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demente el pié é impetró el perdon del que tanto habia ofendido á su rey y señor; y con tan estraño desenlace, que con el tiempo habia de ser trascendental á España, concluyó la guerra tan furiosamente emprendida entre el papa Paulo IV. Paulo IV. y el rey católico Felipe II. (1).

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Deseoso Felipe de atraer á su partido los prínciitalianos que pudieran aliarse con Francia, hizo el sacrificio de ceder al duque de Parma Octavio Farnesio la ciudad de Plasencia, agregada diez años hacia á los dominios de España por el emperador Cárlos V. su padre. Penetrando el duque de Toscana Cosme de Médicis, el más hábil y el más intrigante de los príncipes italianos, este propósito de Felipe, calculó el partido que podria sacar de estas disposiciones del monarca español; fijóse en el designio de incorporar á su ducado de Toscana el estado de Siena; y reclamando primeramente á Felipe el reembolso de cantidades prestadas al emperador durante el sitio de aquella ciudad, entablando despues negociaciones con Roma, amenazando aliarse con Francia, y usando de otros medios y artificios, logró al fin que Felipe le diera la investidura de Siena en equivalencia de las cantidades que le era en deber, si bien obligándose á defender los dominios del monarca español en Italia

(1) Pallavic. Hist. del Concil. lib. XIII.-Summonte, hist. di Napoli, tom. IV.-Cabrera, Hist. de

Felipe II. lib. IV.—Leti, Vita di Filippo, part. prim. lib. XII.

contra todo el que intentara atacarlos (1). Así iba Felipe II., tan celoso como era de sus derechos, desprendiéndose de posesiones que habian costado á su padre tantos años, y tanta sangre y dinero, con tal de ir dejando sin aliados al papa y los franceses.

Libre ya el duque de Guisa de sus atenciones en Italia, y llamado con urgencia por su rey, volvióse con su cjército á Francia (setiembre y octubre), donde fué recibido como el libertador de la patria y el salvador del rein.o. Los pueblos aclamaban al antiguo defensor de Metz contra las formidables huestes de Cárlos V., como el único que podia defenderlos del amenazante poder de Felipe II. El rey le colmó de honores y de dignidades, le hizo lugarteniente suyo dentro y fuera del reino, y le invistió finalmente de una autoridad poco inferior à la suya. El entusiasmo á que en el pueblo francés produjo la vuelta de el de Guisa, unido al armamento general ordenado por el rey Enrique, y á los refuerzos que de todas partes acudian, hizo temer al monarca español aun por la conservacion de San Quintin, cuyas fortificaciones apenas habia podido reparar. Abrió en efecto el de Guisa resueltamente la campaña en los últimos y más crudos meses del año; concentró muchas fuerzas hácia Compiegne, y amenazó diferentes veces las ciudades de la frontera de Flandes.

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Pero otra empresa era la que meditaba el general francés que cuadraba más á su deseo de acreditar con algun hecho brillante que no sin razon habia excitado el entusiasmo público. Y cuando amagaba por el lado de Flandes, in.itando la conducta del duque de Saboya que le valió la victoria de San Quintin, torció repentinamente á la izquierda, y puso sitio con todo su ejército á Calais, casi la única plaza que conservaban los ingleses de cuanto en Francia habian antiguamente poseido, pero que hacia más de dos siglos retenian en su poder y era como la puerta que les daba entrada segura al corazon del reino. Sorprendió tan atrevido golpe á amigos y á enemigos, pues ni unos ni otros habian podido imaginarle. Penetrado él de que para salir airoso en tan arriesgada einpresa necesitaba no dar tiempo á que los ingleses socorrieran la plaza por mar, ni Felipe II. por terra, apretó tan vigorosamente el sitio y menudeó tanto y con tanto impetu los ataques, que á los ocho dias, quebrantada y fatigada la guarnicion, compuesta solo de quinientos hombres, se vió obligado el gobernador inglés lord Wentwort á capitular (enero, 1558).

