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lles, y una noche haciendo la ronda de la ciudad el Zalmedina le fueron disparados varios arcabuzazos, de que resultaron algunos de la ronda heridos; y él y el gobernador á quien fué á buscar tuvieron que retirarse ). De modo que ni el Justicia, ni el virey, ni los ministros de la Inquisicion se atrevian á ejecutar el mandamiento espedido, aun con haberse ido rodeando de gente de guerra. Temía no obstante Antonio Perez que se realizára su segunda extradicion, y pensó en fugarse. Ya tenia casi enteramente limada la reja de su aposento con unas tijeras de que habia hecho lima, cuando fué descubierto y denunciado por un jesuita, el padre Francisco Escribá (2), de quien el preso se confiaba, con cuyo motivo se le mudó á otra prision mas segura, en la cual se le incomunicó.

Por último resolvieron los inquisidores, con acuerdo del Justicia y sus lugartenientes, verificar otra vez la remision de Antonio Perez y Mayorini á las cárceles inquisitoriales. Señalóse para este acto el 24 de setiembre: dia terrible y fatal por sus consecuencias para Zaragoza, para el reino de Aragon, para toda España. Oigamos primero al mismo secretario de la Inquisicion, Lanceman de Sola, referir lo que pasó aquel dia. «Habiéndose tratado de la restitucion de >>Antonio Perez al Santo Oficio con tanto acuerdo como

(4) Carta de los Jurados de Zaragoza á Felipe II., 4 de setiembre de 1591. Decretos reales y consultas, etc.

(2) Carta del virey á Felipe II., á 44 de setiembre.-Carta del Justicia al rey, fecha id.

>>se podja imaginar, y resuelto que se hiciese hoy, y >>al parecer con tanta seguridad como se podia de»sear, y habiéndose presentado las letras de los in»quisidores á los lugartenientes en su consejo... y >>respondido en él todos á voces que era muy justo » que se restituyese, y que acompañarian todos con >>sus personas y pondrian las vidas; habiendo salido un lugarteniente, de la córte del Justicia, relator del >> proceso, con el virey, dos diputados, dos jurados y >> los condes de Sástago, Aranda y Morata, y todos >>>los señores de vasallos, nobles, y la otra gente prin>>cipal del reino y ciudad, y mas de seiscientos arca» buceros, llegados á la cárcel de los Manifestados, y >>estando ya en ella librando los presos, y testificando » ya la entrega dellos al alguacil, queriéndoles ya bajar á poner en los coches, se revolvió en el mercado >> una brega de una gente que secretamente habian >> traido don Diego de Heredia, don Martin de La Nuza, >> don Juan de Torrella y Manuel don Lope, cuyo cau» dillo á la postre se declaró Gil de Mesa, que habien>> do muerte ocho ó diez hombres de una parte y de » otra, los contrarios ganaron la plaza y cercaron las >>> casas donde se habian retirado el virey y los condes, »y fué de manera la prisa que les dieron, que los obli»garon á salir huyendo por trapas y tejados, y á una » de las dichas casas la dieron á fuego y la quemaron »toda; y al lugarteniente, un diputado y un jurado y >>al alguacil del Santo Oficio y á mí, que estábamos

en la cárcel de los Manifestados con treinta arcabu>ceros que habia dentro en custodia della, nos em»prendieron pidiendo á voces que les mostrásemos >> el preso, que lo querian ver; y habiéndonos deter>> minado de darle lugar que se pusiese á la reja, en>>tendiendo que bastaria aquello para su satisfaccion, >>sucedió de suerte que viéndole el pueblo amotinado, >>y Gil de Mesa con ellos, á voces pidieron que les >> diesen el preso; y queriéndonos hacer fuertes dentro »y cerrando los presos, derribaron las puertas de la >>calle con ser muy recias, y despues las segundas del »zaguan, y á fuerza entraron la cárcel, y nos obliga>>ron á todos á salir huyendo por unos tejados que >> caen á la casa del Justicia de Aragon. Y Gil de Mesa, >>rompidas las puertas, entró con los otros, y sacaron »á Antonio Perez, y se lo llevaron con grandísima >> vocería, y despues volvieron por Juan Francisco Mayorin, y hicieron lo mesmo; y ahora me acaban » de decir que los han visto salir en cuatro caballos >> por la parte de Santa Engracia, que aunque la ciudad la tenia cerrada con las demas, rompieron la ca>>dena y por alli se fueron; de manera que este suceso >>ha dado manifiesta demostracion que ya no hay que >> aguardar sino que el Rey nuestro Señor con su mano »poderosa, pues la tiene ahora en la raya, se entre >> por este reino y castigue esta con las demas. Una >> cosa certifico á vtra. mrd., que todos los soldados » que tenian el reino, ciudad y señores, hicieron tan

