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completo del principio pensador. Se lo representó, segun se desprende de una comparacion frecuentemente usada por el mismo Budha, como el apagamiento ó desaparicion de la luz de una lámpara que se apaga.»>

Este sentido del Nirvana se halla en conformidad completa con el ateismo consignado, proclamado y confesado por el budhismo primitivo; no obstante de haberlo negado, ó al ménos atenuado, Remusat, Bunsen y algunos otros. Por más esfuerzos que hagan estos escritores para libertar á esta filosofía del trascendental error del ateismo, el exámen y análisis de la escuela búdhica permite afirmar como cierto no hay nada, no se encuentra en toda ella una concepcion que se parezca á admitir la existencia de un Dios supremo, y ménos de un Dios personal y trascendente. Prescindiendo del autorizado testimonio de Schmidt, Hodgson, Csoma de Cörös y Burnouf, obsérvase en los discursos de Budha el más completo ateismo, rebajar las divinidades brahmánicas y hacerlas desempeñar el papel de génios y manifestaciones humanas.

La doctrina de Budha aparece en abierta oposicion con el brahmanismo, como una moral sin Dios y como un ateismo sin naturaleza; esto es, niega, escluye ó al ménos prescinde del mundo externo. Admite, es verdad, la pluralidad é individua lidad de las almas humanas enseñada por los Samkhyas y la transmigacion de éstas; pero en cambio niega el Dios eterno de estos últimos, rechazando la naturaleza eterna de la escuela Samkhya. El problema fundamental, el punto culminante para los filósofos de la India, es libertar al alma humana de los sufrimientos inherentes á la existencia: para resolverlo no recurre á los Samkhyas, buscando la redencion final del alma en la separacion completa de la naturaleza, en desligarse totalmente de los objetos del mundo exterior; tampoco la explica por la absorcion perfecta de la misma en el seno y sustancia de Brahma, sinó que, por el contrario, encuentra la solucion del problema en el aniquilamiento de su existencia relativa despareciendo en el vacío absoluto é infinito.

Las observaciones precedentes no destruyen la tésis sustentada por Remusat y Bunsen, de manifestarse en el seno del Budhismo alguna secta teista: antes bien, se confirma más y

más al exponer los principios seguidos por la escuela de los Svabhavikas, expresion genuina del pensamiento filosófico budhista de ser completamente atea, materialista, proclamando á su vez tambien el nihilismo más absoluto. Para la indicada secta, no hay más Dios que la naturaleza, con sus energías, con sus actividades, con sus poderes siempre dispuestos á obrar, llamándose una de estas fuerzas inteligencia pero despojada de toda espiritualidad. Y digase ahora con franqueza, si no es confesar esto el grosero error del materialismo, el positivismo moderno con todas sus funestas consecuencias, el nihilismo al enseñar la escuela Madhyamika la nada absoluta, el ateismo al negar la existencia de Dios y la identificacion y compenetracion del sugeto y del objeto.

La moral del budhismo es una lógica consecuencia de su metafísica contenida en sus principales sistemas; sin embargo, parecia natural que al ver su doctrina resueltamente materialista, ateista y nihilista, estuviese más conforme con la moral de Epicuro y no con la de los estóicos la que más se acerca á la cristiana. No obstante esta aparente contradiccion entre la filosofía especulativa y la moral búhdica, lejos de ser real es ilusoria. Así es, en verdad; el punto más esencial, el verdadero fundamento y el fin que se propone realizar la filosofía del budhismo es poner término á la transmigracion del alma y cesar el sufrimiento mal inseparable de su existencia; lo cual conseguirá por la atenuacion, disminucion y aniquilamiento de las manifestaciones de la actividad individual: por eso sirve de base á esta moral la negacion de esa misma actividad y su apagamiento más total y completo.

Tanto se ha elogiado la moral búdhica, tanto se ha dicho de sus excelencias y perfecciones, y tanto se ha hablado de su pureza que hasta háse sostenido por sus panegiristas era tan pura, perfecta y excelente como la del Cristianismo; debiendo la religion de Jesucristo su origen y derivacion á la del budhismo. Sólo los enemigos de la idea cristiana, los que llevados de un ódio inconcebible á la sublime, á la augusta religion del Crucificado, ven en todas partes bellezas y perfecciones pueden ensalzarla, atribuyendo á ella el origen humano del Cristianismo y el esfuerzo de la razon para constituir un sistema

moral perfecto y acabado. Semejantes aseveraciones están destituidas de todo fundamento, no teniendo una base sólida en que apoyarse. No se nos oculta que la moral búdhica, en sus primeros años y ántes de ser adulterada llamaba la atencion por su pureza; no desconocemos contenia elevacion de miras mucho más si se compara con la profesada por filósofos de primera nota; sabemos que sus preceptos positivos y negativos, dados por Budha á sus discípulos son muy dignos de tenerlos en cuenta por su incontrastable bondad; pero de aquí á suponer puede igualarse con la cristiana, es un absurdo y una suposicion aventurada en extremo. Las siguientes reflexiones probarán una vez más esta verdad desconocida, al parecer, de los budhófilos.

