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ton, quedase perpétuamente pucsta y señalada á trescientas y setenta leguas de la dicha isla al Poniente.

Así del dicho tiempo hasta agora, esta línea se ha tenido y tiene por principio, límite y término, donde comienza el dicho descubrimiento, así de la parte de Poniente como de la de Levante, llamándose como de todos es llamada, línea de demarcacion.

Pues dando principio á la declaracion del primer punto susodicho, digo que lo que la Magestad del rey de Castilla ha descubierto en la longura de los dichos ciento y ochenta grados, que á su parte competen, es lo que se comprende desde la dicha línea de demarcacion hastal el meridiano de Zebu (1), en que hay ciento y sesenta y ocho grados contados desta manera.

De la dicha línea al meridiano de México, cincuenta y nueve grados; de México al puerto de la Navidad, (2) nueve grados.

Del puerto de la Nanidad á la isla de Zebu, cien grados; los cuales todos suman los dichos ciento sesenta y ocho grados. Estos números de grados que hay de distancia de unas partes á otras, aquí nombradas, tengo yo ser así, por lo que tengo sabido de muchos años que he dado obra á la cosmografía é arte de navegacion, de la cual escribí el libro que se llama Arte de navegar, y otro llamado Regimiento de pilotos, con que los navegantes hacen sus navegaciones á las Indias e á otras partes, sin peligros de ignorancia. Así mismo, he hecho cartas é otros instrumentos de navegacion, de muchos

(1) Zebu, una de las islas del archipiélago filipino.

(2) Pequeño pueblo del reino de Méjico, estado de Xalisco, situado en la costa del Grande Occéano.

años á esta parte; é puesto que los caminos del mar son dificiles de precisar, como la experiencia le muestra, é lo tengo visto en lo que he navegado, todavia la larga investigacion dello, da conocimiento de la verdad. Para todo lo susodicho, he imitado muchas relaciones de pilotos expertos, que estas mares han navegado, que tengo vistas, y hallo ser las distancias de los dichos lugares, en los números de grados que dicho tengo.

Por manera, que lo descubierto por la parte de S. M., son los dichos ciento y sesenta y ocho grados, donde claro parece tener otros doce grados adelante, para cumplimiento de los ciento y ochenta grados que le competen de su descubrimiento, en los cuales dichos doce grados, están las islas de Maluco, Borney, Gilolo é islas Philipinas, é otras muchas á ellas cercanas, las cnales, todas se comprenden debajo de los ciento y ochenta grados que dichos son; y esto es lo que yo entiendo en cuanto al primer punto.

Segundo punto.

Á lo segundo, digo: que por escritura auténtica, parece que la Magestad del emperador D. Cárlos V, señor nuestro, empeñó al dicho Rey de Portugal, como cosa suya y de su Real Patrimonio las dichas islas de Maluco por trescientos Ꭹ cincuenta mil ducados, y parece por una cláusula de la capitulacion, que del dicho empeño se hizo, que dice que S. M. empeña al dicho señor Rey de Portugal las islas de Maluco y las otras á ellas cercanas; y que tiene por bien que trescientas leguas de mar de la que cae en su demarcacion, cercana á las dichas islas, á la parte de la Nueva España, ningunos navíos de

castellanos naveguen por la dicha mar, ni lleguen á las dichas islas, ni perturben á los que en ellas habitaren. Y digo, que navíos ni gente de Castilla no deben navegar en la dicha mar, ni entrar en las dichas islas, antes guardar la dicha capitulacion, que entre S. M. y el dicho señor Rey de Portugal se asentó. Y en este punto, esto es lo que me parece, por lo cual lo escribí y firmé de mi nombre.-El maestro Medina (1).

CAPÍTULOS DE UNA CARTA DE FRAY DIEGO SARMIENTO, OBISPO de Cuba, fecha en la villa del BAYAMO (2) á 20 DE ABRIL DE 1556. (3)

Tantas son las calamidades y miserias, que han sobrevenido á esta isla en los tiempos pasados, que parece que por sus pasos contados se vá acabando.

