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Los barcos de Castilla apresados fueron recobrados por la escuadra castellana del almirante Bocanegra.

A tiempo llegó para el de Portugal la intervencion del cardenal legado, que con deseo de poner paces entre los dos reyes habia ido á Santarén á conferenciar con el portugués. Las condiciones de la paz no eran demasiado duras para éste, atendida la critica situacion en que se hallaba. Reducíanse á que el de Portugal dentro de cierto plazo echaria del reino à don Fernando de Castro y á otros caballeros y escuderos castellanos que con él andaban en número de quinientos: que el conde don Sancho, único hermano que quedaba del rey de Castilla, casaria con la infanta doña Beatriz, hermana del rey de Portugal, hija de don Pedro y de doña Inés de Castro: que don Fadrique, hijo bastardo del de Castilla, se desposaria con doña Beatriz, hija de don Fernando de Portugal y de doña Leonor Tellez, que acababa de nacer en Coimbra; que el conde don Alfonso, otro hijo bastardo de don Enrique, habria de casar con doña Isabel, otra hija bastarda del portugués, la cual llevaria en dote Viseo, Celorico y Linares. La moralidad de los reyes de este tiempo se ve en esta multitud de hijos bastardos y de prole ilegítima que todos tenian, y de que concertaban públicos enlaces. Hizo el legado pontificio aparejar tres barcas en Santarén, y entrando en una el rey de Castilla, en otra el de Portugal, y el cardenal en la tercera, viéronse ambos reyes en las aguas del Tajo, y se hablaron y juraron amistades. Terminada asi la guerra de Portugal, y celebradas las bodas de don Sancho y doña Beatriz, dió don Enrique la vuelta para Castilla.

Su primera diligencia fué intimar á Cárlos el Malo de Navarra que le de-. volviese las ciudades de Logroño y Vitoria. Débil para resistirle el navarro, dijo que ponia el negocio en manos del nuncio del papa. Incansable este prelado, que iba siendo el árbitro de todos los litigios de la península, logró tambien concertar á estos dos principes y que hicieran sus pleitesias bajo las condiciones siguientes: que el de Navarra dejaria al de Castilla las ciudades de Vitoria y Logroño; que don Cárlos, hljo primogénito del navarro, casaria con doña Leonor, hija de don Enrique; y que en tanto que el infante de Navarra se hallaba en edad de poder contraer matrimonio, estaria su hermano menor don Pedro, como en rehenes, en poder de la reina de Castilla. Viéronse tambien ambos soberanos entre Briones y San Vicente, comieron juntos, y firmados los desposorios, y entregadas las dos ciudades, y enviado á Burgos el infante don Pedro, quedó todo sosegado entre los reyes de Castilla y Navarra.

A poco tiempo de hechas las paces vinose el de Navarra á Madrid, donde trató de persuadir á don Enrique que se separára de la liga y amistad del

de Francia, lo cual sería bastante para que tuviese por amigos al rey de Inglaterra y al duque de Lancaster, y tanto, que éste renunciaria á sus demandas y pretensiones sobre Castilla como esposo de la hija de don Pedro. Contestó don Enrique que por nada del mundo dejaria su alianza con el francés; y no pudiendo concertarse sobre este punto, despidiéronse, el de Navarra para su tierra, y el de Castilla para Andalucia. De esta manera, y merced á su energia y actividad, iba don Enrique venciendo las contrariedades y desembarazá dose de los enemigos que dentro y fuera del reino halló conjurados contra sí al ceñirse la corona de Castilla.

Faltábale desarmar al aragonés. Veia con recelo don Pedro IV. de Aragon el Ceremonioso el éxito que habia tenido la campaña de don Enrique en Portugal y el poderío que el castellano iba adquiriendo, y temiale tanto más, cuanto que sabia bien que no se encubria á don Enrique la situacion del reino aragonés, y que conocia perfectamente todas las plazas de la frontera, como quien habia vivido mucho tiempo en aquel reino en intimidad con el monarca. Por tanto renovó don Pedro su alianza con Inglaterra y con el duque de Lancaster contra el de Castilla; pero en cambio éste, juntamente con el de Francia, protegian al infante de Mallorca, que amenazaba invadir la Cataluña (1). Interpúsose el duque de Anjou entre el aragonés y el casteHano, y quiso que viniesen á un arreglo sobre el señorio de Molina y el reino de Murcia, que era sobre lo que versaban las pretensiones del de Aragon. Pero estando en estas negociaciones, el duque de Anjou se convirtió de repente de árbitro y mediador en enemigo del aragonés, y cesó de tratarse de paz por su medio. Entonces los dos monarcas comprometieron sus diferencias en el cardenal Guido y en algunos prelados y caballeros de ambos reinos, los cuales convinieron en que hubiese tregua de algunos meses (diciembre, 1373). El rey de Inglaterra y el duque de Lancaster no cesaban de instar al de Aragon á que hiciese guerra abierta al de Castilla para cuando el príncipe inglés viniera á tomar posesion de este reino, halagándole con ofrecimientos pomposos; pero cauto y sagaz el aragonés, entretenia estas pláticas, como aquel á quien no convenia tener por enemigo al castellano en ocasion de que le daba harto que hacer el infante don Jaime de Mallorca (2).

