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dificil, embarazoso y lento introducirlo en los que se encuentran desarreglados, y envueltos en el caos en que estuvo por tantos años el que nos ocupa actualmente. Requieren estos arreglos grande esmero, laboriosidad y vijilancia, y no desatender el cuidado de todos los pormenores, sin dejar para mas adelante lo que se debe y puede hacer

en el acto.

Sobre los Catálogos conviene advertir que en el primero, dispuesto por orden alfabético, se han ordenado los autores modernos por las letras de sus apellidos y títulos, no por los nombres, con raras escepciones; y los antiguos por el mas generalmente conocido, ya sea el primero como en Quinto Curcio, Horacio Flacco, ya sea el segundo como en Cornelio Tácito, Crispo Salustio, ya el tercero como Marco Tulio Ciceron, Lucio Eneo Séneca, Cayo Julio Cesar, etc. Los Diccionarios, Vocabularios, Atlas, etc., se hallarán casi siempre en las letras A, D, V, mas bien que en las de los nombres de sus autores, á menos que estos gocen de gran celebridad, como Moreri, Valbuena, Rozier, Madoz, Vosgien, etc., en cuyo caso se han duplicado las anotaciones para que se hallen las obras con mas facilidad. En las anónimas se ha seguido la regla de citarlas por el asunto de que tratan; en las traducciones se ha dado preferencia al nombre del original: en una palabra, se ha procurado siempre que la letra en que está anotada la obra sea la que corresponde á la palabra mas notable de su título ó portada, á fin de poner en conocimiento de los Sres. Senadores la mas cabal noticia de la selecta librería que tienen á su disposicion.

Trabajo mas delicado y árduo ofrecia el Indice por materias, mayormente habiéndose propuesto los redactores adicionarlo con la calificacion, aunque muy sucinta, de algunas ediciones raras que pertenecen á la infancia de la

imprenta en el siglo XV, y aun las posteriores que corresponden á los XVI y XVII, asi como llamar la atencion sobre otras que, si bien mas modernas, son dignas de predileccion ó aprecio, ya sea por su mérito artístico ó lujo de su impresion, bien por la belleza de los grabados que várias contienen, ó bien, en fin, por cualquiera otra circunstancia particular que las hace notables ó curiosas; no dirijiéndose en estas calificaciones únicamente por la opinion propia, que espondria de seguro á emitir juicios inexactos ó por lo menos aventurados, sino teniendo siempre à la mano y consultando con frecuencia obras bibliográficas y biográficas de autores distinguidos, unas que existen en la Biblioteca y otras que los redactores han procurado proporcionárselas, principalmente el Manual del librero ó Diccionario bibliográfico de Brunet de 1858, para todas las ediciones antiguas y modernas; el de La Serna y Santander para las del siglo XV; la Biblioteca española de D. José Rodriguez de Castro, edicion de Madrid de 1786; la nueva y antigua del célebre D. Nicolás Antonio con notas del Sr. Bayer, impresa en 1788, respecto á los escritores españoles; varios diccionarios biográficos ó históricos, y entre ellos el portátil del abate Ladvocat, que se dió á luz en La Haya en 1754; el del abate Feller, publicado en París en 1825, el universal, por una sociedad de literatos, impreso en la misma capital en 1833; el de la conversacion y de la lectura, que se publica en dicha ciudad; la Biografía universal antigua y moderna, conocida con el nombre de su editor Michaud y redactada tambien por otra sociedad de literatos, publicada en París en 1811, y el suplemento de 1834; en algun caso particular la escuela paleográfica del P. Andrés Merino, religioso de las Escuelas Pias, asi como la Biblioteca universal de paleografía de D. Cristobal de Castro, publicada por D. Antonio Nassarre; sin olvidar

tampoco las notas biográficas de algunos de nuestros autores de bella literatura, comprendidas en las obras póstumas de D. Manuel Silvela, que ha dado á luz su respetable hijo el Sr. D. Francisco Agustin, Senador del Reino; y últimamente, para no molestar mas con la indicacion de otros autores, la Tipografía española de Fr. Francisco Mendez, del Orden de S. Agustin, obra que se encuentra con suma dificultad por el escaso número de ejemplares que se tiraron en su única edicion de 1796, y que con tanta erudicion y copia de datos irrecusables fija la introduccion del arte de la imprenta en nuestra patria en el año 1474, al principio del reinado de los Reyes Católicos, que la protejieron, y añadieron este título mas á los no pocos que enaltecen su justo renombre, y aquella época de gloria bajo tantos conceptos memorable en nuestros fastos: siendo de advertir que á los 34 años, poco mas o menos, de haber aparecido en Alemania el admirable invento de la imprenta con caractéres movibles, ya se empezó á imprimir en varios puntos de la península Ibérica, principalmente, como era natural, en varias de sus ciudades marítimas, porque entonces no se conocian los medios fáciles de comunicacion que tanto han aumentado las frecuentes relaciones sociales que en el dia existen; bajo cuyo concepto no deja de ser notable que en tan corto espacio de tiempo se arraigase en España la pasmosa invencion de que se trata.

