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Y å vueltas de los negros colores con que en este instrumento se trató de pintar á don Alvaro, el mismo monarca denuncia en cada periodo sin advertirlo su propia flaqueza y debilidad, su falta de carácter y su ineptitud para cl gobierno del Estado.

Poco tiempo sobrevivió el rey don Juan á su infortunado favorito, y esto para echarse en brazos de otros nuevos privados y descargar en ellos el peso del gobierno. Dos sacerdotes, el obispo de Cuenca don Lope Barrientos y el prior de Guadalupe fray Gonzalo de Illescas, reemplazaron al condestable don Alvaro en el inconstante favor del débil monarca, cuya salud comenzó á estragar una fiebre lenta. Parece no obstante que los nuevos gobernadores intentaban realizar algunos grandes proyectos de gobierno y de administracion. Uno de ello era hacer subir á ocho mil lanzas la fuerza permanente del reino, mantenidas á sueldo en el lugar en que cada uno vivia. Era el otro suprimir los recaudadores de los impuestos, dejando á cada ciudad el cargo de recoger las rentas que le perteneciesen y de pagar á quien el rey ordenase. En sus últimos momentos disputó tambien á Portugal el derecho de la conquista de Berbería y de Guinea, fundando su reclamacion en que la Santa Sede habia otorgado á Castilla el derecho esclusivo de ocupar la tierra firme de Africa y las islas adyacentes. Pero aquellos proyectos y estas contestaciones quedaron, sin ejecucion los unos y pendientes las otras, porque antes que su solucion acabaron los dias del monarca.

En diciembre de 1453 habia nacido al rey otro infante que tuvo por nombre Alfonso. Determinado estuvo su padre en sus últimos momentos á declarar heredero del trono á este tierno príncipe, como en muestra de la aversion al primogénito don Enrique y en pena de los disgustos que éste le habia dado, pero detúvole la consideracion del gran poder que ya don Enrique tenia, y el temor de la turbacion que podia producir en el reino. Dejóle, pues, solamente el maestrazgo de Santiago, cuya administracion, en razon á la tierna edad del infante, encomendó á su madre la reina Isabel. Legó á ésta la ciudad de Soria y las villas de Arévalo y Madrigal, y dejó á la infanta doña Isabel (que después habia de ser reina de Castilla) la villa de Cuellar, con gran suma de oro para su dote.

Un proceso escandaloso acibaró tambien los postreros dias de este monarca desafortunado, y fué anuncio y presagio del miserable porvenir que esperaba á Castilla. El matrimonio del príncipe don Enrique con doña Blanca de Navarra no habia sido bendecido por el cielo con fruto de sucesion. Desde el dia de las bodas la voz comun habia atribuido al principe esta falta, y la cuestion de nulidad se agitaba hacia ya tiempo. Al fin se entabló el proceso de divorcio, fundandole en impotencia relativa de los dos consortes, no olvidán➡

dose de apelar para esplicarla al recurso usado en aquellos tiempos, á hechizos y sortilegios de sus enemigos. El primero que pronunció sentencia de nulidad fué Luis de Acuña que gobernaba la iglesia de Segovia. Llevado el negocio en apelacion á la córte de Roma, confirmó la sentencia por delegacion del papa Nicolás V. el arzobispo de Toledo, que lo era ya Alfonso Carrillo (noviembre, 1453). Declarada la nulidad y autorizado el divorcio, la desventurada doña Blanca, descasada á los catorce años de matrimonio, fué enviada á su tierra por un motivo bochornoso siempre, y del que cada cual hablaba y juzgaba segun le placía, precisamente en visperas de heredar el título de reina de Castilla y de Leon. Por mas razones que en su favor alegara el príncipe castellano, no pudo impedir que el pueblo le juzgára tan incapaz en lo físico como en lo moral, y Castilla presagiaba que despues de un rey débil iba á tener un monarca impotente (1).

