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noble y provechoso intento era la paz entre los diferentes estados italianos, miserablemente destrozados entre sí y desgarrados y empobrecidos con tan largas guerras, uno de sus primeros cuidados fué exhortar al rey don Alfonso de Aragon y de Nápoles á que desistiese de la guerra de Toscana, y lo ayudase á la grande obra de la pacificacion universal de Italia, á cuyo efecto le envió su legado el cardenal de Fermo, para que le representase que aunque el peligro era comun á toda la cristiandad, parecia sin embargo que el papa, el emperador Federico, el rey de Nápoles y la señoría de Venecia, tenian por sus circunstancias y por la situacion de sus estados mas estrecho deber de coadyuvar á aquel plan. Alfonso, que en ejecucion de su propósito habia ido ya la via de Toscana, contestó al pontifice, que hubiera sido mucho mejor, mas digno y mas útil no desamparar á Constantinopla y socorrerla antes de ser tomada, que tratar de recuperarla despues de haberse apoderado de ella el enemigo; lamentaba que se hubiera dado lugar á aquel escándalo; exponia las dificultades que ofrecia la empresa, en ocasion que el turco se hallaba tan envalentonado y fuerte; pero al propio tiempo aplaudia los buenos deseos del papa, y se prestaba á ayudarlos, protestando que en la guerra con los florentines no llevaba intencion de sojuzgarlos sino de reducirlos á la liga, por cuya razon desistiría de ella tan pronto como los de Florencia dejasen de favorecer al duque de Milan, y contribuiria gustoso á la pacificacion general de Italia.

En su vista, y habiendo el papa instado á todos los principes italianos á que enviasen sus embajadores á Roma para tratar de la paz universal y convertir las armas de todos en favor de los estados del imperio griego, los enviados de Alfonso de Aragon expusieron en nombre del rey que si los florentines le daban seguridad de no ayudar á Francisco Sforza era muy contento en admitirlos en la liga con él y con la señoria de Venecia; y en cuanto al conde Sforza, contentábase con que dejára á Venecia las tierras de aquella parte del Adda: y por lo que el rey pretendia contra él se allanaba á que el papa fuese el árbitro y medianero entre los dos. Con estos precedentes ajustóse al fin la paz entre el conde Sforza de Milan y la república de Venecia (marzo, 1454), y aprobada por el rey de Aragon se procedió á publicarla con general satisfaccion y contento. Las cosas fueron marchando con tendencia á una general reconciliacion; y en principio del año siguiente (1455) se acordó y firmó paz y amistad entre don Alfonso de Aragon y de Nápoles, el duque de Milan y la república de Florencia, confirmándose la que se habia hecho en tre venecianos y milaneses, aprobándose igualmente una liga que se habia concertado entre Venecia, Florencia y Milan, quedando reservado al duque y república de Génova que pudicse entrar en la general confederacion. El pon

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tifice aceptó y confirmó la liga para emplear las fuerzas comunes de todos aquellos príncipes y naciones en la guerra contra turcos é infieles.

Poco tiempo sobrevivió el papa Nicolás V. á la grande obra de la pacificacion general de Italia, puesto que á los dos meses falleció con el deseo do ver convertidas todas las fuerza de la cristiandad contra los turcos. Ocupó entonces la silla apostólica (8 de abril de 1455) el español Alfonso de Borja, cardenal de Valencia, descendiente de una pobre familia de Játiva, pero varon muy letrado en los derechos civil y canónico, aunque de carácter altivo y presuntuoso, y de elevados pensamientos, el cual tomó el nombre pontifical de Calixto III. (1). Con mucha alegría recibió el rey don Alfonso la nueva de la elevacion al sumo pontificado de un natural de sus reinos, hechura suya además, y que le debia la púrpura cardenalicia, y asi fué que le envió la embajada mas solemne que jamás se habia visto para felicitarle por su ensalzamiento y darle la obediencia de sus reinos como á pontifice canónicamente elegido, suplicándole ademas que concluyese el proceso de la canonizacion del gran Taumaturgo valenciano fray Vicente Ferer, cuya instancia tenia hecha con el papa Nicolás y por su enfermedad no se pudo concluir (2). Mas no pasaron muchos dias sin que el rey de Aragon esperimentára cuán desfavorables disposiciones abrigaba respecto á su persona el nuevo papa su compatricio, por cuya elevacion habia hecho tan solemnes demostraciones de gozo. Ademas de algunas desavenencias promovidas entre ellos por razon de tal cual señorío de Italia, quejábase el papa al rey de que habiéndole en

(1) Refieren varios autores que este pre- y otros varios prelados en diferentes reinos lado español, ó por pronostico que le hiciera San Vicente Ferrer, ó porque asi se lo inspirára su imaginacion, habia tomado mucho tiempo antes el nombre de Calixto, como si estuviera cierto de que habia de ser sumo pontifice, y que anticipadamente habia hecho un voto solemne por escrito, como si fuera en público-consistorio, de hacer guerra perpétua á los turcos y no desistir de ella jamás. Zurita, Anal. lib. XVI. c. 32.

