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IBERO-AMERICANO

ESTUDIOS HISTÓRICOS SOBRE LA ORDEN FRANCISCANA EN ESPAÑA
Y SUS MISIONES

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Reservados los derechos de propiedad literaria

109.-Imprenta de Gabriel López del Horno, San Bernardo, 92, teléfono 1922.

España y el Santuario del Cenáculo.

(Continuación) (1).

III

ÚLTIMA PERSECUCIÓN, Y PÉRDIDA DEL CENÁCULO

Los acontecimientos políticos que se suceden casi desde principios del siglo XV, vienen a influir poderosamente en el porvenir de los Lugares Santos y, sobre todo, del Cenáculo. De un lado, los preliminares trágicos y luego la conquista de Constantinopla (1459), dificultando al comercio cristiano el libre acceso a los puertos de Oriente; y del otro, el descubrimiento del camino de las Indias Orientales (1497), señalando a nuestras naves mercantes un campo de acción menos peligroso y más próspero a sus intereses, concluyen con nuestra preponderancia comercial y diplomática en Palestina y Egipto, privando así paulatinamente a los Lugares Santos, no sólo de la protección de nuestros Cónsules y de las limosnas de los mercaderes, sino también del concurso de peregrinos, que eran los portadores ordinarios de las limosnas de España.

Para apreciar el alcance de situación tan deplorable, basta aducir esta frase de una carta de Inocencio VIII a los Reyes Católicos, al Rey de Francia y al Principe de Borgoña, que lleva la fecha de 11 de Mayo de 1487: ove non vengano tosto soccorsi, si vedranno esser costretti di abbandonare quelle contrade (2).

(1) AIA, t. I págs. 470-87.

(2) CIVEZZA, Storia Univ. delle Miss., t. IV, pág. 37.-CALAHORRA,

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Reunidos por aquel entonces en manos de Fernando e Isabel (1474-1504) los cetros de Aragón y Castilla, a ellos reservaba el Señor el remedio de la precaria situación de nuestros religiosos. El triste relato de sus penalidades llegó a sus oídos por conducto del Superior del Cenáculo, P. Antonio de Millán, que en 1489 se presentó a ellos en calidad de embajador del Sultán de Egipto. Testimonio del favorable despacho que las súplicas del embajador obtuvieron, es la noticia que nos da el P. Calahorra, de conservarse en el Archivo de Jerusalén una escritura de Isabel la Católica, fechada en Jaén el 24 de Agosto del mismo año, ordenando que «para reparos del convento del sacro Monte de Sión se diesen de su Real Cámara del reino de Sicilia cada año mil ducados de oro», a lo cual añade que «otros mil ducados de oro asignó el rey D. Fernando, su marido, que se habían de pagar a su beneplácito en el sobredicho reino» (1).

Con semejante rasgo de prodigalidad, inauguraban los Reyes Católicos el ejercicio de sus derechos de Patronato, como sucesores de D. Roberto y D. Sancha de Nápoles y Sicilia, disponiendo que dichas cantidades se hiciesen efectivas en Sicilia, para que así pudieran más fácilmente y con mayor brevedad de tiempo llegar a manos de los religiosos del Cenáculo.

Chronica de Syria, págs. 310-1.-No llegó esta carta a manos de los destinatarios; pues, enterados los Franciscanos de que en ella proponía el Papa la asignación de réditos con que asegurar la vida del Cenáculo y demás Lugares Santos, pidieron a Su Santidad cediera de sus propósitos, que consideraban opuestos a los deberes del Seráfico Instituto.

(1) CALAHORRA, Chronica de Syria, pág. 311.-CIVEZZA, Storia Univ. delle Miss., t. V, pág. 402.-Tal es el verdadero origen de la Obra Pía Española, que desde entonces no ha dejado abandonados los intereses de los Santos Lugares, cumpliendo en tal forma los deberes impuestos al Patronato, no obstante habérsele mermado, en la sucesión de los tiempos, sus derechos. En época en que estos derechos eran más combatidos, Inocencio XI los confirmaba más solemnemente por la Bula del 30 de Abril de 1686, en la que renueva el breve de fundación de Clemente VI. (El Eco Franciscano en la cuestión de los Santos Lugares, apénd. núm. 20, páginas 101-2). Aun después de recobrar su independencia el reino de Nápoles, siguió siempre España, sin oposición, y sigue ejerciendo el Patronato, hasta en nuestros mismos días.

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