Imágenes de páginas
PDF
EPUB

varra, «tan funesta (dice con razon un escritor catalan) á entrambas coronas como escandalosa para la eristiandad, terminó en 1158 por mediacion de personas respetables y autorizadas de una y otra parte, quedando así el barcelonés desembarazado para atender á los negocios de la Provenza, de contínuo agitada por la familia de los Baucios. Aliado del rey de Inglaterra, con cuyo hijo Ricardo concertó el matrimonio de una de sus hijas, ayudó primero á aquel monarca en la empresa de conquistar á Tolosa, quз alegaba pertenecerle por su esposa doña Leonor. Frustrada aquella tentativa á causa de los socorros que el conde de Tolosa recibió del rey de Francia, partió el príncipe de Aragon y Barcelona á la Provenza, tomó á los rebeldes Baucios mas de treinta castillos, é hizo famosa la rendicion del de Trencataya por la célebre máquina de madera que contra él empleó, de tan extraordinaria grandeza y dimensiones, que se encerraron en ella mas de doscientos guerreros. Habia hecho conducir aquella gran mole por las aguas del Ródano: intimidáronse á su aspecto los del castillo y se le rindieron, y el conde para memoria de la fidelidad quebrantada de los Baucios, hizo demoler hasta los cimientos aquella insigne fortaleza. Trabó entonces el barcelonés amistad y alianza con el emperador de Alemania Federico Barbaroja, que andaba á la sazon agitando la Italia con el cisma del antipapa Victor. La manera de relacionarse con el gefe de tan

apartado imperio fué negociando el matrimonio de la emperatriz viuda de Castilla doña Rica (á quien el de Barcelona habia llevado á sus estados), pariente del emperador Federico como hija del rey Ladislao de Polonia, con su sobrino el conde de Provenza. Vino en ello el emperador, y al ajustarse este matrimonio se hizo un tratado de infeudacion de la Provenza al imperio acordándose tambien que en el inmediato agosto pasarian los dos condes de Barcelona y Provenza, tio y sobrino, á Italia para la ratificacion del tratado (1).

Viage fatal fué este para Cataluña, y mas para su príncipe. Con gran séquito de barones y magnates marchaban los dos condes: habian pasado ya de Génova y se encaminaban á Turin, cuando en el burgo de San Dalmacio atacó al conde de Barcelona y prín cipe de Aragon tan aguda enfermedad, que en tres dias, y sin tiempo sino para otorgar de palabra su testamento, le llevó al sepulcro (7 de agosto de 1161). Así murió el esclarecido conde de Barcelona don Ramon Berenguer IV., á quien los escritores catalanes honran con el sobrenombre de el Santo, debido, dice uno de ellos, á sus costumbres, á su justicia, á su celo por la religion, á su obediencia á la Iglesia, á su lealtad tan acendrada, á su grande amor á parientes y sometidos.» Dejaba en su testamento á su primogénito Ramon los dominios íntegros de Aragon y Barcelona, y todos los demás, á excepcion de los conda

(1) Zurita, Anal., lib. II., cap. 18.

dos y señoríos de Cerdaña, Carcasona y Narbona que legaba á su segundo hijo, Pedro, con obligacion de reconocer por ellos homenage á su hermano, y con la cláusula de que el mayor los poseyese hasta que Pedro llegara á la edad de armarse caballero. Sustituia entre sí á los tres hijos varones Ramon, Pedro y Sancho; señalaba á su esposa las villas de Besalú y Rivas, y por último, ponia todos sus hijos y estados bajo la tutela y amparo de su amigo el rey de Inglaterra (1).

Luego que en conde de Provenza volvió á Cataluña, la reina viuda doña Petronila convocé á Córtes generales en Huesca á todos los prelados, ricos-hom bres, caballeros y procuradores de las ciudades Ꭹ villas, y dado en ellas conocimiento de la última voluntad del difunto don Ramon Berenguer, su esposo, aprobó y confirmó su disposicion testamentaria, tomó mano en el gobierno del reino, encomendó el de Cataluña al conde Ramon Berenguer de Provenza, durante la menor edad de su hijo Ramon, y quiso que este de allí adelante fuese llamado Alfonso (1162). Tan lejos estuvo aquella señora de mostrarse sentida de la esclusion en que la dejaba el testamento de su esposo siendo ella la reina propietaria de Aragon, que llevando al mas alto punto posible su abnegacion y su desprendimiento, hallándose poco mas adelante en Bar

(1) Archivo general de Aragon, cunstancia de no haber hecho menperg, uúm. 1, de Alfonso I.-Es cion de las hijas. notable en este testamento la cir

celona (1164) hizo cesion solemne de todos los dominios aragoneses en su hijo pri,nogénito, antes Ramon, ahora ya Alfonso, ratificando el testamento de su marido en todas sus partes, y sin retener para sí «ni voz ni dominacion de ningun género (1). Admirable medio de consolidar la union de los dos estados, Ꭹ de prevenir cualesquiera embarazos y cuestiones que hubieran podido mover los catalanes, en cuya legislacion politica no se reconocia la sucesion de las hembras.

Inmediatamente pasó Alfonso II., rey ya de Aragon y Cataluña, à Zaragoza, donde en córtes celebradas con asistencia de todos los prelados, ricoshombres, mesnaderos é infanzones del reino, y de los procuradores de Huosca, Jaca, Tarazona, Calatayud y Daroca, juró que de allí adelante hasta el dia que fuese armado caballero (contaba entonces Alfonso solamente doce años de edad), echaría del reino á cualquier persona de cualquier dignidad que no diese y entregase las tenencias y castillos de la corona, y le quitaría todo lo que tuviese en heredad y por merced de honor; lo cual juraron á su vez todos los ricoshombres y procuradores hacer guardar y cumplir.

Afortunado Alfonso II., como su abuelo paterno Ramon Berenguer III., en las adquisiciones y hereda

(1) Ibid., Reg. 1, fol. 10. Fe- şu testamento, hecho en octubre cha 18 de junio da 1164.-Ratifi- de 1173.

có doña Petronila esta cesion en

mientos eventuales, hallóse con la importante agregacion de la Provenza por muerte sin sucesion del conde su primo Ramon Berenguer (1166): herencia que se consolidó con la renuncia que mas adelante hizo el conde Ramon de Tolosa (1176) de los derechos con que pretendia la posesion de aquel rico condado. Añadió pues Alfonso II. á sus títulos el de marqués de la Provenza, del mismo modo que lo habia hecho ya su padre cuando acaeció la defuncion de su hermano. La vizcondesa de Bearne le hizo reconocimiento de feudo y vasallage por los estados de Bearne y de Gas-cuña (1170); y su hijo el vizconde Gaston ratificó despues el juramento de homenage à Alfonso por aquellos mismos señoríos (1187). Por fortuna suya murió tambien sin hijos el conde Gerardo del Rosellon, y otro rico estado vino impensadamente à acrecer las posesiones ya vastas de la corona aragonesa. Alfonso pasó á Perpiñan á posesionarse del nuevo condado, y con esto se intituló rey de Aragon, conde de Barcelona y de Rosellon, y marqués de la Provenza (1177). Con lo cual y con haber reducido á la obediencia á los vizcondes de Nimes y de Carcasona, Athon y Roger, que se mantenian en rebeldía y forzádolos á hacer pleito-homenage por aquellas ciudades y señoríos (1181), hallóse el hijo de don Ramon y de doña Petronila poseedor de un vasto reino dentro y fuera de los límites naturales de España (1).

(1) Zurita, Anal., lib. II., cap. 24 al 43.

« AnteriorContinuar »