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Chaldun, habla sólo de oidas cuando da principio al capítulo sobre la poesía de los árabes, observando que tambien en otras naciones, á saber, entre los persas y los griegos, ha florecido la poesía, por lo cual Homero es nombrado y celebrado en los escritos de Aristóteles (1). El decantado cultivo de la literatura griega por los árabes españoles se limitó á obras de filosofía y de ciencias exactas, que vertieron en su lengua de la siriaca, y que despues comentaron : pero sobre todo aquello que no pertenecia á esta parte de las ciencias, como, por ejemplo, sobre la historia y la mitología de los pueblos antiguos, se quedaron siempre en la mayor ignorancia. Sus historiadores refieren que en Itálica se halló en una excavacion un grupo de mármol de portentosa hermosura, que representaba una jóven y un niño perseguido por una serpiente, y sus poetas celebran este grupo en sus versos, pero ninguno sabe que aquellas figuras eran indudablemente Vénus y Cupido (2). El geógrafo Al-Bekri, tan bien enterado en todo lo relativo á las tierras muslímicas, no sabe distinguir si un epitafio hallado en las ruinas de Cartago es latino, púnico ó de otra lengua, y llama á Anníbal rey de África (3). Por último, el gran filósofo Ibn-Roschd ó Averroes, en su paráfrasis de la Poética de Aristóteles, cita á los Antara, Amr-ul-Kais y Motenebbis, en vez de

(1) IBN-CHALDUN, Prolegomena, III, 359.

(2) MAKKARI, I, 99 y 350.

(3) AL-BEKRI, pub. por Slane, 45 y 42.

citar á los poetas griegos, y tiene tan pocas nociones de la griega literatura, que define la tragedia el arte de elogiar, y la comedia el arte de censurar, y de acuerdo con esta teoría, halla que las composiciones satíricas y encomiásticas de los árabes son comedias y tragedias (1).

Aunque, segun lo expuesto, la poesía de los árabes en España tenía muchos rasgos iguales á la de su hermana oriental, todavía no dejó de sentir el influjo del suelo de Andalucía. Los poetas, á pesar de toda su admiracion del Hamasa y de las Mualakat, y á pesar del prurito de imitarlos, no pudieron desechar los nuevos asuntos que se ofrecian para sus canciones. Ya no podian cantar las enemistades entre tribu y tribu, ni las discordias por causa de los pastos, sino la gran contienda del Islam contra las huestes reunidas del Occidente; en vez de convocar á los compañeros de tienda para la sangrienta venganza de un pariente asesinado, debian inflamar á todo un pueblo para que defendiese la hermosa Andalucía, de donde los enemigos de la fe amenazaban lanzarlos. A par de las peregrinaciones por el desierto y de la vivienda abandonada del dueño querido, lo cual, por convencion, habia de tener siempre lugar en una kasida, habia entónces que describir risueños jardines impregnados con el aroma del azahar, arroyos cristalinos con las orillas ceñidas de laureles,

(1) RENAN, Averroes et l'averroisme, pág. 36.

T. I.

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blandas y reposadas siestas bajo las umbrosas bóvedas de los bosquecillos de granados, y nocturnos y deleitosos paseos en barca por el Guadalquivir. Inevitablemente tuvieron los poetas, al tratar estos nuevos asuntos, que adoptar imágenes desconocidas á sus antepasados, y el estado de la civilizacion, enteramente distinto, hubo tambien de imprimirse en sus versos. Andaluces que habian llegado á un alto punto de cultura social y científica, cortesanos elegantes é instruidos, que habian estado en la escuela filosófica de Aristóteles, no podian sentir y pensar ya como los rudos pastores del desierto. Aunque muchas de sus kasidas se parezcan, no sólo en la forma y en la expresion, sino tambien en las ideas Ꭹ sentimientos, á las de los árabes antiguos, esto es sólo porque los autores creian poder competir mejor con los modelos ciegamente reverenciados de un Antara ó un Lebid, cuando más se apartaban y substraian del influjo de su época y de cuanto los rodeaba. Por fortuna, estas tentativas desgraciadas de copiar el estilo y el espíritu de épocas anteriores, renegando de lo presente, no es lo único que nos queda de la literatura de los árabes españoles. Áun cuando los poetas tienen delante de los ojos la poesía ante-islámica, y cuentan el remedarla como mérito, introducen, sin notarlo, en la antigua forma, nuevos modos de ver y de sentir; y en otras composiciones obedecen, sin volver la vista atras, lo que les dictan el corazon y la mente, y en vez de beber la inspiracion en los libros, pintan lo que ellos mismos

