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campos y abundosa vega, á cuya operacion concurrieron algunos ricos-hombres de Aragon y de Cataluña, y los maestres y caballeros del Templo y del Hospital, de Calatrava y de Uclés que en el reino habia. Acompañábanle tambien su tio don Fernando y los obispos de Lérida, Zaragoza, Tortosa y Segorbe, con otros eclesiásticos de dignidad. Formalizóse el cerco, y comenzaron á jugar las máquinas de batir. Burriana estaba grandemente fortalecida y municionada, y los moros se defendian heróicamente. Prodigios infinitos de valor hizo en este cerco don Jaime. Hiriéronle cuatro saetas lanzadas del castillo sin que hiciera una sola demostracion de dolor. Lejos de eso, acercándose en una ocasion al muro con algunos valientes que le seguian, descubrióse dos veces todo el cuerpo para dar á entender á sus caudillos y capitanes que si alguna vez se determinase á alzar el cerco no seria por temor al peligro de su persona. Aconsejaban en efecto á don Jaime así don Fernando su tio como algunos ricos-hombres que desistiera, por lo menos hasta mejor ocasion, de una empresa que tenian por temeraria. Barones, les respondió don Jaime con su acostumbrada ⚫entereza: mengua y deshonor seria que quien siendo menor de edad ha ganado un reino que está sobre la mar, abandonára ahora un lugarcillo tan insignificante como este, y el primero á que bemos puesto sitio en este reino. Sabed que cuantas cosas emprendimos fiados en la merced de Dios las hemos llevado á buen

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fin. Así no solo no haremos lo que nos aconsejais, sino que por el señorío que sobre vosotros tenemos os mandamos que nos ayudeis á ganar la villa, y que el consejo que nos habeis dado no volvais á darlo jamás. A todos impuso respuesta y resolucion tan firme El cerco prosiguió: redobláronse los esfuerzos del rey y de los suyos, y al cabo de dos meses Burriana se rindió á don Jaime (julio, 1233), el cual dejando en ella el conveniente presidio al cargo de dos de sus mas leales caballeros, hasta que llegase don Pedro Cornel á quien encomendaba su defensa, fuése á Tortosa para entrar en el reino de Aragon.

A la rendicion de Burriana siguió la entrega de Peñíscola, importante fortaleza, la primera que don Jaime en otro tiempo habia intentado tomar, y que ahora se le entregó bajo su fé, prometiendo el rey á sus habitantes y defensores que les permitiria vivir en el ejercicio de su ley y religion. Chivet se rindió á los templarios y Cervera á los caballeros de San Juan. Ganáronse Burriol, Cuevas, Alcalaten, Almazora y otros pueblos de la ribera del Júcar, que el rey de Aragon recorria con ciento treinta caballeros de parage y como ciento cincuenta almogavares (1234). En él hubiera parecido imprudente la resolucion con que se metió por la vega misma de Valencia; pero él atacó y rindió sucesivamente las fuertes torres de Moncada y de los Museros, que eran, al decir del mismo, como los ojos de la ciudad, y despues de haТоко т. 27

o'ro que

ber cautivado los moros que las defendian, volvióse sin contratiempo á Aragon.

Otros negocios que no eran los de la guerra ocuparon tambien al rey en este tiempo. El anciano monarca de Navarra don Sancho el Fuerte habia fallecido (abril, 1234). Pendiente estaba, aunque fria, la concordia de mútua sucesion que habia celebrado con el aragonés. Sin embargo, fos navarros queriendo conservar la línea de sus reyes, bien que la varonil quedaba con don Sancho extinguida, determinaron alzar por rey á su sobrino Teobaldo, conde de Champagne. Fuese que solicitaran del rey de Aragon los relevase del juramento y compromiso de sucesion que con él tenian, y que don Jaime renunciára con generoso desinterés á su derecho, fuese que pensára más en ganar á Valencia de los moros que en heredar la Navarra á disgusto de sus naturales, Teobaldo de Champagne se sentó en el trono que acababa de dejar el nieto de García el Restaurador, sin que el aragonés le reclamára para sí, ni hiciera valer la concordon Sancho mismo habia promovido.

