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Mejor fortuna cupo en este tiempo à las buenas letras, que desde el reinado de don Juan I. fueron estimadas y mas o menos protegidas por los principes y soberanos, y aun cultivadas por algunos de ellos. El Consistorio de la Gaya Ciencia de Barcelona creado por aquel monarca y dotado considerablemente por el rey don Martin, cuyas reuniones se habian suspendido durante las turbulencias que sigui eron á la vacante de la corona, volvió á abrirse y á celebrar sus sesiones tan pronto como don Fernando de Castilla fué reconocido y jurado rey de Aragon. Este príncipe no solia asistir en persona á las reuniones de aquella asamblea literaria, sino que instituia premios, que un tribunal encargado de examinar y juzgar las obras que se prcsentaban al certámen adjudicaba y distribuia á los autores de las mas sobresalientes composiciones (1). De este modo recibió un grande impulso la literatura catalana, ó sea la poesía provenzal modificada por el elemento catalan.

Porcion de poetas catalanes y valencianos florecieron en este período. En un cancionero que se conservó en la Universidad literaria de Zaragoza se hallan composiciones de mas de treinta autores de poesias lemosinas, entre los cuales se encuentran los nombres de Ausias March, el mas escelente de todos, de Arnau March, de Bernat Miquell, de Rocaberti, de Jaime March, de Mosen Jordi de Sant Jordi, Luis de Vilarasa, Mosen Luis de Requesens, Franchesch Ferrer, y otros que no es de nuestro propósito enumerar (2). De entre los poetas lemosines era el mas afamado el valenciano Ausias March, el Petrarca lemosin, cuyas obras han llegado basta nosotros y se distinguen por la ternura y por el sentimiento moral que en la mayor parte de ellas se ad vierte (3). En 1474 se celebró en Valencia con gran pompa un certámen público en honor de la Virgen, en el cual se disputaron el premio hasta cuarenta poetas, siendo uno de los competidores otro de los valencianos mas notables de aquel tiempo llamado Jaime Roig, autor de Lo libre de les dones (4).

(4) El erudito Mayans y Ciscar, en sus Origenes de la Lengua castellana, publicó un extracto del tratado «De la Gaya Ciencia,» escrito por don Enrique de Villena en 1433. El manuscrito parece que se halla hoy en el Museo Británico de Londres.

(2) Hacen mencion de este Cancionero los traductores y anotadores de la Historia de la Literatura española de Ticknor, tom. I. Tозо IV.

p. 533.

(3) Floreció á mediados del siglo XV. Véase á Fuster, Biblioteca valenciana, tom. I. (4) Al decir de algunos, el primer libro que se imprimió en España fueron las poesías presentadas en aquel certamen. Fuster, Bibliot. tom. I. pag, 52.-Mendez, Tipog. Espaň. p. 56.

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La circunstancia de haber entre estas poesías algunas en castellano, prueba que se marchaba ya hácia la fusion literaria como hacia la fusion nacional en◄ tre los dos pueblos, al paso que la poesía provenzal habia ido perdiendo su carácter á medida que se alejaba de su suelo natal y avanzaba á las provincias ó reinos de Aragon y Valencia, tomando el tinte del habla y genio de estos paises, hasta encontrarse con la castellana que penetraba por opuesto rumbo para confundirse como las razas y como las familias reinantes. La Divina Comedia del Dante era traducida al catalan por Andrés Febrer, y apareció en este tiempo en idioma valenciano Tirant lo Blanch (Tirante el Blanco), uno de los libros de caballerías que el inmortal Cervantes declaró por boca de don Quijote dignos de ser libertados de las llamas. Aunque el autor de este libro Joannot Martorell dice haberle traducido del inglés al portugués y de este último idioma al valencia no, créese que fué obra original suya, y que el suponerle traduccion fué un artificio muy usado por los escritores de aquel tiempo, que acaso para lucir sus conocimientos en las lenguas estrañas, ó por dar mas autoridad á sus libros, ó por otras razones propias de la época, tenian la costumbre de fingirlos escritos en griego, en caldeo, en arábigo ó en otros idiomas, como lo hizo todavía en tiempos muy posteriores el mismo Cervantes (1).

Este movimiento literario no se limitaba so'amente á la poesía y á las obras de imaginacion y de recreo. Estendiase tambien á materias graves de religion, de moral, de Listoria, de politica y de jurisprudencia. Se hacian traducciones y anotaciones de la Biblia, se escribian crónicas, libros de legislacion, máximas y consejos para gobierno de los principes, obras de teologia, y muchos sermonarios. La eleccion espontánea y unánime de doctos eclesiásticos y esclarecidos juristas hecha por los representantes de los tres reinos para resolver la cuestion jurídica y política de la sucesion á la corona despues de la muerte del rey don Martin, y la confianza omnimoda depositada en los compromisarios de Caspe, prueban mas que todos los argumentos que pudiéramos amontonar el culto y veneracion que ya á los principios del siglo XV. se daba á la ciencia en el reino aragonés, y esta honra pública y solemne que se hacia á las letras no podia menos de ser un estímulo para seguir cultivándolas, como asi sucedió por todo aquel siglo. Escritores celosos de los tiempos modernos, laboriosos investigadores de las antiguas glorias literarias españolas, nos han dado á conocer los nombres y las obras de los

(4) Jimeno, Escritores de Valencia, to- -Ticknor, Hist. de la Liter. esp., tom. I., mo I.-Fuster, Biblioteca Valenciana, to- p. 349. y nota 12 de los traductores españo◄ mo I.-Clemencin, edic. del Quijote, tom. I. les, p. 537

ingenios que en aquel tiempo dieron lustre y esplendor å las letras en la monorquía aragonesa, y contribuyeron á la civilizacion de aquel gran pueblo (1).