han sentido y experimentado. Estas últimas composiciones merecen principalmente nuestra atencion, y en ellas, con todos aquellos rasgos que distinguen la poesia occidental de la oriental, se nos muestran los árabes como europeos. Cuando oimos, con voces semíticas y con el peregrino acento del Oriente, el elogio de las verdes praderas y de los corrientes arroyos de Andalucía, y la expresion de sentimientos amorosos, más tiernos que los que los trovadores expresaban, imaginamos oir tambien entre el susurro de la palma oriental, los suspiros del aura de Occidente, que agita y orea las enramadas del jardin de las Hespérides.

A semejanza de su lengua, que no posee las ricas y gráficas combinaciones de las indo-germánicas, sino que íntimamente forma sus vocablos por la adicion de una sola letra á la radical, ó por el cambio de las vocales y acentos, toda la actividad creadora de los árabes tiene un carácter subjetivo. Pinta con preferencia la vida del alma, hace entrar en ella los objetos del mundo exterior, y se muestra poco inclinada á ver claro la realidad, á representar la naturaleza con rasgos y contornos firmes y bien determinados, y á penetrar en el seno de otros individuos para describir los sucesos de la vida y retratar á los hombres. Por esto aquellas formas de poesía que requieren la observacion de las cosas exteriores y una gran fuerza para representarlas, no son conocidas entre los árabes. Ensayos dramáticos, ni áun de la clase inferior, como los han tenido otros

pueblos mahometanos, no se han producido por los árabes en el suelo español, ó al ménos no dan indicio de ello los escritores que se han consultado hasta el dia (1). La poesía narrativa, segun verémos despues,

(1) La Comoedia de equo vendito, citada por el vacilante Casiri, y existente en el Escorial, es de orígen egipcio, segun lo declara el excelente orientalista José Müller, que examinó el manuscrito. Parece ser, más que una produccion de carácter literario, un ensayo para un teatro de muñecos, ó más bien para las sombras chinescas que en Egipto se usaban. Verdaderamente hay tres representaciones en el manuscrito. Se trata sólo en la primera de la historia de un ridículo oficial de mamelucos, que, al volver á las orillas del Nilo, de un viaje por Asia, averigua con dolor que ha habido un gran cambio en las cosas: la policía se ha vuelto más severa, y sobre todo, es rigorosísima la observancia del precepto de no beber vino. Despues de muchas lamentaciones en prosa y verso, y de referir su vida vagabunda en una conversacion con una especie de pulchinela y con otras personas, se decide el oficial de mamelucos á entrar en el estado de casado y á abandonar su vida pecadora. Una excelente amiga de los primeros tiempos se encarga de buscarle mujer; la casamentera desempeña su comision, y despues de cumplidas todas las formalidades, el oficial levanta el velo á la novia y descubre, angustiado, que es un fenómeno de fealdad. Vuelto del desmayo que aquella vision le produce, determina hacer una piadosa peregrinacion á la Meca, de donde probablemente vuelve tan pecador como ántes, ya que no más vicioso. El error de Casiri en suponer que la comedia trata en su mayor parte de equo vendito, se funda en que, entre las extravagancias del mameluco, se menciona que un caballo, que por compasion le regaló el Visir, fué desechado por él de un modo desdeñoso.

«En el catalogo de Casiri, prosigue J. Müller, se cita ademas otra obra en diálogo de cuarenta interlocutores. Aunque tengo fundado motivo para no considerar esta pieza como española, la hubiera examinado con gusto. Pero ya no existe en

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