Cumplióse al fin el plazo que la Providencia habia señalado á los dias de don Juan II., y falleció cristianamente este monarca en Valladolid á 21 de julio de 1454, á la edad de cuarenta y nueve años, y despues de un reinado proceloso de cerca de cuarenta y ocho. He aquí el retrato físico y moral que de él nos ha dejado su minucioso cronista: «Fué, dice, este ilustrisimo rey de grande y hermoso cuerpo, blanco y colorado mesuradamente, de presencia <muy real: tenia los cabellos de color de avellana mucho madura: la nariz un poco alta, los ojos entre verdes y azules, inclinaba un poco la cabeza, tenia piernas y pies y manos muy gentiles. Era hombre muy trayente, muy fran«co é muy gracioso, muy devoto, muy esforzado, dábase mucho á leer libros de filósofos é de poetas, era buen eclesiástico (2), asaz docto á la lengua lati«na, mucho honrador de las personas de ciencia: tenía muchas gracias natu«rales, era gran músico, tañía é cantaba é trovaba é danzaba muy bien, dábase mucho á la caza, cabalgaba pocas veces en mula, salvo habiendo de «caminar: traia siempre un baston en la mano, el cual le parescia muy bien (3).»

Habiendo sido este monarca tan flaco y débil para las cosas de gobierno, como apto para las letras, y habiéndose desarrollado bajo su proteccion la

(1) En la esposicion de causas hecha al santo padre para probar la impotencia relativa y salvar la absoluta, alegaba el infante razones de un género que ni favorecian á su moral ni hay necesidad de repetir, porque eran las mismas que en tales casos por lo comun se alegan. Nuestro Mariana, sin embargo, no vacila en decir, con el desenfado que en estas materias acostumbra: «la culpa era ade su marido, que aficionado á tratos ilícitos

«y malos (vicio que muchas veces su padre «procuró quitalle), no tenia apetito, ni aun fuerza para lo que le era lícito, especial con «doncellas: asi se tuvo por cosa averiguada, «por muchas conjeturas y señales que para «ello se representaban.» Hist. de España, li«bro XXI.. cap. 14.

(2) Quiere decir, dado á las cosas de la Iglesia:

(3) Perez de Guzman, Crón. página 576.

cultura intelectual en Castilla y elevádose á un grado hasta entonces descopocido, reservámonos considerarle bajo estos dos aspectos y dar cuenta del estado de la literatura, de las artes y de las costumbres en su tiempo, para cuando bosquejemos el cuadro general que presentaba España en su condicion política, moral, literaria y artística en este periodo. Al terminar la historia de este reinado podemos decir con un moderno crítico: «no hemos atravesado en nuestra historia un reinado tan largo y tan enredoso como el de don Juan II.: solo sabemos de otro mas desastroso, que es el que va á seguirle en Castilla.»

CAPITULO XXVIII.

ALFONSO V. (el Magnánimo) EN ARAGON.

Do 1416 á 1458.

Su conducta en el asunto del cisma: concilio de Constanza: eleccion de Martin V.—Inflexibilidad del antipapa Pedro de Luna: muere en Peñíscola.-Concluye el cisma.-Disgustan á Alfonso los aragoneses y catalanes: pasa á Cerdeña y á Córcega.—Situacion de Nápoles, y cómo le fué ofrecida á Alfonso la sucesion de aquel reino.-Pasa á Nápoles y la reina Juana le adopta por hijo.-Guerras, triunfos y vicisitudes de Alfonso en Nápoles.-Volubilidad de la reina Juana: retractaciones.-El duque de Anjou; el duque Filipo de Milan; el capitan Sforza; el senescal Caracciolo.-Sangrientos combates en las calles de Nápoles.-Regresa Alfonso á España.-Alaca de paso y destruye á Marsella.-Confederacion de los príncipes de Italia contra don Alfonso y don Pedro de Aragon.-Súbitas mudanzas en los ánimos de los príncipes italianos.-Escitaciones al aragonés para que vuelva á Italia.-Espedicion de Alfonso al reino de Túnez: victorias sobre los moros.-Inconstancia de la reina Juana: asesinato del gran senescal: vuelta de Alfonso á Nápoles.-Nueva liga contra el aragonés -Fuga del papa y generosa proteccion que le dispensa don Alfonso.Muerte del duque de Anjou: id. de la reina Juana.-Prosigue la empresa de Nápoles: gran combate naval: los reyes de Aragon y de Navarra prisioneros.-Generoso comportamiento del duque de Milan.-Da libertad al de Navarra y se liga con el de Aragon.-Bandos y guerras en Italia: el papa Eugenio IV.: el concilio de Basilea: el duque Renato de Anjou: triunfos del rey don Alfonso: muerte del infante don Pedro.-Nuevo cisma en la Iglesia.Grandeza de ánimo de Alfonso.-Se hace rey de Nápoles.-Entrada triunfal.-Nueva situacion del Italia.-Alianzas, confederaciones, guerras: el papa y los estados de la Iglesia; el duque de Milan, Francisco Sforza: otros príncipes y potentados de Italia; repúblicas de Génova, Venecia y Florencia; el rey de Aragon y de Nápoles.-Paz universal de Italia y cómo se hizo.-Apodéranse los turcos de Constantinopla, y acaba el imperio cristiano de Oriente.-Confederacion general de los principes cristianos contra el turco.-Desavenencias del rey de Aragon con el papa Calixto III.: sus resultados.-Muerte de Alfonso V. de Aragon: sucédele en Nápoles su hijo Fernando, en Aragon su hermano el rey don Juan de Navarra.-Grandes cualidades de Alfonso V.

