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de Lara que traian agriados á los caballeros castellanos y que la pusieron en conflictos y situaciones desdorosas para la magestad, el partido que habia ido ganando su hijo don Alfonso, años hacía rey nominal de Galicia, única bandera inocente y para que se habia enarbolado entre tantos manchados estandartes, la esperanza que á todos infundian las cualidades de este príncipe que se encontraba ya mancebo, todo contribuyó á que en los últimos años adquiriera el hijo una verdadera supremacía en los estados de la madre. Asi continuó esta situacion tan difícil de definir hasta marzo de 1126, en que despues de una vida tan tempestuosa falleció la reina doña Urraca en tierra de Campos, ó segun comunmente se cree, en Saldaña. Lleváronla á sepultar á San Isidro de Leon, donde se conserva su cuerpo y su epitafio (1).

A las turbulencias intestinas que hicieron tan desastroso el reinado de doña Urraca, se habian agregado las invasiones y entrada de los musulmanes que vinieron á acabar de perturbar el pobre reino de

(1) Hasta la muerte de esta señora ha sido contada por algunos de una manera bien desfavorable á su reputacion y honestidad, suponiendo unos haber fallecido en el acto de dar nueva sucesion, cosa inverosímil en su edad, y que no hallamos justificada, otros haber quedado muerta de repente á la puerta de San Isidro de Leon cuando salia de despojar el templo de las alhajas sagradas: tampoco

esto lo hallamos apoyado en fundamento digno de fé. Lo que no tiene duda es que dejó dos hijos del conde de Lara, Fernando y Elvira. Los maestros Florez y Risco, se esfuerzan por probar que los legitimó casándose con el mencio. nado conde: pero este matrimonio no recibió por lo menos las solemnidades ordinarias. Florez, Rein. Catol. tom. I. Risco, Hist. de Leon, tom. I.

Castilla, harto agitado ya en lo interior. El emperador de Marruecos Alí ben Yussuf habia venido de Africa nada menos que con cien mil caballos, al decir de los árabes. ("), y despues de haberse detenido un mes en Córdoba se encaminó á tierra de Toledo (1109) talando y destruyendo sin misericordia cuanto encontraba; los hombres huian espantados á los montes, y el pais quedó asolado y como yermo. Algun tiempo mas adelante (1110) puso sitio á la insigne ciudad, que defendia y gobernaba el valeroso Alvar Fañez, apoderándose los africanos de los bellos jardines de la derecha del Tajo. Aproximaron los Almoravides sus máquinas á los muros de la ciudad y comenzaron el ataque, que por espacio de siete dias rechazaron vigorosamente los castellanos. Una noche arrojaron los de Africa multitud de proyectiles incendiarios á una de las mas fuertes torres del muro, que comenzó á ser devorada por las llamas. Los cristianos que se hallaban en ella lograron apagar el fuego vertiendo sobre los combustibles gran cantidad de vinagre. Los asaltos que despues intentaron los africanos fueron tan infructuosos como el fuego. Al sétimo dia dispuso Alvar Fañez una salida impetuosa que desconcertó á los sitiadores y les obligó á levantar el cerco quemando todas sus máquinas (2). Pasaron estos á desahogar su rabia sobre Talavera, de que se apode

(4) Conde, part. III. c. 25.- (2) Anal. Tolet. primeros.Al-Kartás.-Chron. Adef. Imperat. Chron. Adef.-Al Kartás.

raron, y volvieron sobre Madrid, Olmos y Guadalaja→ ra, en cuya situacion se declaró la peste en el ejército de Alí, lo cual le forzó á regresar á Córdoba, y de alti á Africa). Pero otro cuerpo de Almoravides mandado por Seir Abu Bekr recorria el Algarbe y quitaba á los cristianos muchas de las ciudades ganadas por la espada de Alfonso VI.

Libre Alvar Fañez de aquella innumerable morisma, tomó despues la ofensiva, y haciendo con sus toledanos una atrevida escursion á Cuenca la arrancó, aunque por poco tiempo, del poder de los Almoravi des (1111). Mas no dejaban á su vez los sarracenos de aprovecharse de las disensiones que agitaban la Castilla, y dos años mas adelante (1113) la comarca de Toledo se halló de nuevo invadida por otro ejército africano mandado por Mazdali (2), que devastó á sangre y fuego el pais, tomó la fortaleza de Oreja, degolló sus defensores, cautivó mugeres y niños, y puso otra vez sitio á Toledo (1114). Libertóse tambien esta vez la ciudad, gracias á la intrepidez de Alvar Fañez, si bien á costa de haber perdido en un combate setecientos de sus valientes soldados. Este insigne capitan, el mas famoso de los guerreros castellanos de la época de Alfonso VI., si se esceptua el Cid, despues

(1) En esta ocasion se cree fué cuando se descubrió la imágen de Nuestra Señora de la Almudena, tan venerada en Madrid, en uno de los lienzos de la muralla rotos

TOMO IV.

en este ataque por el ejército mo. ro. Chron. Adef.-Al-Kartás.

(2) El que muchos de nuestros historiadores llaman Amazaldi.

