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trépidos catalanes, asombrando al mundo con sus hazañas, ganando y abandonando reinos, deshaciendo unos monarcas la obra de los otros, peleando siempre con franceses y napolitanos, con sicilianos y sardos, con romanos y griegos, muchas veces guerreando entre sí y con los castellanos, pocas y por incidencia con los moros en auxilio de los cristianos de Castilla. Asi se eternizaba la gran lucha entre cristianos y musulmanes, entre españoles y

sarracenos.

II.

La lucha política interior entre las diversas clases y poderes del Estado, y principalmente entre el trono y la nobleza, continuó tambien en estos dos reinados, aunque con mas intervalos y con menos estrépito que en los anteriores. Aplazada parecia y como adormecida la gran contienda entre el rey y los ricos hombres durante los diez primeros años del reinado de Jaime II., alimentado y distraido el humor belicoso de los aragoneses en las guerras exteriores. Mas al apuntar el primer año del siglo XIV. renuévase y se reorganiza la terrible Union, casi bajo las mismas bases y condiciones que en el precedente reinado, poniéndose á su cabeza el mismo procurador general del reino, con gran peligro de la autoridad real. Pero esta vez el monarca se encuentra apoyado por la capital del reino, por las córtes, por el Justicia, que todos se pronuncian contra la Union, se ligan para resistir las devastadoras tropas de los unionistas, y declaran la Union contraria á los fueros del reino y á los derechos de la co

rona.

Interesante y sublime espectáculo es el que ofrece en este tiempo bajo el punto de vista politico el reino de Aragon; espectáculo que no ofrecia en aquella época otra nacion alguna. En esta solemne querella entre el rey y los ricos-hombres, todos invocan la ley: la nobleza que ataca y la corona que resiste, todos apelan, todos se someten al representante de la ley; unos y otros llevan su causa al tribunal del Justicia, y este supremo magistrado, oidas las partes en juicio contradictorio, pronuncia su sentencia definitiva. Este respeto á la ley por parte de dos grandes poderes del Estado que se disputan importantes derechos políticos, por parte de una nobleza acostumbrada á humillar al trono, y por parte de un trono acos tumbrado á dominar remotos y dilatados reinos, prueba cuán hondas

`raices habia echado en Aragon en medio de tantas agitaciones y revueltas el amor á la legalidad, y en cuán sólidas bases descansaba ya la libertad aragonesa.

En esta ocasion el Justicia sentenció contra la Union, declarándola ilegal, anulando sus actos, y entregando las personas y bienes de los rebeldes á la merced del rey; y el rey, á pesar de las reclamaciones de los sublevados, desterró á muchos y privó de sus feudos à otros. Comienza pues el Justicia á ponerse de parte del rey, y aquella institucion que hasta entonces habia favorecido alternativamente á unos á y otros partidos, se convierte en instrumento dócil de la autoridad real. Asi el Privilegio de la Union arrancado à Alfonso III. viene á ser anulado en la práctica por Jaime II. Las córtes de Zaragoza se han mostrado favorables á los derechos del monarca. ¿Con qué elementos ha contado don Jaime para triunfar asi de la alta nobleza, á que ningun monarca ha podido resistir? Don Jaime no ha recurrido para ello al pueblo y á las comunidades como los soberanos de Castilla: don Jaime ha buscado ya su apoyo en la nobleza de segundo órden, en los caballeros, especie de aristocracia intermedia creada por sus antecesores, y que por rivalidad á la rico-hombría de natura se ha puesto del lado del trono. Don Jaime con mucha política ha buscado tambien por auxiliares á los legistas, á quienes, como San Fernando, ha dado participacion en su consejo; y el fundador de la universidad de Lérida, el que ayudado de un docto jurisconsulto ha puesto en órden la coleccion de los fueros nacionales, ha encontrado á su vez apoyo en una clase que escaseaba en Aragon, pueblo esencialmente conquistador y guerrero, la cual ha defendido las prerogativas de la corona con textos legales. De este modo don Jaime II. de Aragon ha merecido el título de Justiciero y de amante de la ley, y el pueblo ha visto un testimonio, si no del todo sincero, por lo menos aparente, de respeto y de culto á las leyes, confirmado con un rasgo de hábil política, con el destierro de aquel famoso y pérfido legista que habia arruinado y empobrecido á tantos litigantes.