(2) Ya los reyes de Aragon y Castilla y otros grandes príncipes de la cristiandad habian pedido la canonizacion del apóstol valenciano á los papas Martin, Eugenio y Nicolás. En la informacion que este último habia mandado hacer, intervino como comisario este mismo cardenal de Valencia, que ahora era Calixto III., juntamente con el cardenal de Ostia, el patriarca de Alejandría, el arzobispo de Nápoles, el obispo de Mallorca,

y provincias, donde eran conocidas las virtudes, las predicaciones y los milagros del santo misionero. El papa Calixto concluyó efectivamente el proceso, y nunca para ningun acto de esta clase habian concurrido testimonios de tantas y tan diversas y distantes naciones como concurrieron para informar unánimemente de la santidad y de los prodigios obrados por Vicente Ferrer. En cuya virtud tocó á su compatricio Calixto III. la gloria de proclamar ante los cardenales y prelados de la curia romana que la Iglesia colocaba en el número de los santos á Vicente Ferrer (3 de junio 1445), lo cual se publicó con toda solemnidad y ceremonia en la fiesta de San Pedro y San Pablo siguiente. La bula de canonizacion la espidió después el papa Pio II., sucesor de Calixto III., en el primer año de su pontificado.

viado la bula de la cruzada para la espedicion contra los turcos, no habia producido ningun resultado y escitábale á ella como á principal ejecutor y caudillo. Contestóle el rey con mucha entereza, que aunque estimaba en mucho el don de Su Santidad, creia que para una espedicion como aquella se necesitaba algo mas que una bula; que si habia diferido su empresa, era porque pensaba que otros príncipes de Europa mas poderosos que él y no menos obligados habrian abrazado aquella causa; pero que viéndolos tan descuidados, y puesto que Su Beatitud le requeria á él solo con tanta instancia, sabria hacer su deber como príncipe católico. Comenzó, pues, el rey de Arahon á hacer sus aprestos de campaña, á aparejar naves y juntar ejércitos, ademas de muchas compañías que ya habia enviado á Albania, y congregando su consejo en Nápoles, declaró su voluntad con el siguiente notable razonamiento:

«Yo hablé con vosotros los dias pasados sobre lo de la empresa de los «turcos, y por ser cosa tan grande he esperado cómo se moverian otros, y he ediferido el determinarme en ello. Ya veis que los reyes y principes cristianos, mirándonos unos á otros, dormimos; y asi el ánimo y osadia del enemigo siempre se aumenta y crece, para ofender à la religion cristiana. Yo «considero haber recibido grandísima gracia de Nuestro Señor sin merecimientos mios. y reconozco que hay en el mundo otros reyes y principes, que por saber y poder son mas dispuestos que yo para emprender y llevar tan<ta carga; mas visto que por todos se mira y ninguno se apareja ni dispone, «queriendo satisfacer á infinitas mercedes que de Nuestro Señor he recibido, no quanto se debe, mas quanto yo abasto, por su servicio y de la Iglesia es«toy dispuesto y deliberado poner mi persona y estados en defensa de la «cristiandad y en ofensa del turco. De aqui adelante ya tengo la mayor parte de mi vida pasada, por tener sesenta años ó muy cerca dellos, y hasta aqui <toda la he despendido en servicio del mundo, y paréceme cosa razonable <distribuir en servicio de Dios lo que me resta. Quando yo tomé la empresa «deste reyno, lo hice movido de la justicia que en él tenia, y por conquistar do que derechamente me pertenecia; lo qual despues de muchos trabajos y gastos Nuestro Señor lo ha traido al fin por mí deseado, segun que veis. «Si lo que á mi tan solamente tocaba lo ha enderezado tan prósperamente, "¿qué tengo de esperar de aquello que á él principalmente toca, y por quien ayo lo delibero emprender? En esto yo no pongo cosa ninguna mia. La persona y vida, y los estados y bienes dél lo tengo. Ofrézcoselo, que suyo es, ❝y ríndole lo que dél he, y por él lo poseo. Tengo firme y segura esperanza «que mi propósito y empresa traerá á bienaventurado fin. Aun me acuerdo «que en nuestros dias, en gran deservicio de Dios y en ofensa de la fé cató

dica, un rey ha seydo preso y hecho tributario á infieles, y otro murió en batalla y le fué cortada la cabeza; y últimamente ha sido muerto el empera<dor, y se ha perdido la ciudad y imperio de Constantinopla, que era á nosotros una talanquera, y han venido á poder de infieles tantas iglesias y rediquias y cosas sagradas indignamente y sin alguna reverencia, que son cocsas que á mi mucho me inducen á seguir esta empresa: y si á vosotros parece lo contrario, estaré á lo que me aconsejaredes (1).» Oido este discurso, todo el consejo, sin discrepar un solo individuo, le aplaudió alabando su santo y animoso propósito, y todos ofrecieron sus personas, vidas y bienes al servicio del rey para la prosecucion de tan cristiana empresa.

