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Que el rey non mande facer justicia en el tiempo de la su

saña.

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«Non mandes facer justicia en el tiempo de tu saña, «è mas templado que arrebatoso sea tu juicio: que en las "cosas fechas queda arrepentimiento, è non lugar.

CAPITULO XLII.

Que el rey no se arrebate à facer ningun fecho fasta que lo piense.

«Non te arrebates à facer ningun fecho fasta que primeramente lo pienses; salvo cuando viéres tus ene«migos delante ty, que aqui non hay que pensar, salvo «ferir reciamente, è pasar adelante.

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CAPITULO XLIII.

Que el rey mas sea temida la su voz por pena que por sangre.

«Mas por pena que por sangre sea temida la tu voz, «é el tu nombre, que la muerte desespera, è pone grand "miedo en los corazones, è et cruel enemistad: como «quier que à las veces la sangre trae seguranza de pue«blo, è es corregimiento de los malos, que mejor es cor«tar el mal árbol, que dexarlo crecer en ramas: que «dixo el filósofo Cesario: del mal árbol nin rama nin «foja.

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CAPITULO XLIV.

Que el pueblo non entienda en el rey covardia alguna, nin

temor.

«Non entienda en ti el pueblo covardia nin temor, è «la tu voz sea fortaleza, è esfuerzo à los tuyos: è al que «bieres bien facer muchas veces, non le dexes comenzar «<locura, nin obra, que por bien que faga, non saque «fruto: como muchas veces vimos morir muchos buenos por desordenanza, è por cometer fechos vanos.

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Que el Rey el su sí, sea sí: é el su non sea non.

«Sennor el tu sí, sea sí: è el tu non, sea non, que «muy gran vertud es al Príncipe, ò à otro cualquier "ome ser verdadero, è grand seguranza de sus vasallos, «è de sus cosas.

CAPITULO LV.

Que el rey non tarde los fechos sobre lo que oviere avido determinacion ó consejo.

«Non tardes los fechos que ovieres avido determina"cion, è consejo que muchas veces queda caido el conse«jo bueno por fallescimiento del tiempo.

CAPITULO LVI.

Que el rey no crea á los lobos que andan en vestiduras d ovejas.

«Non creas à los lobos que andan con vestiduras de «ovejas, de que los vieres seguir la corte, como los bo«llicios mundanales à que se renuevan, è el obrar della «non sea salvamiento de sus almas, que à cada uno es «dotado su oficio: al religioso su ermita: è al caballero las armas, è asi por consiguientes à todos los otros.

CAPITULO LVII.

Que el rey non espere de facer amigo del que se face su enemigo sin causa.

«Non esperes facer amigo del que se face tu enemi«go sin causa, è por desordenada voluntat, nin esperes «<enmienda del que te errare muchas veces.

CAPITULO LVIII.

Que el rey debe apartar de si los necios, é omes sin descricion.

«Fuye de los necios, è de los omes sin descricion,

«que peor es el necio que el traidor, è mas tardinero en «él enmienda.

CAPITULO LIX.

Que el rey no consienta en su tiempo seer forzadores los po

derosos.

«Non des lugar à los malos, nin consientas en el tu tiempo seer forzadores los poderosos, è abaxa los soberbios à todo tu poder.

CAPITULO LX.

Que el rey quando viere crecer el daño, non espere el tiempo de la venganza.

«Quando vieres crecer el daño, non esperes el tiem«po de la venganza; que muchas veces queda la manci«lla, è non el lugar.

CAPITULO LXI.

Que el rey non crea de ligero, é que por el yerro non olvide el servicio.

«Non creas de ligero, nyn por el primero yerro olvi«des el servicio; que à las veces la venganza del yerro «face mejor servidor.

CAPITULO LXII.

Que el rey non apodere en las fortalezas á los poderosos.

«Non apoderes en las fortalezas à los poderosos, è so«juzgarlos has cuando quisieres; que muchas veces la causa desordena la voluntat.

CAPITULO LXIII.

Que cuando el rey se viere en mayor poderio, que entonces sea su mayor humildat.

"Quando te vieres en mayor poderío entonce sea en tí "mayor humildat, como Dios ensalza los humildes, è ■abaxa los soberbios.

Que el rey non sea perezoso, quando toviere cerca la fortuna.

«Non seas perezoso mientra tovieres cercana la for«tuna, si non la remembranza de lo que podrias facer, si «la dexases te seria cruel pena, è lo que así se pierde, «tarde, ò nunca se cobra.

CAPITULO LXV.

Que el rey en los grandes fechos, é peligros non fie su consejo sino en los suyos.

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«Como quier que tu demandes à muchos consejo por «escoger, è tomar lo mejor, lo que tu voluntat te deter«minare en los grandes fechos, é peligros seate seso «ascondido, que lo non fies salvo de aquellos que son «tuyos verdaderamente, que muchos ay que jugan al «escoger. >>

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I. Reinado de Alfonso VI. de Castilla.-Funesto resultado que trajo á los árabes de España el llamamiento de los Almoravides de Africa como auxiliares.-Importante leccion para el gobierno de los pueblos, sacada de este y otros análogos sucesos históricos.-Conflicto en que puso á los cristianos la venida de los Almoravides.-A qué estraordinarios incidentes debieron su salvacion los españoles.-Cómo supieron aprovecharlos para reparar sus desastres y hacer nuevas conquistas.—Influencia de la de Toledo.-De la de Valencia.-Juicio crítico del Cid Campeador.-Por qué ha sido el héroe de los cantos y de los romances populares.-Comparaciones.-II. Reinado de doña Urraca.-Lamentables resultados de su matrimonio on el rey de Aragon.Agitaciones, disturbios, guerras y calamidades.-Dáse la razon, y esplicanse las causas de estos sucesos.—Revista crítica de los personages que figuraron en este tempestuoso reinado.-Don Alfonso de Aragon.-Doña Urraca.-Don Enrique y doña Teresa de Portugal.-El

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