Alfonso IV. encontró la autoridad real robustecida con este triunfo legal de su padre, y por fortuna suya la nobleza, durante su débil reinado, pareció como apartada ó retirada de la antigua contienda entre la corona y los ricos-hombres, si bien, como mas adelante veremos, no hizo sino prepararse á renovar con mas furor la pelea en el reinado siguiente.

Distinguese el de Alfonso IV. por la tendencia á la conservacion de la integridad del territorio y de la unidad nacional. El decreto ó estatuto con que se privó á sí mismo de dar en feudo ninguna ciudad ó dominio perteneciente á la corona, era la espresion de las ideas y de la necesidad de la

época. Quebrantando ese mismo decreto en favor de los hijos de su scgunda esposa, doña Leonor de Castilla, por complacer á una madre exigente, dió una prueba de su debilidad, disgustó y se enagenó los pueblos, y derramó la semilla de largas discordias. Los reyes, hemos dicho antes no pueden tener pasiones privadas: los reyes, añadimos ahora, pertenecen á sus pueblos antes que á su familia. Alfonso IV. repartiendo las ciudades de Valencia entre los hijos de un segundo matrimonio, pudo obrar como padre amoroso y como esposo condescendiente: pero desmembrando los dominios de la corona é infringiendo su propio decreto, faltó á sus deberes como monarca y ofendió al pueblo; y el pueblo aragonés era demasiado libre, demasiado altivo, y demasiado ilustrado yá para consentir en que asi se holláran leyes recientes, hechas en provecho y conveniencia del reino. Los valencianos, á quienes mas directamente aquella desmembracion perjudicaba, no menos celosos de sus privilegios que los aragoneses, se sublevan contra su soberano, y el infante don Pedro, hijo del primer matrimonio y heredero legítimo de la corona, concibe un odio mortal contra su madrastra, causa y móvil de las ilegales é injustificadas preferencias de su padre. De este modo la indiscreta y apasionada predileccion de un rey produce una guerra civil y una guerra doméstica; da ocasion á que se insurreccione el pueblo, mal que lamentarémos siempre, y lleva la discordia al seno de la familia real, mal de por sí harto deplorable. A la prudencia de los soberanos toca evitar estos males y prevenirlos. Lo peor era que la razon y la justicia estaban esta vez de parte del pueblo perjudicado y del infante ofendido.

Jamás se oyó lenguage mas rudo, mas enérgico, mas atrevido de boca de un hombre del pueblo hablando á su soberano, que el que usó Guillen de Vinatea cuando fué á exponer al monarca á la faz de toda la córte que el pueblo valenciano estaba resuelto á no consentir tales donaciones hechas en detrimento de la fuerza y de la integridad del reino. La protesta de que antes se dejarian todos segar las gargantas que acceder á que un rey de Aragon desmembrára y debilitára asi la monarquía, era ya un rasgo de enérgica y ruda independencia difícilmente tolerable por un monarca de parte de un súbdito: pero la amenaza de que si algun oficial de palacio se propasaba á atacar ú ofender á alguno de la confederacion popular estuviera cierto de que caerian rodando las cabezas de todos los de la corte, sin perdonar ó esceptuar sino al rey, la reina y los infantes, fué en verdad el colmo de la audacia. Desdichados los príncipes á quienes sus debilidades ponen en el caso y trance de sufrir tales desacatos. El rey se intimidó y las donaciones fueron por entonces revocadas á pesar de la oposicion varo

nil de la reina y de las conminaciones con la venganza de su hermano el rey de Castilla.