Seria mediado enero de 1374 cuando supo don Enrique, hallándose en Burgos, que el duque de Lancaster amenazaba invadir su réino, y para estar apercibido reunió en aquella ciudad sus compañias y sus pendones. Alli

(4) Recuérdese lo que sobre esto dejamos dro IV. de Aragon. referido en la historia del reinado de don Pe

(2) Zurita, Anal. de Arag. libro X.

perdió la vida por un incidente casual el conde de Alburquerque don Sancho, único hermano que habia quedado al rey. Habíase movido una riña entre soldados de dos cuerpos; acudió don Sancho vestido con armas que no eran suyas á apaciguar la contienda, y un soldado, sin conocerle, le dió una lanzada en el rostro, de la cual murió aquel mismo dia (1). Gran pesadumbre causó este suceso al rey, que sin embargo no dejó de apresurar sus preparativos de guerra, y cuando tuvo reunidas todas sus compañías, partió de Burgos para la Rioja, puso su real en el encinar de Bañares, é hizo alarde de su gente, que consistia en cinco mil lanzas castellanas, igual número de peones y mil doscientos ginetes. El de Lancaster, tal vez desanimado con la tibieza que halló en el de Aragon, no se atrevió á entrar en España. Entonces recibió don Enrique un mensage del duque de Anjou invitándole á que pasára con su ejército á cercar á Bayona, donde él simultáneamente se presentaria. Hizolo asi don Enrique; y el ejército castellano, atravesando con mil trabajos el pais de Guipúzcoa en medio de copiosísimas lluvias á pesar de ser ya la estacion del verano (junio, 1374), acampó delante de Bayona. El duque de Anjou no parecia. Avisóle don Enrique á Tolosa, donde se haIlaba, y aun asi no concurrió, alegando tener que atender por aquella parte á los ingleses. En su virtud, y escaseando los mantenimientos para su gente, levantó don Enrique el campo de Bayona y se volvió á Castilla. Dejó en Burgos al infante don Juan con algunas tropas, licenció otras, y á la proximidad del invierno se fué á Sevilla. Desde alli envió una armada al rey de Francia, al mando del almirante Fernan Sanchez de Tovar, que unida á una flota francesa hicieron grandes estragos en las costas de Inglaterra (2).

Solo faltaba al castellano trocar en paz la tregua que tenia con el aragonés. Habia de fundarse aquella principalmente en el casamiento, mucho tiempo ha cia concertado, del infante heredero don Juan de Castilla con la infanta do a Leonor de Aragon. Habíanse criado juntos, por anteriores tratos, los dos jóvenes príncipes, y se amaban. La muerte de la reina de Aragon, que se oponia á este enlace, favoreció mucho á las negociaciones y mensages que á aquel intento se entablaron y cruzaron entre los dos monarcas, y el fallecimiento de don Jaime de Mal'orca contribuyó tambien no poco á allanar las dificultades. Prosiguiendo, pues, los tratos, acordóse que se vieran en un punto de

(4) Quedaba en cinta su esposa la condesa doña Beatriz de Portugal, la cual dió á luz una niña que se llamó doña Leonor, y casó andando el tiempo con don Fernando de Antequera.

(2) Por este tiempo murió el infante don

Jaime de Mallorca, que se titulaba rey de Nápoles, de la manera que en la historia de Aragon hemos dicho.-Tambien murio el almirante inglés, conde de Pembroke, en poder de Bertrand Duguesclin.

la frontera las personas designadas por uno y otro reino para negociar el matrimonio y la reconciliacion. El punto señalado fué Almazan. Alli concurrieron por parte de Castilla la reina y su hijo, los obispos de Palencia y Plasencia, y los caballeros Juan Hurtado de Mendoza y Pedro Fernandez de Velasco; por parte del aragonés el arzobispo de Zaragoza y Ramon Alaman de Cerbellon. Todos vinieron á conformarse en ajustar la paz con las condiciones siguientes: que se realizaria el matrimonio del infante don Juan de Castilla con la infanta doña Leonor de Aragon; que le serian contados al aragonés como dote de su hija los doscientos mil florines de oro que habia prestado á don Enrique para su primera entrada en Castilla; que devolveria al castellano la ciudad y castillo de Molina; que don Enrique pagaria al aragonés en varios plazos ciento ochenta mil florines por los gastos que éste habia hecho ayudándole en las guerras pasadas, y que de una parte y de otra se darian las seguridades convenientes para la observancia del tratado. Firmó éste el infante de Castilla en Almazan el 12 de abril de 1375, el rey de Aragon en Lérida el 10 de marzo, jurándole los aragoneses y catalanes ali prcsentes, y otro tanto se ejecutó por parte de don Enrique y de los principales señores de su córte (1).

