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España, la España sola, obligando los Franceses á llevar 150 mil hombres á la otra parte del Pirineo. El territorio prusiano queda desocupado, Federico Guillelmo vuelve á su capital: ¿quien lo restitituyó á ella? La nacion española.

de

. Cuando Napoleon, admirado de los pocos progresos sus generales, trató de dar en persona un golpe decisivo á aquella nacion, cien veces vencida y siempre invencible, el gabinete austriaco (en 1809) calculó que se le ofrecia una ocasion favorable á sus designios. La division de las fuerzas de la Francia, multiplica las probabilidades de su buen éxito. Era ya una gran ventaja el sacar á Napoleon de España, y prolongar aquella guerra devoradora. Napoleon se separa rabioso de las orillas del Manzanares, y corre á las del Danubio; pelea y vence; está en Viena por segunda vez. Todos los obstáculos se allanan, prodígale la victoria sus laureles en los campos de Wagram; se detiene y negocia. Estando en su mano estender mas allá sus conquistas, solo anhela firmar la paz. ¿Cual es la fuerza superior que le inspira tan repentinamente esta moderacion inesperada? ¿ Quien salva á la Austria del enojo de un enemigo vivamente ofendido? El mismo auxiliar que salvó á la Prusia, la nacion española.

« Una guerra vastísima conduce á Napoleon á Moscou; el vencedor de Smolensk y de la Moscowa vuelve fugitivo á Paris, como Xérjes á Persepolis..... ¿Donde estan pues aquellas huestes aguerridas, cuya presencia le volveria su dominacion pasada sobre la Alemania y la Polonia? ¿Quien las detiene, quien las ocupa, cual es el enemigo infatigable que batieron ayer y las desafia hoy á nuevos combates? ¿quien salva en fin á la Rusia, como á la Prusia y á la Austria? La nacion española.

« La lucha que se ha empeñado en España, no ha sido contra un gabinete, pero contra una nacion; solo alli ha sido negado á nuestras armas un triunfo definitivo. Reinara Napoleon, todas las potencias del continente estarian aun á sus pies, y la Inglaterra hubiera sufrido por segunda vez la paz de Amiens; si, limitándose á unas guerras de gabinete contra gabinete, y de ejército contra ejército, no la hubiese declarado al caracter moral de una nacion. »

El caracter moral de la España, es, como lo hemos demostrado en todas las partes de este escrito, una adhesion invencible á la religion. Esta nacion se ha visto sorprendida otra vez en 1820 por un ejército revolucionario formado en gran parte de todos los foragidos de Europa, atrincherado en aquella inmensa península, y amenazando ó insultando desde alli á todas las monarquías. Si la religion no hubiese conservado su influjo en España, y que el pueblo hubiese obedecido á los revolucionarios, se hubieran necesitado las fuerzas de todas las potencias del continente para combatirlo y con las inteligencias que tienen los liberales en todas partes, cuan difícil y sangrienta hubiera sido esta lucha, y á cuantos riesgos hubiera espuesto á la Europa!

La providencia parece haber permitido, para que no quepa duda de que la religion es el único movil de la resistencia de la España, que en las dos guerras contra la revolucion, mandada por Bonaparte diez años atrás, y ahora por las cortes, los grandes de aquel pais hayan como renunciado á su derecho natural de ser los caudillos del pueblo, y que el ejército de la verdadera España, no haya podido titularse sino el Ejército de la Fe.

La España cristiana y realista os aguarda, dijo á S. A. R. el Duque de Angulema, el primer magistrado de una de

nuestras eiudades (39) que ha proporcionado á los rea listas españoles la hospitalidad mas afectuosa. Este Frances cristiano y realista estaba cierto que no se engañaba : la ciudad leal de Burgos, la heroica Zaragoza y las demas poblaciones de España han saludado con el mayor entusiasmo las banderas del hijo de S. Luis, saliéndole al encuentro; y no hay que dudarlo, todo el reino católico pronto será restituido á su gobierno legítimo, cuyo principio será siempre la religion.

Los revolucionarios, huyendo delante de la bandera blanca, han esperado en vano que se transigiria con sus doctrinas, y que con esto se les proporcionarian nuevas victorias: las palabras sagradas del rey de Francia, pronunciadas desde lo alto de su trono, aseguran que no se tratará con los rebeldes, y que aquellos sofistas armados, que llevan escrito en sus banderas el mote ridículo de soberanía del pueblo, quedarán para siempre separados de toda participacion al gobierno del pueblo generoso que los aborrece, y que por la pureza de sus principios y la constancia de su caracter, será siempre el honor y el baluarte de la cristiandad (40).

Asi como la fe cristiana, conservada universalmente en España, ha distinguido este pueblo en las últimas conmociones de la sociedad europea; asi tambien esta misma fe distingue las familias fieles de los demas reinos. Un nuevo Tertuliano podria decir todavía : « No se ha hallado entre » nosotros Niger, ni Albino ni Casio, ni siquiera Nigrianos, » Albinianos ó Casianos. » El caracter mas notable de cada cristiano, fuera de la vida privada, es una fidelidad inalterable al príncipe y á las leyes de su pais: y si en Francia, algunas ciudades y aldeas han sido seducidas por los enemigos del órden público, vayan alli los misioneros del Evangelio, y el pueblo despues de haber oido sus predi

caciones, concluye su canto religioso con el grito de viva el rey (41) '

La religion cristiana ha constituido sola á todos los estados de la Europa moderna : una esperiencia de treinta años, y aun mas el encono de la secta revolucionaria contra los ministros de esta religion, prueban que la fidelidad á su doctrina puede sola conservar los estados, siendo el mejor garante de la obediencia y felicidad de los pueblos, de la seguridad y de la gloria de los reyes.

por

De una aplicacion del derecho divino introducida Jaime I, rey de Inglaterra, y por los teólogos angli

canos.

BUCHANAN

UCHANAN fue nombrado preceptor del hijo de María Stuart por los sectarios que habian entregado á su madre en manos de la reina Isabel (42). Este príncipe, que despues fue rey de Inglaterra con el nombre de Jayme I, conocia mejor que nadie las consecuencias de sus doctrinas; y habiendo llegado á ocupar el trono, nunca cesó de impugnarlas en sus discursos al parlamento, y en las instrucciones que escribió pára su hijo. « Lee la historia, le dice, y particu>> larmente la de tu pais; * pero no entiendo hablar de los » libelos de Buchanan y de Knox. Si alguno hubiera durante » tu reinado que guardase ejemplares de aquellos, usa » con él de toda la severidad de mis leyes, pues en este punto te permitiré pensar como el viejo Pitágoras, y creer » que el alma criminal de aquellos escritores sediciosos, pasará en aquellos que oculten sus libros y defienden sus opiniones.

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.....La reforma de la religion, dice Jaime I en el mismo > escrito *, se obró en Escocia sin órden alguna del príncipe, >> cuando en Inglaterra, en Dinamarca y en varias provincias » de Alemania sucedió muy distintamente. >>

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« En Escocia, algunos ministros de la religion, hombres turbulentos, vehementes y osados, supieron hacerse tan gratos á la muchedumbre en medio de aquel trastorno de > las cosas divinas y humanas, que despues de haber pro

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* De institut. principis. Jacobi M. B. regis, opera. p. 163.

** Ibid. p. 147.

bado

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