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-«La muerte de Alejandro (dice otro historiador religioso) se recibió como grave herida de la república cristiana... Perdian los flamencos un justísimo gobernador, los italianos un restaurador de la antigua gloria de sus armas, los franceses al libertador de la religion católica dos veces reducida al estremo. Ni los enemigos tuvieron por lícito alegrarse de la muerte del duque, porque era temido, no aborrecido de ellos.»>«<Así murió (dice un escritor protestante) Alejandro Farnesio, duque de Parma. Se granjeó la admiracion de su siglo y la de los posteriores, por su prudencia y su gran sagacidad. Su talento para los negocios políticos, y mas para los de la guerra, le valió la gran reputacion de que goza.... Menos por la fuerza de las armas que por su moderacion, su prudencia y habilidad en manejar los corazones, restituyó á la obediencia del rey de España una gran parte de los Paises Bajos; y si Felipe hubiera seguido sus consejos en todas las ocasiones como los siguió en algunas, es muy probable que hubiera recobrado toda aquella hermosa porcion de Europa; la Inglaterra habría quizá sido conquistada, y la Francia oprimida despues bajo el peso enorme que hubiera entonces tenido la potencia española... El duque de Parma, siempre fiel y sumiso á su soberano, cumplió tambien siempre con lo mas escrupulosa exactitud todas las obligaciones que contrajo con los pueblos de Flandes que sometió por la fuerza de las armas. >>

CAPITULO XXI.

FRANCIA.

ENRIQUE IV. Y FELIPE II.

De 1593 & 1598.

Política de Felipe II. en los negocios de Francia.-Su empeño en escluir de aquel trono á Enrique de Borbon.-Conducta del papa Sixto V. hostil al rey de España.-Firmeza de Felipe II. con el pontífice. -Fuertes contestaciones.-Dureza con que trataban al papa los embajadores españoles.-Peligro de rompimiento con Roma.Muerte de Sixto V.-Los papas que le suceden favorecen al rey de España.-Importante y curiosa instruccion de Felipe II. sobre el negocio de sucesion á la corona de Francia.-Descúbrense en ella todos sus planes y manejos políticos.-Pretendientes á aquella corona.-Partidos en Francia.-Situacion singular de Enrique IV. -Cómo se fueron frustrando los planes de Felipe.-Asamblea de los Estados generales en París.-Deséchanse las pretensiones de España.-Abjura Enrique IV. la heregía y se convierte al catolicismo. -Robustécese su partido.-Entra en París.-Guerra entre Felipé II. y Enrique IV.-Hechos de armas.-Gastos enormes de una y otra parte.-Cansancio y casi imposibilidad de continuar la guerra.-Mediadores para la paz.-Paz de Vervins.

Indicamos en el anterior capítulo que Felipe II. habia intervenido sin alzar mano en los asuntos, guerturbaciones de Francia, no solo como protectòr

ras y

general del catolicismo sino tambien con miras y pensamientos ulteriores, no solo con las armas sino tambien con los manejos de la política. Hemos visto hasta qué punto ayudó á los católicos de la Liga con su dinero y sus ejércitos hasta la muerte del egregio duque de Parma Alejandro Farnesio. Vamos á ver cómo empleó sus recursos politicos en pró de sus intereses en la gran cuestion de sucesion al trono de Francia, uniendo siempre el mejor servicio de Dios al engrandecimiento de su casa y de sus reinos.

El grande empeño de Felipe II. en que quedárá excluido de la corona de Francia Enrique de Borbon por su cualidad de calvinista y gefe de los hugonotes, no obstante ser el mas inmediato y legítimo heredero de aquel trono, produjo harto serias y aun agrias contestaciones entre el monarca español y la Santa Sede, en que se ve la firme actitud que guardaba siempre Felipe II. con la córte de Roma, y la conducta enérgica, y hasta dura de los embajadores españoles de aquel tiempo en la ciudad santa.

Temeroso, y no sin fundamento, Felipe, de que el papa Sixto V. que habia excomulgado por herege al príncipe de Bearne, y á quien éste habia llamado públicamente enemigo de Dios, tirano y verdugo de la Iglesia, blandeaba y se mostraba inclinado á absolver

le

y reconocerle por rey, le decía á su embajador en Roma duque de Olivares: «En conosciendo que el pa» pa blandea y antes que se empeñe, hareis los mas vi

»vos y mas apretados oficios que pudiéredes, no solo >>con Su Santidad, mas tambien con la congregacion »de cardenales que votó que por ninguna submision »que haga (el de Borbon) debe ser admitido... Y pro>>>testaréis al papa todos los males y daños que dello se >> seguirian á la iglesia universal y á esa Santa Sede, >>pues no sería menos que quitar por mano del que en >ella preside de la obediencia apostólica un reino co>>mo el de Francia, asentándole que mire lo que esto >>sonaria en los oidos de todos los verdaderos católicos, » y los remedios que cuanto mas se preciasen de serlo >> les obligaria á buscar, y por aqui otras palabras pre»ñadas que le pongan en cuidado..... y que podrian »tirar á concilio, y le adviertan y aconsejen que no >> apriete las cosas de manera que escandalice, y ofen»da los hijos propios y seguros, y los pierda cuanto á >>su persona, por andar temporizando con quien en es>>critos impresos ha llamado al papa Anticristo y á esa >> Santa Sede Babilonia, como á todos es notorio... (4) .»

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En su virtud los embajadores de España en Roma, duque de Sessa y conde de Olivares, informaban al rey (31 de julio, 1590) de la mala disposicion del pontífice Sixto hácia Su Magestad y del ningun favor que prestaba á los católicos de Francia, obrando con el de Bearne tan al revés de como S. M. y el interés de la iglesia católica pedian que su conducta exigia

(1) De Madrid á 14 de enero Estado, leg. 955.

de 1590.-Archivo de Simancas,

se tomára un pronto y eficaz remedio. «Dos caminos >>solos, decian atrevidamente aquellos embajadores, >paresce que puede haber para trocar la voluntad de >>Su Beatitud y reducirle á la amistad de V. M., y que > haga lo que es obligado. El uno es ponerle miedo, y >el otro es satisfacer á su codicia y á la de sus sobri>nos. Para lo primero proponian al rey escribiese una carta á Su Santidad y otra al colegio de cardenales, diciéndoles mandaba salir de Roma á sus embajadores por las causas que ellos espresarian acerca del mal-proceder del papa. «Esta demostracion, añadian, de >>mandar V. M. salir su embajador se hizo en tiempo >>de Pio IV. cuando lo de la precedencia, y asi no se»rá cosa nueva, y es de las que suelen sentir mucho >> los papas, y éste lo sentirá mas que otro.... y ge>>neralmente lo ha de sentir mucho toda esta córte, que >>se sustenta con las espediciones de los reinos de >>V. M..... y viendo que la cosa va de veras el papa y >>sus parientes han de temer, y por ventura volverá >> sobre sí á dar á V. M. la satisfaccion que es justo en >>>las cosas públicas y particulares suyas y de sus so>>brinos. Este remedio de salida, cuando todavía se »endureciese S. S., no cierra la puerta á otros ma>> yores si paresciesen necesarios, y da tiempo á V. M. >>>para considerarlos y al papa para enmendarse, de >>cuya condicion a firman los que le conoscen, que en el >>grado que es temerario y arrojado cuando vee que >>se le tiene respeto, es tímido cuando de veras se le

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