Habiéndose convenido en que las bodas se celebrasen en Soria, don Enrique envió un mensage al rey de Navarra manifestándole el gusto que tendria en que al propio tiempo y alli mismo se realizára el matrimonio ajustado entre el infante don Cárlos de Navarra y la infanta doña Leonor de Castilla. No puso dificultad en esto el navarro, y enviando seguidamente su hijo á Soria, se efectuó su casamiento (27 de mayo), aun antes que el de la infanta de Aragon, cuya venida se retrasó algunos dias, y su enlace con el heredero de Castilla no se verificó hasta el 18 del inmediato junio.

Terminadas las fiestas del doble enlace, llegáronle á don Enrique á Burgos cartas del rey de Francia participándole que iba á celebrarse un congreso en Brujas (Flandes) para tratar la paz entre Francia é Inglaterra. Allá envió tambien sus representantes el rey de Castilla. Mas habiendo éstos diferido su viage por incidentes que sobrevinieron, cuando llegaron á París hallaron ya de vuelta á los hermanos del rey de Francia, despues de prorogada en Brujas por mediacion del papa la tregua que habia entre ingleses y franceses. Al tiempo que los embajadores regresaron á Castilla, vino tambien el duque de Borbon en peregrinacion à Compostela. Recibióle muy amistosamente don Enrique en Segovia, y le hizo grandes presentes y honores. Acompañóle hasta Leon, y el francés continuó su camino á Santiago, y don Enrique se fué para Sevilla (1376).

(1) Ayala, Chron. Año IX.-Zurita. Anal. lib. X. c. 19.

Parccia que se hallaba ya el monarca de Castilla en paz y concordia con todos los reyes cristianos de España. Pero el navarro, cuyos actos todos correspondian al sobrenombre de Malo que llevaba, con su acostumbrada perfidia y doblez determinó enviar su hijo á Francia, en la apariencia con objeto de que entablase ciertas negociaciones con el monarca de aquel reino, en realidad con el siniestro designio que vamos á ver. Algo receló el de Castilla, conocedor del carácter de Cárlos el Malo, y bien mostró al infante su yerno el desagrado con que veia aquel viage, pero el príncipe obedeciendo á su padre partió para Francia. Seguíale un escudero y privado del rey su padre, llamado Jaques de Rua. El previsor y hábil político Carlos V. de Francia hizo prender en el camino al confidente del navarro, y puesto á tormento declaró que el objeto con que le enviaba el rey era de tratar con los ingleses, ba→ jo la base de que si el rey de Inglaterra le cediese la Guiena y le pagase dos mil lanzas, él le ayudaria haciendo personalmente la guerra al de Francia y le cederia todas las fortalezas que tenia en Normandía, que eran muchas. Confesó ademas el agente secreto de Cárlos el Malo, que éste habia querido sobornar á un médico de Chipre llamado Maestr Angel para que diera veneno al monarca francés, pero que el médico habia huido por no cometer aquel crímen, todo lo cual sabia por boca del mismo rey (1377); el negociador del navarro que esto confesó fué condenado á una muerte afrentesa en Paris. Llevado á esta ciudad el infante de Navarra, príncipe noble, que de seguro no tenia parte en la traicion, fué detenido alli por el rey de Francia, el cual mandó á su hermano el duque de Borgoña y á Bertrand Duguesclin que tomaran y desmanteláran todas las fortalezas que en Normandía poseia el navarro. Solo quedó el castillo de Cherbourg, que empeñó el de Navarra á los ingleses, y desde el cual hicieron éstos mucho daño á Francia (1). El monarca francés envió mensageros á don Enrique, que á la sazon se hallaba en Sevilla, noticiándole este suceso y rogándole por la amistad que entre ellos habia que hiciese guerra al de Navarra.

Llegaba la escitacion del monarca francés en sazon oportuna, puesto que sabia don Enrique que hacia tiempo andaba el navarro trabajando por sobornar al adelantado de Castilla Pedro Manrique para que le vendiera la ciudad de Logroño en veinte mil doblas. Previno entonces el rey á su adelantado que fingiendo estar dispuesto á darle la plaza procurara atraerle á ella y apo

(4) Ayala, Chron. Año XII. c. 4.-Martene, Thesaur.-En la famosa coleccion de Rymer está el tratado que hicieron los ingleses con el rey de Navarra á consecuencia de haberles entregado el castillo de Cherbourg, para

ayudarle en la guerra de España contra le batard Henri occupant á present le dil Roiaume d' Espaigne; fech. en Westm. á 1.° de agosto de 1377.

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