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La situacion de Córdoba y de toda Andalucía estaba bien lejos de ser lisonjera. Quejábanse amargamente los nobles de la preferencia que Hixem y su

mente textos árabes.... Los historiadores modernos, sin sospechar que eran unos simples engañados por un falsario, han copiado muy cándidamente todas estas mentiras: algunos han dejado atrás á su mismo maestro combinando sus invenciones con los autores latinos y españoles á quienes de esta ma nera calumniaban.............» «En resúmen (dice mas adelante), si contamos solo el libro de Conde, considerado siempre como el mas importante y el mas completo sobre la historia de la España árabe, el público de hoy, y hablo aqui de los literatos no orientalistas, no tiene mas medios para instruirse en esta historia que los que tenia el público para quien escribió Morales en el siglo XVI. Es peor todavia: los que han leido y estudiado á Conde, se hallan en la necesidad de hacer todo lo posible para salir de este abominable camino en que se los ha estraviado, de olvidar todo lo que habian aprendido...... Porque se deberá considerar de hoy mas el libro de Conde como si no existiera (comme non avenu)... etc.>>

Con muy poca mas piedad trata al señor Gayangos, de quien dice desde luego que «su libro no ha reemplazado al de Conde.» Y nos seria fácil citar muchísimas páginas en que hace una crítica ácre y amarga de su traduccion de Almakari, ya suponiendo que no ha entendido bien el original, ya notando omisiones esenciales ó adiciones que dice haber hecho el traducter de su cuenta, ya haciendo indicaciones no muy embozadas que parece tienden a demos

trar que de parte de este ilustrado traductor ha habido algo mas que descuido ó mala inteligencia. No se podrá en verdad argüir al señor Dozy de indulgente en sus juicios.

De todo ello deduce, que «la historia de España en su edad media hay que rehacerla.» «Yo creo, añade, que se hará bien en abandonar la senda hasta ahora seguida. En lugar de hacer historia será mejor estudiar y publicar desde luego los textos.»

Véase si decíamos con razon que el señor Dozy con sus palabras y su obra habia introducido en nuestro ánimo confusion y desconfianza, por lo mismo que su erudicion y los inmensos recursos literarios de que parece dispone no pueden menos de dar valor y peso á sus juicios. Dejamos, to obstante, á los orientalistas espa ñoles y estrangeros (y en ellos comprendemos á todos los que hasta ahora han escrito de la historia de la España árabe) el cuidado de contestar á los gravísimos cargos que contra ellos envuelven sus dogmáticas y absolutas aserciones, y de demostrar (como esperamos y nos alegraremos de que lo hagan) que ni ellos han sido ó tan ignorantes ó tan falsarios, ni los que nos hemos valido de sus obras hemos sido tan cándidos y tan simples, ni acaso el señor Dozy sea tan infalible como él en sus arrogantes asertos supone.

Nosotros mismos, que no nos preciamos de orientalistas, lo haremos ver fácilmente. Pongamos un solo ejemplo. En la relacion misma de los hechos, en que tanto corri

ministro daban á los slavos y alameríes. Criticábanlos ágriamente por el suplicio de Obeidallah, que al fin habia sido hecho prisionero peleando contra cristianos. Ardia la capital en discordias y partidos, y Suleiman que con sus correrías no dejaba un momento de reposo al pais y estaba informado del descontento de la poblacion, traspuso á Sierra Morena, visitó y escribió á los walíes de Calatrava, Guadalajara, Medinaceli y Zaragoza, ofreciéndoles la posesion hereditaria de sus gobiernos y reconocerlos como soberanos feudatarios sin otra carga que un luego tributo, si le ayudaban á

ge á nuestros autores y que le hacen esclamar: «Asi la pobre España no tendrá jamás una Historia! (pág. 256)» cuenta el crítico holandés que despues de la batalla de Akbatalbacar, Suleiman que se habia retirado hácia Zahara, «<en una noche abandonó aquella mansion con sus berberiscos, y se retiró sobre Xátiva (pág. 245).» ¿Sabe bien el señor Dozy dónde está Xátiva? Pues está à nueve leguas de Valencia, y á mas de setenta ú ochenta de Córdoba y de donde estuvo Zahara, regular distancia para retirarse en una noche. Por lo menos los españoles no tenemos noticia de otra Xátiva que la Sætabis de los romanos, la Xátiva de los árabes, San Felipe de Játiva hoy. Añade Dozy que Mohammed entró en Córdoba acompañado de los catalanes; que los berberiscos dejaron á Xátiva y avanzaron hasta Algeciras; que salió Mohammed de Córdoba en su busca, y se encontraron los dos ejércitos cerca del Guadiaro en las Cercanias de Algeciras, donde se dió la segunda batalla: todo en el

espacio de cinco dias que media-
ron de uno á otro combate (del 45
al 24 de junio), en cuyo tiempo,
si Suleiman v sus berberiscos an-
duvieron de Zahara á Xátiva y de
Xátiva á Algeciras, tuvieron que
andar cosa de ciento sesenta le-
guas por lo menos. El señor Dozy
enmienda (en la nota primera de
dicha página) al arzobispo don Ro-
drigo que en lugar de Xativa nom-
bra Citana, y á Conde que la nom-
bra Citawa. No conocemos hoy
esta ciudad, pero tenemos esto por
menos malo que hacer á Suleiman
y á sus africanos ir donde ni po-
dian ni debian ir, y andar lo que
ni podian ni debian andar. Y no
debe ser otra Xátiva que la que
nosotros conocemos, puesto que el
mismo Dozy, hablando del princi-
pado de Almeria, nos dice, que
«comprendia al N. E. las ciudades
de Murcia, Orihuela Xátiva
(pág. 65).» De todos modos agra-
deceriamos al sábio orientalista ho
landés que con su infalibilidad uos
disipára esta dificultad histórico-
geográfica que nos ha ocurrido..

