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titud de paralelos entre las acciones herói cas del hijo y los hechos gloriosos del padre, deshaciéndose todos en alabanzas de las prendas sublimes del capitan que acababan de perder.

Embalsamado su cadáver (1), vestido y armado de guerrero, y colocado sobre un féretro cubierto de brocado de oro, todas las naciones se disputaban el honor de conducir aquella mortuoria caja que tan preciosos restos y tantos recuerdos de gloria encerraba. Los españoles reclamaban el derecho de preferencia por ser el hermano de su rey: los alemanes alegaban haber nacido en su suelo, y los flamencos pretendian hacer valer la prerogativa del lugar. El príncipe de Parma arregló aquella noble disputa, disponiendo que los de la familia (asi llamaba á los españoles) sacasen el cuerpo de casa, y que entregado á los maestres de campo de las otras naciones, segun que estaban mas inmediatos á la tienda del general, le fueran conduciendo alternativamente en hombros desde los reales de Bouges hasta la iglesia de Namur. Tendidas las tropas españolas, walonas y alemanas en dos hileras desde el

(1) Dicen los historiadores, que como al abrir el cuerpo para embalsamarle se encontrase la parte del corazon seca, y todo el esterior salpicado de manchas negruzcas y lívidas, sospechó la familia si alguna mano pérfida le aceleró la muerte con veneno, y aun alguno indica si aquella mano seria la del doctor Ramirez. Ni falta tampoco quien afirme que la misma mano que habia hecho apuña

lar á Escobedo fué la que hizo emponzoñar á don Juan de Austria. Todo pudo ser, porque la política de aquel tiempo hace demasiado verosímiles estos crímenes. Mas, sobre que aquellas señales pudieron ser natural efecto de la enfermedad, es siempre aventurado en estas materias juzgar por meras sospechas, y fallar sin el fundamento de los comprobantes.

fuerte á la ciudad, roncos los pifanos, las cajas destempladas, las banderas y picas arrastrando y vueltos los arcabuces al revés, iba pasando el féretro en hombros de los maestres de campo de cada tercio, acompañándole siempre el conde de Mansfeldt, Octavio Gonzaga, don Pedro de Toledo, marqués de Villafranca, y el conde de Reulx, y detrás de todos el príncipe de Parma Alejandro Farnesio, tan enlutado su cuerpo como luctuoso y triste su semblante. Las cenizas de don Juan de Austria descansaron en la iglesia mayor de Namur, hasta que el rey ordenó que fuesen traidas al régio panteon en que reposaban las de su comun padre (1).

Felipe II., recibida la nueva de la muerte de su hermano, se retiró por unos dias al monasterio de San Gerónimo del Paso, desde donde despachó á don Alonso de Sotomayor con la confirmacion del nombramiento y titulo de capitan general y gobernador de los Paises Bajos en su sobrino Alejandro Farnesio, príncipe de Parma, recomendándole no dejase en peligro la religion en ellos, ni cesase en las negocia ciones de Inglaterra y Escocia, dándole aviso de todo, y ofreciendo que no dejaria de acudirle con cuanto conviniese y fuera menester para llevar adelante los negocios que quedaban á su cuidado.

(1) En mayo de 1579 fué trai do el cuerpo de don Juan de Austria al panteon del Escorrial, y se

hizo la entrega y entierro con la solemnidad y ceremonias de persona real.

Un autor estrangero compendia con elocuente sencillez los hechos gloriosos mas notables de don Juan de Austria con las siguientes palabras: «Ilustró su nombre >>en la profesion militar con tres nobles empresas. En >>la primera enfrenó el atrevimiento morisco; en la >> segunda el orgullo mahometano; en la tercera el fu»ror flamenco. En cada una con los sucesos sobrepujó >> con grandes ventajas la edad. Porque venció á los >>moros apenas salido de la infancia; humilló los tur>> cos apenas entrado en la flor de la juventud, y >> reprimió los belgas con tal maestria de guerra, que » un viejo y 'consumado capitan no la podia mostrar > mayor (1).>

(4) Bentivoglio, Guerras de Flandes, lib. X.

