Imágenes de páginas
PDF
EPUB

vieran interés en la cosa pública, como ciudadanos de una misma agrupacion ó nacionalidad, sin dejarles más arbitrio que los movimientos anárquicos, manifestacion destructora de la saliente personalidad y amor a la libertad é independencia que jamás abandonó á los árabes. Teniendo en cuenta, además, que por las razones indicadas, el desenvolvimiento filosófico y de investigacion habia'de resentirse en la mayoría de los casos de ser poco práctico ó hipócrita; si á todo esto se añade que el esfuerzo gigantesco hecho por los hombres de la arábiga Península habia agotado de cierta manera sus fuerzas, siendo relativamente pocos los descendientes de aquellos héroes que ejercian su dominio en un imperio tan vasto como hasta entonces no se habia conocido, y que por la confianza y entusiasmo no les fué dado prever lo que al fin ha sucedido, que las conquistas y á veces restauracion llevadas más tarde á cabo por naciones que estaban muy atrás en el camino de la civilizacion relativamente al grado que habia llegado á alcanzar la árabe, se comprende bien que su desaparicion, poco ménos que completa de la escena política, era inevitable.

Si condiciones fisiológicas que siempre han distinguido á aquella parte de las razas semíticas, aunque muy mermadas por las influencias religiosas y políticas, no han desaparecido por completo, y áun en los momentos que esto escribimos hay algunas leves indicaciones de que aspiran á manifestar su existencia ó á patentizarse, es lo cierto que la caida ha sido tan profunda, la descomposicion tan extremada, que sólo el porvenir podrá enseñar á las generaciones futuras si la raza árabe ha concluido su mision sobre la tierra.

Las razones generales que apuntadas quedan, aplicables son lo mismo á los árabes de Oriente que á los de España. Y si estos últimos brillaron con mayor esplendor, si su ruina se aplazó por más tiempo, si la civilizacion moderna les es deudora de una buena parte de la solidez y esplendor que han alcanzado las familias europeas en los tiempos modernos, débese, en gran manera, á que, como ya se ha dicho, fueron los árabes españoles una especie de secta protestante de la ortodoxia musulmana, y á la gran tolerancia que, generalmente hablando, ha informado sus actos respecto á todas las creencias y opiniones. No sólo por lo que se debe á los fueros de la verdad, ni porque es justo y conveniente restablecer la exactitud de los hechos, que el fanatismo ortodoxo unas veces, la mala fé, la rutina, el hábito adquirido, los estudios superficiales otras, habian adulterado ó desfi

gurado por completo, sino por lo que á la gloria y á la honra de la Península se refiere, y porque, mezclada su sangre con la de indígenas, escitas y germanos, ha formado esta unidad éthnica y han determinado en gran manera las cualidades y defectos del carácter medio que distingue á los hombres de la Ibérica Península, que son, y era forzoso que así sucediera, herederos de las cualidades y defectos. de ellos, porque no puede explicarse de otra manera, con algunas probabilidades de acierto, la grandeza real y aparente que llegaron á alcanzar las dos naciones de la Península, su rápida decadencia, que empezó precisamente en los periodos en que se creia mayor su poderío, lo difícil, penoso y prolongado de la regeneracion, los actos de admirable heroismo y de inconcebible anonadamiento; todas estas razones y otras que pudieran exponerse, exigian de consuno que nos detuviéramos algun tanto en las consideraciones que anteceden.

Concluido lo que hemos creido indispensable decir relativamente á la civilizacion árabe, lo que falta de nuestra tarea, aunque más fácil, no deja de ser importante. Y por rápida que sea la ojeada que hayamos de echar sobre acontecimientos posteriores, referentes á la Ibérica Península, basta, para comprender su trascendencia, observar que vamos á asistir, del paso de un estado que pudiéramos llamar caótico, á otro á quien nadie ha negado su esplendor é importancia. Una reunion de hombres, pertenecientes á razas muy diversas, sin tener un idioma, con escasa unidad de creencias, conservando apenas vestigios de la antigua civilizacion greco-romana, llegan á fundirse y á fundar uno ó varios Estados; se forma una lengua que, si no es la más rica, es de las más hermosas de Europa, y que, en todo caso, suple la riqueza de otras, por la libertad de sus giros; alcanzan una unidad de creencias, tal vez excesiva, de aquellas masas informes que, sin formar una fuerza regular, sorprendian ó eran sorprendidas; llegan á. formarse aquellos tercios españoles y aquellos marinos portugueses que pasearon las banderas castellana y lusitana por todo el mundo conocido, ó el que ellos descubrieron; pudiendo los primeros muy bien compararse á las falanges griegas, que sólo encontraron rivales dignos en aquella notable infantería formada por los republicanos suizos, y que á los segundos con dificultad se encuentra nada anterior á ellos que se les pueda igualar. Las naciones marítimas modernas no han producido hasta ahora hombres que les hayan excedido en heroismo y pujanza. Y este estudio que nos resta que hacer, podrá dar

