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entonces merecer el más distinguido concepto entre los buenos españoles.

Su conducta posterior nos le ha presentado como un vanidoso que se colocó enfrente de la autoridad de las Córtes, sin que á ello le guiara fin alguno noble y levantado, así como anteriormente, y perteneciendo al Consejo de Cámara, desobedeció constantemente, segun Hermida, las órdenes del Rey. Para él no hubo nunca más autoridad ni otra opinion que la suya.

Para terminar este asunto, en que las Córtes jamás debieron intervenir de una manera tan personal y tan directa, sólo diremos que el de Orense recibió de aquellas, ocupándose de él, una honra que estaba muy lejos de merecer por su carácter y por sus condiciones personales, tan poco conformes con su alta. posicion. La Regencia y sólo la Regencia era la llamada á hacer entrar en razon al prelado, y seguros estamos que lo habria conseguido sin recurrir á las extremas medidas á que recurrieron las Cortes.

(Continuará.)

MANUEL CALVO MÁRCOS.

DOS CARTAS

ACERCA DEL NATURALISMO EN EL ARTE LITERARIO

Aun cuando, como dice nuestro amigo y colaborador don Luis Vidart, las Revistas raras veces publican artículos de polémica, la importancia que hoy tienen las discusiones acerca del valor estético de la novísima escuela naturalista, y la amistosa peticion del mismo Sr. Vidart, nos deciden á insertar á continuacion de estas líneas las dos cartas literarias que nuestros lectores verán, cartas en las cuales se tocan puntos de erudicion y de crítica, que no carecen de interés, sobre todo en los momentos actuales.

CARTA PRIMERA

Á PROPÓSITO DE «UN VIAJE DE NÓVIÓS»

«SR. D. ROMUALDO ACEVEDO RIVERO.

Mi querido amigo: A Vd. que, como yo, es apasionado entusiasta. de Emilia Pardo Bazan, quiero dedicar en esta ocasion mi mala prosa, ya que de aquella distinguida escritora gallega voy á hablar, porque casi puede decirse que el contenido de los párrafos que van á continuacion es el tema predilecto de nuestras conversaciones.

Y esta circunstancia es para mí importante, como que ella me anima á ocupar mi escasa inteligencia en este trabajo, figurándome que en vez de un escrito que-si tiene buena fortuna-ha de ver la

luz pública, es una familiar conversacion que, como de ordinario, mantengo con Vd.

Sólo así puedo atreverme á hacer objeto de mis comentarios el artículo del distinguido escritor D. Luis Vidart, titulado El naturalismo en el arte literario y la novela de costumbres (1), y`á exponer desautorizadas opiniones sobre puntos importantes de crítica literaria.

El trabajo del Sr. Vidart comienza con algunas consideraciones acerca del orígen y significacion del naturalismo, que califica de vísima escuela literaria. Y ya en esta calificacion encuentro inexactitud, por cuanto el Sr. Vidart entiende que es lo mismo realismo que naturalismo, pues al copiar frases del prólogo con que la señora Pardo Bazan quiso adornar su última preciosa novela Un viaje de novios, aprecia aquellas frases como «una profesion de fé realista ó naturalista.»

Concedemos que son lo primero, pero negamos que sean ni puedan ser lo segundo; porque para hacer profesion de fé naturalista, se necesita entrar en esa escuela, y la señora Pardo Bazan, ni por las teorías que expone en su discreto prólogo, ni por las obras que ha producido, es escritora naturalista.

Y parécenos que tampoco admite el Sr. Vidart que sean una misma escuela literaria el realismo y el naturalismo, como lo dá á entender en alguna parte de su bien escrito trabajo; porque reconoce que la escuela de Zola es novísima, de tal la califica, y, por tanto, como el realismo no es nuevo, no cabe confundirlo con aquel, al que hay que juzgar, no por las obras que produce solamente, sinó por su preceptiva, por las doctrinas que predica y enseña.

A nuestro entender, en esta primera parte no está suficientemente claro el trabajo del Sr. Vidart.

Veamos cómo se expresa:

«La novisima escuela naturalista puede y debe ser considerada >>como la protesta del espíritu dominante en la generacion contempo»>ránea, que condena en absoluto la teoría de hermosear la naturaleza, >>mediante la cual, los que se creían génios solian permitirse fantasías, »ó mejor dicho, desvaríos, en que la realidad de la vida aparecia des>>figurada de tal modo, que el mundo se trasformaba en el ensueño ca>>lenturiento de una imaginacion enferma.-Protesta es el naturalismo >>contra el predominio exclusivo de la fantasía en las obras de arte.>

(1) REVISTA DE ESPAÑA, núm. 338, del 28 de Marzo último.

