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neral de la Órden, Fr. Francisco Gonzaga, quien afirma que Zumárraga profesó en la custodia de la Concepcion, y no en la de Cantábria; indicando despues que fué en el convento del Abrojo. El primer hecho cierto de la vida del venerable arzobispo es, que despues de ejercer varios cargos en su órden, era prior de dicho monasterio cuando se retrajo en él para pasar la Semana Santa de 1527 el Emperador Cárlos V, y admirado este de la austera disciplina del convento, que hizo resaltar el rasgo de haber distribuido entre los pobres la limosna que dió el Emperador á los frailes, empleó las virtudes y calidades del prior, comisionándole á poco para estirpar la secta de los brujos que de tiempo antiguo existia en el país vascongado, y que tenía por centro el aquelarre de Zagurramurdi, á cuyo fin fué nombrado inquisidor. Con este motivo, los detractores del arzobispo le han acusado de fanático, y el Sr. Icazbalceta trata de vindicarle; pero, á mi juicio, no escoge buen camino, intentando demostrar que no creia en brujos el Sr. Zumárraga. El biógrafo vizcaino acomete de frente la dificultad, y fundado en autoridades teológicas tan importantes como las de Santo Tomás, demuestra la existencia de adoradores del demonio, extendiéndose en consideraciones acerca de la realidad de los ángeles rebeldes y de sus calidades. No es ocasion á propósito para tratar este punto, y sólo diré que es, no sólo de fé para nosotros los católicos, sino además racional, la creencia en el infierno, como necesaria consecuencia del pecado, hijo del mal que existe en el mundo, y que tiene su causa en la humana naturaleza; todo lo demás se deriva naturalmente de estos principios incontrovertibles; pues aunque parezca extraño que en pleno siglo XIX sostenga el que esto escribe la existencia de la brujería y de los brujos, no lo parecerá, si se tiene en cuenta que al afirmarla no se afirman las extravagancias y delirios que ellos mismos creian, como no se afirma que vengan los espíritus de los muertos á conversar con los vivos, porque aseguremos el hecho de que hay en estos tiempos una secta llamada de los espiritistas, no muy diferente, y, de seguro, derivada de la de los hechiceros y brujos; unos y otros creian y creen las maravillas que refieren, como testigos presenciales, y la explicacion de este fenómeno psicológico la dió ya, con su poderosa intuicion, Cervantes en su

profundo diálogo de los Perros del hospital, en donde Berganza pone en boca de la Cañizares estas palabras: «Hay opinion que >>no vamos á estos convites sino con la fantasía, con la cual nos >>representa el demonio las imágenes de todas aquellas cosas >>que despues contamos que nos han sucedido: otros dicen que »no, sino que realmente vamos en cuerpo y ánima, y entrambas »opiniones tengo para mí que son verdaderas, puesto que nosotros »no sabemos cuándo vamos de una ó de otra manera; porque todo lo »que nos pasa en la fantasía es tan intensamente, que no hay dife»rencia de cuándo vamos real y verdaderamente.»

Dejando este asunto, no obstante la curiosidad que despierta, diré que el P. Zumárraga cumplió su encargo con čelo

y buen éxito; y como la extension de los territorios descubiertos y conquistados en el Nuevo-Mundo exigia la organizacion en ellos de la Iglesia, se erigieron obispados, y, para el que se habia de establecer en el imperio que conquistó Cortés fué elegido por el Emperador el 12 de Diciembre de aquel mismo año de 1527 el P. Zumárraga; su humildad y apego á la vida religiosa le movió á renunciar aquella dignidad, y hubo que acudir á su prelado para que le obligara á aceptarla por santa obediencia.

Con su elevacion á la dignidad episcopal empieza realmente la vida pública del P. Zumarraga; y aunque desearíamos saber por menudo todo lo que precedió á ella, es lo cierto lo que que á la historia interesa es lo que hizo en el ejercicio de su elevado cargo. Es éste, segun teólogos y canonistas, sucesion del apostolado, y en pocas ocasiones ofreció con más. verdad tal carácter, despues que la fé fué predicada y extendida por el Antiguo Mundo, que cuando se descubrió el Nuevo; pues los obispos elegidos para aquellas vastas y desconocidas regiones. tenian la mision de propagar la luz del Evangelio entre millones de séres humanos sumidos en las tinieblas del error; y por lo que respecta á México, aunque existia allí una civilizacion rudimentaria que habia llegado á crear un órden político digno de estudio, todavía se fundaba en unas creencias y en un culto que apenas podemos comprender, como momento del desarrollo de la idea religiosa; pues si bien los sacrificios humanos tienen un fundamento racional y se explica su existencia y

hasta su necesidad como acto religioso antes de que se verificara la verdadera y eficaz redencion del género humano por el sacrificio del Hijo Unigénito del Eterno Padre, no pueden considerarse sin profundo horror y sin compasion intensísima aquellas enormes matanzas ejecutadas por los sacerdotes de Vitzilipotzili para lograr la reconciliacion del pueblo mexicano con la divinidad, segun la comprendian aquellos hombres. El clero español, especialmente el regular, cumplió su mision sublimé con el celo y con los admirables resultados que á todos son notorios, sirviendo además de escudo contra las pasiones de los conquistadores y de los oficiales reales á la poblacion indígena, que no bastaban á defender las sábias y cristianas leyes dadas en su beneficio por nuestros Reyes y sus consejos; esas pasiones desarrolladas, como era natural, por el hecho mismo de la conquista, habian puesto el antiguo imperio mexicano en estado gravísimo cuando el P. Zumárraga pártió de España, sólo con el carácter de obispo electo. Las acusaciones contra Hernán- · Cortés, que si tenian algun leve fundamento, eran, en general, obra satánica de los émulos que le suscitó su gloria, le habian enagenado las voluntades de la córte, y para someterle á residencia y gobernar el país conquistado se nombró una Audiencia con amplísimas facultades, pues para bien del Nuevo-Mundo ocurrió su conquista, cuando ya en España habian adquirido gran importancia los jurisconsultos, y á pesar del carácter guerrero de nuestra nacion en aquel tiempo, puede decirse que las armas habian cedido á la toga.

