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LA ESTRATEGIA DE RUSTOW

Y LA TÁCTICA DE LEWAL

Rustow es ya un nombre familiar en nuestro ejército. Primero, por informes sumarios de esos periodistas que, sin gloria ni fortuna, depositan en oscuros trabajos anónimos el fondo íntimo de sus más complexas y variadas opiniones; luego, por traducciones de oficiales entusiastas, la originalidad y fecundidad prodigiosas de Guillermo Rustow nos son conocidas.

Entre sus trabajos de más iniciativa y vigor, no es aventurado colocar La estrategia en el siglo XIX, recientemente y con gran fidelidad traducida por los Sres. Olive y Herrera.

Pasaremos á examinar esta obra, aunque no sea más que por tratarse en ella de una de las ciencias militares más apasionada y largamente discutidas.

¿Es ciencia la estrategia? Para unos la estrategia es la aplicacion de la geometría á los movimientos de los ejércitos. Para otros no hay estrategia; su objeto no puede constituir un estudio útil.

Desde la Enciclopedia económica, que procuró definir esta palabra, hasta el general Lewal, que pretende, como Guibert, resumir todo el arte de la guerra en la táctica, los más distinguidos escritores se han esforzado vanamente por demostrar, ya

la posibilidad, ya la imposibilidad, de hacer de la estrategia una ciencia.

Berenhorst niega todo principio al arte de la guerra y del mando en jefe.

Bulow comprende en la estrategia todas las operaciones preliminares al choque. En cuanto se viene á las manos, dice, empieza la táctica.

Jomini opina que corresponde á la estrategia todo lo que pasa en el territorio sobre el que dos potencias enemigas pueden chocar; y á la táctica, el arte de batirse y de disponer y mover las tropas en un espacio de cuatro á cinco leguas de extension.

Para el archiduque Cárlos, la estrategia es el plan general de una guerra, la ciencia, en fin, del general en jefe.

Ciencia de las marchas la llama Grassi; y Boiste, de los movimientos de un ejército alejado de otro.

Nisas concibe la estrategia de un modo casi igual que Bulow, y De Presle, como el archiduque Cárlos.

Heller la llama táctica, pura ciencia de las posiciones y las maniobras.

En fin, De Chambray, Moretti, Mackena, Allix, Claussevitz, Sanchez Osorio, Vial, Villamartin, con más ó ménos reservas, aceptan la estrategia, mientras que otros, como Gouvion SaintCyr, querrian proscribirla absolutamente.

Rustow figura en el primer grupo. El último capítulo de su obra, es un vigoroso y atrevido ensayo de constitucion de la ciencia estratégica.

Hay leyes fundamentales de direccion de los ejércitos, dice; se ven surgir claramente de todos los hechos de la historia, y se puede intentar la expresion de estas leyes en cierto número de proposiciones. Hasta veintisiete expone Rustow, y cierra este notable resúmen con ejemplos de operaciones, batallas, sistemas de requisa, rasgos de audacia y capitulaciones.

La concepcion estratégica de Rustow ofrece, bajo muchos aspectos, un carácter positivo y profundo. Tal vez peque de audaz alguna de sus generalizaciones; pero esto no sería sino

un atractivo más de este original escritor, y, por otra parte, ¿no ha dicho él mismo, dando prueba de un gran espíritu observador, que la audacia es el lado hermoso del mando en jefe? El génio, en cualquier género de actividad, es siempre algo audaz.

Una hipótesis, una teoría científica, requiere un movimiento de audacia. Cuando de la observacion de los fenómenos más sencillos de choque, se atrevió á generalizar Newton la igualdad de la atraccion mútua, ¿que realizó sino un acto de sublime audacia?

Restringiendo, pues, esta expresion á su más noble y elevado sentido, es admisible repetir, con Rustow, que la audacia es el lado hermoso del mando en jefe, ya se trate de las armas, ya de las letras.

Rustow nos parece un doble audaz, porque en ambos sentidos ofrece de ello ejemplos su interesante historia.

Audaz es en Prusia, sosteniendo la causa de la libertad con la pluma; audaz es en Volturno, batiéndose por la unidad de Italia, y esta misma nobilisima audacia campea en su elegante exposicion doctrinal de la estrategia contemporánea.

Para Rustow, el objeto de la estrategia es la fuerza, esto es, la fuerza positiva, la fuerza moral y material representada en los ejércitos. Conservar el ejército propio, y destruir el del enemigo: hé aquí cual debe ser el pensamiento dominante del general en jefe.

La accion de guerra concentrada, es la batalla. Se debe, pues, ante todo, asegurar su éxito, extenderlo cuanto sea posible, é impedir que la derrota sea desastrosa.