Mucho contribuyó tambien al desarrollo y progreso de la instruccion pů→ blica la creacion de la Universidad literaria de Barcelona en 1430 por el antiguo magistrado de aquella ciudad, dotada con treinta y dos cátedras, á saber: seis de teología, seis de jurisprudencia, cinco de medicina, seis de filosofía, cuatro de gramática, una de retórica, una de anatomía, una de hebreo, y otra de griego (2).

Creemos fundada la observacion de un escritor aragonés de nuestros dias, cuando dice que el trato íntimo de los aragoneses con los italianos en el reinado de Alfonso V. y el ejemplo mismo de aquel gran monarca hicieron brillar en aquella parte de España desde sus primeros destellos la aurora del renacimiento que apuntaba en Italia, y aclimataron esa literatura del siglo XV. término medio entre la de los trovadores lemosines y la clásica del siglo XVI (5).

Indicamos ánt es que los soberanos y príncipes de aquel siglo y de aquel reino no solamente habian protegido las letras, sino que algunos las habian cultivado ellos mismos. En este sentido son dos grandes, nobles é interesantes figuras la del rey Alfonso V. de Aragon y la del principe Cárlos de Viana. El primero, guerrero formidable, conquistador insigne, gran político, monarca magnánimo, empleando el último tercio de su vida, el único en que ha podido gozar de algun reposo, en la lectura y estudio de los autores clásicos, en el trato y comunicacion con los literatos de su reino, en proporcionarse maestros y profesores que le instruyan en las artes liberales, en la retórica y poesía, en la historia, en las ciencias eclesiásticas y en el derecho canónico y civil, remunerándoles con pingües estipendios, y aspirando él á ganar el sobrenombre de Sábio, que prefería á los de Guerrero y Conquistador, y que a fin la historia le ha reconocido (4). El segundo, principe desgraciado, preso

(1) Ademas de las historias literarias y de los bibliografos que en otras ocasiones hemos citado, nos suministran importantes noticias sobre esta materia y pueden ser con sultados con utilidad Torres Amat en sus Memorias para un Diccionario de autores catalanes, Jimeno en sus Escritores de Va lencia, Fuster en su Biblioteca valenciana, y otros escritores catalanes, aragoneses y valencianos.

(2) El erudito Capmany, en su Coleccion Diplomática, Apend. núm. XVI., da curiosas noticias acerca de la fundacion, rentas, gobierno y empleades de aquella universidad.

(3) Cuadrado, Recuerdos y Bellezas do España, tomo de Aragon, p. 37.

(4) De este monarca decia su contemporáneo Pedro Miguel Carbonell, célebre escritor catalan de los siglos XV. y XVI. y archivero de la corona de Aragon: «En edat de cinquanta anys se dona en apendre les arts liberals primer en gramálica e apres en poesía y en rethórica, fins en la fi de sos derners dias tengué mestres en thologia, en drech canonich e civil, poetes, oradors, etc. als quals no planya donar grans salaris, slipendis y quitacionés..... Nosaltres vassalls del dit rey de Aragó usaven :

unas veces, prófugo otras, y perseguido siempre, haciendo del estudio el consuelo en sus adversidades y el compañero de su soledad y retiro, empleando su tiempo en la lectura y en la correspondencia con los hombres såbios, distinguiendo con su amistad al príncipe de los trovadores de su tiempo Ausias March, no olvidando las letras ni en la córte, ni en el cláustro, ni en las campañas, traduciendo la Etica de Aristóteles, escribiendo una historia de los reyes de Navarra, y componiendo trobas que cantaba á la vihuela para dulcificar la amargura de su situacion (1). Estos ejemplos no eran perdidos para el pueblo, como no lo son nunca los de los principes que honran los talentos, premian la ciencia, y enseñan y siguen ellos mismos el camino del saber.

La cultura intelectual que en este tiempo iba alcanzando Aragon, unida á la que en la misma época, como habremos de ver, se observaba tambien en Castilla, eran indicios de que la España se preparaba á entrar en un nuevo periodo de su vida social.

mol de la barbaria, ne tenien aquella suavitat y elegancia que per gracia de Nostre Senyor tenen vuy alguns.... E perzo tots som obligats al dil rey Alfonso qui axi'ns ha despertats e mostrat cami de apendre, sabrer e aconseguir tant de bé y tresor

com son dites sciencies, especialment de art oratoria o poesia.

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(1) Los historiadores navarros, catalanes y aragones, y Quintana en las Vidas de Españoles célebres, tom. I.

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