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recibió el de Castro que bastó esto solo para que repudiára á su hija. En cambió el rey de Leon favoreció á Fernan Ruiz hasta el punto de casarle con su hermana bastarda doña Estefanía, hija del emperador. En tan gran consideracion tenian los reyes á estas dos poderosas y rivales familias. Otra prueba de esto mismo se ofreció bien pronto.

Hacía diez años cumplidos que el rey de Leon vivia en perfecta concordia con su esposa doña Urraca, la hija de Alfonso I. de Portugal, y de ella tenía un hijo nacido en 1171, llamado tambien Alfonso como su abuelo paterno, cuando informado el papa del parentesco en tercer grado que entre los dos consortes mediaba, como nietos que eran de las dos hermanas hijas de Alfonso VI. doña Urraca y doña Teresa, los obligó á separarse, conminándolos con las censuras eclesiásticas, con harta pena y sentimiento del monarca leonés (1175). Pasó no obstante don Fernando á segundas nupcias con doña Teresa, hija del conde don Nuño de Lara, viniendo así ambas casas, la de Lara y la Castro, á enlazarse con los hijos del emperador. Habiendo fallecido esta reina en 1180 sin dejar ni haber tenido sucesion, todavía contrajo el monarca leonés al año siguiente terceras nupcias con doña Urraca Lopez, hija del conde don Lope Diaz, señor de Vizcaya, Nájera y Haro, muger llena de ambicion y de envidia, que dió al rey dos hijos, don Sancho y don García, y no pocas pesadumbres con la

pretension de anteponer sus hijos en los derechos á la sucesion de la corona al que el rey tenia de su primer matrimonio so pretesto de la disolucion ordenada por el pontifice (1).

Sin guerras por este tiempo el rey de Leon, en paz con el de Castilla, y no hostilizado ya por el de Portugal, esperimentaba el reino las dulzuras de su corazon benéfico, liberal y piadoso. Un acontecimiento célebre vino en 1183 á hacerle empuñar de nuevo las armas, y á poner el sello á su fama de valeroso capitan y de amigo generóso y noble. El terrible emperador de Marruecos Yussu Abu Yacub habia desembarcado en Algeciras con numerosas bandas africanas, en que venian hasta 37 walies (que nuestras crónicas llaman siempre reyes), y marchando hácia occidente y atravesando el pais de Portugal conocido hoy con el nombre de Alentejo, acampó con su innumerable morisma junto à Santarén, una de las mas gloriosas conquistas de Alfonso Enriquez. Combatida la plaza de dia y de noche, rotos los muros y dentro ya de la ciudad los Almohades, veíanse en el mayor aprieto los portugueses, que hubieran sucumbido sin la oportuna llegada del príncipe Sancho y del obispo de Porto con buen socorro de gente que hicieron no poco daño á los enemigos y causaron la muerte à uno de los principales caudillos sarracenos. Acudió igualmente el arzobispo de Santiago con tropas de Galicia,

(1) Florez, Reinas Católicas, tom. I.

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que tambien hicieron no poco estrago en los musulmanes. Mas eran estos en tanto número que aquellas parciales ventajas no bastaban á libertar á Santarén ni á sus apurados y estrechados defensores: por el contrario. sin dejar de oprimir la plaza destacóse ur cuerpo de sarracenos con intento al parecer de distraer á los cristianos hacia la parte de Alcobaza, y en aquella marcha devastadora dicen nuestras crónicas que tuvieron los africanos la bárbara crueldad de degollar hasta diez mil ugeres y niños que habian cautivado en Santarén, como en venganza de las pérdidas que les causaron las tropas del príncipe Sancho y de los dos obispos. El castillo de Alcobaza resistió tambien vigorosamente, y en sus infructuosos ataques perdieron los infieles tres de sus walies con no poca soldadesca. Entretanto el cerco de Santarén continuaba un mes hacía: en esto que llegó al campamento musulman (24 de julio de 1184) la nueva de que el valeroso rey de Leon se encaminaba allí, y retaba á combate singular al mismo emperador de los Almohades. Temió por el contrario Alfonso Enriquez que el leones no olvidado de antiguos agravios, fuese con áni mo de emplear contra él sus armas, y envióle á decir que esperaba desistiese de aquella guerra. Tranquilizóle al punto don Fernando respondiendo al padre de su primera esposa, que su objeto era ayudarle contra los sarracenos. Al aproximarse los leoneses, dispúsose el emperador de los Almohades para la ba

talla. Vióse á Yussuf en el acto de querer montar á caballo, pero viósele tambien caer sin sentido, y no volver á levantarse más; aun no se sabe si acometido de algun repentino accidente, si atravesado de alguna ballesta lanzada desde el adarbe. La súbita muerte del emperador difundió un terror pánico en todo el ejército musulman, que huyó á la desbandada, acoado por las lanzas le nesas y portuguesas. Tal fué el remate del famóso sitio de Santarén (1). Agradecido quedó Alfonso Enriquez al noble y generoso comportamiento del de Leon.

A poco tiempo de este suceso, cargado de años y de glorias, falleció el ilustre fundador de la monarquía portuguesa Alfonso Enriquez (6 de diciembre, 1185), despues de haber gobernado el país por espacio de doce años con los títulos de infante y de príncipe, cuarenta y cinco con el de rey. Consolaba á los portugueses el que le sucedia su hijo Sancho, conocido ya por su valor y arrojo en las guerras contra los Almohades.

Tocaba ya tambien el de Leon al término de su carrera, cuyo último periodo acibaró su tercera muger doña Urraca con su insistencia en la pretension de que fuesen declarados herederos del trono sus dos hijos, con perjuicio del primogénito Alfonso, el hijo

(1) Relacion de Radulfo de Dícelo, escritor casi contemporáneo, que trascribió tambien Mateo Paris. Herculano la ha tomado del

primero, Romey del segundo. Pueden verse tambien Ibn Khaldum y Almakari en Gayangos, tom. II.

de la primera esposa de Fernando doña Urraca de Portugal. Los disgustos de la madrastra habian obligado ya á este príncipe á abandonar la córte de Leon: camino iba de Portugal en busca de un pacífico asilo, cuando acaeció la muerte de su padre en Benavente (21 de enero de 1188), á los 31 años de su reinado. Los esfuerzos de doña Urraca Lopez por entronizar á sus hijos se estrellaron contra la voluntad unánime y decidida de los magnates leoneses, que se apresuraron á proclamar al primogénito Alfonso, el cual regresó de su destierro á tomar posesion de la corona leonesa con gran beneplácito de todo el reino, teniendo que retirarse doña Urraca á Nájera, donde vivió en larga viudedad devorada por una ambicion estéril (1).

Envueltos y complicados en esta época, como hemos visto los sucesos del reino unido de Aragon y Cataluña con los de Castilla, fuerza es conocer la marcha que aquel estado habia ido llevando durante este período.

Conocemos las últimas confederaciones y tratos que don Ramon Berenguer IV., conde de Barcelo na y príncipe de Aragon, habia celebrado con el emperador y rey de Castilla Alfonso VII., las mismas que conservó con su hijo don Sancho III. el Deseado. La gran contienda que aquel príncipe traia con Na

(1) Roder. Tole. de Reb. Hisp, tomo I.-Risco, Hist. de Leon, 1. c.-Florez, Reiuas Católicas, tomo II.

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