La moral búdhica es la reproduccion incompleta de la ley natural. Los diez preceptos de la cristiana reducidos en esta á cinco, no contienen, ni por mucho, toda la moral por faltar el primer mandamiento, el más principal, el fundamento y explicacion racional de los demás: el amar á Dios sobre todas las cosas; además, el precepto búdhico de no matar envuelve un sentido muy contrario al cristiano.

Entre los medios de moralidad y santificacion empleados por el budhista, ocupan un lugar preferente la contemplacion tomada como medio de disminuir y matar su actividad, su pensamiento y su conciencia; la cristiana tiene por objeto á Dios como belleza absoluta, eterna verdad y bondad infinita. El budhista, por otra parte, no reconociendo la existencia de Dios es incapaz de orar, de pedirle auxilio en sus necesidades, de levantar su corazon hácia un Sér que puede y quiere remediar uuestros males, socorrernos en nuestras desgracias y consolarnos en los infortunios del proceloso mar de la vida.

Toda moral debe tener un principio racional fundado en la idea de Dios y en el concepto del bien y precisamente en el budhismo se ve negar la existencia de un Dios Supremo ó prescindir de él; y de ahí caer en el ateismo, en el nihilismo y en el materialismo, errores degradantes practicados por algunas escuelas del budhismo.

El destino final y la aspiracion suprema de la moral búdhica es el aniquilamiento del sér personal, la extincion de la existencia relativa del alma para así libertarse de las transmi

graciones; mientras que en la cristiana el fin del hombre es la posesion de Dios vivo y personal por medio de la intuicion de su Esencia infinita, verdad trascendental en que están todas las verdades y por medio del amor fruitivo de la Bondad infinita, esencia y fuente de todos los bienes posibles. Ahora bien: ¿cabe comparacion entre una moral esencialmente teista en su principio, en sus medios y en su fin, cual es la enseñada por Jesucristo, y esa moral búdhica que no sólo desconoce á Dios, sino que proclama la nada final? ¿Entre una moral que reconoce, admite, sanciona y santifica el suicidio, con esa moral que lo reprueba, lo condena y castiga? ¿Entre ese moral, causa productora, raíz y fuente principal de la cultura y civilizacion de los pueblos, con esa moral producida, informada y vivificada por el Evangelio, por el principio ético del Cristianismo, y esa otra moral causa del retroceso de los pueblos, principio de su aislamiento y gérmen fecundo de su marasmo, de su postracion y decadencia? Ciertamente que no.

El análisis reflexivo que de la filosofía de los indios llevamos hecho con imparcial criterio, nos ha puesto en el caso de apreciar debidamente sus brillantes aptitudes para el cultivo y desarrollo de esta ciencia, la más noble, digna y elevada de cuantas constituyen el frondoso árbol de la sabiduría; le hemos visto adelantar notablemente en los estudios lógicos, realizando un progreso estudiando las leyes del raciocinio en términos de querer disputar al filósofo de Estagira la invencion de ciertos procedimientos para la investigacion de la verdad científica; ha podido admirarse los completos sistemas filosóficos ideados para explicar los grandes problemas de la cosmologia y psicología y le hemos visto, en fin, plantear y resolver las cuestiones fundamentales con arreglo á su comun pensar, siempre con profundidad de ingénio y con superior talento, aunque cayendo en los errores más trascendentales algunas de sus escuelas (la búdhica especialmente); por estas razones, pues, y por la importancia que en la historia del pensamiento humano tienen los sistemas filosóficos de la India, hemos tratado de este asunto, objeto del presente trabajo.

MARIANO AMADOR.

MARTINA

(ESTUDIO DEL NATURAL)

(Continuacion.)

X

La mañana era hermosa, y un sol alegre, vivificador y fuerte, comenzaba á rasgar los pequeños nubarrones oscuros que aún se cernian en el espacio, como señales evidentes de una borrasca pasada. Las nieves se derretian, ora resbalando por los aleros de los tejados, ora formando pequeños arroyos entre las hierbas de los jardines, ora deslizándose por las desnudas ramas de los árboles.

Martina, Felipin y doña Cándida recorrian á todo lo largo el barrio de Pozas, dejando al uno y al otro lado del camino que habian emprendido algunas casas en construccion, solares convertidos en hozadero de puercos, y grandes terraplenes donde toda una brigada de obreros desmontaba el terreno y preparaba grandes aberturas para los cimientos de nuevos edificios.

Abandonaron nuestros personajes aquellos sitios, donde aún parecia escucharse el lastimero chirrido de los carros que manejaban los presidiarios que, en monótona formacion, tristes y cejijuntos, se presentaban al curioso que los contemplaba durante las obras de la nueva Cárcel-Modelo.

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