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presiones llenas de cariño y afecto al emperador (1).

Así las cosas, y en este estado incierto é indefinible, parece que no volvió el monarca leonés á reproducir sus tentativas ó reclamaciones sobre el Portugal, ó al menos no existen de ello documentos que nosotros conozcamos. Tampoco se habla de que Alfonso Enriquez conservára más el señorío de Astorga. Se vé solo el reino de Portugal seguir desmembrado de la corona de Castilla, y obrar cada uno de su cuenta, obedeciendo los portugueses á Alfonso Enriquez como á su rey propio, y los castellanos á Alfonso VII. su monarca legítimo, y pasando, como veremos despues, el título de cada estado á sus respectivos sucesores. Sin embargo, hasta Alejandro III. no pudo obtener el de Portugal de la Santa Sede el título explícito

de rey.

De esta manera lenta, insensible, indefinida, se fué constituyendo el reino de Portugal. Decimos de él lo que en su lugar dijimos acerca del condado independiente de Castilla. Es imposible fijar una data cierta en que se pudiera decir con seguridad: «el Portugal es desde hoy un reino independiente. Y el empeño de muchos historiadores en querer circunscribir á un punto único y limitado de tiempo hechos por su naturaleza complexos y sucesivos es lo que ha dado márgen á disputas cronológicas interminables, y

(1) Mansi, Epist. 74 y 75 de y XX. al tom. I. Eugenio III.-Hercul., Not. XIX,

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á equivocaciones é inexactitudes que confunden la historia. Decimos de Alfonso I. de Portugal lo que dijimos de Fernan Gonzalez de Castilla (1).

Volvamos ya la vista hácia los demás estados cristianos de España y prosigamos la narracion de los

sucesos.

(1) En este capítulo, sin dejar de tener la vista las Crónicas lu sitana y toledana, la Historia Compostelana, las de Sandoval, Florez, Risco, de Escolano, de Braudaon, Las colecciones de Balucio y Aguirre, las Cartas de los papas, y otras muchas obras históricas que tratan de esta época, hemos seguido en lo general al juicioso y erudito Hercu

lano, que en su escelente Historia de Portugal muestra haber estudiado profundamente este período, é ilustrádole en sus notas con interesantes documentos sacados de las iglesias y archivos de aquel reino. No nos ha sido posible comprender por Mariana el modo como se fué segregando y haciendo independiente el Portugal.

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Breve reinado y temprana muerte de Sancho III. de Castilla.-Institucion de la órden de caballeria de Calatrava.-Disturbios en Castilla durante la menor edad de Alfonso VIII.-Bandos de los Castros y los Laras.-Pretensiones de Fernando II. de Leon à la tutela de su sobrino el de Castilla.-Invasiones y guerras.-Orden militar de Santiago.-Aventuras de Alfonso VIII. en su infancia.-Ardid con que fué introducido en Toledo.-Toma el gobierno del Estado.Córtes de Burgos y casamiento de Alfonso con Leonor de Inglaterra. -Confedérase con Alfonso II. de Aragon contrn Sancho de Navarra: guerras.-Conquista de Cuenca por Alfonso VIII.-Alzase á Aragon el feudo de Castilla.-Someten el castellano y el navarro sus diferencias al fallo arbitral del rey de Inglaterra: sentencia de este. -LEON: Fernando II.-Puebla á Ciudad-Rodrigo.-Guerras con su suegro el rey de Portugal.-Hácele prisionero en Badajoz. -Noble y generoso comportamiento de Fernando.-Socorre al de Portugal en el sitio de Santarén.-ARAGON. Muerte y testamento de Ramen Berenguer IV.-Abdicacion de doña Petronila.-Proclamacion de Alfonso II.-Situacion de la monarquía aragonesa á la muerte de Fernando II. de Leon.

Otra vez dividida la monarquía castellana-leonesa, error fatal en que con admiracion nuestra hemos

visto incurrir á los más grandes príncipes que ciñeron aquella doble corona, quedaron reinando á la muerte del emperador (1157) sus dos hijos Sancho III. y Fernando II., aquel en Castilla, en Leon éste, dispuestos al parecer los dos hermanos á manterer entre sí la buena armonía, y sin que esta se turbara sinɔ con un amago de disidencia que felizmente terminó con un abrazo fraternal en Sahagun.

Breve y efímero fué el reinado de Sancho III. de Castilla, llamado el Deseado: tan deseado, dice un cronista, por lo mucho que tardó en nacer, como por lo poco que tardó en morir. Solo tuvo tiempo para descubrir las altas prendas que hicieron lamentar su temprana muerte (1),

Con la falta del emperador y la retirada de los cristianos de la frontera de Andalucía habia crecido el atrevimiento de los Almohades, que no contentos con recebrar á Andújar y Baeza, amenazaban invadir las tierras de Toledo con intento de recuperar tambien las plazas que allí la terrible espada de Alfonso VII. habia arrancado á los musulmanes. Era la de Calatrava una de las que codiciaban más los infieles, y lcs caballeros templarios á quienes se habia dado con el cargo de defenderla contra los moros, no creyeron poder resistir á una acometida de la gente africana, y la devolvieron al rey. Entonces Sancho hizo

(1) El arzobispo don Rodrigo príncipe. De Reb. Hisp. lib. VII. hace un grande elogio de este

pregorar un edicto declarando que daba aquella plaza con todos sus honores y dependencias á cualquier caballero ó rico-hombre que quisiera encargarse de defenderla contra los sarracenos. Hallábase á la sazon en Toledo San Raimundo, abad del monasterio de Fitero en Navarra, con otro monje de su órden lamado Fr. Diego Velazquez que en el siglo habia profesado la milicia. Viendo Velazquez que no se presentaba ni caballero ni comunidad que quisiere tomar á su cargo la defensa de Calatrava, excitó á su superior á que la pidiese al rey. Parecióle á Raimundo temeraria la proposicion, mas insistiendo el monje, y asegurándole que tenia en su mano los medios de realizar y sostener la empresa que tan difícil le parecia, resolvióse el prelado á pedirla al monarca, y este se la otorgó. En su virtud dióse el santo abad á predicar con tal celo, que á consecuencia de sus fervorosas exhortaciones llegó á juntar al año siguiente más de veinte mil hombres armados, resueltos á defender á Calatrava de los ataques de los moros. Agregáronsele tambien muchos monjes de su monasterio, con abundancia de ganados y de todo género de provisiones; discurriendo entonces el abad que de ningun modo se mantendria mejor el buen espíritu de aquellas gentes que uniéndolas con un voto solemne de religion, instituyó una órden militar que se llamó de Calatrava, dándole la regla de su órden (1).

(1) Roder. Tolet. ubi sup.-Ya en el año anterior (1156) se habla

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