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Otros invadieron el continente europeo, donde se diferenciaron, dando lugar al tipo caucasóide.»

Estas nuevas hipótesis bien valen ser divulgadas, sin perjuicio de que se rectifiquen.

Post scriptum.-Después de escritas estas páginas, Sergi ha publicado su nuevo libro L'Uomo, secondo le origine, le varietá, la distribuzione geografica (Turin, 1911); en la cual, influído precisamente por los descubrimientos y estudios de Ameghino, rectifica la taxonomía y nomenclatura antropológicas que había expuesto en Europa (1908).

Siguiendo en su poligenismo, admite cinco géneros distin tos del que los monogenistas conceptúan género único humano. Dos de estos géneros se han extinguido enteramente, à saber:

1) Archeoanthropus, que es, precisamente, el Prothomo ú Homo pampaeus de Ameghino;

2) Paleoanthropus, el antiguo Homo aeuropeus de su primera nomenclatura (el hombre de Neanderthal, Krapina, Spy. Hei-` delberg, etc).

Otros tres géneros viven en la actualidad y de su composición resultan las actuales poblaciones humanas:

3) Notranthopus (hombre del Sur), el H. afer de antes; 4) Eoanthropus (hombre de Oriente), H. asiaticus antes; 5) Hesperanthropus (hombre del Oeste), que sería el hombre americano procolombiano, nuevo género humano nacido otra vez (¿cuándo y cómo?) en América, más fecunda que Europa que no volvió á alumbrar la forma humana después de la extinción del Paleanthropus.

C. BERNALDO DE QUIRÓS.

REFRANES, CANTARES Y MODISMOS ESPAÑOLES

DE CARACTER JURÍDICO

El espíritu observador del pueblo, condensa en pocas palabras las ideas que forma de cuanto le rodea, y su opinión acerca de tal ó cual cosa; su juicio respecto á determinadas personas; la noción que tiene de éste ó el otro cargo ó función, se convierten en verdaderos axiomas que se transmiten de unos en otros, sin que en lo esencial varien las circunstancias que las modifiquen, ya sean de lugar ó de tiempo, y todas esas ideas constituyen un arsenal de conocimientos vulgares tan interesantes y tan variados, que cuanto más se fija en ellos la atención, más datos curiosos se encuentran dignos de tenerse en cuenta por los investigadores que buscan en las frases y modismos del pueblo, materiales para el estudio de su carácter y modo de ser.

Hoy que tan en moda está el discutir acerca de cuanto se refiere al orden religioso y á los sentimientos de nacionalidad; shora que se habla tanto de patria grande y chica, y de otras muchas cosas que no entienden los mismos que las discuten, porque no saben sentirlas, deben tener presente que el pueblo dice que patria, región y religión no admiten discusión», y siendo ésta la idea popular acerca de factores tan esenciales de la vida nacional, se comprenderá que los que levantan bandera para discutir estos principios, no están realmente identificados con el pueblo mismo.

De sobra sabe el vulgo que «á rey muerto, rey puesto, y como siempre ha de haber uno que mande, sea quien fuere, lo mismo le da <rey que Roque»; porque la gente baja, especialmente la que vive en las poblaciones rurales, hace poco caso de la forma de gobierno, estimando en muy poco los cargos públiccs, y por eso dice que «quien sirve al común, sirve á ningún, pues apenas suelen ser agradecidos los servicios hechos á la colectividad.

Por eso en los pueblos rurales suelen decir que «alcalde, ni de balde, y también: «jurado de aldea, quien quiera lo seaɔ (1), porque aunque los maliciosos sostienen que cbeba la picota de lo suyo, que el tabernero medirá seguro, el que ejerce autoridad, no debe olvidar que los prudentes piensan <que al alcalde y la doncella, no le diga nadie si yo quisiera>; puesto que es sabido, que quien come la vaca del rey, à cien años paga los huesos», y tal vez en esto se funda el cantar popular tan conocido:

Juan quiso salir de alcalde,
y fueron tales sus tretas,
que salió efectivamente
para el presidio de Ceuta.

