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En el mismo día, Yo el Escribano, en cumplimiento de lo mandado en el Decreto anterior, teniendo presente á Don Juan Manuel Romero, le hice saber dicha providencia, y entendido presentó para su fiador á Don Agustín López del Castillo, á quien doy fe conozco, quien, sabedor de lo que en el caso aventura, dijo: Que otorga que fía al expresado Romero de que guardará carcelería en esta ciudad y sus arrabales, para lo que se ofrece con su persona y bienes habidos y por haber, y con ellos se somete al fuero y jurisdicción de los Señores Jueces y Justicias de S. M., principalmente á los Señores de la Junta de Seguridad de quien recibe á su fiado. Así lo otorgó y firmó, siendo testigos Don Luis Villegas y Don Mariano Sotarriba de esta vecindad. Doy fe.-Agustín López del Castillo.-Julián Roldán.-(Rúbricas). (1).

3. Párrafos de la representación que envió á las Cortes la Real Audiencia de México en 18 de noviembre de 1813, referentes á la elección del primer Ayuntamiento Constitucional.

156. La Junta Preparatoria de México estimó que los ciudadanos de las siete provincias de su distrito subían á 2.886,238 personas y que las castas de las mismas personas solo eran 214,606 que fué el número rebajado. Gobernóse para este cálculo por los asientos de la Contaduría de Retazas; mas como ellos no comprendan las muchas personas confundidas en otras clases para huír del tributo, ni los exceptuados de él, como los militares pardos, resulta y es evidente para cualquiera que conozca estos países, que á lo menos hay doble número de los tales castas que el que se rebajó. Ni parece verosímil que cuando V. M. discutió tan detenidamente el punto de la representación de esta clase, imaginara que el número de sus individuos, que ciertamente es grande como se le aseguró, quedase ahora aquí reducido á la décima cuarta parte de la población.

157. Procedióse sobre este falso supuesto al nombramiento de los electores municipales de México y hubiera sido necesario discurrir mucho para hacer la cosa de un modo más desor denado é inconstitucional. El mismo Jefe Político, presidente de ellas, representó después la confusión y el desorden que hubo; ya dando su voto varias personas que no debían tenerlo; ya sufragando unas mismas en diversas parroquias y en diferentes sesiones, sin que nadie calificara si los votantes eran ó no ciuda

(1) Ramo de Historia en el Archivo General de la Nación. Tomo 447. Exp. n°. 5.

danos, ó si estaban en el ejercicio de tales; pues sólo se llevaron unos simples apuntes que nada significaban, y todo esto, que fué notorio, se comprobó además por el informe de seis de los presidentes de las juntas electorales.

158. Hubo sobre estos vicios otros que manifiestan clarísimamente la confabulación. Tres ó cuatro días antes de las elecciones circuló por la ciudad una lista de los que habían de salir y en efecto salieron electos. Llegado el caso de ellas se repartieron papeletas escritas de una misma letra, que contenían los nombres de los que fueron elegidos; y aunque muchos presidentes rompieron las que se les presentaron, fueron recogidas más de mil pertenecientes á la parroquia del Sagrario, algunas de las cuales llevaban números de aumento, según lo informó el teniente letrado, presidente de una de las juntas. A los cargadores se les dió dinero para el repartimiento de estas papeletas: por ellas votaban los aguadores y muchos sin saber decir los nombres que contenían y otros refiriéndose al voto de los mismos intrigantes que estaban allí. En una de las juntas el clérigo secretario sacó consigo de cierta casa de vecindad á una porción de desarrapados, á quienes expresaba que les diría lo que habían de hacer y los condujo al punto de las elecciones. En la parroquia del Sagrario fué tanto el desorden, que verosímilmente hubo más número de votos que el que hay de ciudadanos y tan evidente la confabulación, que casi todos los votos se reunieron en unos mismos individuos, pues ninguno de los cuatro electores salió con menos de cinco mil: últimamente, para complemento de la notoria nulidad con que todo se hizo, la malicia vino á ser apoyada por la ignorancia, porque el mismo Jefe Político y cierto regidor, presidente de una de las juntas, expusieron en sus informes que tienen votos de ciudadanos todos los hombres libres.