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de haber combatido tan brava y heróicamente á los sarracenos, murió á manos de sus mismos compatriotas, víctima de las discordias civiles que destrozaban el reino castellano. Contábasele entre los partidarios del rey de Aragon, y en una espedicion que hizo á Segovia, asesináronle en esta ciudad los parciales de Castilla (1). Dióse el gobierno de Toledo al capitan Rodrigo Nuñez; y en las vicisitudes y oscilaciones que en este agitado período sufrió la monarquía castellanoleonesa, Toledo pasaba alternativamente al poder del monarca de Aragon, ó de la reina de Castilla, ó del jóven rey Alfonso Raimundez su hijo, segun que las circunstancias bacian momentáneamente mas poderosa cada bando por aquella parte (2).

(4) En la octava de la pascua de 4114. Anal. Toled. primeros. Era 1152.-Cron. de Cardeña.Id. Burgense.-Ibu Khaldum.

(2) A este tiempo se refiere, al decir del obispo Sandoval, un suceso tan ruidoso como dramático, que se cuenta haber ocurrido entre el rey de Aragon y los vecinos y defensores de la ciudad de Avila. Con noticia, dicen, que tuvo el aragonés de que el infante don Alfonso, á quien él vivamente andaba persiguiendo, iba a ser llevado por los castellanos de Simancas á Avila, envió un mensage á esta ciudad donde contaba con algunos parciales, diciendo esperaba le acogerian llanamente y como obedientes súbditos cuando á ella viniese. Contestó al de Aragon Blasco Jimeno que gobernaba provisionalmente la ciudad, que los caballeros de Avila estaban prontos á recibirle y aun á ayu

darle en las guerras que hiciese contra los moros, pero que si llevaba intenciones contra el niño Alfonso, no solo no le recibirian, sino que serian sus enemigos mas declarados. Indignó al aragonés contestacion tau resuelta e inesperada, y juró vengarse. A poco de haber sido entrado el tierno uieto de Alfonso VI en Avila, donde fué alzado y reconocido por rey, acampó Alfonso de Aragon con su ejército al Oriente de la ciudad. Desde alli despachó un mensage á Blasco Jimeno, diciendo que si era cierto que habia muerto el nuevo rey de Castilla (pues se habia divulgado esta voz) le recibiesen á él, prometiendo otorgar mil privilegios y mercedes al concejo y vecinos de la ciudad; y si fuese vivo se le mostrasen, empeñando su fe y palabra real de que una vez satisfecho de que vivia, alzaria el cam

Desventurada suerte hubiera sido la de Castilla, devorada por las discordias, si los musulmanes hubieran continuado haciendo en ella sus terribles irrupciones. Mas por fortuna suya limitáronse desde 1114 á rápidas y pasageras entradas, gracias á que el rey de Aragon los traia por allá entretenidos y no poco maltratados. Porque este monarca, desde que desechado por los castellanos, lanzado de Burgos y

po y se retiraria á Aragon. Contestó Blasco Jimeno que el rey de Castilla, su señor, se hallaba dentro sano y bueno, y todos los caballeros y vecinos de Avila dispuestos a defenderle y á morir por él. Respecto al otro estremo, despues de consultado y tratado el punto, se convino en satisfacer al rey de Aragon bajo las condiciones siguientes: que el aragonés entraria en la ciudad acompañado solo de seis caballeros, todos desarmados, para ver por sus propios ojos al nuevo soberano de Castilla, y los de Avila por su parte darian en rebenes al de Aragon sesenta personas de las principales familias, que quedarian retenidas en su campo mientras se verificaba la visita, despues de lo cual se obligaba, «sopena de perjuro y fementido, á devolverlas sin lesion ni agravio. Hecho por ambas partes juramento de cum plir lo pactado, el rey de Aragon se acercó al muro y puerta de la ciudad con sus seis caballeros, y de ella salieron los rehones para el campamento aragonés. Recibido el de Aragon por Blasco Jimeno y varios otros nobles de Avila, yo creo, buen Blasco, le dijo, que en verdad vuestro rey es vivo y sano, y ast no es menes

ter que yo entre en la ciudad, y me bastará y daré por satisfecho con que me le mostreis aqui á la puerta, ó aunque sea en lo alto del muro.» Recelando, no obstante, los de Avila si tan generosas palabras encerrarian alguna traicion, subieron al niño rey al cimborio de la iglesia, que está junto à la puerta, y desde alli se le mostraron. Hizole el de Aragon desde su caballo una muy urbana cortesía, á que contestó el tierno príncipe con otra, y satisfecho al parecer el aragonés se volvió á su campo sin permitir que de la ciudad le acompañára nadie.

Tan pronto como llegó á sus reales, mandó á sus gentes que alli mismo á su presencia degolláran todos los rebenes, como asi se ejecutó, llegando su ferocidad al estremo de hacer hervir y cocer en calderas las cabezas de aquellos nobles é inocentes ciudadanos, de lo cual, dice la tradicion, le quedó á aquel lugar el nombre de las Fervencias. À la nueva de tan horrorosa y aleve ejecucion, todos los abulenses ardian en deseos de tomar venganza; pero encargóse de ella el mismo Blasco Jimeno, que salió á retar personalmente al rey de Aragon, al cual alcanzó cerca de Ontiveros,

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