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brado Almanzor como su abuelo; que este honroso sobrenombre se hizo comun entre los emires ó reyes de estos pequeños estados, y aplicábansele con frecuencia desde que le llevó con tanta gloria el gran ministro y regente del califa Hixem. Mas como hubiese quedado de gobernador de Evora su hermano Omar Al Motawakil, estallaron pronto desa venencias entre los dos hermanos, de que nos tocará hablar en la historia de la España cristiana, viniendo por último á reinar en Badajoz Al Motawakil, el postrero de la dinastía Afthasida (1081).

Continuaba Al Motadhi el de Sevilla engrandeciendo sus estados á costa de los de Málaga y Granada y de los señores de otras pequeñas comarcas vecinas. Ayudabale en sus expediciones de conquista su hijo Mohammed, aquel sobre quien habia recaido el horóscopo fatal, y como ya entonces comenzára á sonar la fama de los Almoravides de Africa, no dudaba Al Motadhi que aquellas gentes serian las que habian de eclipsar la estrella de su dinastía segun el pronóstico de los astrólogos, lo cual no dejaba de llenar su corazon de amargura y zozobra en medio de sus triunfos. Nuevas revoluciones estallaron en Málaga, y el viejo rey Edris ben Yahia fué fácilmente desposeido por su sobrino Mohammed ben Alcasim el de Algeciras, que continuó la guerra contra los BeniAbed de Sevilla. Murió Habus el de Granada, y su hijo Badis ben Habus, enérgico, noble y brioso como

su padre, guerreó tambien valerosamente contra el sevillano, y supo mantener la integridad de su territorio. Llególe tambien su hora al terrible y ambicioso Abed Al Motadhi de Sevilla (1069). Aquel hombre codicioso, falso, disipado y cruel, que por tan pérfidos medios se habia apoderado de Córdoba, tenia el sentimiento de la familia, y le mató la pesadumbre de haber perdido á su hija querida Tairah, jóven de maravillosa y siugular hermosura. Empeñóse en que el cortejo fúnebre habia de pasar por delante de su palacio, y aunque la fiebre le tenia postrado en cama, no pudo contenerse y se levantó y asomó á una ventana para presenciar la ceremonia funeral: causóle el espectáculo sensacion tan viva y profunda que hubo que retirarle casi exánime, y á los dos dias siguió á su hija á la tumba.

Sucedióle su hijo Abul Casim, el del horóscopo fatídico, que entre otros títulos tomó el de Al Motamid Billah, (el fortalecido ante Dios). Valeroso, magnífico y liberal, dulce y humano en la victoria, literato y protector de los hombres de letras, en lo cual rivalizaba con Al Motacim el de Almería, pero ambicioso tambien, político y astuto, supo el nuevo monarca ganarse el afecto de sus súbditos, y restituyó á sus hogares á todos los que la crueldad de su padre tenia desterrados. Criticábanle, no obstante, como á aquel, porque tambien bebia vino y lo permitia beber á sus tropas para animarlas á los combates, y ademas

gustaba de la sociedad de los judíos y de los cristianos. Veremos mas adelante las relaciones que con estos últimos sostuvo, y la intervencion que en ellas le tocó ejercer á su hija Zaida. Habíale recomendado su padre en el lecho de muerte que se guardára mucho de los Lamtunas ó Almorabitinos, (los que despues conoceremos hajo el nombre de Almoravides), y que cuidara de asegurar y bien y guardar las llaves de España, Gibraltar y Algeciras, y sobre todo que trabajára por reunir y concentrar en una sola mano el fraccionado imperio de España, que le pertenecia como señor de la imperial Córdoba (").

Tal era en general la situacion de los pequeños estados musulmanes formados sobre los escombros del desmoronado imperio de los Ommiadas. Importábanos conocer las principales divisiones en que quedó partida la España musulmana, las familias y dinastías que en cada region prevalecieron, las escisiones y guerras que tuvieron entre sí, y el poder de cada uno de aquellos príncipes, no solo por lo que respecta á la historia muslímico-española, sino para comprender lo mejor posible la de la España cristiana en este oscuro y complicadísimo período.

(1) Conde, part. III. c. 5.

CAPITULO XXII.

FERNANDO 1. DE CASTILLA Y DE LEON.

De 1037 á 1065.

Cómo se captó Fernando el afecto de los leoneses.-Eu qué empleó los primeros años de su reinado.-Medidas de gobierno interior.Concilio de Coyanza en 1050.-Sus principales cánones.-Confirmacion de los fueros de Castilla y León.-Guerra con su hermano García de Navarra.—Batalla de Atapuerca, en que muere García.Noble conducta de Fernando antes y despues de esta guerra.-Primeras campañas de Fernando contra los sarrrcenos.—Conquistas de Viseo, Lamego y Coimbra.-Sus campañas en el centro de la Península.-Sitio de Alcalá de Henares.-Humilde súplica del rey musulman de Toledo.-Campaña contra el rey mahometano de Sevilla.-Humillacion de Ebn Abed.-Historia de la traslacion del cuerpo de San Isidoro de Sevilla á Leon.-Testamento de Fernando. Distribucion de reinos.-Campaña y sitio de Valencia.-Sorpresa de Paterna.-Enfermedad de Fernando.-Se retira á Leon.-Religiosa y ejemplar muerte de este gran monarca.

Dejamos en el capítulo XX. á Fernando, primero de este nombre, hijo de Sancho el Grande de Navarra, posesionado de las dos coronas de Castilla y de Leon, heredada esta última por su esposa la princesa doña Sancha, por haberse extinguido en Bermudo III. su hermano, la línea masculina de Alfonso el Católico, y adquirida la primera por extincion tambien de la línea varonil de los condes de

Castilla y por herencia de otra princesa castellana, esposa de su padre Sancho, viniendo á ser de este modo dos hembras el lazó que unió las familias de Navarra, Castilla y Leon, la base y principio de la unidad de la monarquía española, cuyo complemento, no obstante, habrá de diferirse todavía siglos enteros.

Quedaba con esto don Fernando el mas poderoso de los reyes cristianos de España. Y si bien al principio le miraban muchos leoneses con alguna desafeccion, nacida del natural sentimiento de faltarles la antigua y gloriosa dinastía de sus reyes propios y de considerarle de algun modo como estrangero para ellos, dedicóse este prudente monarca, despues de conquistada la ciudad, á conquistar los corazones de sus nuevos súbditos, ya gobernando con dulzura y con justicia, ya confirmándoles los buenos fueros que les habia otorgado Alfonso V., ya añadiendo otros conformes á sus costumbres, ya tambien halagándolos con anteponer en algunos diplomas el título de rey de Leon al de Castilla, aunque posterior aquel á este respecto á su persona. A pesar de esto, avezados algunos magnates y poderosos á revolucionarse fácilmente contra sus reyes y señores, no dejaron de darle algunas inquietudes; hay quien señala entre aquellos al conde Lain Fernandez: pero la prudencia y vigor del nuevo monarca redujeron tales conatos á inútiles tentativas, y el órden y la subordinacion se conservaron en ambos reinos.

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