Los sucesos de Aragon en este tiempo continuaban formando por su im portancia y su grandeza esterior verdadero contraste con las rencillos y mi

serias interiores de Castilla; y mientras aqui un principe de la dinastía do Trastamara, instrumento dócil de un soberbio favorito y juguete de las maquinaciones de orgullosos magnates, conservaba con trabajo el nombre de rey y una sombra de autoridad, allå otro príncipe de la dinastía de Trastamara, su inmediato deudo, sábio, magnánimo, liberal y esforzado, ensanchaba los limites de la monarquía aragonesa, le agregaba nuevos reinos, y ganaba en apartadas regiones gloria para sí y para su pueblo con sus proezas como guerrero y con su sabiduría como monarca.

Apenas falleció el honrado Fernando 1. de Aragon, fué aclamado rey de Aragon, de Valencia, de Mallorca, de Sicilia y de Cerdeña y conde de Barcelona su hijo primogénito con el nombre de Alfonso V. (2 de abril, 1416). El primer cuidado del nuevo monarca aragonés fué retirar de Sicilia á su hermano el infante don Juan, que se hallaba de gobernador general de aquel reino, porque recclaba harto fundadamente que los sicilianos, en su deseo manifiesto de independencia, quisieran alzarle por rey, como en cfecto lo intentaban. Delicado era el asunto, atendida la disposicion de aquellos naturales, y el carácter del infante don Juan. Pero manejose en él con tal destreza el jóven soberano (que contaba entonces veinte y dos años de edad), é hizo el llamamiento con tan hábil politica, que el infante, contra lo que todos esperaban, obedeció inmediatamente al primer requerimiento de su hermano, y se vino á España á hacerle homenage, quedando de vireyes en Sicilia don Domingo Ram, obispo de Lérida, y don Antonio de Cardona.

Era la ocasion en que se trataba de resolver definitivamente la gran cuestion del cisma de la Iglesia; y Alfonso, que en vida de su padre era el que habia manejado las negociaciones sobre este gravisimo negocio con el gran Sigismundo, rey de romanos, se apresuró á enviar sus embajadores y prelados al concilio general de Constanza. Todavía no faltó quien intentara persuadirle á que restituyera la obediencia al obstinado Pedro de Luna, que continuaba en su castillo de Peñíscola titulándose pontifice y protestando contra lo que se determinára en el concilio, pero el rey desechó resueltamente toda proposicion y consejo que tendiera á prolongar la ansiedad en que estaba el mundo cristiano. Al fin el concilio de Constanza, compuesto de prelados de todas las naciones y de representantes de todos los principes, perdida toda esperanza de renuncia por parte del antipapa aragonés, pronunció solemne y definitiva sentencia declarándole cismático, pertinaz y herege, indigno de todo título, grado y dignidad pontifical (julio, 1417). Tratóse luego de proceder á la eleccion de la persona que habia de ser reconocida en toda la cristiandad por verdadero y único pontifice y pastor universal de los fieles, y despues de muchos debates y altercados sobre preferen

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