Esta doctrina acepta el Sr. Vidart, esta significacion tiene para él el naturalismo, sin advertir que al considerarlo como protesta de una exageracion, como grito de guerra contra el predominio exclusivo de la fantasía, incurre en el exclusivismo tambien, al condenar en absoluto-porque no es el espíritu de la generacion contemporánea quien condena-la teoría de hermosear la nåturaleza.

Con tal afirmacion deja el naturalismo fuera del arte al génio; proscribe, sin ir más allá de nuestras fronteras, á Espronceda, á Becquer, á Echegaray, que no son naturalistas, ni siquiera realistas; y remontándonos un poco más arriba, queda fuera tambien Cervantes, de quien tan devoto es el ilustrado autor del artículo que comentamos.

Lo que tiene de racional la teoría antes expuesta, es perfectamente aplicable al realismo, refiriéndonos á la época presente, en que parece encontrarse en un período de renacimiento.

Porque en lo esencial, nosotros creemos que ni el realismo ni el idealismo son escuelas literarias: ambos existen desde que los hombres produjeron obras de arte: existen desde que hubo quien concedió predominio á la fantasía, ó por ella fué arrastrado, y quien dedicó su inteligencia á la observacion de la naturaleza.

Profesamos el principio de que el arte tiene, como dice Kant, finalidad propia, producir la belleza, y nos parece absurda la division antedicha.

Admitimos que el naturalismo es escuela, por cuanto tiene tendencia, tiene finalidad extraña á la finalidad propia del arte, y á ella, á sus exigencias ha de sujetarse y responder la obra.

Juzgadas las obras naturalistas sin atender á su escuela, resultan siempre realistas, aunque un poco exageradas; pero si tenemos en cuenta los principios, la doctrina expuesta por Zola en su preceptiva, el naturalismo es en ciertos puntos opuesto al arte.

El error en que, á nuestro modo de ver, incurre el Sr. Vidart, haciendo de dos cosas una, le lleva á hacer afirmaciones aventuradas, tales como la de que Cervantes fué naturalista en sus novelas de costumbres, como en su Quijote; que lo fueron Tackeray, Dickens y Bulwer, J. Sandeau y H. de Balzac.

«Y en nuestra pátria-dice-novelas naturalistas son en sus pormenores, y algunas veces hasta en un sentido general, las de Fernan Caballero, y las de Perez Galdós en la mayor parte de los casos, y

en el género naturalista caben las dos mejores novelas de D. Juan Valera, Pepita Jimenez y Doña Luz; el cuento más justamente aplaudido de D. Pedro A. de Alarcon, El sombrero de tres picos, y las más celebradas obras del escritor santanderino Sr. Pereda.»

Respetamos esta opinion; pero séanos permitido preguntar si las obras citadas responden a los principios y tendencias del naturalismo. Probar la afirmativa costaria grandes esfuerzos de ingenio al señor Vidart, cuya afirmacion nace de que, para este ilustrado escritor, realismo es naturalismo. Por más que al hacer esa afirmacion respecto de Cervantes, de Dickens, de Balzac, etc., echa por tierra la calificacion de novísima que antes aplicó á la escuela naturalișta, á la que no pertenecen las novelas que retratan la realidad-realistas,-sinó las que en el procedimiento y en la tendencia responden á la preceptiva de aquella escuela.

La indiferencia del artista, esto es, «que el autor debe estudiar y >>exponer la realidad en forma artística, sin preocuparse de las con>>secuencias buenas ó malas que de tal estudio y exposicion puedan »deducirse,» será principio de la escuela naturalista; pero antes que ésta se hubiera manifestado, lo reconocian como dogma, y así lo practicaban, los partidarios del arte por el arte.

Kant, Schiller, Göethe, Vinkelman, Lessing, entre otros, abonan esta afirmacion.

Varios escritores españoles que no pertenecen al naturalismo, ántes lo combaten, han mantenido ese principio como fundamental del arte, y entre ellos recordamos precisamente al mismo distinguido colaborador de la REVISTA DE ESPAÑA en artículos que escribió cuando el Sr. Alarcon ingresó en la Academia Española.

Y ya que esta circunstancia recordamos, hemos de consignar tambien que el citado académico, en su discurso de entrada en la docta corporacion, combatió el principio del arte por el arte, consideró precisa en la produccion artística la finalidad moral, lo cual es condenacion expresa de lo que el Sr. Vidart nos cita como dogma del naturalismo: la indiferencia del artista, que no debe preocuparse de las consecuencias buenas ó malas de la obra.

El Sr. Alarcon condenaba explícitamente el naturalismo, cuando decia que el arte desligado de la metafísica baja en seguida al nivel de un oficio sin trascendencia, cuyo único mérito podria ser la imitacion servi de la realidad.

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