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aquel trance crítico la en que él habia puesto á su padre en iguales momentos (1)!

En este intermedio murió el rey en Barcelona (5 de enero, de 1387), á la edad de setenta años, y á los cincuenta y uno de un reinado de los mas agitados, laboriosos y turbulentos de que hacen mencion las historias, pasado en incesantes luchas, ya civiles, ya estrangeras (2). Parece imposible que en un cuerpo de complexion tan delicada y débil, tal como nos pintan á este príncipe los historiadores de aquel reino, hubiese un corazon tan ardiente y vigoroso, y un espíritu tan vivo, tan perseverante y eficaz para la ejecucion y prosecucion de las empresas, y una atencion tan universal, que ni le embarazasen los complicados negocios interiores del reino, ni le ahogasen las guerras y negociaciones que simultáneamente solia tener con Mallorca y con Francia, con Sicilia y con Cerdeña, con Venecia y con Roma, con Castilla, Portugal y Navarra, y con los moros granadinos y africanos. Y lo mas admirable es que à vueltas de una vida tan agitada y negociosa tuviera tiempo y vagar para dedicarse al estudio de las letras, para adquirir conocimientos de astrología y de alquimia, á que dicen que era grandemente aficionado, y para escribir su historia á ejemplo de don Jaime cl Conquistador. Reservamos ampliar nuestro juicio acerca del carácter y del

(1) El infante don Juan que se hallaba enfermo en Gerona, habia hecho instruir un proceso contra su madrastra, y contra el hermano de ésta, Bernardo de Forcia, acusándolos de haber dado hechizos al rey y á él mismo. A esta acusacion se añadió después la de haber abandonado al rey en el artículo de la muerte, y robado su palacio. Como él se hallaba tambien enfermo, lo primero que hizo fué nombrar su lugarteniente general al infante don Martin, su hermano, enemigo tambien de su madrastra.

Los hijos que tuvo el rey don Pedro de su primera esposa doña María de Navarra fueron: don Pedro, que vivió pocas horas: doña Constanza, que casó con don Fadrique de Sicilia: doña Juana, que casó con don Juan, conde de Ampurias; y doña María, que murió en la infancia.-De doña Leonor de Portugal no tuvo sucesion.-De doña Leonor de Sicilia tuvo á don Juan y don Martin, que reinaron sucesivamente; don Alfonso, que murió muy niño, y doña Leonor que vino á ser reina de Castilla, casada con don Juan I. -De doña Sibilia de Forcia, su cuarta muger, tuvo á don Alfonso á quien dió el título

de conde de Morella; otro cuyo nombre se ignora, y á doña Isabel, que casó después con el hijo primogénito de los condes de Urgel.

(2) De la historia que acabamos de hacer de este largo y fecundo reinado hemos descartado de intento todo lo relativo á las guerras y negociaciones con Castilla, con Portugal, con Francia y con Navarra, que absorbieron una gran parte de la vida de este rey; asi por tener aquellos acontecimientos mejor y mas propio lugar en la historia de Castilla, de donde principalmente nacian, y que continuaremos ahora, como porque habiendo abarcado el largo reinado de Pedro IV. de Aragon los de tres monarcas castellanos, Pedro el Cruel, Enrique 11. y Juan 1., con todos los cuales tuvo el aragonés ó guerras, ó tratos ó negociaciones, hubiera sido faltar al órden y claridad de una historia general referir aquellos sucesos sin tener conocimiento de estos reinados. El resto pues del reinado de Pedro IV. de Aragon le hallará el lector diseminado en los de estos tres monarcas de Castilla.

sistema político de este monarca y sus consecuencias, para cuando consideremos la condicion social del reino aragonés en esta época.

Réstanos esplicar por que le señala la historia con el sobrenombre de El Ceremonioso, que parece no tener relacion ni analogía, y asi es en realidad, con ninguno de los actos que hemos referido de este monarca.

