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En la parte de Castilla dimos ya cuenta de las alianzas y tratos entre el soberano de aquel reino y Alfonso II. de Aragon en Sahagun (1169). así como del viage de ambos príncipes á Zaragoza y de su despedida y separacion despues de celebrar reunidos en Tarazona las bodas del de Castilla con Leonor de Inglaterra (1170). Valióle aquella entrevista al aragonés el empeño que sobre si tomó el castellano para hacer que el rey moro Aben Lop de Murcia le pagára el tributo que estaba obligado á satisfacer en reconocimiento de feudo y homenage à su padre don Ramon Berenguer, y que desde la última espedicion de este á la Provenza habia dejado de cumplir Al tiempo que los castellanos despues de la celebracion de estas bodas regresaban á Burgos, el de Aragon se encaminó á las riberas de Alhambra y de Guadalaviar, donde scjuzgó á los moros que poblaban aquellas cómarcas y castillos, y revolviendo luego á las montañas de Prades, y lanzando de allí algunos sarracenos que se habian rebelado, redujo otra vez aquellos lugares y los sometió á su señorío. Era no obstante el pensamiento principal del monarca aragonés la reduccion de los moros de Valencia, á cuyo objeto y como un fuerte avanzado para sus ulteriores conquistas, pobló y fortificó á Teruel, que dió en feudo á uno de los mas célebres ricos-hombres de Aragon, llamado don Berenguer de Entenza, y á imitacion de los condes soberanos de Castilla otorgó á los moradores de la nueva poblacion el

antiguo fuero de Sepúlveda. La muerte de Aben Lop de Murcia (1), le alentó á avanzar hasta los muros mismos de Valencia, talando su fértil vega y rica campiña. Intimidado el emir de aquella populosa ciudad, tuvo por bien poder conjurar la tormenta que veia amenazar á sus tierras, ofreciéndose á ayudar á Alfonso contra el nuevo rey de Murcia hasta forzarle á pagar al monarca cristiano dobles párias de las que su antecesor le satisfacia. Con esto penetró el aragonés hasta Játiva (1172), pero disiréjole de aquella guerra la noticia de una invasion que Sancho el de Navarra habia hecho en sus estados. Navarra pagó los daños que hubiera podido hacer Alfonso en los moros de Valencia.

Conocemos ya estas guerras. Vimos tambien cómo desavenido y enojado el aragonés ccn Alfonso VIII. de Castilla por la infraccion de un convenio, habia solicitado enlazarse con la hija del emperador de Oriente, desentendiéndose del compromiso que desde la infancia habia contraido con la princesa doña Sancha de Castilla. La pretension del aragonés fué gustosamente aceptada por el emperador Manuel, tanto que no tardó en enviar á su hija Eudoxia, acompañada de un prelado y varios personages griegos, con mas el obispo y los ricos-hombres que de parte del de Aragon habian ido á solicitar su mano. Mas al llegar la comitiva imperial á Mompeller, halláronse con la estraña y (1) El conocido en las crónicas cristianas por el rey Lobo.

sorprendente nueva de que Alfonso, arregladas en aquel intermedio sus disidencias con el de Castilla, habia llevado ya á complemento su matrimonio con la princesa castellana (1174). Pesada burla, en verdad, para la jóven hija del emperador y no muy ligera para su padre y para los embajadores de ambas partes que la traian. Su fortuna fué que allí mismo el conde don Guillen de Mompeller pidió para sí á la burlada princesa, y aunque con poco beneplácito de los enviados del emperador, se ajustó y realizó el matrimonio, jurando antes el conde que los hijos ó hijas que tuviese le heredarian en el señorío de Mompeller (1).

En consecuencia de esta nueva concordia hemos visto tambien á Alfonso de Aragon prestar poderoso auxilio al de Castilla para la conquista de Cuenca (1177), y merecer por ello libertar definitivamente á su reino del feudo que sus predecesores reconocian á la monarquía castellana. Desde este tiempo hasta 1188, período que abarcamos en este capítulo, ocupóse alternativamente el aragonés, ya en parciales guerras con los moros de Valencia y Murcia, ya en negociaciones y tratos con los condes de Tolosa, de Nimes, de Poitiers y de Bearne que dejamos indicados, ya en las concordias y desaveneneias, confederaciones y rompimientos con los reyes de Navarra

(1) Dé este consorcio con tan estrañas circunstancias celebrado, nació una hija que casó despues

con el rey don Pedro de Aragon, fué madre del famoso don Jaime el Conquistador.

y de Castilla de que tambien hemos dado cuenta; tráfago fatal de negociaciones precarias, insubsistentes y estériles en resultados decisivos, que así fatigan al lector que desea conocer las relaciones políticas de los diferentes estados en cada época, como al historiador que tiene el triste deber de no omitirlas si ha de presentar la verdadera fisonomía de la España en estos malhadados y revueltos períodos, y mostrar cuán lenta y perezosamente marchaba la España á la formacion de una monarquía general.

Tal era el estado político de los cuatro reinos cristianos á la muerte de Fernando II. de Leon

CAPÍTULO XI.

ALFONSO VIII. EN CASTILLA.

ALFONSO IX. EN LEON (1).

PEDRO II. EN ARAGON.

De 1188 à 1212.

Alfonso IX. de Leon es armado caballero por su primo Alfonso VIII. de Castilla.-Confedéranse los reyes de Portugal, Aragon, Navarra y Leon: casa este último con doña Teresa de Portugal.-Aislamiento en que quedó el castellano.-Atrevida irrupcion de Alfonso VIII. en Andalucía.-Temerario reto que dirigió al emperador de Marruecos: contestacion del musulman.-Venida de Aben Yussuf á España con grande ejército.-Funesta derrota de los castellanos en Alarcos.Guerra entre los reyes de Leon y de Castilla.-Disuélvese el matrimonio de Alfonso de Leon con la princesa de Portugal, y se casa con doña Berenguela de Castilla: reconciliacion entre los dos monarcas. -Muerte de Alfonso II. de Aragon: su testamento: proclamacion de Pedro II. - Manda el papa disolver el matrimonio de don Alfonso y doña Berenguela: resistencia de los dos príncipes: fulmina excomunion contra ellos: se separan.-Es excomulgado tambieu el rey Sancho el Fuerte de Navarra: va el navarro á Marruecos: pierde entretanto la Guipúzcoa y Alava.-Matrimonio de doña Blanca de Casti

(1) Aun cuando en el órden cronológico le to aba á este Alfonso ser el VII. de Leon, como reinaba ya un Alfonso VIII. en Castilla, y los dos reinos vinieron a unirse despues en una misma casa real,

como ya lo habian estado antes, los autores adoptaron el número de unos reyes para la serie de los otros, haciendo de todos ellos una misma numeracion cronológica.

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