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carácter tradicional y con él algunos resabios y modismos; pues, como dice el anónimo autor del Diálogo de las lenguas, «cada provincia tiene sus vocablos propios y sus maneras propias de decir, y es así que el aragonés tiene unos vocablos propios y unas propias maneras de decir, y el andaluz tiene otros y otras.»>

II.

A este exámeu vámos á dedicar el resto de nuestra tarea, procurando señalar la procedencia de algunas palabras, legitimando en lo posible su uso, probando que á su invencion ha precedido instintivamente el mejor juicio, y manifestando que no son barbarismos de gente inculta, sino á veces primores que el idioma castellano debiera prohijar (53) ó no haber abandonado. Entiéndase que para la formacion de este discurso, asi como para la del Diccionario

que le sigue, hemos de servirnos, en cuanto nos sea dable, de escritores aragoneses, de anuncios é inscripciones oficiales, de avisos impresos, de la conversacion de personas cultas, y solo en donde todo esto no alcance, del habla comun de los aragoneses. No abultaremos, pues, el vocabulario ni la crítica con palabras de las que frecuentemente se improvisan pero no se estienden ni se hacen permanentes: tampoco no lo haremos con las locuciones latinas usadas por nuestros foristas como ne pendente apellatione, artículo de toliforciam, sentencia de lite pendente, neutram y otras, pues aunque

[53] Yo en caso de haber de formar algun vocablo nuevo, dice Mayans en sus Origenes, antes le tomaria de las provincias de España que de las estrañas, antes de la lengua latina como mas conocida que de otra muerta.»

sabemos que la Academia incluye algunas locuciones latinas, de antiguo castellanizadas, no le hace, y esto con su habitual prudencia, sino cuando son del dominio general y no del tecnicismo de una ciencia; ni tenemos por verdaderamente aragonesas, aunque de uso particular de nuestros escritores, algunas libertades derivadas del idioma castellano, como tierra baja para denotar cierta comarca de la derecha del Ebro y alto Aragon para denotar la de la izquierda, turbante en sentido del que turba, comisante por el que comisa y adminiculado de adminicular, voces usadas por Larripa; adrezar que dice Blancas; catedrero que consignan los Gestis de la Universidad de Zaragoza; consimile por semejante; reforme por reforma y tisiquez por tisis, que hemos leido en otra parte; caminos circunstantes que tambien hemos visto usado; membranáceo que dice no mal, en lugar de membranoso, el racionero Latassa; comisarios (54), cercenadores, lugar tenientes y otros cargos que no puede especificar el Diccionario de la lengua y que sin embargo son cor→ rientes en los tratados de legislacion aragonesa.

Procedemos en este punto con tal cautela y tan desapasionadamente, que ni damos cabida á algunas palabras (55) por el solo hecho de hallarse en nuestros autores y no en el Diccionario de la Academia; ni incluímos otras que son explicadas como aragonesas por algunos escritores pero que en el Diccionario oficial figuran como castellanas, tales. son universidades, gramallu, pedreñal y otras varias; ni acre

(54) Aludimos á los comisarios forales, los de viedas, los de transeuntes, los de la sal, los de los bienes aprehensos y otros.

(55) Como laticlavo y angostoclavo que usa Cuenca, pero que proceden directamente del latin y se hallan adoptadas por los franceses y aun castellanizadas en algunos diccionarios de ambas lenguas.

cemos mucho nuestro Vocabulario con otras cuya definicion académica no tiene el alcance de los textos aragoneses como en aquellas hermosas palabras de la Union «porque non querrian, si Deus e el seynor rey quissies, tener ni seguir otra carrera que la suya;» ni aun reputamos como aragonesa la palabra dosel usada en las coronaciones de Blancas y calificada como esencialmente aragonesa por él y su comentador el cronista Andrés, el cual para su, mejor inteligencia se refiere, bien inoportunamente por cierto, al Tesoro de Covarrubias y al Comento del Polifemo, escrito por Garcia Coronel, cuyos autores no le dejan muy airoso con sus declaraciones.