Fué este soberano tan aficionado á ordenar el gobierno de su casa, y å arreglar y prescribir lo que hoy llamariamos la etiqueta de palacio, que procurando informarse del órden que en sus casas tenian los mas distinguidos principes de la cristiandad, asi como de las disposiciones que sobre la misma materia habian dado ya algunos reyes de Aragon sus antecesores, hizo un ordenamiento general titulado Ordenacions fetes per le Molt Alt Senyor En Pere Terz (1) rey Daragó sobra lo regiment de tots los officials de la sua cort. «Ordenanzas hechas por el Muy Alto Señor don Pedro Tercero rey de Aragon sobre el regimiento de todos los oficiales de su córte.» En este reglamento, dividido en cuatro partes, prescribia los deberes de todos los oficios, desde el mas alto hasta el mas humilde, desde el mayordomo general hasta el aguador que surtia la cocína, desde el canciller y cl maestre racional hasta el sastre y la costurera y su coadjutora, asi en sus servicios ordinarios como en todas las fiestas y ceremonias, con tan admirable minuciosidad, que en parte no estrañamos que se le aplicára y le quedára el título de don Pedro el Ceremonioso (2).

(4) Pedro III. como conde de Barcelona, Bofarull, gefe jubilado de aquel Archivo. IV. como rey de Aragon.

(2) Tenemos á la vista este reglamento, que forma un regular volúmen, publicado por nuestro buen amigo el actual cronista del reino de Aragon don Próspero de

Dels Mayordomens.

Del Copers.

Para que nuestros lectores puedan formar una ligera idea de estas célebres Ordenanzas de don Pedro el Ceremonioso, copiaremos algunos epígrafes de sus capitulos.

PARTE PRIMERA.

Dels Boteylers mayors.

Dels Boteylers comuns.

Dels Portant aygua á la boteylaria.

Dels Coyners mayors.

Dels Argenter de la nostra cuyna.

Dels Cochs comuns.

Dels Falconers.

Dels Cazadores é Guarda de cans.

Dels Juglars.

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servidores: en verdad, compadre amigo, le respondió, en fuerte tiempo me aplazastes la mi villa, ca non sé agora quien por mi la quiera tener.. Y no fué esto lo peor, sino que haciéndose sospechosa su entrada en Medina á los que llevaban el cuerpo del rey, y dándole otra intencion, llegó ȧ proponer don Juan Alfonso de Alburquerque, noble portugués, ayo que habia sido del infante don Pedro, ahora rey de Castilla, que se tuviese como presos á los hijos de doña Leonor, don Enrique y don Fadrique, hasta ver lo que ella hacia. Súpolo doña Leonor, y cobró tal miedo que hubiera desistido de continuar su viage á Sevilla, si no le hubiera dado seguro don Juan Nuñez de Lara: que era el de Lara partidario de la Guzman, porque tenia una bija desposada con don Tello, uno de los hijos del rey don Alfonso y de doña Leonor.

Inspiró no obstante este incidente tal recelo á los hijos y parientes de ia enlutada dama, que con temor de ser presos acordaron entre si apartarse del rey, y los unos se fueron al castillo de Moron, del órden de Alcántara, con su maestre don Fernando Perez Ponce, los otros á Algeciras con cl conde don Enrique, y el maestre don Fadrique para la tierra de su maestrazgo de Santiago: pequeña nube que anunciaba y dejaba entrever desde lejos las negras tormentas y borrascas que habian de sobrevenir. Los demas continuaron su marcha á Sevilla, donde el rey y la reina madre salieron á recibirlos buen trecho fuera de la ciudad. Depositados los restos de don Alfonso en la capilla de los Reyes, en tanto que se trasladaban á la iglesia mayor de Córdoba conforme á su postrera voluntad, procedió el rey don Pedro á ordenar los oficios de su casa y reino. Cúpole á don Juan Nuñez de Lara el de Alférez y Mayordomo mayor; el de Adelantado mayor de Castilla á Garcilaso de la Vega; dióse el adelantamiento de la frontera al infante don Fernando de Aragon, primo del rey; el de Murcia á don Martin Gil, hijo de don Juan Alfonso de Alburquerque; fué nombrado Guarda mayor del rey don Gutierre Fernandez de Toledo; quedó de copero don Alfonso Fernandez Coronel, y asi se repartieron otros oficios, conservando algunos los que los habian tenido en tiempo del último monarca.