Los redactores al comenzar su trabajo dudaron si el medio de hacer en el catálogo las indicadas anotaciones ó calificacion de las obras que á su juicio la mereciesen, sería preferible al de consignarlas en el principio de los libros; pero se decidieron por lo primero en razon á la influencia que puede ejercer en llamar la atencion y promover el deseo de la lectura, hallándose además este método en perfecta armonía con el pensamiento de presentar un ca

tálogo hasta cierto punto razonado que puede ser quizás de algun provecho, al paso que lo segundo sería del todo infructuoso para quien, teniendo en sus manos el libro, le habia de ser mas facil y seguro leerlo y juzgar por sí mismo de su mérito y utilidad; resultando por tanto que la realizacion del proyecto en la forma que se verifica será si se quiere ventajosa para pocos, indiferente para muchos, perjudicial para nadie, como no sea para sus autores por el mal desempeño de su propuesta, si bien el haberla intentado y llevado á cabo, probará siempre la recta intencion que les animó al concebirla y ejecutarla.

Tambien conviene observar, que si se tratase del arreglo de una biblioteca pública, es decir, de una copiosa porcion de 100 ó 200.000 volúmenes pertenecientes á todas las ciencias y artes, la clasificacion podria ser bien meditada y filosófica, porque la variedad misma, el número inmenso, y la circunstancia de no carecer de modelos que seguir, ofrecerian la posibilidad de verificar la division y subdivision competentes que requieren los muchos ramos del saber humano, su respectiva graduacion y relaciones recíprocas; pero este pensamiento, no dificil de llevar á cabo con fundada esperanza del acierto en el espresado caso, no se presta tanto á la realizacion cuando se quiere aplicar á las bibliotecas privadas, como es la del Senado, que no cuentan jamás con tan crecida reunion de libros, ni con tanta diversidad de tratados que permitan en dicho sentido una organizacion regular, atinada y completa. Lo que sucede comunmente, y no puede menos de suceder, es que en tales establecimientos particulares predomina siempre un número de obras que corresponden á determinada ciencia, y de las restantes, ó hay poco nada de algunas, resultando de consiguiente inaplicable la clasificacion cumplida sin el riesgo de que aparezca

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manca y aun ridícula si se verifica. Dedúcese, pues de esta reflexion la necesidad absoluta de modificar el pensamiento, dando una buena parte á variaciones prudentes, y si se quiere hasta cierto punto arbitrarias; en el concepto de que cualquiera que sea el método que se adopte no ha de estar nunca exento de faltas, y se podrá por tanto reputar como mejor, ó al menos muy tolerable, el que reuna las condiciones de ser claro, y proporcionar el medio espedito de que con facilidad y prontitud se encuentre la obra correspondiente á la materia que se necesite, bajo cuya base y con este fin se contemplan oportunas las advertencias siguientes.

1. Por regla general, cuando una obra corresponde á dos ó mas ciencias ó artes, se ha comprendido en la seccion de la que predomina, esceptuando sin embargo algunas pocas que ha parecido conveniente repetirlas, insertando su título, en las secciones con las cuales tienen relacion.

2. Se advertirá que algunas obras no tienen perfecta analogía con las principales ciencias ó artes de la seccion en que se incluyen; pero son en muy corto número, y se ha hecho asi con el fin de no multiplicar las secciones con la indicacion de una ó pocas mas obras solamente; cuidando no obstante de espresar siempre en el epígrafe la ciencia ó arte á que pertenecen las que se hallan en este caso escepcional, para que sea fácil ver las que existen correspondientes al ramo del saber que se necesite.

3.a

Como no es fácil retener en la memoria el significado del lugar de las ediciones espresado en lenguas estrañas, se traduce constantemente al castellano, cualquiera que sea el idioma en que las obras se publicaron.

4. Tambien se ha puesto en castellano la indicacion de los títulos de obras escritas en lenguas muertas ó sábias, esceptuando la latina; y la misma regla se ha segui

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