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pondientes á los reinados de don Fernando I., de don Alfonso V. de Aragon y de don Juan II de Castilla, por la intervencion que tuvo en las cosas de Sicilia, de Nápoles, de Aragon y de Castilla, menester es, antes de continuar la historia de la monarquía aragonesa bajo el gobierno de don Juan II., decir algunas palabras acerca de la situacion del reino de Navarra y de la posicion en que se hallaba este rey al tiempo que se unieron en su cabeza las dos coronas (1).

Navarra, que durante cuatro reinados (de 1284 á 1328) habia sido como una provincia francesa, y que después, aunque volvió á darse reyes propios (de 1328 á 1587), parecia mas mezclada en los intereses y en las intrigas de la Francia que en los de los demas reinos españoles, no habia suministrado en el reinado de Cárlos el Noble (de 1387 á 1423) otros sucesos notables que los que hemos referido en los reinados correspondientes de Castilla y Aragon con que estuvieron enlazados. Habiendo muerto Carlos el Noble en 1423, recayó aquella corona en su hija doña Blanca, que viuda del rey don Martin de Sicilia habia casado en 1419 con don Juan, entonces infante de Aragon y súbdito de don Juan II. de Castilla. En Olite, donde se hallaba doña Blanca, y en el campo de Tarazona donde se hallaba don Juan con su hermano el rey don Alfonso de Aragon, se alzó el pendon real de Navarra por don Juan

(1) El reinado de este don Juan II. se divide naturalmente en dos partes ó periodos, uno en que fué rey de Navarra solamente (de 1425 á 4458), otro en que fué simultáneamente rey de Navarra y de Aragon (de 1458 á 1479), cuyos dos periodos forman un largo reinado de 54 años. La parte que tomó en todos los sucesos de Sicilia, de Aragon, de Castilla y de Nápoles durante los tres últimos reinados, ya como heredado en Castilla y súbdito de don Juan II., ya como infante de Aragon é hijo de don Fernando I., ya como auxiliar de su hermano Alfonso V. en las guerras de Nápoles, ya como lugarteniente suyo en los reinos de Aragon, y al propio tiempo como rey de Navarra, hace que nos sean conocidos sus principales hechos anteriores á 1438, como embebidos en la historia de cada uno de estos reinados. Fáltanos considerarle como rey de Navarra antes de la citada época.

Debemos no obstante advertir sobre este punto, que en nuestro carácter de historiador general de España, y no de sus particulares reinos, ni podemos ni nos corresponde hacer en este capítulo una historia detenida

del reino y del rey de Navarra hasta la reunion de las dos coronas, para no incurrir en impertinentes repeticiones, cumpliéndonos solo apuntar lo relativo á aquel reino, de que no hemos dado cuenta. El que desee mas circunstanciados pormenores acerca de Navarra en esta época, los hallará abundantes en Aleson, tom. IV. de los Anales de Navarra: en Zurita, Anal, de Aragon, lib. XIII. al XVII. y en las historias particulares de aquel reino.

Advertimos tambien, que en el segundo periodo de 4458 adelante, los sucesos que tengan directa relacion con Castilla los indicaremos aqui ligeramente, reservándonos darlos á conocer con mas detencion en el reinado de Enrique IV. de Castilla, donde mas propiamente corresponden. Esta complicacion de relaciones entre los diferentes reinos de la península, y esta simultaneidad de acontecimientos en un mismo reinado, unos de interés general para todos los reinos españoles, otros de influencia solo para uno de sus particulares estados, es una de las circuns tancias que hacen sobremanera dificil dar órden y claridad á la historia general de nuestra uacion.

