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expediciones periódicas de Almanzor á tierras cristianas. En el otoño del propio año de 984 volvió á acabar de arruinar el reino de Leon, y entonces fué sin duda cuando tomó á Gormaz y Coyanza, hoy Valencia de Don Juan. A la primavera siguiente (que las primaveras y otoños eran siempre las estaciones que elegia para sus rápidas y afortunadas irrupciones), la tempestad periódica fué á descargar á la region oriental. Tocóle esta vez á Cataluña. Salió, pues, Almanzor de Córdoba con lo mas escogido de su caballería. Detúvose en Murcia aguardando las naves y tropas que habian de acudir de Algarbe á proteger sus operaciones militares en Cataluña. Los árabes describen con placer el suntuosísimo hospedage que se hizo á Almanzor y á los suyos en los veinte y tres dias que permanecieron en Tadmir. Alojábase el regente en casa del gobernador de la provincia Ahmed ben Alchatíb: los manjares mas raros y esquisitos, las frutas mas delicadas se presentaban diariamente á su mesa los aromas mas estimados de Oriente se derramaban con prodigalidad, y todas las mañanas aparecia lleno de agua de rosas el baño de Almanzor y de sus principales vazzires. A todas sus tropas se dieron cómodos alojamientos, y todos dormian en camas ricamente cubiertas con telas de seda y oro. Cuando Almanzor al tiempo de partir pidió la cuenta de los gastos, dijéronle que todo se habia hecho á espensas del gobernador Ahmed. «En verdad, excla

mó, que este hombre no sabe tratar gentes de guerra, que no deben tener mas arreo que las armas, ni mas descanso que el pelear, y me guardaré bien de enviar otra vez por aqui mis tropas: mas por Alá que un hombre tau generoso y espléndido no debe ser un contribuyente comun, y yo le relevo de todo impuesto por toda su vida (1).»

Tomó desde alli Almanzor el camino de Barcelona, mientras las naves hacian su derrotero por la costa hasta la capital del condado. El conde Borrell., á quien los árabes daban el título de rey de Afranc (2), salió con numerosas tropas á hacer frente á las del caudillo sarraceno; pero quién podia resistir al ímpetu de los aguerridos y victoriosos soldados de Almanzor? Los cristianos de las montañas fueron arrollados, y buscaron su salvacion dentro de los muros de Barcelona; los musulmanes cercaron la ciudad con ardor y resolucion: Borrell se fugó una noche como en otro tiempo el walí Zeid, solo que aquel lo hizo por mar, y mas afortunado que el moro, á favor de las tinieblas pasó sin ser visto por en medio de los bageles algarbes: á los dos dias la ciudad se rindió

(1) Ebn Hayan, Hist. de los Alameries.-Abu Bekr Ahmed ben Said, en Conde, cap. 98.

(2) Es muy extraño que el juicioso Roseew-Saint-Hilaire diga al hablar de esta expedicion: Esta ciudad (Barcelona), mandada por un conde Borrel!, feudatario de los reyes francos.....» Pues no

debia ignorar este ilustrado autor que el feudo de los reyes francos habia concluido con Wifredo el Velloso, y que hacia mas de un siglo que el condado de Barcelona constituia un estado independiente. En el mismo error incurre Romey, si mal no los hemos comprendido.

por capitulacion, y Almanzor se encontró dueño de las capitales de dos estados cristianos, Leon y Bar-celona (!). En seguida se volvió á Córdoba por el interior de España. Tal era el sistema de Almanzor, invadir, conquistar, volverse, y prepararse para otra invasion (985).

Faltaba el otoño de aquel año, y no podia dejar de aprovecharle el incansable sarraceno. Las sierras y montañas de Navarra fueron el campo de sus triunfales correrías; Sancho Garcés el Mayor probó á su turno cuán impetuosas eran las acometidas del guerrero musulman, el cual despues de haber devastado el pais de Nájera, volvióse á invernar á Córdoba cargado de despojos.

Su llegada á la córte muslímica coincidió con la de su hijo Abdelmelik, el triunfador de Africa, que habia ido á celebrar sus bodas con su sobrina la jóven Habiba. La descripcion que hacen los árabes de estas famosas bodas y de las fiestas y regocijos con que se celebraron, nos informan de sus costumbres en estas ceremonias solemnes, si bien las del hijo de Almanzor se hicieron con una pompa desacostumbrada. El ministro absoluto convidó á las fiestas hasta á los cristianos: distribuyó á su guardia armas y vestuarios lujosos: dió abundantes limosnas á los pobres de los hospicios, dotó un gran número de doncellas menes

(1) Gesta Comit. Barcinon c. celona.-Conde, cap. 98. 7.-Los dos Chronicones de Bar

terosas, y prodigó regalos á los poetas que con mejores versos cantaron el mérito y las virtudes de los dos esposos. La novia fué paseada en triunfo por las calles principales, acompañada de todas las jóvenes amigas de la familia, precedidas del cadí y de los testigos, y seguidas de los principales jeques y caballeros de la ciudad. Doncellas armadas de bastoncitos de marfil con puño de oro guardaban el pabellon de la novia: el novio acompañado de gran séquito de nobles mancebos de su familia, armados de espadas doradas, habia de conquistar el pabellon de la novia, defendido en su entrada por la guardia de sus dóncellas. Los jardines estaban espléndidamente iluminados: en los bosquecillos de naranjos y arrayanes, en derredor de las fuentes, en los lagos y estanques, en todas partes ondeaban vistosas banderolas, y coros de músicos acompañaban las lindas canciones en que se presagiaba la felicidad de los dos esposos: el pabellon de la desposada fué asaltado y conquistado por el novio despues de un simulacro de combate entre los mancebos y las doncellas: toda la noche duraron las músicas y los conciertos, y la fiesta se repitió al dia siguiente (1).

(1) Conde, cap. 99.-En este tiempo colocan tambien algunos de nuestros historiadores otras fiestas nupciales celebradas en Burgos, con poca menos solemnidad, pero de bien mas trágicos resultados que las de Córdoba.

Eran las del famoso castellano Ruy Velazquez, señor de Villaren, con doña Lambra, natural de Bribiesca, señora tambien de una gran parte de la Bureba, y prima del conde de Castilla Garci Fernandez. Terrible é inolvidable me

PARTE II. LIBRO I.

Mas ni las bodas de su hijo, ni los sucesos de Africa en que figuraba ahora la familia de los Zeiríes

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