«Fué, dice Vander Hammen, de temperamento sanguíneo, señoril presencia, algo mas que mediana estatura; inclinado á lo justo, de agudo iugenio, buena memoria, alentado y fuerte, tanto que armado nadaba como si no tuviera cosa alguna sobre si; ligero, agradable, cortés, gran honrador de las letras y las armas; escelente hombre de á caballo. Tuvo la frente señoril, clara, espaciosa, los ojos algo grandes, despiertos y garzos, con mirar grave y amoroso; hermoso rostro y poca barba, lindo talle y airoso, liberalidad y gravedad en acciones y palabras, fé en las promesas, fidelidad en el servir à su hermano, discrecion y esfuerzo, celo de la religion catòlica, reverencia á las cosas y personas sagradas, secreto y presteza en ejecutar, crédito y autoridad aun con

los enemigos, de manera que su nombre y reputacion disminuia su ánimo y osadía. Vencia con clemencia, gobernaba con benigni dad, proveia y ordenaba con madureza, hallábase constante en los casos prósperos y adversos, esperimentado en la milicia terrestre y marítima, de gran conocimiento en los consejos; sabía elegir sus ventajas, media bien las fuerzas, y acomodaba la providencia á los casos y deliberaciones segun la variedad de los accidentes; presentábase á sus soldados con afabilidad y ordenaba con agrado. Con esto y con hablar á cada uno en su lengua materna, tenia obediente á sus órdenes v mandamientos tanta diversidad de gentes, tanta variedad de costumbres, tanta desproporcion de ánimos como se halla en los ejércitos; compuestos de ordinario de diferentes naciones, etc.»>

CAPITULO XVI.

PORTUGAL.

De 1576 á 1583.

Grandeza de Portugal en los siglos XV. y XVI.-Su estado al advenimiento del rey don Sebastian.-Educacion y carácter del jóven monarca. Su empeño en pasar á Africa á guerrear contra los moros.-Pide ayuda á Felipe II.-Entrevista de don Felipe y don Sebastian en Guadalupe, y su resultado.-Funesta jornada de don Sebastian á Africa.-Célebre batalla de Alcazarquivir, desastrosa para los portugueses.-Muerte del rey.-Llanto público en Portugal.Proclamacion de don Enrique.-Cuestion de sucesion al trono portugués. Cuantos y quienes eran los pretendientes.-Derechos de cada uno.-El de Felipe II. de Castilla.-Negociaciones sobre la declaracion. Don Cristóbal de Mora y el duque de Osuna.-Dudas entre la duquesa de Braganza y Felipe II.-A quién se inclinaba el rey don Enrique.-Notable intimacion de Felipe II. á la ciudad de Lisboa. Mercedes que ofrecia á los portugueses.-Preparativos de guerra. Enérgica protesta del duque de Osuna.-Córtes de Almeirim. Muerte.de don Enrique.-Regencia de Portugal.-Ejércitoespañol para invadir el reino.-El duque de Alba.-Hácese proclamar rey de Portugal don Antonio, prior de Crato.-Entrada del ejército de España en Portugal.-Plazas que se le rinden.-Vence á don Antonio y llega á Lisboa.-Fuga del prior de Crato.-Resistencia que intenta hacer en Oporto.-Es vencido, anda errante y se refugia en Francia. Entra en Portugal Felipe II.-Es jurado rey de Portugal en las córtes de Tomar.-Va á Lisboa.-Cómo procedió con sus nuevos súbditos.-Niégase á reconocerle la isla Tercera.-El prior de Crato en la Tercera con armada franccsa.-Terrible combate na

val.-Triunfo de los españoles.-Huye otra vez á Francia don Antonio.-Juramento del príncipe don Felipe como sucesor al trono de Portugal.-Muerte del duque de Alba.-Regresa Felipe II. á España.-Su entrada en Madrid,

De tiempo en tiempo, y por caminos y combinaciones que no ha podido calcular la prevision humana, suele permitir la Providencia que sufran tales mudanzas los estados, que de todo punto varíe su condicion, verificándose á veces en las ocasiones que menos podria conjeturarse. Tal fué la reincorporacion del reino de Portugal á la corona de Castilla en el reinado de Felipe II.

Parte integrante siempre de la península ibérica; provincia por muchos siglos de la monarquía castellana; segregada despues, emancipada y constituida en reino independiente; la pequeña nacion portuguesa habia ido creciendo, merced á la vigorosa y hábil conducta de algunos de sus monarcas, y al valor, al ingenio y al espíritu emprendedor de sus naturales, hasta convertirse en un poderoso y vastísimo estado, que gozaba de gran consideracion en Europa y en el mundo. Los descubrimientos y conquistas de los siglos XV. y XVI., las atrevidas, brillantes y gloriosas empresas en Africa y en Asia, en que nadie aventajó á los portugueses, los habian hecho dueños de estensas y riquísimas regiones en el Océano Oriental, semejante á un cuerpo de dimensiones desproporcionadas, con pequeña cabeza, y cuyos brazos y miembros

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