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nisterio la vida inquieta y peligrosa de la campaña (1).

Quedaronle abiertas las puertas de Córdoba á Mohammed; y Suleiman, que debió echar muy de menos el socorro de los castellanos, retiróse hácia Algeciras con intento de reclamar auxilios de Africa, despues de haber saqueado sus soldados el espléndido palacio de Zahara, llevádose las joyas y suntuosas colgaduras, las lámparas de oro y plata del alcázar y de la mezquita, y destruido con bárbara y salvage mano una gran parte de los libros de su magnífica biblioteca; que asi comenzó la deliciosa mansion del magnífico Abderrahman á ser destruida por los vándalos africanos. Salió Mohammed de Córdoba en persecucion de los fugitivos y dióles alcance en los campos del Guadiaro. Pero alumbróle en este encuentro infausta estrella: arremetieron su hueste los berberiscos con impetuosa furia, y hubo de retirarse á Córdoba en desórden. Dedicóse á fortificar la ciudad, pero bullian ya, asi en la capital como en toda la España muslímica, las parcialidades y los bandos. El slavo Wahda que tenia guardado al califa servíase del secreto de su depósito como de un talisman para conservar su influencia y dársela á los slavos sus compa

(4) Roder. Tolet. Ibid.-Conde, cap. 106.-Segun algunos, el coude Armengol no murió en esta batalla, sino en la de Guadiaro, y segun otros despues de haber saido de Córdoba á consecuencia

ΤΟΜΟ 17.

acaso de las heridas recibidas en ella. Conde se contradice en dos páginas no muy distantes. De todos modos es cierto que murió en esta espedicion.

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tricios, que de este modo dominaban á Mohammed. Hubiera éste querido conservar los auxiliares catalanes, pero siniestros rumores que corrieron acerca de atentados que contra ellos se proyectaban, movieron al conde Ramon Borrell á volverse á Barcelona á pesar de las protestas del califa. Invocó Mohammed el apoyo de los walíes de Mérida y de Zaragoza y de los alcaides de la frontera, y escusáronse todos bajo diferentes pretestos; y era que cada cual no pensaba ya sino en apropiarse algun despojo de un imperio que veian desmoronarse. Inquietábanle los africacos con incesantes algaras; á las calamidades de la guerra civil se agregaron las de una epidemia: faltaban en Córdoba las provisiones; todo el que podia abandonaba la ciudad y sus mismas tropas se le desertaban para ir á incorporarse á los africanos. La situacion de Mohammed era desesperada y no sabia qué partido tomar.

Tomóle por él el astuto Wahda. De improviso y de su propia cuenta sacó de la prision al desventurado califa Hixem á quien todos creian muerto, y le presentó al pueblo en la maksura ó tribuna de la grande aljama. Entusiasmado el pueblo con tan inesperada novedad, se agolpó á la mezquita, y saludó con aclamaciones de júbilo al resucitado califa (junio de 1012), no viendo ya en el príncipe imbécil sino al legítimo soberano de una dinastía á quien amaba entrañablemente. Asustado Mohammed con los gritos de alegría que oia resonar por todas partes, ocultóse

en una de las piezas mas apartadas de su alcázar: descubrióle un slavo y le presentó al califa, que con una energía desacostumbrada: «Ahora probarás, le dijo, el fruto amargo de tu desmesurada ambicion.>> Y en el acto le hizo cortar la cabeza, que un vazzir paseó á caballo en la punta de su lanza por toda la ciudad: su cuerpo fué desgarrado y hecho piezas en la plaza pública, y la cabeza enviada al campo de Suleiman cómo para que sirviese de leccion y de escarmiento al caudillo africano. Mas el uso que de ella hizo Suleiman fué embalsamarla y hacerla conducir con diez mil mitcales de oro al walí de Toledo Obeidallah, el hijo de Mohammed, que se preparaba á vengar á su padre, con el mensage siguiente: «Ahí «va la cabeza de tu padre Mohammed: asi recompen«sa el emir Hixem á los que le sirven y le restituyen «el imperio: guárdate de caer en manos de este ingrato y cruel tirano: si buscas seguridad y vengan«<za, Suleiman será tu compañero.>>

