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PARTE SEGUNDA.

EDAD MEDIA.

LIBRO II.

CAPITULO I.

ALFONSO VI.-LOS ALMORA VIDES.

De 1086 & 1094.

Apurada situacion de los musulmanes.-Desaviénense el rey Alfonso y el rey árabe de Sevilla.-Arrogante y ágria correspondencia que medió entre los dos.-El de Sevilla y los demas reyes mahometanos de España llaman en su auxilio á los almoravides de Africa.-Quiénes eran los almoravides.-Retrato de su rey Yussuf ben Tachfin, fundador y emperador de Marruecos.-Vienen los almoravides á España: nueva y formidable irrupcion de mahometanos: únense con los musulmanes españoles.-Salen á combatirlos Alfonso y los demas príncipes cristianos.-Célebre batalla de Zalaca: solemne derrota y horrible mortandad del ejército cristiano: logra salvarse el rey Alfonso y se refugia en Toledo.-Ausencia de Yussuf.-Reanímanse los cristianos.-Resuelve Yussuf hacerse dueño de toda la España musulmana.-Apodéranse los almoravides sucesivamente de Granada, Córdoba, Sevilla, Almería, Valencia, Badajoz y las Baleares.-Desastrosa suerte de los emires de estas ciudades.-Consideraciones con el de Zaragoza.-Dominan los almoravides en España.

Parecia que con la disolucion del imperio ommiada, con las ventajas que en todas partes las ar

mas cristianas habian obtenido, y con el desconcierto, los disturbios, las guerras que los reyezuelos musulmanes tenian entre sí, deberia haberse decidido en favor de España la gran lucha entre los dos pueblos y las dos creencias que se disputaban su señorío. Y hubiera sucedido asi, si por una parte el comun peligro no hubiera inspirado á los mahometanos el pensamiento de apelar como en otra ocasion, á un remedio heróico, y si por otra parte no hubieran tenido una Africa á que acudir, sumillero inagotable de enemigos del pueblo español y del nombre cristiano,, y á la cual volvian los ojos en sus mayores conflictos y tribulaciones.

Pesábale ya al mismo Ebn Abed de Sevilla haber contribuido tanto con sus alianzas al engrandecimiento del poder de Alfonso. Advertíanselo tambien las sentidas quejas y murmuraciones que llegaban á sus oidos y el disgusto general de los musulmanes. Meditó pues, á pesar de los lazos que con él le unian, cómo cooperar á abatir al orgulloso cristiano, que dueño de Toledo, y despues de haber corrido y devastado los emiratos de Zaragoza y Badajoz, tuvo el atrevimiento de penetrar con un cuerpo de caballería por tierras del de Sevilla con pretesto de protegerle contra sus rivales de la costa meridional, y avanzando hasta Tarifa metió su caballo hasta el pecho en las aguas del mar como en otro tiempo Okba, y exclamó: «He llegado á los últimos términos de la tierra de

Andalucía!» Y regresó tranquila y orgullosamente á Toledo. Acabó de mortificar el amor propio de Ebn Abed aquella audacia del castellano y aquella inesperada aparicion so color de un auxilio simulado y no pedido. Todavía sin embargo no estalló la oculta rivalidad de los dos monarcas, hasta que con motivo de haber apuñalado los sevillanos á un judío, tesorero y privado del rey Alfonso, que éste habia enviado á cobrar el tributo que le pagaba Ebn Abed, le despachó el rey de Castilla nueva embajada pidiendo satisfaccion del agravio y reclamando varias fortalezas de su reino que le pertenecian. Arrogante y ágria era la carta que Alfonso envió con el mensage; decia así:

De parte del emperador y señor de las dos leyes y de las dos naciones, el excelente y poderoso rey don Alfonso hijo de Fernando ", al rey Al Motamid Billah Ebn Abed (ilumine Dios su entendimiento para que se determine á seguir el buen camino): salud y buena voluntad de parte de un rey engrandecedor de sus reinos y amparador de sus pueblos, cuyos cabellos han encanecido en el conocimiento de los negocios y en el ejercicio de las armas......... en cuyas banderas se asienta la victoria, que hace á sus caballeros blandir las lanzas con esforzadas manos, que hace ceñir las espadas en las cin

(1) En esta correspondencia, que inserta Conde en los cap. 42 y 13 de la tercera parte de su Historia, se llama equivocadamente

Томо IV.

á Alfonso, hijo de Sancho, cuyo error copió Viardot al trascribirla en la nota 4.a á su Historia de los árabes y moros.

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turas de sus campeadores, que hace vestir de luto las esposas y las hijas de los musulmanes y llenar vuestras ciudades de lamentos y alaridos. Bien sabeis lo que ha pasado en Toledo, cabeza de España, y lo que ha sucedido á sus moradores y á los de su comarca en el cerco y entrada de la ciudad; y que si vos y los vuestros habeis escapado hasta ahora, ya os llega vuestro plazo, que solo se ha diferido por mi voluntad..... Y si no mirára á los conciertos que hay entre nosotros, ya hubiera invadido vuestra tierra y echádoos á sangre y fuego de España sin dar lugar á demandas ni respuestas, y no habria entre nosotros mas embajador que el ruido y tropel de las armas, y relinchar de los caballos, y el estruendo de los atambores y trompetas de batalla.....>

Aunque muchos vazzires, en vista de esta carta aconsejaban al rey de Sevilla que viniese á un acomodamiento con Alfonso y le pagára el tributo, él le contestó con otra no menos soberbia y altiva, concebida en estos términos: «Del rey victorioso y grande, el amparado con la misericordia de Dios y confiado en su divina bondad, Mohammed Ben Abed, al soberbio enemigo de Allah, Alfonso, hijo de Fernando, que se intitula rey de reyes y señor de las dos leyes y naciones (quebrante Dios sus vanos títulos): salud á los que siguen el camino recto. En cuanto á llamarte señor de las dos naciones, mas derecho tienen los muslimes para preciarse de esos títulos que tú, por lo

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