y doňa Blanca su muger. Ocupado entonces don Juan con mas interés y mas ahinco del que le compitiera en los asuntos interiores de Castilla (1), y atendiendo mas á las cosas de este reino que á las del que estaba llamado á go bernar, era su esposa doña Blanca la que en realidad reinaba en Navarra por sí y en nombre de su marido. Cuando en 1428, à consecuencia de uno de los triunfos de don Alvaro de Luna sobre sus rivales, fué requerido don Juan de Navarra para que se alejase de aquel reino, entonces á su llegada á Pamplona se celebró solemnemente, con arreglo al fuero, el juramento y coronacion de los reyes don Juan y doña Blanca, diferido por ausencia del primero; y en el mismo dia (15 de mayo) fué reconocido y jurado sucesor del reino su hijo primogénito don Cárlos (2), para quien habia sido instituido el título de principe de Viana, al modo del de principe de Asturias para los primogénitos de Castilla, y el de príncipe de Gerona para los hijos mayores de los reyes de Aragon (3).

La conducta de don Juan y su continuo alejamiento del reino tenian altamente disgustados á doña Blanca y á los navarros. Las córtes le negaron los subsidios que solicitaba para la guerra que iba á emprender de nuevo contra Castilla; pero él, menospreciando el consejo y la decision de las cortes, vendió sus joyas y las de la reina, con cuyo acto y el empeño decidido de proseguir una guerra sin justicia ni provecho para el pais creció el descontento general del pueblo y de los principales ricos-hombres. Entretenido en las guerras de Castilla, de que en su lugar hemos dado cuenta, hasta la tregua de los cinco años, y despues de haber casado á su hija doña Leonor con Gaston, hijo primogénito del conde de Foix, el rey don Juan, dado á intervenir en los negocios de todos los reinos que no fuesen el suyo, pasó á Nápoles con el fin de ayudar á su hermano don Alfonso V. de Aragon en la lucha que allá sostenia con la casa de Anjou sobre la posesion de aquel reino, quedando entretanto los gobiernos de Navarra y de Aragon en manos de las dos reinas doña Blanca y doña María, que eran las que en ausencia de sus esposos negociaban la prolongacion de las treguas con Castilla (1433). Hemos visto al rey don Juan de Navarra caer, con sus hermanos, prisionero

(1) La parte activa que tomó don Juan en este tiempo y en los años siguientes, juntamente con sus hermanos don Alfonso, don Enrique y don Pedro, en todos los negocios y en todas las revueltas que agitaban la monarquía castellana, se puede ver en el cap. 27 de este libro.

(3) Tenian ya ademas otras dos hijas, doña Blanca, que nació en Olite en 1424, y fué jurada por las córtes sucesora del reino en defecto de su madre y de su hermano don Cárlos, esposa repudiada que fué del infante don Enrique (despues Enrique IV.) de Castilla; y doña Leonor, que nació en 1426, Y

(2) Habia nacido en Peñafiel (Castilla) á casó muy jóven con Gaston de Foix. 29 de mayo de 1421.

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de los genoveses en las aguas de Ponza, y ser después puesto en libertad por el generoso duque de Milan para venir á ejercer la lugartenencia de los reinos de Aragon y Valencia por su hermano don Alfonso, y la de Cataluña en ausencias de la reina doña María. Durante las alteraciones y las guerras y conciertos que luego se siguieron entre Aragon, Navarra y Castilla, se habia hecho el desgraciado matrimonio de su hija mayor doña Blanca con el príncipe de Asturias don Enrique, de que hablamos ya en otro lugar, y el del príncipe don Cárlos de Viana con Ana, hija del difunto duque de Cleves, y sobrina del duque de Borgoña, Felipe el Bueno (1459).