La carta y el presente surtieron el efecto que se apetecia. Obeidallah, antes rival y enemigo de Suleiman, se unió á él para combatir juntos al verdugo de su padre, y con este fin habia salido ya de Toledo. Súpolo el slavo Wahda y partió de Córdoba con un cuerpo escogido de caballería en direccion de aquella ciudad. Conocedor de la importancia y del valor del auxilio de los cristianos, le solicitó del conde Sancho de Castilla haciéndole ventajosas proposiciones. Pero

habíasele anticipado ya Suleiman, y Sancho le contestó: «Seis fortalezas me ofrece ya Suleiman; si Wahda me promete por lo menos otras tantas, preferiré emplear mis armas en favor del califa Hixem.» Duélenos ver á un soberano de Castilla adjudicar su poderosa espada y disponer de los brazos castellanos en favor del mejor postor de entre los competidores musulmanes, pero asi era por desgracia ""). Wahda hizo su puja, y Sancho se decidió por él, y con ayuda de los cristianos se apoderó fácilmente de Toledo. Volvió el jóven Obeidallah contra el enemigo, pero batido en Maqueda por musulmanes y cristianos, desbaratada su hueste y hecho prisionero él y sus principales oficiales fué enviado á Córdoba, donde el califa Hixem, convertido despues de su resurreccion de imbécil y mentecato en déspota terrible, como si realmente hubiera renacido con otra naturaleza, hízole dar una muerte tan cruel como la de su padre, y su cuerpo decapitado y mutilado fué arrojado al rio (1013). Dejó Wahda el gobierno de Toledo al poderoso y noble jeque Abu Ismail Dilnûm, y despues de haber entregado á los cristianos algunas de las fortalezas contratadas y despedídolos con grandes dádivas y promesas (2), tomó la vuelta de Córdoba. Premióle larga

(4) El arzobispo don Rodrigo, Hist. Arab. c. 37.

(2) De las siete fortalezas prometídas solo se mencionan como entregadas cuatro, San Esteban,

Gor

Coruña del Conde, Osma
maz, «y algunas otras casas en
Extremadura.» Chron. Burgens.
Annal. Complut. y Compostel.

mente el califa Hixem, y dió á sus slavos y alameríes á título de perpetuidad las alcaidías y tenencias de Murcia, Cartagena, Alicante, Almería, Denia, Játiva y otras; costumbre y manera de premiar imprudentemente introducida por Almanzor, y principio y fundamento de los reinos independientes que no habian de tardar en nacer (1),

(1) La relacion de los sucesos de estas guerras, que hemos tomado de los autores árabes de Conde y de los historiadores latinos españoles, difiere en muchos incidentes de la que hace el señor Dosy con arreglo á otras historias arábigas que él ha consultado. (Recherches sur l'Histoire, etc. T. 1. desde la pág. 238 hasta la 268).

El autor de esta obra, titulada: Recherches sur l'Histoire politique et litteraire de l'Espagne pendant le moyen age, comenzada á publicar en Leyden en 1849, se muestra en ella profundamente versado en la historia de la dominacion de los árabes en España y gran conocedor de los autores arábigos, cuyas palabras textuales cita, copia y coteja con frecuencia en sus propios caractéres, al mismo tiempo que manifiesta no serle estrano lo que en otras lenguas se ha escrito antigua y modernamente asi en España como en otros paises, por lo menos en lo relativo al Oscuro período que se propone examinar. Escudriñador é investigador minucioso, pero crítico severo, duro, inexorable, confesamos que no han podido menos de introducir en nuestro ánimo zozobra, confusion y desconfianza las atrevidas proposiciones que con aire de infalible magisterio sienta en el brevísimo prólogo en

forma de epístola de su obra y en el discurso de toda ella. El señor Dozy con un rigor desapiadado parece haberse propuesto dar al traste con todas las ilusiones de los que creiamos que despues de las publicaciones de Casiri, de Conde, de Gayangos y de otros orientalistas nacionales y estrangeros, podiamos ya saber algo de la historia de los árabes españoles. El señor Dozy tiene la crueldad de decirnos que no sabemos nada, porque estos escritores no lo sabian ellos mismos. Copiaremos algunas palabras de su prólogo.

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De Casiri dice, que «sus estractos dejan mucho que desear en punto á exactitud; que no estaba suficientemente familiarizado con la materia que intentaba esclarecer, y que por otra parte no se distingue por un juicio sólido y claro.-Es, sin embargo, á quieu trata con mas compasion y con menos dureza.-«Conde (dico) trabajó sobre documentos árabes sin conocer mucho mas de esta lengua que los caractéres en que se escribe; pero supliendo con una imaginacion en estremo fecunda la falta de los conocimientos mas elementales, con una impudencia sin ejemplo ha forjado fechas á centenares, inventado millares de hechos, haciendo siempre alarde de quien pretende traducir fiel

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