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«el afan y el trabajo por compañero en su vida. El adeleite y el vicio tovo mezquindad, é probar las dub«dosas lides le fué placer é alegría..... Rey crecido,' «recio, fuerte el su corazon, fiando en nuestro Señor «falló gracia ante los ojos de nuestro Señor del cielo «é de la tierra.>>

Su cuerpo estuvo expuesto por espacio de veinte dias, al cabo de los cuales con gran solemnidad y acompañamiento de obispos, sacerdotes, magnates, guerreros, nobles, plebeyos, hombres y mugeres, cubiertos de ceniza, con los vestidos desaliñados, y dando gritos de dolor, fué trasladado, segun él lo habia dispuesto, al monasterio de Sahagun, de que habia sido gran protector y devoto, donde al decir de algunos historiadores tuvo impulsos de tomar el hábito monacal, donde le habia tomado provisionalmente algun tiempo en dias de desventura, y donde yacian las cenizas de sus (mugeres (1).

Antes de entrar en las graves alteraciones que á poco de la muerte de este gran príncipe agitaron y conmovieron los reinos cristianos, menester es que

(4) «El tratado de las mugeres del rey don Alfonso VI. (dice el investigador y erudito Florez en su obra de las Reinas Católicas), es una especie de laberinto, donde se entra con facilidad, pero es muy dificultoso acertar á salir mientras no se descubra alguna guia, que hasta hoy no hemos visto, siendo asi que han entrado muchos á reconocer el terreno; y

aun oyéndolos no se vencen las dudas, antes parece que mientras mas hablan menos nos entendemos.

«Cinco mugeres le señalan comunmente los autores. Algunos añaden mas; otros quitan; y como si no bastára la incertidumbre del número, se nos acrecienta la del órden, ignorándose cuál fué primero, cuál despues. Los escrito

volvamos un momento la vista hacia lo que entretanto en Aragon y Cataluña habia acontecido, y mas ha

res antiguos ofrecian un camino algo suave; pero los modernos le han sembrado de espinas, añadiendo tanto número de seudas que es dificil discernir cuál sea la legítima.»>

En efecto, no hay sino leer el tratado mismo del ilustrado Florez para ver el caos que los escritores han introducido en el punto relativo á las mugeres do Alfonso VI., á su órden, y á la distincion entre legitimas y concubinas. Creemos, no obstante, que pesadas imparcialmente las razones de unos y otros, el caos desaparece en gran parte, y solo quedan algunas diferencias que tampoco vemos imposible concertar. Nosotros nos hemos tomado el trabajo de leerlos casi todos y examinar los datos en que cada cual apoya su opinion, con arreglo á los cuales hemos formado la nuestra, dispuestos á dar razon de los fundamentos que nos han servido para formarla, aunque la naturaleza de una historia general no nos permita ahora detenernos á esplanarnos.

Para nosotros es fuera de duda que la primera muger de Alfonso fué Inés, hija de Guido Guillermo, duque de Aquitania y conde de Poitou: que casó con ella hácia 1074, y duró el matrimonio hasta 1078. Esta reina no tuvo su cesion. (Chron Malleac.-Escrit. de San Millan.-Fuero de Sepúlv.)

Siguese Jimena Nuñez ỏ Muñoz (segun que al padre nombran unos Nuño y otros Munio), de la cual tuvo Alfonso dos hijas, Elvira y Teresa, que fueron las que casaron la primera con Raimundo de Tolosa, y la segunda con Enrique de Besanzon. De esta Jimena es do

la que se cuestiona si fué muger legítima ó fué solo concubina. Para nosotros ni fué concubina ni muger legítima, sino muger ilegítima, con la cual no podia casarse por ser parienta en tercer grado de consanguinidad, eu que no se dispensaba entonces, y ademas por afinidad; y que esto fué lo que debió escitar la cólera del papa Gregorio VII. para hacer al rey separarse de ella. Mas es indudable que vivió con ella como muger desde el 1078 al 1080, en que casó con su segunda legítima muger Constanza.

Era Constanza hija de Roberto duque de Borgoña, y viuda de Hugo II., conde de Chalons. De ella tuvo á Urraca, la que casó con Raimundo ó Ramon de Borgoña, conde de Galicia, y que fué despues reina de Castilla. Vivió esta reina, que se llamó Emperatriz desde la conquista de Toledo, hasta el año 1092, ó principios del 1093. (Sandov.-Yepes.-Garivay y otros.)

En este año de 1093 casó con Bertha, repudiada de Enrique IV. rey de Germania en 1069. (Crónicas de Francia). Tenemos con Florez por mas auténticas las escrituras que suponen haber fallecido Bertha en 1095, en cuyo año mencionan ya á Isabel. Tampoco tuvo Alfonso sucesion de esta reina, y el deseo de tener un heredero legítimo y varon era sin duda una de las causas de multiplicar tantos matrimonios.

Convienen todos en que Alfonso tuvo una cuarta muger legitima nombrada Isabel, y están todos igualmente de acuerdo en que el hijo único del rey, Sancho, el que murió en la batalla de Uclés,

biendo de enlazarse tanto despues los sucesos de unos y otros estados.