De propósito decimos que esto fué una gran fortuna para el Nuevo-Mundo; pues, aunque la primera Audiencia de México dejó tan triste recuerdo de sí, y los Guzmanes y Delgadillos deshonraron la clase á que pertenecian, la historia, con los ejemplos de las antiguas conquistas, nos enseña lo que hubiera sido de los naturales de América, entregados exclusivamente á merced de los hombres de guerra. El P. Zumárraga tuvo que sufrir los sinsabores de una verdadera persecucion por parte de la Audiencia, cuyos ministros no vacilaron en acudir á la calumnia para perderle en el ánimo del Emperador y de la córte. La narracion de aquellos lamentables sucesos en que se vé con pena á los representantes de la ley emplear hasta los medios

más violentos, incluso el asesinato jurídico, no en defensa de su jurisdiccion, sinó de sus malas pasiones, es una de las partes más interesantes del trabajo del Sr. Icazbalceta, que en el párrafo IV, despues de dar cuenta del viaje de Cortés á España, refiere la llegada á México del Presidente Nuño de Guzman, y la influencia funestísima que sobre él ejerció el factor Salazar, despertando su codicia y la de los otros oidores, llegando, para satisfacerla, al extremo de prender, atormentar y quemar al Rey de Mechoacan para que descubriera sus tesoros. Al propio tiempo la Audiencia perseguia sañosamente á los partidarios de Córtes, el Sr. Zumárraga se oponia con energia á tales excesos, en particular á los que sufrian los naturales, no sólo por su carácter de jefe de la Iglesia, sinó por el especial de protector de los indios, de que el Emperador le habia investido, como años atrás habia dado el gran Cardenal Cisneros idéntico encargo á Las Casas bajo el nombre de Procurador. Los conflictos jurisdiccionales entre estos Procuradores y las Audiencias fueron causa de que este cargo se modificara varias veces, quedando al fin extinguido y encomendada á las autoridades judiciales la aplicacion de las leyes de Indias relativas á los naturales, y para ellos tan benéficas.

Aunque los crímenes de los primeros oidores de la Audiencia de México fueron al fin perseguidos y castigados, á cuyo efecto se nombró nueva Audiencia presidida por el obispo Fuenleal, las calumnias que aquellos levantaron al P. Zumarraga dieron motivo á una injusta reprension y á la llamada á la córte del venerable prelado; fácil le fué allí vindicarse de las inicuas acusaciones del oidor Delgadillo, y restablecido, como era justo, en la gracia del Emperador, recibió sus bulas y fué consagrado el 27 de Abril de 1533 por el obispo de Segovia en la capilla mayor del convento de San Francisco de Valladolid. Juntamente con las bulas elevando á Zumárraga á la dignidad episcopal, y para que esto pudiera tener efecto, habia dado el Papa la de ereccion de la nueva iglesia de México, como se hacia siempre que las necesidades espirituales que producian los descubrimientos en el Nuevo Mundo aconsejaban la creacion de obispados, porque es sabido que el cargo de obispo no es ni puede ser honorario, sinó que cada uno de los que lo alcanzan

debe tener un territorio donde cumplir su ministerio, no obstante el principio sentado por San Agustin de que «el obispado es uno, que ejercen in solidum todos los obispos.» En esas bulas se fueron, por cierto, declarando las llamadas regalías de la Corona de Castilla en la Iglesia de Indias, desarrollando y aplicando los principios del derecho canónico ya consignados en la famosa de Alejandro VI, habiéndose formado con este conjunto de, disposiciones canónicas la disciplina especial y notabilísima de las iglesias de América, cuyo patronato, por tantos títulos propios y especiales, pertenece a nuestros monarcas, asunto sobre el cual han escrito extensa y sábiamente, entre otros tratadistas, Pereira Solorzano en sus dos obras, latina la una y castellana la otra, De politica indiana, y Fraso en su libro de Rigio patronato indiano. La misma especialidad del derecho canónico americano fué origen de muchas dificultades, sobre todo en los primeros tiempos, entre el clero y la magistratura, dando lugar á sucesos como los que ocurrieron con la segunda Audiencia de México, que no llegaron á causar mayores perturbaciones merced á la exquisita prudencia y grandes dotes de gobierno del primer virey D. Antonio de Mendoza, que hizo su solemne entrada en Méjico el 14 de Noviembre de 1535. La creacion de este cargo fué una novedad felicisima, porque con él se dió unidad al poder, evitándose las rivalidades entre los oficiales reales que antes lo ejercian, produciendo con fre'cuencia situaciones anárquicas.

Las circunstancias especiales en que se predicó y propagó el Evangelio en las Indias, dieron lugar á graves cuestiones teológicas, y la primera de ellas fué la relativa á la administracion del Bautismo, primer acto de profesion de la fé é ingreso de los que lo reciben en la iglesia. Ya el P. Las Casas habia levantado su voz contra el abuso hecho de este Sacramento, administrado á los adultos sin la preparacion suficiente, y, además, en formas que no eran las usadas de ordinario. El número inmenso de conversos obligaba, sin embargo, á prescindir en muchos casos de los ritos establecidos, y los franciscanos procedieron en México á la simplificacion de las ceremonias; pero otras órdenes religiosas y algunos clérigos, no sólo manifestaron dudas sobre la legitimidad de aquel proceder, sino que lo

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