159. Todo esto consta así de los expedientes que existen en la Secretaría de Gracia y Justicia y también constará el resultado, que fué el que se deja inferir. No salió elector ningún europeo ni americano sobresaliente por su patriotismo; antes bien, los corifeos fueron sujetos bien conocidos por su adhesión á la independencia, aquéllos que anteriormente ó habían predicado contra las regalías, y tratándose de socorrer á la madre patria siempre se opusieron á todo donativo ó préstamo, ó que en los tiempos de las primeras solicitudes de independencia opinaron por las juntas y por ella, queriendo en el de la libertad de imprenta dar al público sus dictámenes, ó que habían firmado ó protegido la representación sediciosa de los clérigos, ó que más habían abusado de la referida libertad, ó que estaban procesados. por sus relaciones y correspondencias con los rebeldes, eran

acreedores por sus respectivos servicios hechos á los enemigos del Estado, á que se les prefiera cuando todo se dirigía contra él. Así es que fueron nombrados no sólo el referido abogado Bustamante, que luego se marchó á continuar sus méritos entre los rebeldes, como ya se dijo á los párrafos 34 y 78, sino alguno que había sido preso, procesado y recluso por la causa formada sobre la conspiración de 3 de agosto de 1811. También fueron elegidos varios, que según la misma causa y la que se formó acerca de la otra conspiración de 27 de abril del mismo año, estaban designados en el plan de los conspiradores por motivos que estos tendrían, para componer un gobierno eclesiástico y para formar la Suprema Junta Nacional; y es notable, aunque muy consiguiente, que uno de estos electores haya merecido al citado Correo Americano núm. 20 los dictados de «benemérito é incomparable ministro, sabio, incorruptible y el Arístides de sus días (1). 160. Con razón los rebeldes celebraron estas elecciones con salva de artillería, repique de campanas y misa de gracias, pues como resulta de los citados expedientes «se dieron á entender que México estaba por ellos, contando ya todo el reino por suyo, porque los criollos tomarían el mando y los oidores tendrían que callar, ó se les ahorcaría junto con todos los demás gachupines».

161. No debiendo México ser menos, se dispuso el alboroto la noche del 29 de noviembre, en que presentándose una gran reunión de gentes del pueblo dirigidas por otras decentes y tapadas, obtuvieron como por fuerza licencia para repicar contra el bando que lo prohibe; y apoderándose de las campanas las voltearon hasta las diez de la noche, siguiendo también en esto las costumbres de los rebeldes: insultaron la guardia del Coliseo y aun la del Virrey, pretendiendo con tenacidad y algazara "que se les entregase la artillería, gritando que si no entrarían á sacarla porque eran ciudadanos y se les debía obedecer», y hasta los muchachos decían «ahora sí que nosotros mandamos".

162. En medio del tumulto resonaron los excecrables vivas, que siquiera no perdonaban la vida de nuestro monarca, más desventurado por tener tales súbditos que por todas las otras desgracias; y esto sólo manifiesta el verdadero carácter de aquel motín. Continuó la tormenta revolucionaria al día siguiente, con motivo de las misas de gracias y Te Deum que tuvieron en varias partes, aunque la Constitución no lo previene; pero era necesario conducir á estos actos como en triunfo á los electores. Uno de éstos, y no de los menos principales, preguntado sobre el asunto, informó no saber quién promovía la

(1). Don Jacobo de Villa Urrutia (N. de B).

función á que asistió; mas la influencia que ellos tuvieron en aquellos festejos extraordinarios á que concurrieron muy voluntariamente, autorizando con su presencia los desórdenes que pasaron, bien se descubre al considerar que otro de los mismos escribía á la Rectora del Colegio de Niñas de San Ignacio «por sí y á nombre de sus compañeros, que cuando pasaran por allí respondiesen con vivas».