<El alcalde cruel, nadie dice bien de él, y aunque según los segovianos, cuando no hay propios, hay que buscar arbitrios, del que exige cargas excesivas, se asegura en todas partes, que aprieta más que el gobierno»; porque éste tiene fama de estrujar á los contribuyentes por cuantos medios pueden imaginarse.

Aunque cada uno tiene su alguacil», para indicar que éste, como vulgarmente se dice, hay ocasiones en que se ve obligado á hacer la vista gorda, suele afirmarse, que calguacil de campo, cojo ó manco», pues el que tiene influencias con los poderosos, puede descalabrar al alguacil, y acogerse al corregidor»,

(1) Así dicen en Aragón, donde jurado equivale á alcalde. Despreciativamente se oye á muchos, que concejal y ojo de c..., todo es uno».

bien seguro de que si como tiene orejas tuviera boca, á mu chos llamara la picota>.

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Los letrados inspiran, en general, tan poca confianza al vulgo, que lo mismo los califica de «pica-pleitos> y de cabogados de secano, si tienen poca clientela, que los cree capaces de hacer ver lo blanco negro, y de revolver Roma con Santiago, pues tiene tan arraigada la idea de que mudan fácilmente de parecer, que dice que «un cómico es lo mismo que un abogado, igual hace de moro que de cristiano».

Sin embargo, aun es menos laudatorio el juicio que tiene formado el pueblo de los escribanos, y en los siguientes cantares expresa su convencimiento de que para ellos no hay salvación en lo eterno:

Primero que suba al cielo
el alma de un escribano,
tintero, papel y pluma
han de bailar el fandango.

En el cielo hay un racimo que es para los escribanos, como no sube ninguno

no le falta ningún grano.

estimándoles en tan poco, que mientras los enamorados cantan á su amada:

Entre zarzas y escribanos,

no te juntes, vida mía,
que el escribano y la zarza
nacieron el mismo día.

los que les suponen capaces de todo, afirman que:

Con cuatro testigos falsos

y un escribano ladrón,

echan un hombre à presidio

sin tener apelación.

viniendo á corroborar la idea de que tienen las manos lar

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gas (1), este cantar muy popular en diferentes comarcas españolas:

Un escribano y un gato

se cayeron en un pozo;
como los dos tenían uñas,

se arañaban uno á otro.

Judíos en Pascuas, moros en bodas y cristianos en pleitos, gastan sus dineros, y sin tener éstos en cuenta, que <quien tiene pierde, se procura «fingir ruido por venir á partido>; porque quien mal pleito tiene, á veces lo mete», olvidando que cá demanda coja, pleito torcido, y que <á presurosa demanda, corresponde despaciosa respuesta»; porque «para sentenciar un pleito, hay que oir las dos partes»; puesto que <cada uno alega en derecho de su dedos, y aunque muchos acuden á los Tribunales de justicia, «no por el huevo, sino por el fuero», hay que dar á cada uno lo suyo» (2), teniendo presente, que cá mal fecho, buen derecho»; pero sin extremar el rigor, antes bien, empleando la prudencia para que no quede el re curso de decir, que «derecho apurado, tuerto ha tornado»; pues aunque <á mala cuenta, no hay providencia buena»; siempre le queda al que se cree perjudicado, cel derecho del pataleo»; per es preferible, como decían nuestros antepasados, «consejo de Oldrado y pleito acabado».

Aunque camino robado, camino seguro, es evidente que <por un ladrón pierden ciento en el mesón», pues si bien es cierto, que la ocasión hace al ladrón», no lo es menos, que <ladroncillo de agujeta, después sube á barjuleta» (3), sin tener presente que «quien te cubre, te descubre»; pues no obs

(1) Aludiendo á lo perjudiciales que son los yerros de los escribanos, decían los antiguos: «cornada de ansarón, uñarada de león, y también: «de cornada de ansarón, libre Dios mi corazón».

(2) No hay que olvidar que «en la ruin villa, pleito cada día», pues mientras se considere «beato el que posee, malharón el que demanda, es sabido que donde no hay harina, todo es mohina».

(3) Adagio antiguo que denota que los ladrones empiezan por poco y acaban por mucho.

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