Hemos visto como las fronteras del reino de Aragon se iban dilatando bajo el enérgico y activo Sancho

le habia tenido de Zaida, hija de Ebn Abed el rey árabe de Sevilla, la cual para unirse á Alfonso se habia hecho cristiana y tomado por nombre bautismal María Isabel, aunque el rey la nombraba Isabel solamente, y era el solo que usaba en las escrituras. Hé aquí al parecer dos Isabeles, que han sido causa de las mas debatidas cuestiones entre los historiadores, y en lo que está lo mas complicado del laberinto de las mugeres de Alfonso VI. Pues los que admiten las dos como mugeres legitimas no sabeu cuándo ni dónde colocar la una que no estorbe á la otra y que no trastorne la cronología. Y los que hacen á Isabel Zaida concubina solamente, no aciertan á esplicar ni el ser tenido su hijo Sancho por heredero legítimo del trono de Castilla, ni las escrituras en que se nombra una Isabel como muger legítima despues que suponen muerta la otra, ni saben de quién pudo ser hija la primera. Y sobre esto han armado una madeja de Cuestiones que en el supuesto de las dos Isabeles no es fácil desenredar.

Nosotros tenemos por cierta la inexistencia de la que se supone primera Isabel, á quien Lucas de Tuy, y otros escritores posteriores, y hasta un epitafio que le pusieron en Leon, la hacen hija de Luis, rey de Francia, y es cierto y averiguado por todas las historias de aquella nacion que el rey de Francia á que alude el Tudense no tuvo ninguna hija que se llamára

Isabel. Creemos pues que no hubo mas Isabel que Zaida, la hija del rey moro de Sevilla, que tomó aquel nombre al hacerse cristiana, que fué muger legítima de Alfonso, que estuvo casada con él desde 1095 ó 96 hasta 1407 en que murió, que de este matrimonio nació Saucho, el que pereció en Uclés, heredero legítimo que era del reino, y que luego tuvieron á Sancha y Elvira, que casaron despues la una con el conde Rodrigo Gonzalez de Lara, y la otra con Rogerio I. rey de Sicilia. Ademas de los datos que hay para creer esta opinion la mas segura, es la única que puede conciliar el órden y las fechas de todos los matrimonios de este rey, y las edades de cada uno de su hijos, sin embarazo ni confusion.

Poco feliz el rey en la sucesion varonil que tanto deseaba, y suspirando todavía por ella, casó aun, á pesar de su edad y sus achaques, en 1108, còn Beatriz á quien el arzobispo don Rodrigo hace tambien francesa, y la cual le sobrevivió, habiendo muerto el rey, como hemos dicho, en 1109. De Beatriz no se sabe mas sino que luego que enviudó se volvió á su patria. (Pelag. Ovet. Chron. número 14).

Tales fueron las mugeres de Alfonso VI. segun los documentos que tenemos por mas fehacientes.

En 1101 habian muerto las dos hermanas del rey doña Urraca y doña Elvira, las que habian tenido las ciudades de Zamora y de Toro. (Sandov. Cinco Reyes).

Ramirez, rey tambien de Navarra, que cada dia tomaba alguna poblacion, alguna fortaleza, algun enriscado castillo á los sarracenos, acosándolos y reduciéndolos por las riberas del Ebro y del Gállego, del Cinca y del Alcanadre "). Enemigo terrible de los dos reyes mahometanos de Zaragoza Al Mutamin y Almostain, hemos visto en cuan apretados conflictos llegó á ponerlos muchas veces, aliándose al efecto con Berenguer de Barcelona y con el emir de Tortosa y Denia Al Mondhir Alfagib, si bien por desgracia contrariado en muchas ocasiones y teniendo que medir sus armas con las del Cid Campeador (2). A pesar de estas contrariedades llegó el caso de considerarse bastante fuerte para poner en ejercicio el proyecto que constituía el blanco de sus mas vehementes deseos, el de la conquista de Huesca, uno de los mas fuertes ba– luartes de los infieles y su principal escudo de defensa contra las armas cristianas de Aragon. Habia ido Sancho Ramirez preparando muy diestramente el terreno para esta importante conquista, y cuando se determinó ya á ponerle sitio llevó consigo respetable hueste de aragoneses y navarros que distribuyó en los collados de alrededor.

Sentó el rey sus reales en un montecillo ó repecho de donde podia ofender grandemente á los sitiados, y que desde entonces tomó el nombre de el Pueyo de

(4) Véase el cap. 24 del anterior libro.

(2) Cap. 1.o de este libro.

Sancho. El cerco no obstante continuaba con lentitud, porque los sitiados se defendian con bizarría. Impaciente el monarca aragonés púsose un dia á reconocer el muro, y habiendo hallado en él una parte mas flaca que las otras, y por donde le parecia que se podria fácilmente combatir, levantó el brazo derecho para señalar aquel sitio á sus compañeros de armas: en esto una flecha arrojada desde el adarve vino á herir al rey debajo del brazo en la parte que dejó descubierta el escote de la loriga. La fatal saeta llevaba en su punta la muerte, como la que atravesó á Alfonso V. en el sitio de Viseo. Conociólo asi Sancho, y convocando á todos los ricos-hombres y caballeros hizo jurar ante ellos á sus dos hijos don Pedro y don Alfonso, que no levantarian el cerco hasta tener ganada la ciudad y puesta bajo su dominio y poder. Hecho esto y consolando con animoso esfuerzo á los príncipes y á sus caudillos, murió este aguerrido y valeroso monarca el dia 4 de junio del año 1094. Su cuerpo fué llevado al monasterio de Monte-aragon fundado por él, donde estuvo depositado hasta que ganada la ciudad le trasladaron al de San Juan de la Peña, donde le dieron honrosa sepultura (1),

Muerto don Sancho, y aclamado y reconocido por rey su hijo don Pedro, continuó éste el sitio de Huesca

(4) Anal. Compostel.-Roder. critores de Aragon. Tolet.-Zurita, Abarca, y otros es

TOMO IV.

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