163. La conducta de varios clérigos en este caso fué la que correspondía á unos partidarios de los compañeros suyos que están al frente de los rebeldes. Ya se habló poco antes del clérigo secretario de una de las juntas, que transformó en ciudadanos á los miserables que sacaba de una casa de vecindad. En la tarde del 29 otro clérigo disfrazado á cierto granadero del regimiento del comercio, que sacudió al lépero ó persona indecente que capitaneaba una gran reunión gritando por las calles "viva el cura Morelos, viva la América, mueran el gobierno y los europeos», le reconvino con que «aquel hombre no hacía otra cosa que gritar sus vivas y aclamaciones»; el soldado, que se proponía contestarle con la vara, hubo de retirarse escandalizado, al enseñarle la corona, que es aquí recurso muy seguro aun para lances más apurados. Otro clérigo borracho, mandaba en la catedral los últimos repiques cuando el secretario del Virrey fué á disponer que cesaran. Otros dos en compañía de un miserable que hizo de cabecilla se apoderaron de un coche para conducir al insurgente Bustamante y su compañero en la elección, clérigo también, al Te Deum que se cantó en la parroquia de San Miguel. Otro clérigo, en la mañana del día 19 decía á una mujer en chanza (porque él lo asegura): "sí, hijita, viva la América, vivamos nosotros y mueran los gachupines»; y dos clérigos la noche del 4 de diciembre hablaron en un zaguán de un plan de conspiración en que el Virrey saldría en un burro. En fin, el mayor número de electores se compuso de clérigos, alguno de los cuales había aprobado el último número del Pensador y la defensa del Juguetillo 39 sobre inmunidad; bien que fué uno de los firmantes del recurso de los clérigos. Otro debió su nombramiento á las vindicaciones del mismo recurso que ya quedan expresadas; y ninguno de ellos se desdeñó de asistir á todas las funciones tumultuarias y de nueva invención, plantificándose en el presbiterio para recibir desde allí los inciensos.

164. Así fué celebrada por unos y otros una victoria obtenida contra la Constitución, contra la justicia y contra el buen orden. Muchos habrán pintado aquel alboroto como un desahogo inocente: más la inocencia desapareció de aquí hace tiempo y este Tribunal se ha encargado de presentar los hechos en su verdadero punto de vista. El concepto que todo hombre pru

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dente formó entonces, analizando el suceso á la luz de una buena crítica, fué: que bajo el misterioso velo del regocijo y de la diversión se intentaba algo más; concepto que vino á ser muy probable por el resultado del expediente, aunque incompleto, que se formó sobre el asunto y debe existir en la Secretaría de Gracia y Justicia; pues siendo manifiesto el espíritu de los que vocearon por la muerte de los europeos, la del Gobierno y aun la del Rey, lo era también que la conmoción por parte de ellos se encaminaba á producir el efecto que no tuvieron las anteriores conjuraciones, con lo cual alguno de los electores habrían llegado al destino de gobernar, para que en la primera de ellas se les insaculó (1).

Del libro quinto, que trata de la Administración de Justicia.

1. Decreto de 13 de marzo de 1814 con el Reglamento del Supremo Tribunal de Justicia (2).

CAPITULO I.

DEL TRIBUNAL Y SUS FUNCIONES.

Art. 1. Este supremo Tribunal se compondrá por ahora de tres salas con la dotación, las dos de cinco ministros, y una con seis; alternando los Ministros por el orden de su antigüedad en el orden que se designa.

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(1) Suplemento antes citado. Págs. 60 á 65.

(2) Con este decreto queda completa la legislación de las Cortes con respecto á la Admi nistración de Justicia.

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