Recelándose mucho el jóven rey don Pedro de los que se habian ido á la importante plaza de Algeciras, envió allá de incógnito al escudero Lope de Cañizares para que se informase del estado de la ciudad y de los medios de asegurarla. Traslucida la llegada del emisario por los partidarios de don Enrique, tuvo aquél, para no caer en manos de los que le buscaban, que salir de la ciudad con ayuda de algunos confidentes que de noche le descolgaron por el muro. Contó al rey en Sevilla el peligro en que se habia visto, mostrándole las huellas y señales que habia dejado en sus manos

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llos amores tristemente famosos, que para desdicha del reino quedaba á la muerte de aquel soberano; los pingües heredamientos que cada uno de los hijos bastardos habia obtenido; la influencia que por espacio de veinte años habia ejercido la Guzman, dueña del corazon del monarca y única dispensadora de las mercedes del trono, que habia tenido buen cuidado de distribuir entre sus deudos, parciales y servidores; el humillante y tormentoso apartamiento en que habian vivido la legitima esposa y la única prenda del enlace bendecido por la iglesia: aquella devorando en melancólico silencio el baldon á que la condenaban el ciego y criminal desvío de su esposo y la insultante privanza de la altiva manceba; éste presenciando la dolorosa y amarga situacion de su madre, y comprendiendo ya la causa de sus llantos y de su infortunio: doña María atormentada de celos y herida en lo mas vivo para una muger y en lo mas sensible para una esposa; don Pedro atesorando en su corazon juvenil, pero que ya despuntaba por lo impetuoso y lo vehemente, una pasion rencorosa hácia la causadora de las tribulaciones de su madre y de su desairada situacion; era fácil augurar que con tales elementos no faltarian á la muerte del undécimo Alfonso, ni discordias que lamentar entre la real familia legitima y bastarda, ni venganzas que satisfacer á los ofendidos, ni al reino castellano males y disturbios que llorar. Síntomas de ello comenzaron ya á notarse aun antes de dar sepultura á los ínanimados restos del finado monarca.

Camino de Gibraltar á Sevilla marchaba el lúgubre convoy que acom→ pañaba el carro mortuorio en que iba el cadáver del vencedor del Salado y de Algeciras, contándose entre el cortejo fúnebre doña Leonor de Guzman con sus dos hijos mayores, los gemelos don Enrique y con Fadrique, conde de Trastamara el uno y gran maestre de Santiago el otro, el infante don Fernando de Aragon hermano de don Pedro el Ceremonioso, don Juan de Lara, señor de Vizcaya, don Fernando Manuel, señor de Villena, con otros ilustres caballeros y ricos-hombres de los que habian estado en el cerco de Gibraltar. Al llegar á su villa de Medinasidonia vió ya doña Leonor de Guzman el primer indicio de cómo comenzaba á nublarse y oscurecerse su estrella, y de cómo los mismos que en otro tiempo la habian lisonjeado para alcanzar de ella proteccion y mercedes, se apresuraban á abandonarla á la presencia misma del cadáver del que habia sido su real amante y favorecedor. Don Alfonso Fernandez Coronel, que tenia por ella aquella villa, le dijo desembozadamente que se sirviera alzarle el homenage que le tenia hecho, y entregar la villa á quien quisiere, pues estaba resuelto á no tener cargo alguno por doña Leonor ni por sus hijos. Turbada la Guzman al verse asi tan pronto desamparada por los que miraba como á sus mas devotos

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