nos indicaciones de las cuales otros más afortunados ó con mayores medios, podrán sacar las consecuencias y hallar las razones que determinen tanta decadencia despues de grandeza tanta; y, por consecuencia, señalar el camino que hay que seguir, si ha de conseguirse que la regeneracion de la pátria sea tan completa y sólida como todo buen ciudadano desea; que si es cierto que aquella no es grande cuando no está alumbrada por el sol de la libertad, no lo es ménos que esta deidad delicada y susceptible no tiene vida robusta y lozana cuando la pátria no es rica, moral, instruida é independiente.

MANUEL BECERRA.

(Continuará.,

LA FILOSOFÍA EN LA INDIA

No bien el hombre contempla el magnifico panorama del mundo, en medio de tantas bellezas esparcidas en su derredor, ante el sorprendente espectáculo del universo y en presencia de tantos séres como lo pueblan, su deseo de saber natural é insaciable, la curiosidad y el espíritu de investigacion, le llevan á interrogar á la misma naturaleza, y elevándose despues á otro género de consideraciones de un órden más trascendental, se pregunta á sí mismo sobre su existencia y la de los demás objetos; sobre el Autor de todo lo creado y de su admirable concierto; sobre la causa de esa inmensa y prodigiosa variedad de fenómenos psicológicos que constituyen la vida interna de su sér; sobre su origen y destino; sobre el mal y causa de existir; sobre la responsabilidad de los actos morales y tantas otras cuestiones las más graves en el órden de la ciencia. No es de extrañar, pues, que el hombre desde el primer momento, pretendiera explicar, mediante el ejercicio de su razon, los problemas más trascendentales, puesto que envolvian la manera de ser de su actual existencia y encerraban además, dentro de sí, los todavía más importantes de su porvenir; no debe llamar la atencion que la filosofía apareciese en la cuna del género humano fucse tan antigua como él, siguiéndole á todas partes, manifestándose, con plan ordenado y metódico, en la infancia de las sociedades; no es de admirar se encuentren en los primitivos pueblos sistemas filosóficos en relacion con sus creencias

religiosas, con sus costumbres, con su diversa constitucion y hasta con el carácter personal de sus pensadores; no hay, en fin, motivo de sorpresa para ver en la India ese desarrollo del espíritu filosofante, representado en las rápidas intuiciones unas veces, otras en las concepciones jigantescas y dominando en todas los laboriosos raciocinios y circunspectas meditaciones, signo característico de las aptitudes de ese pueblo para el cultivo de la ciencia filosófica y para apreciar debidamente sus estudios hechos en la investigacion de la verdad.

Es indudable que la India presenta, desde los primeros tiempos, sistemas completos de filosofia, manifestando especiales condiciones para el desarrollo ulterior de su espíritu investigador, como lo evidencia los trabajos formados sobre los problemas más árduos de la ciencia, sirviendo, por consiguiente, como de gérmen fecundo á las elucubraciones filosóficas de los pucblos orientales y hasta de antecedentes históricos á los griegos.

Los monumentos más antiguos, los escritos primeros, donde aparece todo el saber juntamente con la filosofía primitiva de los indios, son los libros sagrados llamados Vedas, palabra derivada del sanscrito, y cuya significacion es la de ciencia, ley. Segun las leyendas indianas, se debe la redaccion de estos libros á Vyasa, nombre que para algunos, como Colebrooke, significa compilador, considerándolo otros como nombre propio. La casta sacerdotal de los brahimas, suprema jerarquía del estado social, estaba encargada de su custodia. Constan los Vedas de cuatro libros: el Rij-Veda, compuesto de himnos y oraciones en verso; el Fadjur-Veda, de oraciones en prosa: el Sama-Veda, de himnos susceptibles de cantarse; y el Atharva-Veda contiene fórmulas litúrgicas: cada uno de estos libros tiene dos partes, oraciones y dogmas. Hállase consignada en estos documentos la doctrina acerca de Dios, de la creacion, del alma y sus relaciones con el Sér Supremo. Tambien se atribuye á Vyasa la composicion de los Pouranas, poemas destinados á referir los diferentes hechos, trasformaciones y encarnaciones de la teogonía india. Además el Mahabaratha, especie de poema épico, en que se cuentan las guerras habidas entre los Pandos y los Kurus, y el Ramayana perteneciente al mismo género del anterior, y cuyo autor es Valmiki: esto, unido à la coleccion de

« AnteriorContinuar »