ΤΟΜΟ Σιν.

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>>poca resistencia, que mas fué apariencia que cosa » de efecto, y algunos dellos se pasaron á la banda » contraria... Dios nos tenga de su mano, y guarde á » vtra. mrd. De Zaragoza á 24 de septiembre de 1591. >>-Lanceman de Sola (").»

En otras relaciones se añaden otras varias circunstancias del suceso, como la de haber el cabildo catedral hecho sacar el Santísimo Sacramento de la parroquia de San Pablo, la mas inmediata al mercado, y avisado ó todos los conventos para que saliesen los religiosos en procesion; que el grito de los amotinados era «¡viva la libertad! ¡vivan los fueros!» que al gobernador le habian sido disparados algunos arcabuzazos; que el conde de Aranda recibió un tiro en el peto, y todos corrieron gravísimos peligros; que fueron muertas las cuatro mulas y quemado el coche preparado para conducir á los presos; que á las cinco de la tarde, victorioso el pueblo, todo quedó sosegado; que Antonio Perez iba huyendo por la parte de Tauste, y que se habian enviado emisarios en su busca, despachado correos á los lugares de las fronteras de Cataluña, Valencia y Castilla para que le detuviesen, y ofrecido por pregon 2,000 ducados de premio al que entregára su persona

(2).»

(4) Carta dirigida al inquisidor Juan Hurtado de Mendoza. Coleccion de documentos, t. XII. p. 493. -Sigue á este documento el testimonio de todo lo ocurrido dado de oficio por el mismo secretario.

(2) Una relacion anónima. Otra de los Inquisidores al Consejo de la Suprema. Otras del virey, del conde de Morata, del duque de Villahermosa y conde de Aranda, etc.-Memorial de Domingo

Felipe II. luego que tuvo noticia de este acontecimiento, sin mostrar grande alteracion, que era admirable su serenidad en tales casos, escribió á la ciudad de Zaragoza la carta siguiente: «El Rey.-Magníficos »y amados y fieles nuestros: Habiendo sabido el suc>>cesso que tuvo lo que se ofreció en 24 deste, y te»> niendo presente lo que conviene para la prevencion »de lo porvenir, y escusar la multiplicacion de incon>>venientes, me ha parecido advertiros por medio de mi >>lugarteniente general lo que dél entenderéis en res>>>peto de guardar la sala de armas; á lo que os espli>>cáre en mi nombre sobre este punto, acudireis y >> atendereis como á cosa no menos precisa que impor>>>tante, que demas de lo que conviene para vuestro » bien, seré dello muy servido. Datt. en Sant Lorenzo »á XXX de setiembre, MDXCI.-Yo el Rey.-M. Cle>>mente, Protonot (").» El miedo con que quedaron las autoridades de Zaragoza era muy grande: el virey pedia á S. M. le permitiera trasladarse á otro punto con la audiencia, por la poca seguridad en que alli se creia: reclamaban las parroquias y oficios (que asi se llama

Escartin á los inquisidores pidiendo le abonaran el importe de sus cuatro mulas y su coche que mado.

Los muertos y heridos que hubo aquel dia fueron:

En la parroquia de San Pablo, 11 muertos, 8 heridos.

En el Hospital general, 2 muertos, 9 heridos.

En la parroquia de San Gil,

2 muertos, 5 gravemente heridos.

En el documento se espresan los nombres de todos.

(4) Copiada por nosotros del original, que se halla en el tomo IV de la Coleccion de Manuscritos de la Real Academia de la Historia, titulados: Procesos criminales en las sediciones de Zaragoza de 1591.

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