Lo que de estos hechos se deduce y hace mas á nuestro propósito es la tendencia á la unidad política y nacional que desde los principios del siglo XIV. se observa asi en Castilla como en Aragon. Las leyes hechas en córtes por los monarcas castellanos prohibiendo la enagenacion de los pueblos de realengo, poniendo coto al engrandecimiento de los señoríos y á la acumulacion de bienes en manos muertas: la prohibicion de repartir y fraccionar los dominios de la corona, consignada ya en la legislacion de Castilla hecha por un monarca y mandada observar por otro: la privacion de dar en feudo las villas y lugares del reino á que se obligó un monarca aragonés: la sublevacion que produjo en el pueblo la imprudente infraccion de aquel estatuto, aun habiendo querido legitimarla con la dispensa y autorizacion de la Santa Sede, y la revocacion de las donaciones á que aquel príncipe se vió forzado, todo revela que el instinto, y las ideas, y el espíritu público, asi en Aragon como en Castilla, se manifestaba y pronunciaba ya en el siglo XIV. en favor de la unidad nacional, de la centralizacion del poder, y de la integridad de cada monarquía. Este era ya un gran adelanto en la organizacion social de los estados; y bajo este aspecto, reinados ó escasos ó estériles en conquistas y en hechos ruidosos, son de gran importancia é interés en el órden político.

Las querellas que la predileccion apasionada y las donaciones imprudentes de Alfonso IV. de Aragon á los hijos de su segunda muger provocaron entre la reina y el infante don Pedro, dieron lugar y ocasion á que se descubriera el carácter enérgico y sagaz, la ambicion precoz, la inflexible firmeza, la indole artera y doble de aquel príncipe, que tan luego como empuñára el cetro habia de eclipsar y oscurecer los nombres y los reinados de sus predecesores.

CAPITULO XIV.

PEDRO IV. (el Ceremonioso) EN ARAGON.

De 1335 á 1397.

Cuestion entre catalanes y aragoneses sobre el punto en que habia de ser coronado.-Es jurado en Zaragoza.-Enojo de los catalanes.-Odio profundo del rey á doña Leonor de Castilla, su madrastra, y á los infantes don Fernando y don Juan, sus hermanos: persecucion que les mueve: guerra civil: parte que toma el de Castilla en este negocio: mediacion para la paz: juicio y sentencia de árbitros.-Conducta del aragonés en las espediciones de Algeciras y Gibraltar.-Casa con la infanta doña María de Navarra: estrañas condiciones de este enlace.-Ruidoso proceso que movió contra su cuñado don Jaime II. de Mallorca.-Artificiosa conducta de don Pedro para arruinar al mallorquin.-Mañosas negociaciones con el de Francia y con el de Mallorca: grave acusacion que hace á éste: malicia de don Pedro, y falta de discrecion de don Jaime.-Sentencia de privacion del reino contra el de Mallorca.-Apodérase el aragonés de esta isla.-Despójale del Rosellon y la Cerdaña.-Ultimos esfuerzos y desgraciada muerte de don Jaime: el reino de Mallorca queda incorporado á la corona de Aragon.-Proceso contra su hermano don Jaime: prívale de la gobernacion general y de la sucesion al trono.-Levantamiento en Valencia y Aragon en favor del infante.-Proclámase otra vez la Union.-Guerra civil en Aragon y Valencia, la mas sangrienta de todas.-Apuros, conflictos y situaciones críticas y humillantes en que se vió el rey.-Célebres córtes de Zaragoza: jura el Privilegio de la Union.-Astuta, pero poco noble política de don Pedro.-Muere el infante don Jaime, con sospechas de haber sido envenenado por su hermano.-Disidencias entre los de la Union partido realista.-Enciéndese mas la guerra: combates.-Cautiverio del rey en Valencia: cómo salió de él.-Ejércitos unionistas y realistas: angustiosa y lamentable situacion del reino.-Memorable batalla de Epila, en que quedó definitivamente derrotada la bandera de la Union.-Córtes de Zaragoza: rasga el rey en ellas elPrivilegio de la Union con su puñal: llámanle don Pedro el del Puñal.-Confirma las antiguas libertades del reino.-Indulto general: horribles suplicios parciales.-Resistencia de los valencianos.-Acábase tambien con la Union en Valencia: perdon y castigos.-Matrimonios del rey.-Asuntos de Cerdeña y de Sicilia.-Revoluciones y guerras en aquellas islas: combates navales: alianzas, paces, rompimientos, tratados.-Célebre batalla naval entre catalanes, genoveses, venecianos y griegos en las aguas de Constantinopla.-Sacrificios que costaba á Aragon la precaria posesion de Cerdeña.-Grandes novedades en TOMO IV. 3

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