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mercantil de sus habitantes, era la que de más antiguo conocia y ejercia el tráfico marítimo, segun en otra parte hemos demostrado ya. Pero en el reinado de don Jaime fué cuando se desarrolló en mayor escala y recibió una organizacion de que hasta entonces habia carecido. Las cédulas y reglamentos de aquel monarca sobre los buques nacionales y estrangeros, sobre la demarcacion de la ribera del mar, sus ordenanzas de los pro-hombres del puerto, el establecimiento de cónsules en las escalas ultramarinas y otras semejantes providencias, son un notorio testimonio de la actividad de la contratacion, y del impulso y desarrollo que alcanzaron en aquel tiempo la navegaçion y el comercio maritimo de aquella provincia industriosa y mercantil (1).

El ensanche del territorio debido á las conquistas, la mayor seguridad que ya en muchos paises gozaban los cristianos, las franquicias forales, el mejoramiento de condicion en la clase de los colonos, la exencion de varics impuestos y prestaciones, la traslacion de muchos vasallos de señorío á las villas y lugares de realengo, las leyes restrictivas de la acumulacion de propiedad en la nobleza y en el clero, todas fueron causas que concurrieron á alentar á los españoles al ejer

de todas las partes del mundo, de Tanger, de Ceuta, de Túpez, de Bujía, de Alejandría, de Génova, de Pisa, de Portugal, de Inglaterra, de Burdeos, de Bayor.a, de Sicilia, de Gascuña..... y de otras

muchas partes de allende el mar de moros y cristianos......

(1) Capmany, Memorias sobre la Marina, etc., tom. I., part. II., lib. i., cap. 1.

cicio У cultivo de la agricultura y de la ganadería; y si bien el estado todavía casi contínuo de guerra era un obstáculo permanente para el desarrollo de la riqueza agrícola y pecuaria, sin embargo no habia dejado de prosperar en los tiempos de San Fernando. Las conquistas de Cordoba, Valencia y Sevilla, el ejemplo que á los nuevos pobladores cristianos ofreció la vista de aquellas fértiles, abundosas y bien cultivadas vegas, el admirable sistema de riego y aprovechamiento de aguas que los árabes les dejaron trazado en aquellos campos, y cuyo uso y empleo pudieron aprender de boca de los mismos cultivadores musulmanes por el mayor contacto y comunicacion que tuvieron ya con ellos, pusieron á la poblacion agrícola española en ocasion y aptitud de estender sus conocimientos, de mejorar los trabajos y de aumentar las producciones de la tierra, de que veremos si se aprovechó todo lo que debió y pudo en los tiempos su

cesivos.

Lo que no puede dejar de causarnos admiracion y asombro, mezclado, si se quiere, con orgullo cristiano, es el recuerdo de esas grandes creaciones artísticas de la España cristiana de los siglos XII. y XIII., de esos grandiosos, magníficos y esbeltos templos góticos, de esas soberbias catedrales de Leon, Burgos, Toledo y Barcelona, de tan beilas y elegantes proporciones, tan ricas de delicados adornos, erigidas en unos tiempos en que las ciencias y las artes

yaciar aun en tan lamentable atraso (1). Si la arquitectura, á que se debió la ejecucion de tan sublimes concepciones del génio humano, no pereció con la invasion sarracena como las demás artes, antes bien progresó y se perfeccionó hasta el punto de producir esos admirables monumentos, efecto debió ser de la inspiracion religiosa, hija de la devocion y piedad siempre viva de los españoles, y de la práctica constante en la ereccion de templos y monasterios, en lo cual y en la guerra se gastaba toda la vitalidad del pueblo español (9.

(1) La catedral de Leon es del último tercio del siglo XII.: las de Burgos, Toledo y Barcelona, como igualmente la de Palma de Mallor ca, todas son de la primera mitad del siglo XIII, y de los reinados de San Fernando y de don Jane.

(2) Todos estos templos perterecen a la arquitectura impropiamente denunziñada gotica, importada de Oriente a Europa por los cruzados. Schwinburn establece las siguientes diferencias entre los euificios y templos góticos de los cristianos y los edificios y templos de los árabes. Los ar os góticos son apuntados, los arabes citculares: las torres de las iglesias golicas on rectas y terminan en puuta: las mequitas rematar en bola, y arrancau aca y allá min retes con remates tambien redondos: los muros árabes estan decorados de n:osaicos y de estuco, lo cual no se halla eu ninguna iglesia gótica antigua: las columnas góticas están unidas formando grupos y sosteniendo un corDisamento muy bajo, de donde se levantan los arcos, ó bien estos últimos arrancan inmediatamente

de los capiteles de las columnas: las árabes están aisladas: y si para sostener una parte pesada del edificio se coloca mucuas veces upas al lado de otras, no se toCanjimas. Las iglesias góticas son sumamente ligeras, sus ventanas largas y prolongadas, con vidrieras de colores, que dan paso á una luz suave y templada: en las mezquitas árabes el techo es en su mayor parte bajo, las ventanas de mediano giandor, y cubiertas mu has veces de esculturas, de forma que se recibe por ellas menor luz que por va cúpu la y por las puertas aliertas: las puertas de los templos góticos avanzan profundamente bacia el interior: los muros ó paredes laterales estan guarnecidas de estatuas, de columns, de nichos y otros ornamentos: las de las mezquitas y otros edificios árabes son lisas.. .. etc..

