suyas para la provision del Estrecho. Y señaladamente Andrés de Aquino, como cabo de aquellas naos y contador, vendió en el pueblo los fardos de frazadas, que iban para el Estrecho, á más de cuarenta reales, segun el mismo Aquino confesó á Pedro Sarmiento y á Diego de la Ribera; y preguntándole por qué lo habia hecho, respondió que para dar de comer á la gente, lo cual no era necesario, porque él habia recibido en Santa Catalina cinco mil reales para ello, y así no era necesario venderlas. Juzgue Dios las intenciones, pues si para eso las vendia, nunca despues que allí llegó, dió racion á los pobladores, antes los echó de su compañía y les dixo se fuesen donde quisiesen, que no les daria un bocado de comida, como lo hizo. Y preguntándole Pedro Sarmiento

por qué lo habia hecho así, respondió Andrés de Aquino que Diego Flores se lo habia mandado que así lo hiciese, y así los halló Pedro Sarmiento muertos de hambre, miserables, desbaratados y desnudos, descalzos hombres y mujeres, unos por habérselos perdido sus aderezos y ropa en la nao que fue metida en fondo, y otros por haberlo dado á los portugueses del pueblo en pago de la comida para sustentarse, que era una grandisima lástima, que no era quien no quebrara el corazon verlos. Y Pedro Sarmiento, con el favor de Dios, los recogió y agasajó los que pudo, porque algunos se habian ido á otras villetas á pedir de comer por amor de Dios, y los proveyó de comida, y les dió á los más desnudos algun lienzo, así de la municion de V. M., como de su hacienda, para cubrir sus miserables carnes, y los sustentó y recreó y los tornó á embarcar, é hizo darles racion y curar los enfermos para llevarlos al Rio Janeyro, con intencion de tornar al Estrecho con ellos, queriendo Dios. Y no los pudo por entonces vestir á todos, porque veniendo arribando del Estrecho esta vez, como es dicho, Diego de la Ribera tomó los vestidos de hombre, ropetas y calzones que iban para la gente del Estrecho, y las repartió entre los soldados de la galeaza, sin necesidad urgente, sin consentimiento de Pedro Sarmiento, aunque se halló presente escribiendo á quien se daba cada cosa; y lo demás, de calzas, zapatos, bonetes y otras cosas, se habian hurtado, y parte perdido en la Riola y otras naos. Todos estos buenos medios trazaba Diego Flores para acabar de deshacer esta jornada. Y era tan estraña la despiedad suya con enfermos y pobres y todos en general, que clara y públicamente decia algunas veces, que como él escapase, no se le daba cosa ninguna de los demás; tanto,

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que faltando una vez agua en la galeaza dixo al Maestre y despensero á alta voz: «Mirad lo que haceis, que para mí no ha de faltar;» y desde entonces hizo herchir en su cámara una gran tinaja de agua y cerrarla con Have, y no habia dar una sed de agua á enfermo ninguno. Y es cosa admirable, que sacando, á escondidas dél, un mozo un jarrillo de agua de su cámara para su mesmo yerno que estaba malo y moria de sed, le topó Diego Flores á la puerta y se lo quitó y lo tornó á la tinaja, y metió la llave en la faltriquera. Lo mismo hizo de algunas cosillas que llevaba, de almendras y cosas de enfermeria, y una sola no dió á persona, en tiempo que habia los enfermos ya dichos, diciendo que las guardaba para sí; y al cabo se las volvió á España cuando se tornó, ó se le pudrieron. Aunque eran niñerías, son cosas estas de notar en personaje que tiene cargo de gente.

Tornando á lo deste puerto, luego que los ingleses salieron dél, Andrés de Aquino, á ruego de los portugueses, segun él decia, comenzó á tratar una manera de bastion, en un peñon sobre la entrada del rio deste puerto, para defender la entrada á los enemigos si tornasen, y puso en él algunas piezas de artillería y soldados arcabuceros, donde se acabaron de destruir muchas herramientas del Estrecho. Y entre tanto que trabajaban en esto, los demas capitanes que con él venian, estaban en los puertos de Sanctos y de San Vicente, mercadeando, comprando y vendiendo el vino en públicas tabernas, y cargando las naos de azúcar y cueros para llevar á España, con la mayor bajeza, fealdad é ignominia que se puede pensar; de lo cual, aun los portugueses con recebir provecho dello, burlaban y mofaban, y tras ellos á su exemplo, iban maestres y escribano y algunos soldados..

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