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forman la mayoría de la poblacion de los arrabales, excepcion hecha de algunas lindísimas posesiones que el buen gusto ha ido construyendo. En estas casas, verdaderamente indígenas, no entra otro material que las cañas, la nipa y el bejuco. Son, por lo general, de un solo piso, separado del suelo de una á dos varas, y no dejan de ser vistosas. Su construccion es bien sencilla: los llamados en el país. anloagues, que son los que trabajan estos materiales, cortan desde luego cierto número.de cañas á una longitud determinada, y haciéndoles en un extremo una especie de horquilla ó tenaza, las entierran por el otro verticalmente en el piso, en el sitio destinado para los harigues pincipales, que en muchas casas son de palma-brava. Una vez puesto el número suficiente, mientras unos colocan las cañas horizontales, que apoyadas en las horquillas han de formar el sosten de la techumbre, otros, por taladros hechos convenientemente en los piés derechos, van pasando trozos de caña que atan con bejucos, formando así una especie de jaula, que deja sólo en claro el hueco de las puertas y ventanas; seguidamente se cogen las nipas, que se llaman así las piezas de mayor o menor longitud que forman las hojas de esta palma, dobladas y ajustadas á una caña delgada á modo de peine, y empezando por la parte más baja, se van cosiendo con bejuco al enjaulado, por lineas paralelas que montan unas sobre otras, á excepcion de unos tres dedos, que es lo que gana cada fila en altura, con lo cual quedan los tabiques por dentro en disposicion de ser forrados, y por fuera las paredes á modo de una piel de carnero peinada. En la techumbre se hace la propia operacion, en el enjaulado que se forma sobre las cañas principales que indican el declive del tejado; y como en el ángulo superior sería dificil colocar la nipa de modo que no presentara ningun claro, se forma lo que se llama el palopo, que es un tejido de cañas partidas, que unidas con cabo negro, forman el caballete. Para construir el piso de la casa, se cortan las cañas á lo largo con un ancho de media pulgada á lo sumo, á una longitud igual á la del suelo, y alisadas convenientemente y colocadas sobre los durmiente del piso, unas al lado de otras, se van sujetando con bejucos al enjaulado del suelo; este piso es el que se llama sahig, y se asegura por debajo con

gruesos tocones, especies de pilares de caña que se entierran en el suelo, apoyando su extremo superior ahorquillado sobre las durmientes del piso.

Para impedir que las nipas se levanten con el aire y pueda entrar el agua al interior, se cortan unas cañas largas como las del piso, y empezando por la parte más alta del edificio, se van colocando horizontalmente cosidas con bejuco á las paredes, paralelamente á sí mismas y a distancia próximamente de un palmó; esta operacion no se efectúa en la techumbre por miedo á las goteras, y para prevenir el inconveniente se construyen con mucho más cuidado. Hechas estas operaciones, se procede á dar la última mano á la fábrica para construir las paredes, tabiques y cielo de la casa, y las puertas y ventanas necesarias. Para esto, primeramente, con el tejido llamado sauale, se cubren las paredes y el techo, formando así el raso, y se hacen y cubren los tabiques de separacion, dejando los huecos necesarios; luego, con cañas acanaladas, se cubren las aristas de las ventanas y puertas, sujetando todo con bejucos, y últimamente, y en bastidores hechos á medida de los huecos, se cosen trozos de sauale para formar las puertas y los tapancos de las ventanas. Las primeras se suelen colocar giratorias ó á corredera, sobre dos cañas horizontales, una superior y otra inferior, sujetas ambas en las paredes, y las segundas giratorias siempre en la parte superior y horizontal, abriéndose, bien á favor de una caña de abajo á arriba, bien corriendo lateralmente sobre su eje como las puertas. La cocina se construye á uno de los costados, hácia el interior del solar, y en ella se arma el batalán, ó azotea de cañas, la que se rodea de un antepecho de este material tejido convenientemente, dejando un hueco para la escala de servicio y paso á otras dependencias indispensables, que se construyen un poco distantes. La escalera principal de la casa se fabrica, doble ó sencilla, con dos cañas gruesas atravesadas por otras más delgadas formando tramos.

Como puede comprenderse, la construccion de estas casas varía segun los medios; en unas se pone en vez del sahig, piso de tablas; en otras son tambien de este material las paredes, y en muchas se cubre la nipa exteriormente con cañas partidas á lo largo y machacadas, formando planos, con lo que las casas

son más duraderas y un poco ménos combustibles. Lo que es general en todas ellas, es cubrir lateralmente el espacio que queda bajo el piso, que se llama silong, que muchos dedican para tener gallinas ó cerdos, y otros para tienda. En las casas de los más acomodados se blanquean y pintan los tabiques, y se introducen otras muchas innovaciones que no dejan de hacerlas agradables. Las casas de nipa son en extremo frescas, y las construidas cerca del mar gozan mucha fama por lo saludables. Lástima es, verdaderamente, que los incendios que mensualmente visitan estos arrabales, no permitan al europeo gozar las ventajas de seguridad y salud que tienen estas viviendas en aquel clima.

