Imágenes de páginas
PDF
EPUB

LAS NAVAS DE TOLOSA.

ALFONSO VIII. Y ENRIQUE I. EN CASTILLA.

De 1212 á 1217.

Preparativos para la gran batalla de las Navas.-Rogativas públicas en Roma.-Gracias apostólicas.-Reunion de los ejércitos cristianos en Toledo. Estrangeros auxiliares.-Innumerable ejército musulman. -Emprenden los cristianos el movimiento.-Orden de la expedicion.-Hueste estrangera: hueste aragonesa: hueste castellana: milicias y banderas de las ciudades. -Abandonan los estrangeros la cruzada so pretesto de los calores, y se retiran.-Unese el rey de Navarra á los cruzados.-Llegan los confederados á Sierra-Merena: embarazos y apuros: guíalos un pastor: ganan la cumbre.-Orden y disposicion de ambos ejércitos.—Se da la batalla.-Proezas de don Diego Lopez de Haro.-Heróico comportamiento de los reyes de Castilla, de Aragon y de Navarra.-Del arzobispo de Toledo.- Emblemas y divisas de los principales caballeros y paladines. --Completo y memorable triunfo de los cristianos: horrorosa matanza de infieles: fuga del gran Miramamolin. Otras circunstancias de esta prodigiosa victoria.—Ganan los cristianos à Baeza y Ubeda y se retiran.-Por qué no asistieron á la batalla los reyes de Leon y de Portugal: sucesos de estos reinos.Otras campañas de Alfonso VIII. de Castilla: su muerte.-sucédele su hijo Enrique I.-Muerte de Pedro II. de Aragon: sucédele su hijo Jaime I.-Turbulencias en Castilla.-Regencia de doña Berenguela.— Regencia tiránica de don Alvaro de Lara.-Guerra civil.-Muerte de Enrique I.-Doña Berenguela reina propietaria. - Abdicacion de la reina.-Cómo se ingenió para hacer coronar á su hijo.—Advenimiento de Fernando III. (el Santo) al trono de Castilla.

Todo anunciaba, decíamos en el anterior capítulo, que iba á realizarse uno de aquellos grandes acaecimientos que deciden de la suerte de un país.

Todo está en movimiento en la capital del mundo cristiano. Despues de haber ayunado toda la poblacion de Roma á pan y agua por espacio de tres dias, hendiendo los aires el tañido de las campanas de todos los templos, se vé á las mugeres caminar descalzas y de luto hacia la iglesia de Santa María la Mayor; delante van las religiosas; de la iglesia de Santa María marchan por San Bartolomé á la plaza de San Juan de Letran. Es el miércoles siguiente á la páscua de la Trinidad (23 de mayo de 1212). En direccion de la misma plaza se encaminan por el arco de Constantino los monjes, los canónigos regulares, los párrocos y demás eclesiásticos con la cruz de la Hermandad: por San Juan y San Pablo se vé concurrir al resto del pueblo con la mayor compostura y devocion llevando la cruz de San Pedro. Todos se colocan en la misma plaza y en el órden de antemano establecido. Cuando todos se hallan ya congregados, el gefe de la Iglesia, el papa Inocencio III., acompañado del colegio de cardenales, de los obispos y prelados y de toda la corte pontificia, se encamina á la iglesia de San Juan de Letran, toma con gran ceremonia el Lignum Crucis, y con aquella sagrada reliquia, venerando emblema de la redencion del género humano, se traslada con su brillante séquito al palacio del cardenal Albani, y presentándose en el balcon dirige una fervorosa plática al inmenso y devoto pueblo cristiano que llena aquel vasto recinto.