Asi las cosas, la reina doña Blanca de Navarra, despues de haber llenado con esmero, prudencia y acierto los deberes de esposa, de madre y de reina, falleció en Castilla (1441) yendo en romería al santuario de Nuestra Señora de Nieva. En su testamento, otorgado en Pamplona en 1459, instituyó heredero del reino de Navarra y del ducado de Nemours á su hijo el príncipe don Carlos de Viana, si bien rogándole que no tomase el título de rey sino con consentimiento de su padre, ó despues de su muerte, disponiendo tambien que si el príncipe muriese sin sucesion le heredase doña Blanca, princesa de Asturias, y á falta suya la infanta doña Leonor condesa de Foix (1). Entonces el principe don Cárlos tomó el gobierno del reino, titulándose lugarteniente del rey su padre (2), el cual continuaba actuando en todas las intrigas de Castilla, estraño á los negocios interiores de Navarra. Al poco tiempo casó el rey don Juan de segundas nupcias con la hija del almirante de Castilla dona Juana Enriquez, no solo sin trasferir el reino de Navarra al príncipe de Viana su hijo, sino sin darle parte siquiera de este segundo enlace: enlace que fué el principio y la causa de las largas disensiones de familia, del aborrecimiento y encono entre el padre y el hijo, y de los terribles desastres que nos resta referir. Jóven, bella, altiva, sagaz y ambiciosa la nueva esposa del rey, pronto tomó sobre él un ascendiente funesto, y no tardó en mostrar un malquerer al hijo de su esposo. Cuando en una de las guerras promovidas por éste entre Navarra y Castilla, llegaron los castellanos á sitiar á Estella, el príncipe de Viana salió al campo enemigo á hablar personalmente con el rey de Castilla y con don Alvaro de Luna, y de esta plática resultó ajustarse la paz (5); paz que desaprobó el rey don Juan de Na

(1) Archivo de la corona de Aragon, Armar. de los Templarios, n. 401.-Zurita, Anal. tom. III. p. 277 y 278.-Aleson, tom. VI. pág. 365 y 366.

(2) Por este tiempo, dice Yanguas, añadió á sus armas la empresa de un hueso que

roian dos lebreles, con el mote Utrimqua

róditur, aludiendo á los reyes de Francia y Castilla, que cada uno por su parte le iban usurpando sus tierras.

(3) Ya en 1449 habia fallecido en Olite la princesa de Viana doña Ana de Claves sin dejar sucesion,

Tarra, que se hallaba á la sazon en Zaragoza, y de sus resultas envió á Navarra la reina doña Juana Enriquez con facultad de compartir el gobierno del reino con el príncipe de Viana (1452).

Era esto en ocasion que Navarra se hallaba dividida en dos poderosos é implacables bandos, llamados de agramonteses y biamonteses, de los nombres de sus antiguos gefes, que continuaban haciéndose cruda guerra aun despues de estinguida la causa de su origen (1). La invasion de la reina en los derechos del principe, y la arrogancia y altaneria con que le trataba y obraba, indignaron á una gran parte de los pueblos contra el rey don Juan, y era tal la enemistad con que se miraban los dos bandos de agramonteses y biamonteses, que bastó para que en esta causa tomáran partido el uno contra el otro, declarándose los primeros en favor de la reina y del rey, pronunciándose los segundos por el príncipe Cárlos. Representó éste primeramente á su padre con sumision y respeto, suplicándole no consintiese una transgresion tan manifiesta de las leyes fundamentales del reino y de los derechos hereditarios; mas como viese el desprecio que su padre hacía de sus respetuosas representaciones, se decidió á sostener su derecho abiertamente con las armas, apoyado en el partido de los biamonteses, y protegido por los castellanos, que aprovecharon con avidez esta ocasion para atizar el fuego de la discordia en Navarra, y hacer pagar á aquel revoltoso rey su afan de entrometerse en los negocios interiores de Castiila. Acudieron pues el rey don Juan II. de Castilla y el príncipe de Asturias don Enrique con ejército en ayuda de don Cárlos. La reina se encerró en Estella, pocos meses despues de haber dado á luz en la pequeña villa de Sos, en Aragon, un hijo que se llamó Fernando (10 de marzo, 1452), que por las circunstancias de su nacimiento, como hijo menor y de segundo matrimonio, nadie podia sospechar entonces que habia de suceder á su padre, y que habia de ser con el tiempo el gran rey don Fernando el Católico (2).