La construccion de buques, industria tan importante en un pais esencialmente marítimo, está muy adelantada en las Islas, y son contadas las provincias en que no se conoce. Las de Cavite y Pangasinan son las mejores por sus astilleros, y por lo tanto el número de buques fabricados es tambien mayor en ellas. Los que se construyen en el país tienen los siguientes nombres: Fragatas, Bergantines, Goletas, Balandras, Lorchas, Pontines, Pancos, Cascos, Paraos, Barotos, Lancanes y Bancas.

(Continuará).

FRANCISCO J. DE MOYA Y JIMENEZ.

LAS APARIENCIAS

AL LECTOR

Hace poco tiempo visitaba yo como viajera el cementerio de la linda ciudad de M...

Siempre ha tenido para mí una gran atraccion ese lugar de olvido y descanso, donde los recuerdos surgen como pálidos fantasmas, poblando el vacío de esa nada, que es acaso la única verdad palpable de la vida.

Los nombres desconocidos que se hallan en los sepulcros de un cementerio que por primera vez visitamos en un pueblo extraño, nos inspiran una veneracion mezclada de simpatía.

Diríase que la mirada de nuestra alma quiere penetrar el secreto de la muerte, remover aquellas heladas cenizas y comprender la historia de cada uno de aquellos corazones, ya deshechos, que han palpitado con la vida de las pasiones y de las esperanzas.

En este dia, la tristeza que la proximidad de la muerte inspira, se desvanecía para mí en una melancolía dulce y plácida.....

Habia una soledad completa.

El rumor del mar cercano llegaba allí como un eco de las armonías de lo infinito.

El viento, que batia las olas con un movimiento igual y cadencioso, agitaba tambien las flores del cementerio.....

Una meditacion vaga, una especie de nebulosidad del pensamiento envolvía mis sentidos. Las ideas sin luz flotaban entre la sombra de penosos recuerdos, como esas pálidas estrellas que envuelven los deshechos girones de las nubes.

De repente me despertó de esa especie de sueño del alma el crugido de la arena, oprimida por un pié breve y rápido.....

Una mujer vestida de negro, jóven, y á lo que pude juzgar bella, se aproximaba á la galería en que me encontraba.

Un movimiento instintivo de respeto, de temor acaso, me hizo retroceder, evitando ser vista por la señora que llegaba.

Mi precaucion fué inútil.

Aquella mujer se detuvo junto á los primeros nichos, se puso de rodillas, levantó su velo y

oró.

Una viva sensacion de asombro sentí al contemplarla.

Me fué desconocida, pero su fisonomía dulce y simpática era de esas que siempre parecen haberse visto ántes.

No era, pues, su figura lo que producía mi extrañeza; era la expresion de celeste calma, de dicha sublime, de éxtasis, si se me permite la frase, esparcida en aquella expresiva fisonomía.

Sus manos juntas parecian elevar á Dios una ofrenda invisible; sus labios se agitaban suavemente, y su frente, que iluminaban los últimos rayos del sol, parecia ceñida de una aureola de felicidad.

Sin voluntad, sin conciencia de lo que hacia, atraida por no sé qué misteriosa influencia, iba á aproximarme á la dama desconocida, cuando ésta se puso de pié, abrió con una pequeña llave que sacó.de su pecho el cristal que cubria un nicho, y con la mirada empapada de ternura, sin dejar de rezar, segun se adivinaba por el leve movimiento de sus labios, colocó un objeto blanco y pequeño bajo el ala de un ángel de alabastro que parecia llorar sobre las cenizas que allí se contenian; cerró cuidadosamente, besó la blanca orla de mármol del sepulcro, y dejando caer su velo se alejó lentamente, subió en un coche que la esperaba, y desapareció.....

Una curiosidad, mezclada de interés, me hizo buscar el nicho misterioso ante el cual ví rezar á una mujer que parecia ser tan dichosa.

El lugar que habian' tocado sus labios tenía grabada una fecha: 25 de Marzo: unido á esta fecha, en caractéres casi imperceptibles, se leia: ¡Para siempre!

Adiviné una historia: pero ¿cuál sería?.... ¿Qué mano era aquella que habia trazado un recuerdo vivo en las páginas de aquel libro de la muerte, en cuyas hojas en blanco sólo puede grabarse con lágrimas la sombra de una memoria?

¡Para siempre! ¿No era una profanacion, un reto á la muerte, que es la nada, hablar de ese siempre, que es el todo, porque lo que no acaba es lo infinito?

Si aquel ofrecimiento de algo eterno era una promesa, esta promesa ¿habia sido hecha á la mujer muerta ó á la mujer viva?.... ¿Cuál de las dos tenía derecho á reclamar aquel siempre, la que lo realizaba en la eternidad del sepulcro, ó la que lucharía para alcanzarlo con las eventualidades de la vida?

¡Qué profundo misterio!

Pocas veces he sentido un interés tan vivo ante un enigma cuya solucion me fuese extraña.

Me disponia á retirarme, bajo la impresion que aquella escena me habia producido, cuando por la galería en que estaba el nicho misterioso ví adelantar á un hombre.

Un sentimiento de curiosidad me obligó á esperar.

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