libertar á Córdoba del tirano protector de los slavos. Aceptaron ellos la proposicion y le asistieron con sus personas y sus banderas. Aproximóse con este refuerzo Suleiman á Córdoba, desolada simultáneamente por la peste, la miseria y los partidos. Huian otra vez las gentes de la ciudad, acosadas por la penuria. Desde Medina Zahara, donde Suleiman sentó sus reales, mantenia inteligencias con algunos nobles cordobeses por medio de los tránsfugas que iban á su campo. En tal conflicto el ministro Wahda creyó oportuno escribir á los walíes edrisitas de Ceuta y Tanger pidiéndoles ayuda y haciéndoles grandes ofrecimientos, mas luego mudó de parecer y guardó las cartas. No faltó quien le denunciara al califa como uno de los que se correspondian secretamente con Suleiman. Fuese verdad ó calumnia, vióse el ministro Wahda preso por aquel mismo califa á quien él mismo habia tenido tanto tiempo aprisionado; hízosele capítulo de acusacion de aquellas cartas que se hallaron en su poder, escritas, segun muchos piensan, con acuerdo del califa y que nada revelaban menos que la inteligencia que se le suponia con Suleiman, y á pesar de todo, aquel Hixem que al cabo le era deudor de la vida y del trono, sin consideracion de ningun género condenó á muerte á su antiguo servidor; que parecia haberse propuesto aquel malhadado califa desquitarse en pocos dias á fuerza de crueldad inflexible de la orpe flaqueza de tantos años. Fué el desgraciado

Wahda reemplazado por el walí de Almería Hairan, slavo tambien, hombre distinguido por su valor y generosidad, por su benignidad y prudencia, y «el mas á propósito para salvar á Hixem si su fortuna no hubiese llegado ya al último plazo ().»

Apretaba ya Suleiman el cerco de Córdoba, y Hairan se propuso cumplir con los deberes de hombre puudonoroso y de fiel hagib. Pero de poco le sirvieron ni sus nobles propósitos ni sus heróicos esfuerzos, que no es posible, dice oportunamente el escritor arábigo, defender una ciudad que no quiere ser guardada, y en vano es sacrificarse por un pueblo que desea ser conquistado. Mientras él á la cabeza de sus slavos rechazaba vigorosamente los enemigos que atacaban una puerta, el populacho arrollaba la guardia de la ciudad que defendia otra, y la franqueaba á los africanos. Merced á la cooperacion de los de dentro, penetró Suleiman en la plaza: el combate fué borrible; inundáronse las calles de noble sangre árabe, porque los andaluces de pura raza árabe defendieron el alcázar del califa hasta no quedar uno con aliento, y entre cadáveres nobles cayó herido el generoso Hairan que los habia alentado á todos y fué tenido y contado por muerto. Apoderáronse al fin los africanos del alcázar y de todos los fuertes; por espacio de tres dias fué entregada la ciudad á un hor

(1) Conde, cap. 108.-Roder. Tolet. c. 38.

roroso saqueo: muchos nobles jeques y cadíes, muchos sábios y hombres de letras fueron pasados al filo de los rudos alfanges africanos (1013). El valeroso Hairan era el que, tenido por muerto, respiraba todavía: á favor de la oscuridad de la noche y de la confusion del saqueo, habia podido refugiarse en casa de un pobre y honrado vecino, donde sin ser conocido se hizo la primera cura de sus heridas. Vivia Hairan, y le veremos todavía hacer un importante papel en la historia. Dueño Suleiman del alcázar y del califa, suplicáronle y le pidieron por la vida de este algunos de sus honrados servidores: «lo que hizo de él se ignora, dice la crónica árabe, pues nunca mas pareció ni vivo ni muerto, ni dejó sucesion sino de calamidades y discordias civiles.» Asi desapareció definitivamente el califa Hixem II., tan misteriosa y Oscuramente como habia vivido (1).

Remuneró Suleiman á los walíes y caudillos sus auxiliares, reconociéndoles, conforme á lo ofrecido, la soberanía independiente de sus provincias, aunque con la condicion de asistirle en las guerras, especie de feudo que ya casi ninguno se prestó á cumplir, y cuya medida apresuró mas y mas el fraccionamiento y subdivision de pequeños principados en que vino pronto á caer el imperio. Al paso que protegia á sus africanos, perseguia y ahuyentaba á los alameríes y slavos (2). El

(1) Conde, ibid. que estos eran. Los árabes comAun no hemos esplicado lo praban á los judíos gran número

(2)

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