¿Qué significa esta solemne ý augusta ceremonia de la capital del orbe católico? Es que el pontífice Inocencio III. ha acogido con benevolencia la mision del enviado del rey de Castilla, ha concedido indulgencia plenaria á todos los que concurran á la guerra de España contra los enemigos de la fé, y ha querido que el pueblo romano se preparase convenientemente á implorar las misericordias del Señor. Así lo dice en el sermon que dirige á su pueblo congregado frente al palacio Albanense. Concluida la plática, las mugeres van á la basílíca de Santa Cruz, donde un cardenal celebra el Santo Sacrificio. El pontífice con el clero y toda su comitiva vuelvé á San Juan, donde se oficia otra misa solemne, y todos juntos marchan despues descalzos á Santa Cruz, donde se dá fin á la rogativa con las oraciones acostumbradas. Grande debia ser la importancia que daba la cristiandad á la empresa que se iba á acometer en España.

El rey de Castilla, congregados sus prelados y ricos-hombres en Toledo, para deliberar en general consejo la forma en que debia ejecutarse la próxima campaña, habia designado aquella insigne ciudad como la plaza de armas y el punto de reunion á que habian de concurrir así las tropas de las diversas provincias como las estrangeras que venian á ganar las gracias espirituales concedidas por la Sede Apostólica. Un edicto real prohibió á los soldados de á pié y de á caballo presentarse con vesti os de oro y seda, con arreos de lujo y con ornatos supérfluos que desdijeran

del ejercicio militar. Ya la voz del ilustre arzobispo de Toledo don Rodrigo habia logrado enardecer los corazones de los príncipes cristianos de Europa, y á la fervorosa excitacion del prelado á nombre del monarca de Castilla multitud de guerreros de Francia, de Italia y de Alemania, habian tomado la espada y la cruz, y marchaban camino de Toledo, ansiosos de tomar parte en la gran cruzada española. Serian los que vinieron hasta dos mil caballeros con sus pages de lanza, y hasta diez mil soldados de á caballo y cincuenta mil de á pié. De gran coste debia ser el mantenimiento de la numerosa hueste auxiliar extrangera para un reino empobrecido con tan incesantes luchas, devastaciones y rebatos: pero el monarca castellano encuentra recursos para todo, y asiste á cada ginete de aquella milicia con veinte sueldos diarios, con cinco á cada infante; cantidad prodigiosa para aquellos tiempos. Compuesta aquella muchedumbre de gentes y banderas de tantas naciones, menos disciplinada que poseida de celo religioso, creyendo acaso hacer una obra meritoria, acometió á los judíos de Toledo que eran en gran número, y asesinó una parte de aquellos israelitas que habian presentado con orgullo al conquistador Alfonso VI. una carta auténtica de sus hermanos de Jerusalen, en que constaba que ellos no habian tenido la mas pequeña parte en la muerte del hijo de José y de María (1). Poco faltó para

(1) Documento citado por Sandoval, Cinco Reyes, p, 71.

[ocr errors]

que este atentado produjera una colision lamentable: por fortuna la intervencion de los sacerdotes de uno y otro culto logró apaciguar el pueblo que comenzaba á amotinarse contra los extrangeros. Mas ya por evitar conflictos, ya por haber llegado el rey don Pedro de Aragon con su ejército de aragoneses y catalanes, y no bastar el recinto de la ciudad para albergar tan numerosas huestes, fué preciso que acampáran las heterogéneas tropas en las huertas y contornos de Toledo, cuyas frutas y hortalizas quedaron de todo punto arrasadas. Acudian tambien caballeros leoneses y portugueses llevados del deseo de contribuir con sus armas al exterminio de los enemigos de la fé, si bien los principes de aquellos dos estados por particulares y sensibles razones no concurrieron á la guerra santa.

Mientras estos preparativos se hacian por parte de los cristianos en Roma y en Toledo, el cinperador de los Almohades Mohammed Aben Yacub no permanecia inactivo. Ademas del inmenso ejército que ya habia traido á España, conniovíase toda el Africa con exhortaciones enérgicas á la guerra que ellos tambien llamaban santa, y acudían á le expedicion y exterminio de los cristianos los innumerables moradores de Mequinez, de Fez y de Marruecos, los que apacentaban sus rebaños por las praderas del Zahara, los habitantes de las orillas del Muluca, así como los de las inmensas llanuras de Etiopía, que con los de las tribus alárabes, zenetas, mazamudes, sanhagas, go

« AnteriorContinuar »