¿Cuáles son las mayores probabilidades del éxito? Fuerzas superiores; eleccion del momento y lugar en que uno es más fuerte; concepcion clara y precisa del punto de ataque; inteligencia para dirigir hácia un fin único todas las fuerzas materiales y voluntad enérgica para no perder de vista este objeto.

Aunque no en absoluto, la superioridad numérica es superioridad de fuerza. Podemos ser, en un cierto paraje de la accion táctica, relativamente superiores, y allí deberá darse el ataque decisivo. Reunir, pues, sobre un punto ó sobre una

línea el grueso del ejército en un momento crítico; hé aquí el primordial precepto de guerra, segun Rustow.

Rustow aconseja tambien que no se abuse de los destacamentos, y, sobre todo, que no debilitemos nuestras fuerzas en el punto decisivo, si el enemigo no resulta obligado á debilitarse tambien.

El ejército debe fraccionarse en cuerpos ó divisiones, ni muy fuertes ni muy débiles, y en cada una de ellas las armas deben estar representadas en justas proporciones.

Para Rustow, en fin, la superioridad de la ofensiva sobre la defensiva, es evidente.

Esto era más verdad en su tiempo que hoy. Los 19 ó 21 tiros que pueden dispararse con el cargador rápido de Krnka, serán mucho más ventajosos á los que defienden una posicion que á los que la atacan, obligados á detenerse con frecuencia para apuntar y tirar.

El general Lewal ha demostrado además, que, en igualdad de combatientes, las probabilidades de éxito entre el ataque y la defensa son como 3 es á 18, ó 1 á 6.

Como esta proposicion, hay otras muchas de Rustow, que pueden ser hoy muy discutibles; pero esto no quita el menor mérito á una obra que, como todo lo que es del dominio del pasado, debe juzgarse con relacion al momento y circunstancias en que fué escrita.

Rustow atribuye demasiada poca influencia en el combate á sus dos importantísimos factores: las armas y el terreno. Su concepcion estratégica peca en este sentido del exclusivismo en que incurre la reciente concepcion táctica del general Lewal. Para Rustow, el elemento intelectual del combate, el plan, lo es casi todo; para el general Lewal, la ejecucion, la táctica, es la sola ciencia de la guerra.

No es ocasion de exponer aquí nuestras propias opiniones sobre una cuestion que, á nuestro juicio, no se ha resuelto con facilidad por no haberse planteado bien. La primera obligacion que nosotros nos impondríamos, si tratáramos de discutir sobre si la estrategia, la táctica y, en suma, la guerra misma es arte ó

ciencia, sería la de fijar con claridad el sentido lógico de estas nociones, partiendo para esto de la teoría más autorizada y positiva del conocimiento.

Hecho este estudio fundamental, nos sería ya fácil determinar, con más ó ménos precision, hasta qué punto la guerra puede ser objeto de un método y una investigacion rigurosamente científica; á qué leyes generales, en fin, puede ser reducida, y qué axiomata media pueden establecerse sin incurrir en los peligrosos escollos del dogmatismo, mil veces peores que los de una libertad de concepcion algo inmoderada.

Pero entre las dos exageraciones de Rustow y de Lewal hay un claro término medio. Así como el espíritu no es concebible y no puede existir, ni existe, segun las últimas investigaciones de la psicología fisiológica, fuera de una cierta constitucion nerviosa y muscular, así tambien no es concebible un plan cualquiera de guerra, una concepcion estratégica, sin ciertos medios materiales, sin órganos adecuados de ejecucion. Son inseparables, pues, de todo éxito en la guerra sus más importantes factores, armas, terreno, aprovisionamientos, todo, en fin, cuanto quiere comprender el general Lewal en la expresion outillage; pero no es ménos inseparable la idea, el mando, cuya influencia en cualquier concepto se hace sentir en todo el curso de la batalla.

Decir, pues, que todo el progreso militar está en el perfeccionamiento de los útiles ó instrumentos (outillage) es una proposicion tan absoluta como la de negar que esta perfeccion sea indispensable; porque, en realidad, ni los medios morales, ni el plan, ni la inspiracion por sí sola, pueden garantizar éxito alguno en la guerra, ni los medios materiales sin direccion inteligente y sin inspiracion fecunda, podrian ser tampoco fructuosos.

Por fortuna, estos casos son sólo indicados como una abstraccion; pues como hace observar muy bien al principio de su tratado Rustow: «El ejército tiene por elemento esencial al hombre con sus necesidades fisicas, su inteligencia, sus pasiones.» Luego en la guerra, como en el organismo humano, ne

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