Ha faltado el sacrificio de la misa algunas veces por falta de vino, y con estar en estremo pobre de dineros, venida la flota el dia de hoy, vale una vara de cañamazo un castellano, y un pliego de papel un real, y todo lo de España y aun lo que la tierra produce, es muy caro. Todos están alterados por dejar la tierra, y los pocos españoles que hay en ella, si no la dejan, es porque no hay

(1) El original de este documento existe en el Archivo de Simancas.-Maluco.-(Nota de Muñoz.)

(2) Está situada esta villa en la parte oriental de la isla do. Cuba.

(3) Coleccion de Muñoz.-Tomo LXXXVIII.

despacho en ella, aunque uno quisiese vender lo que

vale diez en tres.

Los indios se van acabando y no se multiplican, porque los españoles y mestizos, por falta de mujeres, se casan con indias, y el indio que puede haber una de ochenta años, lo tiene á buena ventura. Y paréceme que para la restauracion desta isla, convernia se diese órden cómo de la Florida trajesen indias, para que las casasen con estos indios. Dígolo, porque muy en breve desde la Habana podrian ir á la Florida, y sin peligro ninguno, segun se cree, las podrian traer á esta isla.

Pues tanto daño han hecho y dellos es tan deservido V. A., lícito mé parece que seria redimir V. A. tan gran vejacion, como sus vasallos han recibido y que se cree que recibirán dellos los tiempos venideros, si no se manda remediar por V.A.

Los daños que los franceses en esta isla han hecho, son muy grandes. Habrá dos años que entró en la mitad del dia un capitan francés en el puerto de Santiago con doscientos franceses, y traia dos carabinas y un patax (1), y llegaron un tiro de arcabúz del pueblo, y se aferraron en una nao muy buena, que por mal tiempo entró en Santiago, y todos los vecinos se fueron para defender su pueblo al baluarte, y jugó hasta la noche la artillería nuestra. É yo por les animar, me alcé mis faldas y los esforcé cuanto pude, y los absolví, segun que el tiempo lo requeria, y me puse en un lugar peligroso que convenia para la defensa, porque rehusaron algunos de estar en aquella defensa. Aprovechó el coraje que les mostraron, tanto que, aunque llevaron el navío, no osaron entrar

(1) Asi en el original, sin duda por patache.

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en el pueblo. Á esta sazon entró un batel de una carabela que venia del Nombre de Dios, que me traia ciento setenta y cuatro pesos de los que V. A. me manda proveer en tierra firme; á ojos vistas de todos, cogieron el batel y prendieron á los marineros.....

Despues que pasó esto dos meses, entraron en Santiago doscientos cincuenta vascos, del ducado de Guiana, y fue de esta manera: que saltaron en tierra como un cuarto de legua del baluarte, entre dos luces de la mañana, y sin ser sentidos prendieron á las guardas, que junto al baluarte andaban paseando, y aun entraron seguros y prendieron de los más honrados hombres y mujeres del pueblo muchos. Osaria decir que lo que robaron y lo que hubieron de rescate, interesó bien cincuenta mil ducados. Esta vez me tomaron todo el ajuar de mi casa que traje de España.............

Tuvieron estos todo respecto á las iglesias, y no tomaron dellas cosa alguna, sino unas varas de plata del Santo Sacramento, que las hallaron en casa del mayordomo. Estuvieron los franceses en Santiago, como en sus casas, treinta y seis dias.

Despues de la entrada de Santiago, en tres meses ó cuatro, vino un francés á Macaca, que es veinte y cinco leguas del Bayamo, y poniendo una bandera de paz, cogieron á los de Bayamo cuanto dinero habia en él; y despues desto se apoderaron los franceses de la Habana en 10 de Julio de 1555 años, y demás de que la quemaron y abrasaron, hubo grande pérdida de gente y no perdonaron á cosa sagrada, y hicieron sacrilegios, que si turcos fueran, dudo si tan feas cosas hicieran (1).

(1) Copiado del tomo de Cartas de varios, del Archivo de Sevilla, de 551-56.-(Nota de Muñoz.)

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