Lo mismo he.nos practicado con algunas palabras puramente lemosinas ó catalanas como mueix, res, la tost, apres, nueyt, muyto, destrenyer (acosar), los adverbios en ment o mientre, y con mucha mas razon cercar por buscar que usa el Códice de los Privilegios de la Union, y environar por cercar que dijo el rey D. Martin en la famosa oracion con que abrió las cortes de 1398. Hemos tambien omitido algunos de los muchos tributos ó pechas que en documentos latinos aparecen, pero que no creemos del todo aragoneses, como plantáticum que se pagaba por echar el ancla, plateaticum por pasar las plazas, porcagium por los cerdos, salinaticum por la sal, portulaticum y tavitáticum por las naves, etc.; y tambien àlgunos de los oficios de la casa real, como subbotellerius, subfornarius, sobrecoch (gefe de la cocina) y otros varios, si bien con esta ocasion enumeraremos los que se hallan discernidos en las Ordinaciones de la Real casa de Aragon, compiladas por Pedro IV en idioma lemosin el año 1344, traducidas al castellano en 1562

por el protonario D. Miguel Climente de órden del príncipe D. Cárlos y dadas á la estampa en aragoza año de 1853 por D. Manuel Lasala, cuyos oficios (que deciamos) son, dejando á un lado los de uso y nombre mas conocidos, los de botilleros mayores y comunes, aguador de la botilleria, panaderos mayores y comunes, escuderos trinchantes, argentarios ó ayudantes de cocina, menucier ó repartidor, escuderos que traen los manjares, comprador, cazadores ó perresobreacemilero y solacemilero, tañedores, escuderos y ayudantes de camara, guarda de las tiendas, costurera y su ayudante, especiero, barrendero y lavador de la plata, hombres del oficio del alguacil (jusmetidos à él para aprender crıminosos), mensageros de vara ó vergueros, escalentador de la cera para los sellos pendientes, selladores de la escribanía, pronovedores, enderezadores de la conciencia, sotaporteros, servidor de la limosna y escribano de racion que era á manera de contador ó tenedor de libros.

ros,

Con igual economia hemos obrado al examinar el Indice donde se declaran algunos vocablos aragoneses antiguos, el cual, aunque trabajado por el insigne Blancas, si bien contiene doscientas nueve voces, pero trae muy pocas rigurosamente aragonesas; y aun por eso no hemos incluido de entre ellas sino diez, habiendo despreciado las que nos han parecido castellanas antiguas, que son las mas, y habiendo renunciado no sin pena á algunas otras que no dejan de tener semblante aragonés, como son aconsegüexca alcance, bellos ricos, boticayx bofetada, camisot alba, cax o mejilla desconexenza ingratitud, esguart cuenta, guarda-corps sayo, las oras entonces, lunense apartense, meyancera mediania, ont por esto, pertesca parta o tome, pertaña toma, rengas rien

das, sines sin, vaxiellos vasos, umple llenó, izca salga.

Esa misma parsimonia, pero mucho mas fundada, nos ha guiado en cuanto a las palabras castellanas que Ducange define en su Glosario (56), apoyado en documentos aragoneses, cuales son, entre otras, acémila, albarda, alodial, arada, armador, azcona, bandosidad, cabezalero, cahiz, corredor, escombrar, espera, fincar, jurista, malatia, maleta, mayoral, mezclarse, parral, pérdida, perdidoso, quilate, quilacion, rastro, realengo, renegado, saca, salva, sesmero, sobreseimiento, soldada, sollo, tapial, taza, timbre, tornidizo y trepado (57). Y si contra este nuestro sistema de conceder á Castilla cuanto la Academia le atribuye (sea cual fuere el verdadero orígen de las voces), damos cabida á las ciento

algunas mas académicas que Peralta incluye en su Ensayo de un Diccionario aragonés castellano, es, no tanto por ser ellas de mas uso, si ya no de procedencia aragonesa, cuanto por respetar, como base de nuestro Vocabulario, el primer trabajo que se hizo en ese género; mas, asi y todo, las señalamos, para descargo de nuestra responsabilidad

(56) Glossarium media et infimæ latinitatis, por Carlos Dufresne Señor de Ducange, aumentado por los monges de San Benito y por Carpentier religioso de la congregacion de S Mauro.--Nos hemos servido de la edicion de Didot (1840 y siguientes), que es en seis volúmenes y contiene un Prefacio de Ducange, otro de los benedictinos para una nueva edicion, una epistola de Baluzio sobre la vida de Ducange (fue belga, nació en 1610 y murió, de 87 años despues de haber honrado como abogado el foro de Paris), un prefacio de Carpentier, á quien se facilitó en 1738 para la continuación del Glosario el Tesoro de Cartas, y cerca de diez y seis mil columnas de lectura compacta en que se definen con abundantes autoridades las palabras que se hallan en los documentos de la baja latinidad.

(57) Tampoco no hemos querido traducir, para incorporarlas en nuestro Diccionario, algunas palabras no castellanas y tomadas de documentos aragoneses, como conteribusterius pechero, cubilaris predio rústico, èmbola caballeria de carga, encanum subasta, enfrachescere hacer franco ò libre de pago, Alaqueria panaderia, juvenis komo plebeyo y pasante de escribano, testinia armadura para la cabeza.

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