Noticioso el rey don Juan de hallarse la reina sitiada en Estella por el príncipe de Viana y los castellanos, voló furioso en su socorro desde Aragon; mas como viese que sus fuerzas eran inferiores á las de sus contrarios, sc volvió á Zaragoza con objeto de aumentar su ejército. Engañados con es

(1) El origen de estas dos célebres parcia nidades fué la guerra que desde 1438 se hicieron entre sí los señores de Agramont y de Lusa en la baja Navarra, denominándose Agramonteses los que seguian al primero, y Lusetanos los que seguian al segundo, y tambien Beaumonteses, 6 Biamonteses,

del nombre de su caudillo Luis de Beaumont.

(2) Alonso de Palencia, Cron. de Enrique IV.-Bernaldez, Hist. de los Reyes Católicos, cap. 8.-Zurita, Anal. lib. XVI. c. 7.— Lucio Marineo anticipa, y Garibay retrasa el nacimiento de este príncipe.

ta retirada los sitiadores de Estella levantaron el cerco, y los castellanos regresaron á Burgos. Entonces don Juan se presentó de nuevo en Navarra con fuerzas mas numerosas, y puso sitio á Aibar, una de las villas de que se habia apoderado el principe su hijo. Acudió éste en su socorro, y estando ya ambos ejércitos á la vista, trataron algunos varones respetables de conciliar al padre y al hijo. Accedió el príncipe bajo ciertas condiciones, y cuando ya estaban concertados, viéndose de frente y en órden de batalla, los hombres de uno y otro partido no pudieron reprimir los impetus de su saña y se precipitaron á la pelea. Pronto se hizo ésta genera', y aunque al principio parecía llevar ventaja las tropas del principe, fueron al fin derrotadas, quedando él prisionero de su padre, el cual le hizo encerrar en el castillo de Tafalla, y despues en el de Monroy.

Partió el rey don Juan despues de su triste triunfo á Zaragoza, donde halló la opinion de los aragoneses y de las mismas córtes interesada en favor de su hijo, hasta el punto de hacer proposiciones harto ventajosas para el principe, proposiciones que el rey ó negaba ó eludia, huyendo siempre de la reconciliacion. La ciudad de Pamplona, que estaba por los biamonteses, envió tambien sus embajadores á las cortes de Aragon para apoyar sus instancias en favor del principe Cárlos, y tan general y tan vivo fué el interés que se manifestó por él, que el rey su padre condescendió à sacarle de la fortaleza de Monroy y que fuese llevado á Zaragoza para que alli las córtes mismas arreglasen sus diferencias. No sin graves dificultades se consiguió ajustar una especie de concordia, y que el principe fuese puesto en libertad, quedando en rehenes los gefes de la familia y partido de Beaumont (1455). Pero el encono de los bandos de Navarra, fomentado por la casa real de Castilla, hizo inútil é infructuoso aquel pacto (1), y el príncipe de Viana volvió á hallarse envuelto entre las facciones que despedazaban aquel desdichado reino. Otra tregua que se logró ajustar en 1455 quedó tan sin efecto como la primera por la exasperacion de los dos partidos, que comenzaron á hacerse mas encarnizada guerra que antes. Quejábase el rey de su hijo porque habia tomado la villa de Monreal, y no queria restituirla: estaban irritados el principe y los biamonteses con el rey porque se habia confederado con su yerno el conde de Foix, á quien habia ofrecido el reino de Navarra y el ducado de Nemours para despues de sus dias. La guerra prosiguió, y la misma reina salió á campaña contra su entenado. La fortuna le fué tambien esta vez ad

(1) Por este tiempo se ejecutó en Castilla Enrique á su esposa doña Blanca de Navarra el suplicio de don Alvaro de Luna, y entonces y se la devolvió á su padre. Y. el cap. 27. tambien repudió el príncipe de Asturias don

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