En un autor español leemos la siguiente descripción de los editicios arabes. «Los árabes tomaron de los egcios los arcos anuntades, trazazon otros en forma de herradura 5 media luna, ini

III.-Nacen tambien en estos reinados y antes de mediar el siglo XIII., nuevos institutos y congregaciones religiosas, bajo una regla que no es la del monaquismo y bajo una organizacion que no es la de las órdenes militares de caballería. Es el espíritu religioso que se desarrolla bajo una nueva forma, destinada á influir no tardando y á imprimir nueva fisonomía al sentimiento religioso de los españoles, A la austeridad monástica de San Benito y del Cister, á la actividad bélica de los caballeros del Templo, del Hospital, de Santiago y de Calatrava, á la peregrinacion armada de los cruzados, se agrega la creacion de otras corporaciones y comunidades que hacen profesion de pobreza y de humildad. No se creyó bastante combatir con las armas á los icficles en España y en la Palestina; y túvose por necesario predicar sin descanso contra los

taron de los griegos las columnas y capiteles, pero alargaron aquellas y acortaron estos con arbitrarios y confusos adornos: en sus casas habia pocas ventanas, proviniendo esto tal vez del rigor con que trataban a las mugeres: Constaban generalmente las ventanas ó ajumeces de una columnita en medio y de dos à los lados para sostener dos arquitos con la bores muy menudas: las ventanas no servian solo para dar luz á las piezas, sino tambien para adorno y ostentacion de los grandes salones, pues sus huecos se ilenaban con celosías de yeso ó aigez: ios almocarabes, ó ajiracas, que eran unos frisos enriqueci los con lazos, cintas, plintas y letras floreadas, sustituiat al ornato de las figuras de hombres y ani

males, cuya representacion les estaba prohibida las tarbeas oran altos y grandes salones, por lo comun cuadrados, con arcos de diferentes formas en los cuatro frentes, sostenidos algunas veces sobre columnas sin pedestales, que nunca usaron: estos graudes salones se hallaban adornados con almocárabes: en el macizo del arco principal por donde se entraba al salon del rey habia dos nichos, para que en ellos dejasen los moros las babuchas: en lo alto de estas piezas se veian las ventanas verdaderas ó fingidas en linea de frisos, y terminaban con los ricos te hos artesonados Las alfagias ó patios no tenian mas que un piso, porque los árabes hahitaban generalinente en lo bajo, ya para te ner más á mano los baños, ó y ■

hereges y trabajar para la redencion de los cautivos cristianos que gemian en poder de sarracenos. El español Santo Domingo de Guzman, el incansable misionero y el predicador fervoroso contra la heregía de los albigenses de Francia, instituye la órden de predicadores para la conversion de hereges y persecucion y estirpacion de la heregía, y pronto se establecen conventos de padres dominicos en Francia, en España y en Portugal. San Pedro Nolasco, del Languedoc, funda una órden religiosa para que trabaje en rescatar cristianos del cautiverio de los infieles, y no tardan en levantarse conventos y congregarse comunidades en Aragon y Castilla con el nombre de hermanos ó frailes de Nuestra Señora de la Merced, ostentando el hábito blanco con el escudo de las antiguas arinas de los condes de Barcelona, y con la cruz de

para no subir escaleras, que no usaban ni aun en los altos castillos é atalayas, pues en vez de gradas tenian rampas, como se vé en la torre de la catedral de Sevilla y en otros edificios: una multitud de arcos desiguales y de varias figuras adornaban estos pa tios sin guardar simetría ni enritmia: las alhamias ó alcobas de los árabes eran dormitorios pequeños metidos en los huecos de las paredes, rodeados de azulejos, cubiertos con bóvedas: los techos de los grandes salones eran de lo más magnífico, por el rico alfarge ó artesonado de alerce (cedro), madera incorruptible, formado con muchos arquitos en purta y otros adornos delicados de oro y azul en sus fondos; no eran menos suntuosas las hojas (de las puer

tas tambien de alerce, tanto por su estraordinario tamaño, pues cubrian los arcos á que estaban arrimadas, como por la riqueza de sus menudas y entalladas labores: adornabar. tambien los ár bes sus salas con los alicares ó azulejos, con los cuales figuraban fajas ó zócalos en la parte baja de las paredes, y alfombras en los pavimentos, alternándolos con losas chicas y pulimentadas de ba ro. La arquitectura árabe por último era tosca y grosera en las casas y habitaciones comunes, firme y duradera en los acueductos y algibes, pesada y robusta en los castillos y atalayas, y rica y ostentosa en los templos ó mezquitas.» Mor., Hist. de la civiliz. de Esp., tom. V.

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