Dueño de la plaza y puerto de Calais (1). y antes que unos y otros se repusieran de su aturdimiento,

(1) Las historias de Francia y de Inglaterra.-Carta de Felipe II. al emperador Fernando, su tio, dándole cuenta del suceso de Calés (Calais): de Bruselas à 19 de

enero de 1557. En la Biblioteca del duque de Osuna, y en el tomo II. de la Coleccion de documentos inéditos.

pasó á cercar á Guines que defendia lord Grey, y la batió y rindió despues de cuatro asaltos (1), y procedió á apoderarse del castillo de Ham, que la guarnicion desamparó antes que él llegara.

Mucho enalteció el venturoso resultado de tan audaz é inesperada empresa la reputacion militar del duque de Guisa. Francia lo cclebró con trasportes de júbilo, y se levantó de su abatimiento: la Europa lo admiró, y formó una alta idea de los recursos del pueblo francés: Felipe II. comprendió cuanta fuerza daba este golpe á una nacion que hacia pocos meses parecia hubiera podido él fácilmente dominar: los ingleses prorumpian en denuestos contra la reina y los ministros que los habian comprometido en aq ella guerra, y condenaban y maldecian su imprevision: y el duque de Guisa, lanzados del suelo de Francia todos los ingleses que moraban en Calais, y puesta en la plaza una respetable guarnicion francesa, dió un descanso á sus tropas para prepararlas á otra campaña.

(1) Carta de Felipe II. à la princesa su hermana en 10 de febrero de 1558. Códice MS. de la Real Academia de la Historia titulado: «Libro de cosas curiosas de en tiempo del emperador Cárlos V. y el rey don Felipe II. nuestro señor, escrito por Antonio Cereceda. C. 107, estante 35 grada 5.Despues de lo de Calés, dice la carta, se puso el campo de los enemigos, sobre Guines, donde emandé meter dos banderas de valones y hasta 50 españoles, que no se pudo hacer más por la ne

«cesidad que habia de gente en nuestras fronteras, estando en «parte que podian ir fàcilmente sobre Gravelingas ó Dunquerque, «que convenia tanto guardar por «ser la llave de Flandes y no estar fortificadas: y habiendo hecho las trincheras en que tardaron tres dias, le plantaron la artillería, y le batieron con gran furia, y lo dieron cuatro asaltos en los cuales los de dentro les mataron mucha gente, y al último, no les pu«diendo mas resistir.... se rindie@ron, etc..

Las gestiones de Enrique II. para que la Escocia moviese guerra á la Inglaterra, su vecina, habian sido menos felices. Los escoceses tuvieron la prudencia de no dejarse comprometer á tomar las armas contra una nacion con la cual estaban en paz. Pero logró el francés otro de los objetoe importantes de sus negociacio nes, á saber, el casamiento de su hijc el delfin con la jóven reina de Escocia, alcanzando tan ventajosas condiciones en los capítulos matrimoniales, que con ellos venia Enrique á agregar nuevamente á su corona la posesion de un gran reino; y sierlo la reina de Escocia sobrina del de Guisa, adquiria éste una posicion, la más elevada y brillante á que podia llegar un vasallo, y que era lo que podia faltar al alto prestigio de que ya gozaba como libertador de la patria y como lugarteniente general del reino.

Así mientras Felipe II., despues del triunfo y conquista de San Quintin, falto do recursos, que á costa de esfuerzos y sacrificios ce estaban recogiendo en España, habia tenido que licenciar parte de sus tropas, imposibilitándose de atajar el progreso de las armas francesas, el de Guisa, orgulloso con los lauros de Calais, y confiado en el ascendiente que le daban su autoridad, su posicion y su nombre, llegada que fué la primavera, abrió de nuevo la campaña, y dirigiéndose hácia los Paises Bajos, puso sitio á la fuerte plaza de Thionville en el Luxemburgo. Defendiéronla briosamente los sitiados, tanto que de dos mil

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