A pesar de esto ni el papa Calixto se mostró nunca propicio al rey de Aragon, ni éste realizó su empresa contra los turcos. Por el contrario, habiendo don Alfonso determinado visitar sus reinos de España (1456), asi por satisfacer el deseo general de sus súbditos y pagarles esta deuda, como por ver de concordar al rey de Navarra con el príncipe de Viana su hijo, despachó á Roma al conde de Concentaina para que secretamente comunicase al papa el pensamiento de su venida, puesto que en Italia habian cesado las guerras y habia paz universal. Mas como al propio tiempo llevase encargo derogarle departe del rey que para mayor seguridad se dignára otorgarle de nuevo las bulas de investidura del reino de Nápoles y de los vicariatos de Benevento y Tarracina para sí y para el duque de Calabria su hijo. y como el papa diese tales escusas que el conde entendiera que las negaba casi abiertamente, por estrechar al pontifice se propasó á hacerle fuertes reconvenciones y á decirle cosas muy duras. Recordóle los beneficios y favores que habia recibido del rey de Aragon; le echó en cara haber creado cardenales en un solo dia á dos sobrinos suyos, cosa hasta entonces no vista en ningun papa; tuvo la audacia de decirle que se acordase de su nacimiento y del lugar de Canales, donde aprendió á leer y cantó la primera epístola en la iglesia de San Antonio, con otras espresiones no menos agrias y ofensivas á la dignidad pontifical, á las cuales contestó el papa tambien muy duramente, y despidió al conde echándole su apostólica maldicion. Viendo el rey don Alfonso esta, negativa que comprendió era dirigída á no confirmar al duque de Calabria su hijo en la sucesion del reino, y considerando el carácter duro del papa á pesar de su edad octogenaria, procuró tener de su parte al rey de Castilla (que lo era ya á este tiempo Enrique IV.), para el caso en que resolviese apartarse de la obediencia del pontifice Calixto.

Hizose pues un pacto de concordia y amistad entre los reyes de Castilla

(1) Gerónimo de Zurita pone este discurso en sus Anales, libro XVI cap. 33.

y de Aragon por medio del marqués de Villena y de Ferrer de Lanuza, por el que se ofrecian y juraban darse mútuo favor y ayuda contra todos sus enemigos. Habia prometido tambien el marqués de Villena, entre otras cosas, que cuando el rey de Aragon quitase la obediencia al papa, haria lo mismo el rey de Castilla, y que si el pontifice Calixto muriese, ambos reconocerian al que fuese nuevamente ensalzado á la silla pontificia. Mas el monarca castellano contestó después, que en lo tocante á la obediencia mirase bien lo que se debia al pontifice y lo que á ellos como á príncipes cristianos les correspondia hacer, y que considerase tambien que se trataba de un papa español y natural del reino de Valencia. Con esta contestacion limitóse el aragonés á procurar desviar al pontífice del propósito que tenia, que era de no dar lugar á la sucesion del duque de Calabria.

Ocuparon al rey don Alfonso en sus últimos años las diferencias entre el rey de Navarra y el príncipe su hijo, de que daremos cuenta en su lugar, y que se comprometieron en sus manos (1457). Pero ni efectuó el viage que tenia proyectado á España, ni realizó la espedicion que habia preparado contra los turcos, y lo que hizo fué emplear una gran flota contra la república de Génova, á fin de poner en ella gobernadores de su devocion y parcialidad, y á intento de que el rey de Francia no se apoderase de aquella señoría (1458).

Proseguiase con gran furia la guerra de Génova, cuando se cumplió el plazo señalado por la Providencia al reinado y á los dias de Alfonso V. de Aragon. Una enfermedad de poco mas de dos semanas acabó con su existen¬ cia en el castillo del Ovo de Nápoles (27 de junio, 1458), á los sesenta y cuatro años de edad, y á los cuarenta y dos de un reinado activo y laborioso. En su testamento nombró por sucesor en el reino de Nápoles á su hijo Fernando duque de Calabria, dejando los reinos de la corona de Aragon á su hermano el rey don Juan de Navarra y á sus descendientes, conforme al testamento del rey don Fernando su padre. Y fué muy de notar que en aquel documento no hiciese mencion alguna de la reina de Aragon doña María su esposa, siendo como era tan escelente princesa, de tan señalada honestidad y tan estimada por sus virtudes, lo cual hace verosímil la especie que arriba apuntamos y que algunos afirman de haber pensado repudiarla por casarse con aquella Lucrecia de Alañó, á quien habia entregado su voluntad. Dejó tambien ordenado en su testamento que se distribuyesen sesenta mil ducados en la armada que habia de ir contra el turco, y que su cuerpo fuese trasportado lo mas brevemente posible al monasterio de Poblet en Cataluña, encargando le enterrasen á la entrada de la iglesia en la tierra desnuda, para que fuese ejemplo de humildad.

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