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car ni propiamente considerarse como separacion de la imparcial neutralidad que ha dirigido siempre la política de los Estados-Unidos con relacion á la República de México, en aquellas guerras y disputas civiles por la soberanía de la República que han afligido al país hasta aquí, porque sin embargo de que estrictamente hablando, es derecho de la nacion determinar en quién reside la autoridad legítima del país, los Estados estranjeros pueden todavía de necesidad juzgar por sí mismos cuál de los partidos contendientes ó gobiernos reconocerán, mandando ó recibiendo embajadores ó bien suspender las relaciones diplomáticas con toda la nacion en cuestion, y cualquiera alternativa puede adoptarse sin dar justa causa de queja.

En relacion al caso particular que consideramos, nada se ha hecho todavía por el Gobierno de los EstadosUnidos ó sus representantes en México que niegue al Gobierno de la ciudad de México de que el Presidente Miramon es Gefe del Ejecutivo, todos sus derechos de Gobierno en donde existe, ya sean derechos de guerra contra su enemigo ó derechos políticos sobre todos aquellos propiamente sujetos á su autoridad actual en donde quiera que ésta pueda haber sido establecida, y todos los intentos que emanan de ese Gobierno para dar un falso colorido á la política y actos del Gobierno de los Estados-Unidos, deben tender solamente á perturbar ese estado de imparcial neutralidad que ahora conserva. Suplicando que se dé á conocer de la manera conve

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niente el verdadero estado de los hechos enlazados con esas premisas, permítame V. E. que aproveche esta oportunidad para renovarle las seguridades de mi

tinguida consideracion.

muy

dis

Soy muy respetuosamente su obediente servidor.— Roberto M. Mc. Lane.-A S. E. D. Melchor Ocampo, Ministro de Estado y Relaciones Esteriores en la República de México.

Es copia. H. Veracruz, Abril 28 de 1859.-Por ausencia del señor oficial mayor.- (Firmado.)—M. Romero, oficial 2:

REPUBLICA MEXICANA,

Secretaría de Estado y del Despacho de Guerra y Marina. Ejército Federal.-General en gefe.

Circular.

Exmo. Sr.-Impuesto V. E. de mi circular anterior, en que le manifesté el estado de nuestra situacion despucs del descalabro de Tacubaya, no necesito esplicarle que, para preparar un nuevo y decisivo golpe á la reaccion en la capital de la República, se requieren elementos que es preciso buscar en la fuente del poder constitucional, y con su autorizacion en el esterior; porque los recursos pecuniarios del país están en manos

de los reaccionarios. La riqueza del alto clero y de los grandes propietarios sirven hace mucho tiempo al sosten de los privilegios con el proyecto envejecido de establecer un gobierno de opresion y retroceso.

Cualquiera observador que busque la causa de la desgracia de nuestras armas en Ahualulco, San Joaquin y Tacubaya la encontrará en el vacío de nuestras cajas; porque en esas tres batallas se ha tenido que dejar pelear á nuestros sufridos soldados en medio de las necesidades mas grandes y despues de varios dias de carecer de prest y de estar sujetos á una alimentacion mezquina.

Seguir apelando á los medios ordinarios de exaccicnes forzosas, al tiempo mismo que hay que combinar planes militares, es tanto como esponer el éxito distrayendo la atencion del gefe con la cuestion financiera, que tambien exije dedicacion esclusiva. Cuando hay que ocuparse cada dia en solicitar para el siguiente el pan del soldado, no es posible tener calma ni sangre fria para escogitar los medios de vencer adversarios fuertes por su dincro, por su sistema de terror, por la cooperacion eficaz de los púlpitos y confesonarios, por el móvil del propio interes y de la conveniencia individual.

Demasiado es que podamos contar mayor número de victorias que de pérdidas: demasiado es que el pueblo armado, en union de pocos militares fieles, ilustrados y que no se han deslumbrado con el oro de la supersti

cion y del fanatismo, haya alcanzado la conquista de plazas y puertos sojuzgados antes por la opresion reaccionaria: demasiado es que las cuatro quintas partes del territorio mexicano estén voluntariamente regidas bajo el órden constitucional, no obstante las arterías de un clero corrompido y de un ejército venal: demasiado es que el resorte de la conciencia, movido siempre con pretestos religiosos, se haya gastado á fuerza de uso, no respondiendo ya á la voz de los hipócritas agitadores: y demasiado es, por último, que el representante de los Estados-Unidos haya reconocido al gobierno legítimo de nuestra República, haciendo justicia á la mayoría de los mexicanos, que quieren ser regidos por la constitucion de 1857.

Por otra parte, y prescindiendo de la insuficiencia de los recursos pecuniarios que aun puedan sacarse de la propiedad particular y del comercio interior, es notorio el peligro del aniquilamiento completo de todas las fortunas y la consiguiente paralizacion de todos los giros, si se prolonga por mas tiempo la lucha con armas tan desiguales.

Es preciso, por lo mismo, que yo procure ensanchar mi esfera de accion y levantar mi espíritu á la altura de las circunstancias y de las necesidades públicas para ponerme en aptitud de llenar cumplidamente la mision que recibí del Supremo Gobierno Constitucional: Debo procurar la pacificacion de la República de modo que no se aniquile con los esfuerzos que hace el

pue.

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blo para recobrar su libertad y sus derechos conculcados. Por esto y porque el partido clerical solicita con empeño un príncipe estranjero que concluya con la independencia y nacionalidad de México (segun se ha descubierto por haberse interceptado la correspondencia del célebre monarquista Gutierrez Estrada con el sanguinario Padre Miranda), me contemplo en la obligacion imperiosa de ausentarme de este rnmbo por algunos dias para procurar al Ejército Federal los elementos de armas, municiones y dinero, que vanamente se solicitarian dentro del país.

Muy corta será mi ausencia, porque, ya sea que vuelva provisto de esos recursos, ya que no los consiga, regresaré sin falta á continuar la defensa de la noble causa de la libertad y de la democracia, hasta donde alcancen mis fuerzas.

Entretanto puedo volver al teatro de la guerra y tomar convenientemente la ofensiva, V. E. empleará su celo patriótico y su infatigable actividad en la defensa de sus pueblos, repeliendo la dominacion reaccionaria, apoyado en la gran mayoría de los habitantes del Estado de su digno mando, que tan interesados se hallan en la conservacion del órden constitucional.

Ademas, V. E. con los otros señores gobernadores y con los gefes de las fuerzas constitucionalistas, puede combinar los movimientos militares que sean practicables y de seguro éxito sobre el enemigo, concurriendo con su voto ó con su influencia á la eleccion de uno de

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