dia que

Ocupado traía tambien al Conquistador en medio de su agitada vida el asunto de su segundo matrimonio. Habíase divorciado don Jaime de su esposa doña Leonor de Castilla, por desavenencias acaso que las historias no revelan con claridad. Intervino el papa, como acostumbraba, en este negocio, y su legado el cardenal de Santa Sabina declaró la nulidad del ma

y

trimonio, fuudándose en el parentesco en grado prohibido que entre los dos consortes mediaba (1229). Sin embargo, el infante don Alfonso, hijo de don Jaime de doña Leonor, habia sido reconocido y jurado heredero y legítimo sucesor del reino, como habido en matrimonio hecho de buena fé. Caso de todo punto igual al de don Alfonso IX. de Leon y de doña Bereaguela, con la legitimacion de San Fernando, y parecido al de tantos otros matrimonios y divorcios entre

los reyes y reinas de Castilla y de Leon. El mismo pontífice Gregorio IX. habia negociado despues el segundo enlace de Jaime de Aragon con la princesa Violante (1), hija de Andrés 11. rey de Hungría. Concertadas las bodas, y arreglado entre los réyes de Aragon y Gastilla en las vistas que tuvierou en el monasterio de Huerta, lo que habia de hacerse de doña Leonor, á la cual se dió la villa de Ariza con todos sus términos juntamente con las villas y lugares que ya tenia, procedióse al casamiento del aragonés con la princesa húngara en Barcelona, á donde esta habia venido (setiembre, 1235).

Preocupado siempre el rey, y no distraido nunea su pensamiento de la conquista de Valencia, determinó apoderarse de un puesto avanzado, distante solo dos leguas de la ciudad, que los moros nombraban Enesa y los cristianos el cerro ó Puig de Cebolla, y des

(1) Nombre españolizado de Yoland.

pués se llamó el Puig de Santa María. Noticioso de ello el rey Ben Zeyan mandó deinoler el castillo. No le importó esto á don Jaime. Con actividad prodigiosa hizo levantar otra fortaleza en el mismo sitio, que era el más á propósito para correr la comarca y tener en respeto á Valencia. Dos meses bastaron para dar por concluido el fuerte, cuya defensa encomendó á su tio materno el valeroso don Bernardo Guillen de Entenza, en cuya confianza pasó el rey á Burriana y á otres puntos para proveer á otros asuntos de la guerra y cuidar de que no faltasen mantenimientos (1). Necesitaríase una historia especial para dar cuenta de las infinitas proezas y brillantes hechos de arnas que ejecutaron los defensores del Puig, así como para pintar la movilidad contínua y prodigiosa del rey cruzando sin cesar de uno á otro punto del reino, atendiendo á todas partes y proveyendo á todo. Mientras él se hallaba en Monzon celebrando córtes, acometió el moro Ben Zeyan á los del Puig con cuarenta mil peones y seiscientos caballos; número formidable respecto al escasísimo que los cristianos contaban, y sin embargo, ¡Santa María! y ¡Aragon! gauaron estos

á la voz de

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(1) «Al levantar nuestro campo (del Puig) dice él en su historia, vimos que una golondrina habia construido su nido encima de ruestra tienda; por cuyo motivo dimos órden para que esta no se quitase basta que la avecilla hubiese desauidado con sus hijuelos, ya que tiada en Nos se habia establecido alli. Cap. 152. Toda es'a

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notable historia está salpicada de incidentes curiosos como esie. Es como un diario en que el rey iba anotando todo lo que hacia y ocur ria, y al cual hacen más sabroso los diálogos llenos de sencillez y naturalidad de que abunda, y en que están retratados al vivo todos los personages.

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